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ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
30/09/2018, 07:22
“Todos los hombres por naturaleza desean saber. Señal de ello es el amor a las sensaciones. Éstas, en efecto, son amadas por sí mismas, incluso al margen de su utilidad y más que todas las demás, las sensaciones visuales” (Aristóteles, Metafísica)

Después de contar hacia atrás, pensé en una modalidad de forma inversa más compleja, ordenar las palabras al revés. Oscar pasaría a racso. Como pasa con todos estos ejercicios, después de cierta repetición, el esfuerzo disminuye.

El mayor interés de la forma inversa está en que estamos preparados para resolverla naturalmente; de hecho, está ya resuelta, esto es, no la hacemos, sino que está ya hecha. La forma inversa es imprescindible para la reflexión pensante, pero es más primaria que la reflexión y tiene más recorrido que ella.

Ver, por poner un caso reconocible, no sería posible sin una forma que ordenase los términos de los que la visión está compuesta, su síntesis. No somos conscientes, sino muy rara vez, de la complejidad que subyace en la visión. Ningún ingeniero, ni millones de ellos durante millones de años, sería capaz de imitar la intriga de la vista.

La mayor parte de las personas tiene una experiencia de visión negativa cuando parpadea (*). Ver, sin embargo, no deja de ser; se sigue viendo a pesar del parpadeo. Tiene que haber, sin duda alguna, una neutralización del efecto de no ver. Lo que no se ve durante el parpadeo no suma, no porque no se vea al parpadear, sino, lo que es mucho más relevante, porque hay una expectativa negativa de visión durante el parpadeo; el momento negativo de la visión es quitado.

(*) El parpadeo, que dura alrededor de 300 milisegundos (**), es algo que pasa desapercibido; es demasiado rápido para que se note con claridad.

(**) Las mediciones en milisegundos son interesantes, pero carecemos de una forma que las interprete correctamente (***). El problema del tiempo no es relativo a su duración, si algo dura más o menos tiempo. Semejante tiempo aconceptual no es más que un término negativo (****), que quiere decir que, fuera de la intuición no sabemos absolutamente nada del tiempo. Más allá de las formas inmediatas de la conciencia, como las llamara Bergson, no sabemos nada.

(***) Las mediciones en milisegundos son habituales en neurociencia. Pero más les valdría a muchos neurocientíficos leer a Zenón, Aristóteles, Spinoza o Bergson que medir franjas temporales que, de lo brevísimo de su duración, terminan donde empiezan.

(****) Los problemas aconceptuales, ya sea porque no están resueltos, ya sea porque no se pueden resolver, esconden, con frecuencia, auténticos problemas filosóficos.