Ciro
04/12/2016, 17:28
Según el Dr. Soler-Gil, hay un determinismo epistemológico, otro físico, y otro ontológico. Y son concebibles, por tanto, los correspondientes indeterminismos.
El determinismo epistemológico es cuando podemos predecir el curso de los hechos naturales. El determinismo ontológico existe en el caso de que valga en forma irrestricta el principio de razón suficiente, cosa que sostengo y que el Dr. Soler-Gil parece poner en duda, aunque no ha querido entrar en el tema. Dicho principio dice que siempre hay una razón suficiente de que algo sea, en vez de no ser, y sea como es, en vez de ser de otro modo. O sea, que nada es “porque sí”, sin que nada lo determine a ser en vez de no ser.
Para el Dr Soler-Gil, el “determinismo físico”:
“sería aquel que se nos presentaría si la malla causal de la física estuviera cerrada, de manera que todos los seres materiales evolucionaran siguiendo leyes físicas deterministas.”
O sea, consistiría en que todo hecho empíricamente observable pueda ser derivado de antecedentes igualmente empíricos según leyes naturales.
Con semejante definición del “determinismo físico”, es claro que éste se opone al libre albedrío de la voluntad humana, pues ésta debe poner en movimiento un cuerpo físico como el nuestro.
Pero como yo sostengo que no todo determinismo físico es incompatible con el libre albedrío de la voluntad humana, para poder discutir esta cuestión sin darla por resuelta “per definitionem” voy a tener que dar otra definición, todo lo imperfecta que se quiera, de lo que llamaré “determinismo físico natural”.
Podría hablar solamente de “determinismo físico”, pero como he utilizado la expresión “determinismo natural”, voy a utilizar la expresión redundante “determinismo físico natural”. Redundante, porque “physis” en griego es justamente “naturaleza”.
Por “determinismo físico natural” entiendo la tesis que dice que todos o algunos de los eventos físicos se siguen necesariamente, mediante leyes, de otros eventos físicos, de modo que producidos estos últimos, se producen también, necesariamente, los primeros.
Sirva como argumento para aceptar esta definición al menos a fines de poder discutir el tema, el hecho de que en nuestra experiencia es tan evidente, a nivel macroscópico, el determinismo de la naturaleza como nuestro libre albedrío, de modo que sostener de entrada a la vez que ambos se oponen y que el primero si existe es universal es una posición muy incómoda, riesgosa e innecesaria.
Por “determinismo físico universal”, entonces, entiendo la tesis que dice que todo evento físico se deriva mediante leyes físicas de otro evento físico.
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Entendida desde estas definiciones, la tesis del Dr. Soler-Gil es que ambos determinismos físicos, el natural y el universal, deben afirmarse o negarse juntos.
Su tesis, entonces, que quiere basarse en el indeterminismo cuántico, es que el determinismo físico natural es necesariamente universal, de modo que, al menos si se lo afirma también a nivel microscópico, lleva a la negación del libre albedrío.
Por tanto, según Soler-Gil, la afirmación del libre albedrío excluye el determinismo físico natural al menos a nivel microscópico.
Y ahí está precisamente nuestro desacuerdo. El Dr. Soler-Gil parece pensar que cuando el jugador de fútbol decide pegarle a la pelota y moverla en determinada dirección en vez de salir corriendo del estadio y hacerse monje budista, esa decisión suya, si fuese verdadero el determinismo natural, al menos, si lo fuese también a nivel subatómico, podría haber sido calculada por el genio de Laplace desde el mismo Big-Bang.
Y sin duda que es así, si fuese verdadero el “determinismo físico” y si por “determinismo físico” entendemos lo que entiende el Dr. Soler-Gil, y que no es lo que yo entiendo cuando hablo de “determinismo natural” en el “post”.
Porque lo que el Dr. Soler-Gil llama “determinismo físico” es precisamente lo que yo he caracterizado como una ilusión filosófica, mejor dicho, ideológica, basada en un círculo vicioso: la tesis del determinismo universal en el universo material.
———————————————————-
Obviamente, el Dr. Soler-Gil y yo estamos de acuerdo en que no es posible, por más genio de Laplace que se sea, calcular desde del Big Bang si este deportista va a cumplir con el deber que le marca su contrato o va a emigrar a un monasterio del Tibet.
Y estamos de acuerdo también en afirmar que el “determinismo físico” tal como el Dr. Soler-Gil lo caracteriza, no existe.
¿Dónde está entonces el desacuerdo? El Dr. Soler-Gil afirma un indeterminismo físico. Pero eso sólo no nos dice mucho, en realidad. Porque si “determinismo físico” es lo que el Dr. Soler-Gil dice que es, entonces yo también afirmo el “indeterminismo físico”, y sin embargo, no estamos de acuerdo.
Y no estamos de acuerdo, porque por “indeterminismo físico” yo entendería solamente, de acuerdo con lo dicho, que no todo evento material de este mundo puede derivarse de otro evento material anterior según leyes físicas.
Y el Dr. Soler-Gil, por “indeterminismo físico”, entiende en cambio que todo evento material se deriva según leyes de otro evento material, pero que, al menos a nivel microscópico, ningún evento físico se sigue por leyes necesarias del estado físico inmediatamente anterior del Universo, sino que en ese caso al menos las leyes son solamente probabilísticas, estadísticas.
Porque eso, tengo entendido, es lo que sostiene el indeterminismo cuántico, que el Dr. Soler-Gil toma como base de su visión filosófica y teológica.
Es claro que dejo de lado la interpretación “epistemológica” de la mecánica cuántica, porque no veo que ella pueda siquiera tener la apariencia de resolver algo en el tema del libre albedrío de nuestra voluntad, dado que en ese caso nos limitaríamos a decir que somos libres porque no podemos predecir el curso de las partículas materiales, el cual de todos modos estaría determinado según leyes, con lo cual es obvio que el problema seguiría intacto.
———————————————————-
Contra esto, yo sostengo que, mientras no interviene el libre albedrío de la voluntad humana, y dejando por ahora fuera de discusión el caso de los vivientes irracionales, que tiene su complejidad, todo evento físico, macroscópico o microscópico, salvo milagro divino, se deriva según leyes naturalmente necesarias de otro evento físico anterior.
Que esas leyes naturales las conozcamos o las podamos conocer es otro asunto, y ahí sí vale la distinción entre un indeterminismo meramente epistemológico y otro que no lo es.
———————————————————-
Tampoco creo que, en el supuesto de que el determinismo físico natural es incompatible con el libre albedrío, baste con negar aquél a nivel microscópico, de las partículas elementales, como hace la mecánica cuántica, para poder afirmar éste.
Porque nuestras acciones libres transcurren a nivel macroscópico, y los factores por las cuales se las podría querer explicar según leyes son factores también macroscópicos: nuestro cerebro, las neuronas, etc.
Si a ese nivel, entonces, afirmamos el determinismo físico natural, y éste es necesariamente universal, entonces no existe el libre albedrío, por más indeterminación que haya a nivel microscópico.
———————————————————-
Por nuestra parte, sostenemos que el determinismo físico natural no es necesariamente universal, y que debe afirmarse al menos a nivel macroscópico, en el sentido de que muchos eventos físicos macroscópicos dependen de leyes necesarias, no probabilísticas o estadísticas.
Respecto de lo segundo, no decimos, en efecto, que en las condiciones requeridas por esta ley hay un 75% de probabilidades de que el agua hierva a 100 grados, sino que en esas condiciones, el agua hierve a 100 grados.
Por eso es que tampoco pensamos que, si todo funciona bien, cuando apretamos el encendido del televisor hay un 75 % de probabilidades, o el porcentaje que sea, distinto del 100 %, de que el aparato encienda.
SI el televisor no enciende o el agua no hierve a 100 grados, buscamos la causa, el porqué. Algo está haciendo que no se den todos los antecedentes requeridos por la ley o leyes en cuestión. No pensamos que es algo normal, puesto que después de todo la ley o leyes en cuestión son sólo estadísticas, de modo tal que aún dados todos los antecedentes requeridos por la ley, en el caso particular el consecuente podría todavía no darse.
Según esto, si el determinismo físico natural es necesariamente universal, entonces a nivel macroscópico al menos reinaría el determinismo universal, basado en leyes necesarias, y no existiría, entonces, el libre albedrío.
———————————————————-
Pero el libre albedrío existe. Por tanto, el determinismo natural no implica el determinismo universal.
Si el determinismo natural fuese necesariamente universal, habría que negarlo también a nivel macroscópico para poder sostener el libre albedrío de la voluntad humana, pero dicha negación es obviamente absurda.
El Dr. Soler – Gil dice que las leyes físicas se aplican sin excepción a todo el ámbito de lo material, de modo que si se las entiende de modo determinístico y no solamente probabilístico, harían imposible el libre albedrío.
Dice en efecto:
“Porque la física en modo alguno limita su aplicabilidad, o las condiciones de su validez, por lo que se refiere a los sistemas físicos. Y el cuerpo humano puede ser considerado como un sistema físico. De manera que si la física reinante fuera una física determinista, entonces el cuerpo humano se comportaría como esa física determinista le dictara en todo momento. Sin distinción alguna de situaciones.”
Pero de hecho no entendemos en sentido sólo probabilístico las leyes físicas en el plano macroscópico, que es el de nuestras acciones libres, sino que las entendemos, en ese plano al menos, en sentido determinístico, como hemos dicho.
Por tanto, hay que negar que las leyes físicas se apliquen sin excepción a todo el ámbito de lo material. Es decir, hay que negar que todo evento físico se siga de otro evento físico anterior mediante leyes físicas.
O sea, hay que negar que el determinismo natural implique el determinismo físico universal.
Esta tesis que negamos, como se verá, constituye uno de los componentes más notables de la mitología materialista de la ciencia moderna, al que adhiere el Dr. Soler-Gil precisamente en un libro en el que trata de desenmascarar esa mitología.
———————————————————-
En efecto. Que yo sepa, las leyes de la física van, lógicamente hablando, “hacia adelante”, es decir, del antecedente al consecuente, no “hacia atrás”, del consecuente al antecedente.
Es decir, dicen que si se da A, se dará B. Pero de ahí no se puede derivar que si se da B, es porque se ha dado A, o alguna otra cosa.
El que va en cierto sentido “hacia atrás” es el principio de razón suficiente, que dice que todo tiene que tener una razón suficiente de la cual se derive. Pero no es una ley de la física ni solamente una ley natural, sino una ley del ente como tal, una ley metafísica, y nada impide que la razón suficiente de algo sea una entidad espiritual (como es también el ser humano) dotada de libre albedrío. Pero las leyes físicas van, por así decir, en sentido contrario: dicen que si sucede tal cosa, se seguirá tal otra.
Ahora bien, con leyes que van solamente “hacia adelante” no se puede construir un determinismo material universal. Porque la tesis central de dicho determinismo es “hacia atrás”: todo a nivel físico se deriva necesariamente de un antecedente físico según leyes.
Una cosa es decir “si sucede tal evento físico, sucede tal otro evento físico”, que es lo que dicen las leyes físicas, y otra es decir “si sucede un evento físico cualquiera, se ha derivado necesariamente de algún otro evento físico”, que es lo que dice el determinismo universal.
Para pasar de lo primero a lo segundo haría falta otra premisa que dijese que los únicos eventos que suceden son los que se derivan de otros eventos mediante leyes físicas del primer tipo. Y adoptar esa premisa (¿en base a qué razones?) es ya negar, obviamente, “a priori”, el libre albedrío del ser humano. Por eso hablo de “círculo vicioso”.
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Este “determinismo físico”, con su “marcha hacia atrás”, es en realidad una versión bastardeada del principio de razón suficiente, indebidamente trasladada del plano de los principios metafísicos al plano de las leyes naturales, comprensible tal vez desde una visión materialista para la cual el ente y la materia son lo mismo.
Sería bastante engorroso dudar del principio de razón suficiente, base de todo nuestro pensamiento y antes, de la realidad misma, junto con el principio de no contradicción, y aceptar sin embargo sin chistar su versión bastardeada por el materialismo, como única expresión posible del determinismo natural.
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Se objetará que esta forma de entender el libre albedrío y sus consecuencias a nivel físico implica que hay fenómenos en el cuerpo humano que no se siguen según leyes físicas de ningún fenómeno anterior, dentro o fuera del cuerpo, y que eso es inaceptable para la ciencia.
Pero ¿cuál es la alternativa? Si todo evento del organismo humano se deriva de otro evento físico mediante leyes, y si, como ya vimos, a nivel macroscópico, que es el nivel en que suceden tales eventos relacionados con la conducta libre, las leyes naturales no son probabilísticas, sino necesarias, entonces no hay libre albedrío.
Por su parte, la ciencia física no puede predecir la conducta concreta de los individuos humanos. Por tanto, la afirmación de que esa conducta se deriva según leyes de estados anteriores queda como un postulado, no como un hecho establecido, independientemente de que se considere que esas leyes son probabilísticas o necesarias.
¿Puede la ciencia natural detectar empíricamente uno de esos estados físicos que no se derivan de estados físicos anteriores? Es posible que no, porque por método dicha ciencia sólo conoce las relaciones necesarias o probables, según leyes, entre estados físicos. Eso no querría decir, obviamente, que tales estados no detectables por la ciencia física no existan.
El determinismo epistemológico es cuando podemos predecir el curso de los hechos naturales. El determinismo ontológico existe en el caso de que valga en forma irrestricta el principio de razón suficiente, cosa que sostengo y que el Dr. Soler-Gil parece poner en duda, aunque no ha querido entrar en el tema. Dicho principio dice que siempre hay una razón suficiente de que algo sea, en vez de no ser, y sea como es, en vez de ser de otro modo. O sea, que nada es “porque sí”, sin que nada lo determine a ser en vez de no ser.
Para el Dr Soler-Gil, el “determinismo físico”:
“sería aquel que se nos presentaría si la malla causal de la física estuviera cerrada, de manera que todos los seres materiales evolucionaran siguiendo leyes físicas deterministas.”
O sea, consistiría en que todo hecho empíricamente observable pueda ser derivado de antecedentes igualmente empíricos según leyes naturales.
Con semejante definición del “determinismo físico”, es claro que éste se opone al libre albedrío de la voluntad humana, pues ésta debe poner en movimiento un cuerpo físico como el nuestro.
Pero como yo sostengo que no todo determinismo físico es incompatible con el libre albedrío de la voluntad humana, para poder discutir esta cuestión sin darla por resuelta “per definitionem” voy a tener que dar otra definición, todo lo imperfecta que se quiera, de lo que llamaré “determinismo físico natural”.
Podría hablar solamente de “determinismo físico”, pero como he utilizado la expresión “determinismo natural”, voy a utilizar la expresión redundante “determinismo físico natural”. Redundante, porque “physis” en griego es justamente “naturaleza”.
Por “determinismo físico natural” entiendo la tesis que dice que todos o algunos de los eventos físicos se siguen necesariamente, mediante leyes, de otros eventos físicos, de modo que producidos estos últimos, se producen también, necesariamente, los primeros.
Sirva como argumento para aceptar esta definición al menos a fines de poder discutir el tema, el hecho de que en nuestra experiencia es tan evidente, a nivel macroscópico, el determinismo de la naturaleza como nuestro libre albedrío, de modo que sostener de entrada a la vez que ambos se oponen y que el primero si existe es universal es una posición muy incómoda, riesgosa e innecesaria.
Por “determinismo físico universal”, entonces, entiendo la tesis que dice que todo evento físico se deriva mediante leyes físicas de otro evento físico.
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Entendida desde estas definiciones, la tesis del Dr. Soler-Gil es que ambos determinismos físicos, el natural y el universal, deben afirmarse o negarse juntos.
Su tesis, entonces, que quiere basarse en el indeterminismo cuántico, es que el determinismo físico natural es necesariamente universal, de modo que, al menos si se lo afirma también a nivel microscópico, lleva a la negación del libre albedrío.
Por tanto, según Soler-Gil, la afirmación del libre albedrío excluye el determinismo físico natural al menos a nivel microscópico.
Y ahí está precisamente nuestro desacuerdo. El Dr. Soler-Gil parece pensar que cuando el jugador de fútbol decide pegarle a la pelota y moverla en determinada dirección en vez de salir corriendo del estadio y hacerse monje budista, esa decisión suya, si fuese verdadero el determinismo natural, al menos, si lo fuese también a nivel subatómico, podría haber sido calculada por el genio de Laplace desde el mismo Big-Bang.
Y sin duda que es así, si fuese verdadero el “determinismo físico” y si por “determinismo físico” entendemos lo que entiende el Dr. Soler-Gil, y que no es lo que yo entiendo cuando hablo de “determinismo natural” en el “post”.
Porque lo que el Dr. Soler-Gil llama “determinismo físico” es precisamente lo que yo he caracterizado como una ilusión filosófica, mejor dicho, ideológica, basada en un círculo vicioso: la tesis del determinismo universal en el universo material.
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Obviamente, el Dr. Soler-Gil y yo estamos de acuerdo en que no es posible, por más genio de Laplace que se sea, calcular desde del Big Bang si este deportista va a cumplir con el deber que le marca su contrato o va a emigrar a un monasterio del Tibet.
Y estamos de acuerdo también en afirmar que el “determinismo físico” tal como el Dr. Soler-Gil lo caracteriza, no existe.
¿Dónde está entonces el desacuerdo? El Dr. Soler-Gil afirma un indeterminismo físico. Pero eso sólo no nos dice mucho, en realidad. Porque si “determinismo físico” es lo que el Dr. Soler-Gil dice que es, entonces yo también afirmo el “indeterminismo físico”, y sin embargo, no estamos de acuerdo.
Y no estamos de acuerdo, porque por “indeterminismo físico” yo entendería solamente, de acuerdo con lo dicho, que no todo evento material de este mundo puede derivarse de otro evento material anterior según leyes físicas.
Y el Dr. Soler-Gil, por “indeterminismo físico”, entiende en cambio que todo evento material se deriva según leyes de otro evento material, pero que, al menos a nivel microscópico, ningún evento físico se sigue por leyes necesarias del estado físico inmediatamente anterior del Universo, sino que en ese caso al menos las leyes son solamente probabilísticas, estadísticas.
Porque eso, tengo entendido, es lo que sostiene el indeterminismo cuántico, que el Dr. Soler-Gil toma como base de su visión filosófica y teológica.
Es claro que dejo de lado la interpretación “epistemológica” de la mecánica cuántica, porque no veo que ella pueda siquiera tener la apariencia de resolver algo en el tema del libre albedrío de nuestra voluntad, dado que en ese caso nos limitaríamos a decir que somos libres porque no podemos predecir el curso de las partículas materiales, el cual de todos modos estaría determinado según leyes, con lo cual es obvio que el problema seguiría intacto.
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Contra esto, yo sostengo que, mientras no interviene el libre albedrío de la voluntad humana, y dejando por ahora fuera de discusión el caso de los vivientes irracionales, que tiene su complejidad, todo evento físico, macroscópico o microscópico, salvo milagro divino, se deriva según leyes naturalmente necesarias de otro evento físico anterior.
Que esas leyes naturales las conozcamos o las podamos conocer es otro asunto, y ahí sí vale la distinción entre un indeterminismo meramente epistemológico y otro que no lo es.
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Tampoco creo que, en el supuesto de que el determinismo físico natural es incompatible con el libre albedrío, baste con negar aquél a nivel microscópico, de las partículas elementales, como hace la mecánica cuántica, para poder afirmar éste.
Porque nuestras acciones libres transcurren a nivel macroscópico, y los factores por las cuales se las podría querer explicar según leyes son factores también macroscópicos: nuestro cerebro, las neuronas, etc.
Si a ese nivel, entonces, afirmamos el determinismo físico natural, y éste es necesariamente universal, entonces no existe el libre albedrío, por más indeterminación que haya a nivel microscópico.
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Por nuestra parte, sostenemos que el determinismo físico natural no es necesariamente universal, y que debe afirmarse al menos a nivel macroscópico, en el sentido de que muchos eventos físicos macroscópicos dependen de leyes necesarias, no probabilísticas o estadísticas.
Respecto de lo segundo, no decimos, en efecto, que en las condiciones requeridas por esta ley hay un 75% de probabilidades de que el agua hierva a 100 grados, sino que en esas condiciones, el agua hierve a 100 grados.
Por eso es que tampoco pensamos que, si todo funciona bien, cuando apretamos el encendido del televisor hay un 75 % de probabilidades, o el porcentaje que sea, distinto del 100 %, de que el aparato encienda.
SI el televisor no enciende o el agua no hierve a 100 grados, buscamos la causa, el porqué. Algo está haciendo que no se den todos los antecedentes requeridos por la ley o leyes en cuestión. No pensamos que es algo normal, puesto que después de todo la ley o leyes en cuestión son sólo estadísticas, de modo tal que aún dados todos los antecedentes requeridos por la ley, en el caso particular el consecuente podría todavía no darse.
Según esto, si el determinismo físico natural es necesariamente universal, entonces a nivel macroscópico al menos reinaría el determinismo universal, basado en leyes necesarias, y no existiría, entonces, el libre albedrío.
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Pero el libre albedrío existe. Por tanto, el determinismo natural no implica el determinismo universal.
Si el determinismo natural fuese necesariamente universal, habría que negarlo también a nivel macroscópico para poder sostener el libre albedrío de la voluntad humana, pero dicha negación es obviamente absurda.
El Dr. Soler – Gil dice que las leyes físicas se aplican sin excepción a todo el ámbito de lo material, de modo que si se las entiende de modo determinístico y no solamente probabilístico, harían imposible el libre albedrío.
Dice en efecto:
“Porque la física en modo alguno limita su aplicabilidad, o las condiciones de su validez, por lo que se refiere a los sistemas físicos. Y el cuerpo humano puede ser considerado como un sistema físico. De manera que si la física reinante fuera una física determinista, entonces el cuerpo humano se comportaría como esa física determinista le dictara en todo momento. Sin distinción alguna de situaciones.”
Pero de hecho no entendemos en sentido sólo probabilístico las leyes físicas en el plano macroscópico, que es el de nuestras acciones libres, sino que las entendemos, en ese plano al menos, en sentido determinístico, como hemos dicho.
Por tanto, hay que negar que las leyes físicas se apliquen sin excepción a todo el ámbito de lo material. Es decir, hay que negar que todo evento físico se siga de otro evento físico anterior mediante leyes físicas.
O sea, hay que negar que el determinismo natural implique el determinismo físico universal.
Esta tesis que negamos, como se verá, constituye uno de los componentes más notables de la mitología materialista de la ciencia moderna, al que adhiere el Dr. Soler-Gil precisamente en un libro en el que trata de desenmascarar esa mitología.
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En efecto. Que yo sepa, las leyes de la física van, lógicamente hablando, “hacia adelante”, es decir, del antecedente al consecuente, no “hacia atrás”, del consecuente al antecedente.
Es decir, dicen que si se da A, se dará B. Pero de ahí no se puede derivar que si se da B, es porque se ha dado A, o alguna otra cosa.
El que va en cierto sentido “hacia atrás” es el principio de razón suficiente, que dice que todo tiene que tener una razón suficiente de la cual se derive. Pero no es una ley de la física ni solamente una ley natural, sino una ley del ente como tal, una ley metafísica, y nada impide que la razón suficiente de algo sea una entidad espiritual (como es también el ser humano) dotada de libre albedrío. Pero las leyes físicas van, por así decir, en sentido contrario: dicen que si sucede tal cosa, se seguirá tal otra.
Ahora bien, con leyes que van solamente “hacia adelante” no se puede construir un determinismo material universal. Porque la tesis central de dicho determinismo es “hacia atrás”: todo a nivel físico se deriva necesariamente de un antecedente físico según leyes.
Una cosa es decir “si sucede tal evento físico, sucede tal otro evento físico”, que es lo que dicen las leyes físicas, y otra es decir “si sucede un evento físico cualquiera, se ha derivado necesariamente de algún otro evento físico”, que es lo que dice el determinismo universal.
Para pasar de lo primero a lo segundo haría falta otra premisa que dijese que los únicos eventos que suceden son los que se derivan de otros eventos mediante leyes físicas del primer tipo. Y adoptar esa premisa (¿en base a qué razones?) es ya negar, obviamente, “a priori”, el libre albedrío del ser humano. Por eso hablo de “círculo vicioso”.
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Este “determinismo físico”, con su “marcha hacia atrás”, es en realidad una versión bastardeada del principio de razón suficiente, indebidamente trasladada del plano de los principios metafísicos al plano de las leyes naturales, comprensible tal vez desde una visión materialista para la cual el ente y la materia son lo mismo.
Sería bastante engorroso dudar del principio de razón suficiente, base de todo nuestro pensamiento y antes, de la realidad misma, junto con el principio de no contradicción, y aceptar sin embargo sin chistar su versión bastardeada por el materialismo, como única expresión posible del determinismo natural.
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Se objetará que esta forma de entender el libre albedrío y sus consecuencias a nivel físico implica que hay fenómenos en el cuerpo humano que no se siguen según leyes físicas de ningún fenómeno anterior, dentro o fuera del cuerpo, y que eso es inaceptable para la ciencia.
Pero ¿cuál es la alternativa? Si todo evento del organismo humano se deriva de otro evento físico mediante leyes, y si, como ya vimos, a nivel macroscópico, que es el nivel en que suceden tales eventos relacionados con la conducta libre, las leyes naturales no son probabilísticas, sino necesarias, entonces no hay libre albedrío.
Por su parte, la ciencia física no puede predecir la conducta concreta de los individuos humanos. Por tanto, la afirmación de que esa conducta se deriva según leyes de estados anteriores queda como un postulado, no como un hecho establecido, independientemente de que se considere que esas leyes son probabilísticas o necesarias.
¿Puede la ciencia natural detectar empíricamente uno de esos estados físicos que no se derivan de estados físicos anteriores? Es posible que no, porque por método dicha ciencia sólo conoce las relaciones necesarias o probables, según leyes, entre estados físicos. Eso no querría decir, obviamente, que tales estados no detectables por la ciencia física no existan.