Josafat
25/07/2017, 22:00
Como consecuencia de la entrada del pecado en el mundo vino la muerte. Adán y Eva ahora estaban condenados a la muerte. En Romanos 5:12 vemos: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” Por cuanto todos pecados estamos destituidos de la gracia de Dios. El pecado se hizo común a todos los hombres, nacemos con naturaleza pecaminosa. Adán y Eva fueron creados con una inclinación natural a amar y obedecer a Dios. Cuando pecaron fueron contra su naturaleza, un pecado deliberado y contra su inclinación. Al pecar sucedió un misterio, el de la iniquidad, la maldad. Perdieron la naturaleza perfecta con la que habían sido creados y adquirieron una nueva naturaleza pecaminosa. Lo natural en ellos ya no fue amar y obedecer a Dios sino desobedecer, alejarse y vivir separados de Dios.
Cuando los hijos de Adán y Eva nacieron ya vinieron al mundo con esta naturaleza pecaminosa. Desde el pecado de Adán y Eva todos nacemos con esta inclinación al pecado cuyo resultado es la muerte. Por esto Pablo dice “como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” El pago por el pecado es la muerte pero el hombre no quiere morir y de hecho Dios tampoco quiere que muera. Ezequiel 18:32 dice: “Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.” Es decir vemos que Dios no quiere que el hombre muera pero como se ha alejado de la fuente de la vida que es Dios muere.
Solo se puede tener vida por Dios.
A esto Dios lo hizo primero pagando el precio de la culpa del hombre. Vemos en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Aquí habla de Jesucristo que no tenía pecado. Pablo dice que todos pecamos, que “No hay justo, ni aun uno”. No hay justos, todos merecemos morir. Y para que el hombre no muera alguien debe hacerlo en su lugar ya que si hubo pecado tiene que haber muerte porque la paga del pecado es la muerte. Esto es lo que dice 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Jesús vino a este mundo, fue tentado en todo y no pecó en nada sin embargo aceptó la muerte, muerte que nosotros merecíamos para podernos dar la vida que Él merecía. Ahora estamos salvos, no porque hayamos hecho algo, sino que somos justificados por Cristo. Pero para que seamos salvos primero tenemos que aceptarlo.
La segunda cosa que implica la salvación es la conversión. Vamos con nuestra naturaleza pecaminosa a Cristo, una naturaleza terriblemente fuerte como vemos en Jeremías 13:23: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? .” Lo que significa que el hombre no puede hacer nada para cambiar su corazón, que es malo, ya nació con la tendencia a separarse de Dios. Pero Dios nos hace una promesa en 1 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Es decir cuando el hombre va a Cristo lo primero que Él hace es pagar nuestra deuda y nos da una nueva naturaleza que quiere amar y obedecer a Dios. Este es el misterio de la Conversión.
La tercera cosa que sucede en la salvación es que Dios nos conserva victoriosos a partir de la conversión. En 1 Tesalonicenses 5:23 leemos: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Esto significa que Cristo no solamente nos salva, no solamente nos persona y convierte sino también nos da de su Espíritu para ayudarnos a permanecer victoriosos para la venida de Jesucristo. Pablo dice “si Dios está conmigo quien contra mí”.
Y finalmente la Salvación comprende la liberación de la naturaleza pecaminosa. Con la conversión muere la naturaleza pecaminosa pero queda dentro nuestro y va a seguir dentro de nuestro corazón hasta el día final en que Jesucristo vuelva. Esto es lo que dice 1 Co 5:51-53: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” Es decir cuando Cristo vuelva la naturaleza pecaminosa será erradicada para siempre y ahí si el hombre no sentirá nunca más tentación.
Teológicamente hablando la salvación comprende la Justificación, la Santificación y la Glorificación.
Pero todo comienza con el arrepentimiento.
Cuando los hijos de Adán y Eva nacieron ya vinieron al mundo con esta naturaleza pecaminosa. Desde el pecado de Adán y Eva todos nacemos con esta inclinación al pecado cuyo resultado es la muerte. Por esto Pablo dice “como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” El pago por el pecado es la muerte pero el hombre no quiere morir y de hecho Dios tampoco quiere que muera. Ezequiel 18:32 dice: “Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.” Es decir vemos que Dios no quiere que el hombre muera pero como se ha alejado de la fuente de la vida que es Dios muere.
Solo se puede tener vida por Dios.
A esto Dios lo hizo primero pagando el precio de la culpa del hombre. Vemos en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Aquí habla de Jesucristo que no tenía pecado. Pablo dice que todos pecamos, que “No hay justo, ni aun uno”. No hay justos, todos merecemos morir. Y para que el hombre no muera alguien debe hacerlo en su lugar ya que si hubo pecado tiene que haber muerte porque la paga del pecado es la muerte. Esto es lo que dice 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Jesús vino a este mundo, fue tentado en todo y no pecó en nada sin embargo aceptó la muerte, muerte que nosotros merecíamos para podernos dar la vida que Él merecía. Ahora estamos salvos, no porque hayamos hecho algo, sino que somos justificados por Cristo. Pero para que seamos salvos primero tenemos que aceptarlo.
La segunda cosa que implica la salvación es la conversión. Vamos con nuestra naturaleza pecaminosa a Cristo, una naturaleza terriblemente fuerte como vemos en Jeremías 13:23: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? .” Lo que significa que el hombre no puede hacer nada para cambiar su corazón, que es malo, ya nació con la tendencia a separarse de Dios. Pero Dios nos hace una promesa en 1 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Es decir cuando el hombre va a Cristo lo primero que Él hace es pagar nuestra deuda y nos da una nueva naturaleza que quiere amar y obedecer a Dios. Este es el misterio de la Conversión.
La tercera cosa que sucede en la salvación es que Dios nos conserva victoriosos a partir de la conversión. En 1 Tesalonicenses 5:23 leemos: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Esto significa que Cristo no solamente nos salva, no solamente nos persona y convierte sino también nos da de su Espíritu para ayudarnos a permanecer victoriosos para la venida de Jesucristo. Pablo dice “si Dios está conmigo quien contra mí”.
Y finalmente la Salvación comprende la liberación de la naturaleza pecaminosa. Con la conversión muere la naturaleza pecaminosa pero queda dentro nuestro y va a seguir dentro de nuestro corazón hasta el día final en que Jesucristo vuelva. Esto es lo que dice 1 Co 5:51-53: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” Es decir cuando Cristo vuelva la naturaleza pecaminosa será erradicada para siempre y ahí si el hombre no sentirá nunca más tentación.
Teológicamente hablando la salvación comprende la Justificación, la Santificación y la Glorificación.
Pero todo comienza con el arrepentimiento.