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Ver la versión completa : La deducción moral y las metáforas espaciales



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
17/09/2018, 05:08
“Pues el otro {autri} no es otro Yo {Je}, sino el Yo {Je}, un Yo {Je} fisurado” (Gilles Deleuze, Diferencia y repetición)

Que el efecto del otro se manifestase llevando a uno más allá de sí, cabalmente, y sin servirse de metáforas espaciales, desde dentro y ocupando su posición, con prioridad sobre él y sin lugar a titubeo, fue algo que, en su momento (*), consideré una deducción moral con una penetración extraordinaria (**).

(*) El autor del que se tratara era George H. Mead en su obra “Espíritu, persona y sociedad”. Como digo, fue algo que, entonces, me impresionó. Al poco, tuve la oportunidad de conocer de primera mano la obra de Charles Sanders Peirce. Después de poder leer a Peirce, algo fulminante para quien tenga inquietud por la esencia y el conflicto de las cuestiones filosóficas, pude comprobar que Mead no hacía otra cosa que aprovechar los avances del titán norteamericano.

(**) Para decirlo resumidamente, el enlace de las proposiciones morales se hacía en un nivel distinto del nivel en que estamos dispuestos (***). Estar en el mundo no era como estar con otros; estar con otros depende de una “síntesis” más compleja, de orden superior. Los términos morales no deben ser pensados de la misma manera que el resto de términos.

(***) Para no dar lugar a malentendidos, uso el término moral como lo que se refiere a los afectos y sentimientos propios y, en un plano superior, a los de los demás (****).

(****) Que el otro tenga prioridad sobre el “yo” no es una cuestión de orden sino de la naturaleza de las cosas. Una vez el “yo” sea, está dispuesto a una oposición a sí mismo que, con poco que discurra (*****), lo engulle hasta negarlo (******). Finalmente, el “yo” se reconoce huérfano (*******).

(*****) Un discurso en que su extensión, que discurra poco más o menos, es del todo indiferente. El discurso podrá ayudarnos a manifestar la esencia, pero no puede afectar a lo que ya hay en ella.

(******) De ser como digo, "yo" dejaría de ser cuando el otro fuera. No es que hubiera una caída, como dicen unos, o una fisura, escisión o grieta, como dicen otros; hay, en todo caso, una oposición interna, propiamente, a uno mismo, que termina negándolo; después de la fricción, dicho negativamente, o, una vez el otro haya sido. dicho positivamete, el saldo deja al "yo" disminuido, que presupone no sólo una oposición sino, más decisivamente, una negación.

(*******) Que el “yo” se reconozca finalmente huérfano, más allá del lenguaje figurado, quiere decir que el “yo” se hace preguntas para las que no tiene a priori respuesta (********); ha de salir fuera de sí para encontrarla.

(********) La cuestión de fondo de la falta y la esencia del no-ser no se resuelve mediante un enfrentamiento vuelto hacia lo empírico o hacia un sí mismo vacío, sin impulso (********). Lo empírico, debiéramos decir, no añade nada de fondo, es sólo una capa externa, la piel que recubre el núcleo; la reflexión esencial, por su parte, no sabe sobre qué reflexiona hasta que haya sido ejecutada, dicho de una vez, sida. El salto que haga posible pasar de un ámbito a otro, de ser en general a qué sea el ser, ha de estar garantizado en todos sus detalles, es decir, recorriendo todas sus posibilidades y sin dejar ni una de ellas sin prueba.

(*********) Es decir, si lo empírico estuviese vuelto hacia lo empírico, indiferente al resto que no fuese sí mismo, si fuese la totalidad del sentido, no aportaría absolutamente nada, no tendría ninguna cualidad extensiva.