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Ver la versión completa : Disposición a ser y a no ser



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
10/03/2018, 08:35
Hay cuestiones filosóficas que para enfrentarlas se requiere términos filosóficos. La claridad en filosofía no es una buena señal; cierto avance en la reflexión exige figuras y otros apoyos del pensamiento con los que el pensamiento se extraña. Muchos de mis filósofos preferidos son oscuros.

No es extraño que la negación tenga interés filosófico. No se puede llevar la filosofía a ninguna parte sin servirse de lo negativo.

Lo negativo es lo que no es, “no tal”. Hay muchas otras definiciones de lo negativo, pero conviene enfrentar al toro por los cuernos en las cuestiones básicas.

A mí me resultó de gran ayuda observar la negación en lo inmediato de la naturaleza y, sobre todo, en los animales. He leído muchos libros de los que he aprendido mucho, pero he aprendido casi tanto de cosas extraordinariamente sencillas como el crecimiento de las plantas o la huida de un animal.

Cuando las reflexiones se exceden, cuando son demasiado reflexivas, resulta refrescante tomar contacto con las cosas. Después de mucho leer me gusta dar paseos por el monte en los que no pienso nada, ando sin prisa, siento el fresco y miro lo que tengo delante.

En lo cotidiano encuentro una fuente de interés filosófico extraordinaria. Mi relación con los grandes filósofos también tiene mucho interés, pero no se practica bien la filosofía tomándola prestada; hay que hacer todo lo posible para que surja de uno.

Uno no se sienta en su escritorio y se dice a sí mismo, “venga, a filosofar, a ver qué se te ocurre”. Puede que haya quien practique la filosofía así, pero yo no lo hago, no practico la filosofía así.

En lugar de ponerme a pensar concentrado en mí mismo, mirando sólo adentro, miro afuera para luego pasar adentro, digerirlo. Así es como al quitar los vasos y platos que hay en la encimera compruebo el efecto negativo de los vasos y los platos sobre el espacio. No tienen ningún poder misterioso, ningún impulso negatriz ni nada de ese tipo. Lo que tienen es una capacidad de ocupar sitio que, cuando los recojo, queda libre, des-ocupado (*).

Al mirarlo desde adentro veo que en la vista hay unos valores que se han activado. Algo me dice, “antes de poner la encimera en orden, no podías poner nada en esa zona de la encimera; una vez que has recogido, puedes poner cosas que antes no podías”. El desorden me decía, en cuanto a la expectativa visual y su relación consecuente con la capacidad de ejecutar movimientos, “aquí no puedes poner nada, no hay sitio entre tanto desorden”. Había una negación del espacio disponible como ocupación.

No sé qué es algo negativo que sea primeramente algo que no es (**). No sé de ninguna sustancia negativa si no la tomo de algo. Sé que, una vez algo es tomado, puedo disponer de ello a gusto (***)

(*) Pensar por medio de términos complejos es imprescindible para superar la simplicidad del pensamiento, que vaya más lejos del sitio en que está. No obstante, la complejidad es un momento problemático; exige al pensar más cuidado, no sólo que piense, sino qué piensa y si eso que piensa es (****).

La ocupación no adquiere su forma inversa, des-ocupar, por añadírsela con el impulso del decir. Ocupar se refiere a una actividad, a la realización de unos valores espaciales a los que no se puede dar la vuelta y quitar como si sus valores quedasen igual. El espacio que veo no es como el que no veo.

(**) El ser discurre en positivo, cabalmente, “siendo”.

La pregunta por si algo es, que sea, es indudablemente filosófica. La pregunta por el ser no se responde fácilmente, esto es, tiene una respuesta problemática, que no es inmediata. Si me digo, “¡pero qué tonterías dices!, ésto que ves es una silla”, no resuelvo mi pregunta, “qué es ser, no ser una silla”.

(***) Un gusto figurado. El poder ser no es afirmativo si no es con el coste de un desgaste en sus valores de realización, esto es, la potencia implica unos valores negativos que no muestra y de los que, por tanto, no hay conciencia; no son ejecutados.

(****) Reconozco que hablar de cuestiones tan simples como "pensar" y "ser", que se presuponen, no parezca filosófico. La filosofía puede llegar muy lejos y ser muy retorcida, pero es muy simple en lo básico. Se puede hacer toda la filosofía del mundo con unos pocos términos, diría que dos o tres, y, si se insiste en ello, con otro que no sé qué es.