Josafat
04/08/2017, 08:04
“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.” [Gl 6:15]
Vemos que aquí Pablo se refiere a una cuestión espiritual, no a un ritual físico y carnal.
Con Cristo, por el don del Espíritu Santo, Dios puso su ley en nuestro interior y no atreves de un ritual físico.
La manera en que recibimos el Espíritu Santo lo vemos claramente cuando el Espíritu Santo se dio inicialmente a los discípulos:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” [Hch 2:38]
Por ninguna obra logramos el perdón de los pecados o el don del Espíritu Santo. Aunque dependemos de nuestro arrepentimiento y fe, estas son dádivas de misericordia, consecuencia del sacrificio de Jesús por nosotros.
Por lo que Pablo se dirige directamente al centro de la cuestión:
“!!Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” [Gl 3:1-3] O sea por la circuncisión.
Aceptar que era necesario ser circuncidados físicamente hubiera significado negar que solo somos justificados por medio de Jesucristo.
Vemos que aquí Pablo se refiere a una cuestión espiritual, no a un ritual físico y carnal.
Con Cristo, por el don del Espíritu Santo, Dios puso su ley en nuestro interior y no atreves de un ritual físico.
La manera en que recibimos el Espíritu Santo lo vemos claramente cuando el Espíritu Santo se dio inicialmente a los discípulos:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” [Hch 2:38]
Por ninguna obra logramos el perdón de los pecados o el don del Espíritu Santo. Aunque dependemos de nuestro arrepentimiento y fe, estas son dádivas de misericordia, consecuencia del sacrificio de Jesús por nosotros.
Por lo que Pablo se dirige directamente al centro de la cuestión:
“!!Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” [Gl 3:1-3] O sea por la circuncisión.
Aceptar que era necesario ser circuncidados físicamente hubiera significado negar que solo somos justificados por medio de Jesucristo.