Minelis
14/12/2016, 18:11
Intentaré escribir esta historia, no sé si el tiempo me dé a terminarla, pero en lo que la amiga Caracola que tanto se extraña y otros se sumen a escribir, se va haciendo algo.
La negra Asunción tostaba el café, inundando todo el monte cercano con el aroma único. Llama al marido para que apure la labor en el arado.
_¡Vicente! apura la azá* hombre, ¡que horita se hace noche pa´que me ayude a pilar!
_Ya voy mujer, casi acabo. Dígale a la Wicha que me alcance un poco de agua.
Asunción mira alrededor y no ve a la pequeña. _Deje, se la llevo yo mijma, la vejiga debe andar mataperreando en el monte.
Wicha estaba sentada frente al arroyo, viendo cómo las jicoteas volvían al agua después de un baño de sol. La pequeña miraba su reflejo en el agua, único espejo que conocía, sonreía viendo su carita de piel achocolatada, sus ojos negros y brillantes y su cabello muy rizo y abundante.
-¿Pa´donde irá el agua?- Pensaba la niña de 5 años, cuyo mundo se reducía a su bohío, su madre descendiente de haitianos, su padre blanco que no conocía sus orígenes, sus 7 hermanos que se dedicaban a ayudar al padre a trabajar el pedacito pequeño de tierra que tenían, y algún que otro trabajo que caía en la finca de Don Mariano.
Escucha de pronto pasos que se acercan y la voz de una joven que llama:
_María no te adelantes tanto, espera chiquilla
Wicha se queda quieta, a qué María llaman, ella se llama también María, pero ve una niña algo mayor que ella de ojos pequeños y cabello muy largo y lacio que se acerca riendo y corriendo, la mira y le hace seña de que calle:-Shhh_ La toma del brazo y se esconde con ella tras unos arbustos conteniendo la risa.
Se acerca entonces jadeando una jovencita de unso 13 años.
_Ah, ¿dónde te metes Dulce María, ven acá!!
Wicha le dice bajito a la traviesa María, yo también me llamo así, bueno, no igual, me llamo Maria Luisa, me dicen Wicha.
_¿De verdad?_ríe sorprendida_Entonces somos hermanitas de nombre._Ríe también Wicha, sí, de nombre, porque tú eres blanquita y yo negrita_ Y en medio de la risa de ambas son descubiertas por la hermana mayor de Dulce María.
_Dale María, deja de jugar que nos quedamos atrás, mira que mamá y papá dicen que todavía nos falta un poco pa´llegar al nuevo conuquito, despídete de tu amiguita, vamos.
_Ya oiste Wicha, me voy. Y tú anda a tu casa también que estás chiquita para andar solita por acá. Adiós. Pareces una jiguecita, una jiguecita linda.
Wicha quedó sin entender lo último, pero corrió a su casa, la noche no le gustaba mucho, no sabía porqué, pero la oscuridad le aterraba, tanto como cada vez que veía acercarse a la guardia rural, que pasaban mirándolos con cara larga y levantando las cejas, siempre vigilantes.
*azá: azada, azadón.
La negra Asunción tostaba el café, inundando todo el monte cercano con el aroma único. Llama al marido para que apure la labor en el arado.
_¡Vicente! apura la azá* hombre, ¡que horita se hace noche pa´que me ayude a pilar!
_Ya voy mujer, casi acabo. Dígale a la Wicha que me alcance un poco de agua.
Asunción mira alrededor y no ve a la pequeña. _Deje, se la llevo yo mijma, la vejiga debe andar mataperreando en el monte.
Wicha estaba sentada frente al arroyo, viendo cómo las jicoteas volvían al agua después de un baño de sol. La pequeña miraba su reflejo en el agua, único espejo que conocía, sonreía viendo su carita de piel achocolatada, sus ojos negros y brillantes y su cabello muy rizo y abundante.
-¿Pa´donde irá el agua?- Pensaba la niña de 5 años, cuyo mundo se reducía a su bohío, su madre descendiente de haitianos, su padre blanco que no conocía sus orígenes, sus 7 hermanos que se dedicaban a ayudar al padre a trabajar el pedacito pequeño de tierra que tenían, y algún que otro trabajo que caía en la finca de Don Mariano.
Escucha de pronto pasos que se acercan y la voz de una joven que llama:
_María no te adelantes tanto, espera chiquilla
Wicha se queda quieta, a qué María llaman, ella se llama también María, pero ve una niña algo mayor que ella de ojos pequeños y cabello muy largo y lacio que se acerca riendo y corriendo, la mira y le hace seña de que calle:-Shhh_ La toma del brazo y se esconde con ella tras unos arbustos conteniendo la risa.
Se acerca entonces jadeando una jovencita de unso 13 años.
_Ah, ¿dónde te metes Dulce María, ven acá!!
Wicha le dice bajito a la traviesa María, yo también me llamo así, bueno, no igual, me llamo Maria Luisa, me dicen Wicha.
_¿De verdad?_ríe sorprendida_Entonces somos hermanitas de nombre._Ríe también Wicha, sí, de nombre, porque tú eres blanquita y yo negrita_ Y en medio de la risa de ambas son descubiertas por la hermana mayor de Dulce María.
_Dale María, deja de jugar que nos quedamos atrás, mira que mamá y papá dicen que todavía nos falta un poco pa´llegar al nuevo conuquito, despídete de tu amiguita, vamos.
_Ya oiste Wicha, me voy. Y tú anda a tu casa también que estás chiquita para andar solita por acá. Adiós. Pareces una jiguecita, una jiguecita linda.
Wicha quedó sin entender lo último, pero corrió a su casa, la noche no le gustaba mucho, no sabía porqué, pero la oscuridad le aterraba, tanto como cada vez que veía acercarse a la guardia rural, que pasaban mirándolos con cara larga y levantando las cejas, siempre vigilantes.
*azá: azada, azadón.