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ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
23/01/2018, 10:08
Hace unas semanas leía un libro en que Konrad Lorenz decía a su amigo Karl Popper que (*), después del agotamiento propio de épocas muy productivas, tenía la costumbre de leer lo que escribían sus críticos. Después de crear algo de interés, tenía conciencia no estar, de alguna manera, a su propia altura; es un coste natural del exceso de esfuerzo.

Al conocer la actitud de Lorenz no pude sino aprobarla. Lo que me sorprendió es que, justo después de decirlo, Popper le dijo que él nunca leía lo que escribían sus críticos (**). Me pareció un acto de soberbia por parte de Popper y una gran necedad.

Una de las muchísimas cosas que he aprendido de Popper es la actitud crítica ante las propias teorías y el pensar de cada uno. En ningún otro pensador que conozca hay una determinación tan grande ante el complejo de suficiencia (***).

A la hora de ponerse pensar con un mínimo de seriedad, no hay que dar demasiada importancia a lo que se denominan ideas propias. Hay que tomar el pensar por lo que éste tiene, esto es, por sí mismo, y por lo que el pensar aporta, que, en un principio, no le viene de sí. La cualidad extensiva del pensamiento no está consigo. Las cosas que pensamos no están en uno, sino, por decirlo de manera reconocible, de manera "oscura e indistinta", no tenemos una garantía para ellas que sea de fiar.

Hay cosas, ciertamente, que ya sabemos al nacer, como que, cuando nos llegue el momento de echar a andar, si no hay un obstáculo, antes o después, echaremos a andar (****); pero las cosas que no sabemos, al menos en su aspecto cuantitativo, son más (*****). No debemos, por tanto, pensar nunca que conocemos nada lo suficientemente bien; antes o después (******), comprobaremos que estamos confundidos.

En mi caso, me pregunto si, cuando me propongo algo, sería capaz de defender lo contrario, si podría ponerme en el otro lugar y apoyarme en la razón que haya en él (*******). Al proponer algo, como digo, con un mínimo de seriedad, se supone que se propone por algo, porque se ha pensado, porque se ha leído, etc. Todo eso está muy bien, pero estaría mejor si se pudiese probar que no puede sino ser así, esto es, que fuese algo necesario; y si no es así, si sería contingente y, sencillamente, falso, esto sería, que no se pudiese probar cierto; y, más problemáticamente, si no pudiese ser así, esto sería, si la incertidumbre tuviese alguna excepción de interés oculta.

Es natural que al tener un pensamiento de algo creamos estar en lo cierto. Si no fuese así, la experiencia cognoscitiva estaría bloqueada antes de dar sus primeros pasos. Lo que me resulta inquietante es la oposición que frecuentemente encuentro a pensar lo que no se ha pensado. Cuando leyera el "Ensayo sobre el entendimiento humano", de John Locke, acepté con agrado buena parte de lo que decía; al poco, leí "Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano", de Leibniz, que no sólo rebatía algunas de las opiniones de Locke, sino su mayor parte. Ni qué decir de cuál de los dos pensadores prefiero; prefiero a los más problemáticos porque son, por lo general, los que han pensado más profundamente su cuestión y tienen más probabilidad de llevar razón.

(*) "El porvenir está abierto", Karl Popper y Konrad Lorenz.

(**) El diálogo mantenido entre Lorenz y Popper era un diálogo distendido y amigable. Cuando el primero dijo que leía lo que escribían sus críticos era en sentido refrescante; después de mucho trabajar en las propias ideas, tal vez, sería bueno conocer lo que piensan los otros. Imagino que la respuesta de Popper, contraria a su manera de pensar el desarrollo de las ideas, no era más que una broma íntima, una ironía sobre su propia actitud. Cuando Lorenz comentó lo que hacía, Popper dijo que él, contrariamente, "no lo hacía nunca". Y eso no es cierto, Popper no criticaba las ideas de los demás por criticarlas, sin conocer qué podía ser criticado.

(***) Popper aplica el socrático “sólo sé que no sé nada” a todo otro mundo, el de la ciencia, el político, social, estético, ético, etc. Lo que, en resumen, defiende Popper es que ningún conocimiento está completo, que es, para ser muy claro, falible y está intrínsecamente sujeto a error; lo que, hasta ahora, ha sido válido, no sólo puede no seguir siéndolo, sino que su mayor interés está en que deje de serlo.

(****) Pongo un ejemplo de aprendizaje motor porque es el tipo de modelo que peor se adapta al pensamiento puro, desoye lo inmediato a lo que se está dispuesto, que, en el caso motor, sería la ejecución de movimientos.

Si tuviésemos que aprender enteramente a andar, partiendo de cero, el aprendizaje sería una labor agotadora, si no imposible. Afortunadamente, al aprender no se parte de cero; uno se suma a unas disposiciones que están ahí, que no afectan al aprendizaje, sino que lo hacen posible; son las nociones implícitas de las que el aprendizaje se sirve (********).

(*****) La relación esencial por la que lo que es no depende de lo cuantitativo no siempre es clara, sino que, mejor visto, es natural anteponer lo cuantitativo a lo cualitativo por la inclinación a dejarnos llevar por lo que resulta reconocible.

(******) Es indiferente lo que tarde uno en comprobarlo. Es una verdad a priori. En lo esencial de lo que se conoce no hay sino una aproximación a la cosa conocida; según nos acerquemos más a ella, las condiciones a conocer no dejarán de ampliarse y estarán más sujetas a error.

(*******) Comprender una idea pero no la contraria no sería problemático si no fuese porque de la contraria no se ve, por lo general, más que lo que limita con la propia; habría, por tanto, un principio de insensibilidad a la misma. Según mi caso, me esfuerzo más por comprender las ideas que me resultan menos naturales que las que se adaptan a mi parecer y requieren, por tanto, menos esfuerzo. Diría más, si no se está en condiciones de defender la idea contraria a la propia, no se la comprende, se la trata superficialmente, y se niega lo que más se podría aprovechar, que, así visto, no se alcanza.

(********) Salvo en el caso problemático de "desaprender", que, a su manera, entorpecería lo que podría aprenderse.