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Ver la versión completa : Sombra y Realidad - El conflicto entre lo que es oscuro y lo que es verdadero



oswaldo8553
26/10/2017, 12:16
Los acontecimientos que vemos en el Viejo Testamento son meras figuras de cosas grandiosas que vemos en el Nuevo Testamento.

Todo el Viejo Testamento no tiene el menor sentido si aquello que fue representado por figura no estuviera relacionado con la realidad del cielo traída por Jesús. En Hebreos 10:1, leemos que la ley contenía apenas la sombra de realidades futuras, pero la imagen exacta de las cosas celestiales vino a través de Jesús. Así dice el texto … La ley es sólo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran.

También en Juan 1:17, donde leemos … pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo … queda muy claro que la verdad y la realidad de las cosas celestiales vino solo después del advenimiento de Jesús.

Las escrituras que componían el Viejo Testamento sirvieron apenas para delinear sombras, o sea, dando apenas una silueta virtual de la imagen real, como dijo Pablo en Colosenses 2:16 y 17 … Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo.

Por lo tanto, aquello que es verdadero y definitivo vino solo con la revelación de Jesús. La sombra da apenas una idea parcial de la realidad, pudiéndole incluso ocultar su real sentido.

Jesús solo habló a las multitudes a través de parábolas y figuras porque la gente no estaba preparada para oír los misterios y enseñamientos de las cosas del cielo, como dice Marcos 4:33 y 34 … Y con muchas parábolas semejantes les enseñaba Jesús la palabra hasta donde podían entender. No les decía nada sin emplear parábolas. Pero, cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo.

En Gálatas 4:22-28, Pablo esclareció una de las figuras del Viejo Testamento, comparando Agar y Sara, mujeres de Abrahán, respectivamente con la ley y la gracia. De la misma forma, el monte Sinaí, donde fue dada la ley mosaica, así como también la actual ciudad de Jerusalén, son figuras respectivamente de la ley de Cristo y de la Jerusalén que es del cielo.

Veamos lo que dice Gálatas 4:22-28 … ¿Acaso no está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre? El de la esclava nació por decisión humana, pero el de la libre nació en cumplimiento de una promesa. Ese relato puede interpretarse en sentido figurado: estas mujeres representan dos pactos. Uno, que es Agar, procede del monte Sinaí y tiene hijos que nacen para ser esclavos. Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud. Pero la Jerusalén celestial es libre, y esa es nuestra madre.

El maná perecedero que estaba lleno de gusanos y tenía mal olor (Éxodo 16:1-36) era una figura pálida del verdadero y no perecedero pan de cielo que Jesús trajo para los que creen, como él dijo en Juan 6:30-41 … El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

La circuncisión de los prepucios de los machos de la ley que Jehová dio a Moisés era una grotesca figura de la verdadera circuncisión, que es del corazón, como Pablo explica en Romanos 2:29 … El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito.

El sábado ceremonial era una mera figura del verdadero Sábado, que es el reposo para quien está en Cristo, como él dijo en Mateo 11:29 … Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.

La pasaje por el Mar Rojo, donde los ejércitos de Faraón fueron ahogados por Jehová, es una figura fugaz de algo mucho más grandioso, que es el bautismo de un cristiano, donde los demonios y las potestades angélicas de la maldad son destruidos, como dijo Pablo en Romanos 6:4, relacionando la actitud de sepultar con un ahogamiento.

De la misma forma, la esclavitud humillante en que el pueblo de Israel estaba sojuzgado en el Egipto, simbolizaban la servidumbre en que las personas no reconciliadas con Dios están sojuzgadas por el príncipe de este mundo (2 Corintios 4:4).

El "Urim y Tumim" (luces y suertes), que se menciona en la descripción del pectoral del sumo sacerdote del Viejo Testamento (Éxodo 28:30), era consultado por los reyes para conocer la aprobación o desaprobación de Jehová en sus decisiones, a través del encender o apagar de las piedras luminosas. Sin embargo, ese “semáforo” sobrenatural era solo una figura muy ruda del Espíritu Santo de Dios Padre, que pasó a guiarnos a toda la verdad, después que Jesús fue glorificado, como dice Juan 16:13.

El cordero pascual, que fue sacrificado en la noche de Pascua para librar a los israelitas del ángel de la muerte, era una primitiva figura de Cristo, el verdadero cordero de Dios Padre, que a través de un único y eficaz sacrificio de sí mismo, libró a todos los oprimidos por el espíritu de la muerte espiritual. Veamos lo que dice Hebreos 9:23 y 24 … Así que era necesario que las figuras de las realidades celestiales fueran purificadas con aquellos sacrificios, pero que las realidades mismas lo fueran con sacrificios superiores a aquellos. En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro.

El primer Adán, corruptible, efémero y fracasado, era una grotesca figura del segundo y último Adán, Jesucristo, que es incorruptible, victorioso y del cielo, como dijo Pablo en 1 Corintios 15:44-49 … Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual. Así está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; el último Adán, en el Espíritu que da vida. No vino primero lo espiritual, sino lo natural, y después lo espiritual. El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo. Como es aquel hombre terrenal, así son también los de la tierra; y como es el celestial, así son también los del cielo. Y, así como hemos llevado la imagen de aquel hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

De la misma forma, el Mesías terreno, militar, e político que fue profetizado en el Salmo 2:7 era una figura bizarra del verdadero Mesías, hijo del Dios Padre, que no es Mesías solo para Israel, sino universal, de un reino celestial y atemporal. Por eso, en el Salmo 2:7, donde se dice … Yo proclamaré el decreto de Jehová: «Tú eres mi hijo», me ha dicho; «hoy mismo te he engendrado, el significado también es figurativo.

La conclusión es que, en realidad, todas las cosas y acontecimientos que vemos en el Viejo Testamento son meras sombras y figuras desvanecidas de cosas grandiosas que hay en el Nuevo Testamento, sin las cuales la antigua ley y mandamientos no tendrían el menor sentido. Todo el que se basa en las figuras del Viejo Testamento para cumplirlas literalmente está dejando de platicar lo que realmente es importante, o sea, los mandamientos y enseñamientos que Jesús nos dejó en sus Evangelios.


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