tutifruti
09/12/2017, 14:17
Nada más entrar en su casa fue directo a su dormitorio, y cerró la puerta poniendo apoyada una silla de manera que desde fuera nadie pudiera entrar. Necesitaba estar a solas consigo mismo, no era la primera vez que estando allí sus familiares le atosigaban, todos querían saber de sus andanzas y él tenía muy claro, que no quería hacer partícipes a nadie de sus decisiones. Las importantes tenían que quedar escondidas a los demás.
La de hoy era de mucha importancia, y presumía que los demás le instigarían para que revocara la decisión tomada.
Y no quería eso.
Todo sucedió porque fue testigo presencial de un accidente de tráfico. Vio cómo llegaba la ambulancia y se llevaban un cuerpo que parecía sin vida.
Se miró en el espejo del armario, para ello tuvo que abrir la puerta del mueble y de esta manera contemplar aquel cuerpo que reconocía como el suyo.
Se fijó en aquella mirada penetrante, que le estaba analizando, quería descubrir la alegría tan inmensa que le embargaba.
Se sentía como si su cuerpo fuera inmortal. Acababa de donar todos sus órganos cuando el falleciera. Se preguntaba si había sido un acto heroico, o simplemente de egoísmo, porque podría vivir en otros cuerpos, viviría más de una vida, cada órgano estaría dentro de otro cuerpo.
Todo serían nuevas experiencias. Tendría más vidas, aunque era consciente que cuando llegara este momento, no podría recordar nada de lo anterior- ¿O sí?
Miró la imagen y le preguntó sin palabras, si cuando su corazón latiera en otro lugar, él lo recordaría y podría saborear de nuevo otras situaciones. O si sus ojos podrían descubrir otros lugares a los que actualmente no le daba importancia.
Se hizo el firme propósito de tratar de recordarlo cuando llegara el momento oportuno. Quizás si ejercitaba su mente llegaría a poder recordar cosas pasadas.
La imagen permanecía inmutable. Si lo sabía se lo callaba. Era un monólogo silencioso.
Pero en estos momentos a él, no le importaba demasiado, recordaba con satisfacción las frases que le dijeron al firmar la cláusula donde mostraba su última voluntad. Casi lo trataron como a un héroe, y con una sonrisa asintió, pero muy dentro de sí mismo, sabía que en el fondo no era una heroicidad, tampoco un acto altruista, simplemente se desprendía de aquello que no podría usar. Estaba convencido de que a las personas que les llegaran sus órganos, les salvaría la vida, y eso sí que le hizo sentir un orgullo que nunca antes de ahora lo había ni tan sólo imaginado.
Se miró por última vez en el espejo, nada había cambiado exteriormente, pero él, tenía que reconocer que ser donante le había llenado de una paz de difícil explicación.
Con esta idea cerró la puerta del armario.
Pensó que de momento nadie estaría al corriente de su donación, era consciente que a su familia la tenía que ir preparando poco a poco. Aún tenían muy arraigadas algunas supersticiones. Necesitaban tiempo para hacerse a la idea.
Al fin y al cabo no tenía intención de morirse de inmediato.
Mientras cerraba la puerta le invadió una pregunta ¿Cuánto tiempo le quedaba?
No le importaba demasiado, estaba convencido que podría vivir más de una vida en cuerpos diferentes.
Junio 2017
La de hoy era de mucha importancia, y presumía que los demás le instigarían para que revocara la decisión tomada.
Y no quería eso.
Todo sucedió porque fue testigo presencial de un accidente de tráfico. Vio cómo llegaba la ambulancia y se llevaban un cuerpo que parecía sin vida.
Se miró en el espejo del armario, para ello tuvo que abrir la puerta del mueble y de esta manera contemplar aquel cuerpo que reconocía como el suyo.
Se fijó en aquella mirada penetrante, que le estaba analizando, quería descubrir la alegría tan inmensa que le embargaba.
Se sentía como si su cuerpo fuera inmortal. Acababa de donar todos sus órganos cuando el falleciera. Se preguntaba si había sido un acto heroico, o simplemente de egoísmo, porque podría vivir en otros cuerpos, viviría más de una vida, cada órgano estaría dentro de otro cuerpo.
Todo serían nuevas experiencias. Tendría más vidas, aunque era consciente que cuando llegara este momento, no podría recordar nada de lo anterior- ¿O sí?
Miró la imagen y le preguntó sin palabras, si cuando su corazón latiera en otro lugar, él lo recordaría y podría saborear de nuevo otras situaciones. O si sus ojos podrían descubrir otros lugares a los que actualmente no le daba importancia.
Se hizo el firme propósito de tratar de recordarlo cuando llegara el momento oportuno. Quizás si ejercitaba su mente llegaría a poder recordar cosas pasadas.
La imagen permanecía inmutable. Si lo sabía se lo callaba. Era un monólogo silencioso.
Pero en estos momentos a él, no le importaba demasiado, recordaba con satisfacción las frases que le dijeron al firmar la cláusula donde mostraba su última voluntad. Casi lo trataron como a un héroe, y con una sonrisa asintió, pero muy dentro de sí mismo, sabía que en el fondo no era una heroicidad, tampoco un acto altruista, simplemente se desprendía de aquello que no podría usar. Estaba convencido de que a las personas que les llegaran sus órganos, les salvaría la vida, y eso sí que le hizo sentir un orgullo que nunca antes de ahora lo había ni tan sólo imaginado.
Se miró por última vez en el espejo, nada había cambiado exteriormente, pero él, tenía que reconocer que ser donante le había llenado de una paz de difícil explicación.
Con esta idea cerró la puerta del armario.
Pensó que de momento nadie estaría al corriente de su donación, era consciente que a su familia la tenía que ir preparando poco a poco. Aún tenían muy arraigadas algunas supersticiones. Necesitaban tiempo para hacerse a la idea.
Al fin y al cabo no tenía intención de morirse de inmediato.
Mientras cerraba la puerta le invadió una pregunta ¿Cuánto tiempo le quedaba?
No le importaba demasiado, estaba convencido que podría vivir más de una vida en cuerpos diferentes.
Junio 2017