Josafat
23/07/2017, 21:00
A comienzos del siglo IV D.C. el cristianismo a través del emperador Constantino se convirtió en la religión oficial del impero romano. Así se extendió velozmente hasta convertirse en la fuerza dominante de todo el mundo conocido. Se trastocaron la ley y los humildes preceptos de la fe cristiana hasta ya no poderse reconocer. La iglesia se lleno de ostentación, pomposidad y ceremonias tomadas del paganismo que impresionaban al pueblo y el clero con orgullo y suntuosidad desempeñaban su papel. La sana doctrina de Cristo se modificó. En vez del bautismo por inmersión para la remisión de los pecados se fijó la práctica de verter un poco de agua sobre la cabeza, recién nacidos incluidos. Se cambió la cena del señor estableciéndose que el pan y el vino se convierten realmente en la carne y sangre de Cristo [transubstanciación]. Se prohibió a los ministros casarse y muchos otros cambios en los preceptos originales, en las funciones de del clero y en la adoración de Dios.
Roma se convirtió en el centro de este poder religioso y y su obispo en su cabeza, al que luego se conoció como Papa. Su poder llegó a ser tal que era el que decidía no solo en los aspectos doctrinales sino también en los civiles. Ejerció dominio sobre casi todo todo reino, pudiendo nombrar reyes y destituirlos si no se sometían a su poder. El clero gozaba de inmunidad legal, estableciendo sus propias leyes y solo pudiendo ser sancionados por el papa.
La codicia se apoderó de la esta iglesia vendiendo indulgencias y permitiendo a los poderosos y adinerados cometer todo tipo de abusos y faltar a los preceptos. Además de imponer toda tipo de cargas impositivas al pueblo. Fue tal la codicia del clero que estableció la venta de indulgencias que perdonaban pecados. No existía crimen que no pudiese personarse si se podía pagar el precio. Se perdonaban tanto los pecados ya cometidos como el que la persona quisiera cometer fomentando así cometer cualquier tipo de atrocidad asegurándose de igual manera el paraíso. También el clero se lleno de lujuria y de todo tipo de excesos, todo les estaba permitido. A los cristianos sinceros y humildes que seguían las humildes enseñanzas de los apóstoles les causaba horror este espantoso espectáculo. Pero todas estas aberraciones hicieron finalmente surgir un gigante que dio combate a semejante iglesia apostata.
Roma se convirtió en el centro de este poder religioso y y su obispo en su cabeza, al que luego se conoció como Papa. Su poder llegó a ser tal que era el que decidía no solo en los aspectos doctrinales sino también en los civiles. Ejerció dominio sobre casi todo todo reino, pudiendo nombrar reyes y destituirlos si no se sometían a su poder. El clero gozaba de inmunidad legal, estableciendo sus propias leyes y solo pudiendo ser sancionados por el papa.
La codicia se apoderó de la esta iglesia vendiendo indulgencias y permitiendo a los poderosos y adinerados cometer todo tipo de abusos y faltar a los preceptos. Además de imponer toda tipo de cargas impositivas al pueblo. Fue tal la codicia del clero que estableció la venta de indulgencias que perdonaban pecados. No existía crimen que no pudiese personarse si se podía pagar el precio. Se perdonaban tanto los pecados ya cometidos como el que la persona quisiera cometer fomentando así cometer cualquier tipo de atrocidad asegurándose de igual manera el paraíso. También el clero se lleno de lujuria y de todo tipo de excesos, todo les estaba permitido. A los cristianos sinceros y humildes que seguían las humildes enseñanzas de los apóstoles les causaba horror este espantoso espectáculo. Pero todas estas aberraciones hicieron finalmente surgir un gigante que dio combate a semejante iglesia apostata.