Davidmor
05/09/2016, 09:23
Parte 3—¿Enseñaron los apologistas la doctrina de la Trinidad?
La Atalaya, en los números del 1 de noviembre de 1991 y 1 de febrero de 1992, demostró que ni Jesús y sus discípulos ni los padres apostólicos de fines del siglo I y principios del II E.C. enseñaron la doctrina de la Trinidad. ¿La enseñaron más tarde eclesiásticos del siglo segundo?
DESDE alrededor de mediados del siglo segundo de nuestra era común aparecieron varios eclesiásticos a quienes hoy día se llama apologistas. Ellos escribieron para defender el cristianismo que conocían contra las filosofías hostiles que reinaban en el mundo romano de aquel tiempo. Su obra vino hacia fines, y después, del tiempo de los escritos de los padres apostólicos.
Entre los apologistas que escribieron en griego estuvieron Justino Mártir, Taciano, Atenágoras, Teófilo y Clemente de Alejandría. Tertuliano fue un apologista que escribió en latín. ¿Enseñaron ellos la Trinidad de la cristiandad moderna: tres personas coiguales (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en una Divinidad, en la cual cada uno es verdadero Dios pero sin que haya tres Dioses, sino un solo Dios?
“El Hijo está subordinado”
El Dr. H. R. Boer, en su libro A Short History of the Early Church (Breve historia de la iglesia primitiva), comenta sobre la esencia de la enseñanza de los apologistas:
“Justino [Mártir] enseñó que antes de la creación del mundo Dios estaba solo y que no había ningún Hijo. [...] Cuando Dios quiso crear el mundo, [...] engendró a otro ser divino para crear el mundo por él. A este ser divino se le llamó [...] Hijo porque nació; se le llamó Logos porque se le tomó de la Razón o Mente de Dios. [...]
”Por consiguiente, Justino y los demás apologistas enseñaron que el Hijo es una criatura. Él es una criatura elevada, una criatura suficientemente poderosa como para crear el mundo, no obstante, una criatura. En teología a esta relación entre el Hijo y el Padre se le llama subordinacionismo. El Hijo está subordinado, o sea, es subalterno al Padre, depende de él y existe por él. Los apologistas fueron subordinacionistas”1.
En el libro The Formation of Christian Dogma (La formación del dogma cristiano), el Dr. Martin Werner dice lo siguiente sobre el entendimiento más temprano de la relación entre el Hijo y Dios:
“Esa relación se entendió inequívocamente como que era una de ‘subordinación’, esto es en el sentido de la subordinación de Cristo a Dios. Dondequiera que en el Nuevo Testamento se pasa a considerar la relación entre Jesús y Dios, el Padre, [...] esta se concibe y representa categóricamente como subordinación. Y el Subordinacionista más decidido del Nuevo Testamento, según el registro sinóptico, fue Jesús mismo [...] Esta posición original, firme y evidente como era, pudo mantenerse por mucho tiempo. ‘Todos los grandes teólogos prenicenos representaron la subordinación del Logos a Dios’”2.
De acuerdo con eso, R. P. C. Hanson, en The Search for the Christian Doctrine of God (Búsqueda de la doctrina cristiana de Dios), declara:
“No hay ningún teólogo de la Iglesia oriental ni de la occidental antes del estallido de la controversia arriana [en el siglo IV] que no considere que en algún sentido el Hijo está subordinado al Padre”3.
El Dr. Alvan Lamson, en The Church of the First Three Centuries (La iglesia de los primeros tres siglos), añade el siguiente testimonio respecto a la enseñanza de las autoridades eclesiásticas antes del Concilio de Nicea (325 E.C.):
“Los Padres antenicenos por lo general, si no uniformemente, sostuvieron la inferioridad del Hijo [...] El hecho de que veían que el Hijo era distinto del Padre se hace patente por la circunstancia de que sostienen claramente la inferioridad de él. [...] Lo consideraban distinto y subordinado”4.
Del mismo modo, en el libro Gods and the One God (Dioses y el único Dios), Robert M. Grant dice lo siguiente sobre los apologistas:
“La cristología de las apologías, como la del Nuevo Testamento, es esencialmente subordinacionista. El Hijo siempre está subordinado al Padre, quien es el único Dios del Antiguo Testamento. [...] Lo que hallamos en estos escritores primitivos, pues, no es una doctrina de la Trinidad [...] Antes de Nicea, la teología cristiana fue casi universalmente subordinacionista”5.
En la Trinidad que la cristiandad enseña, el Hijo es igual al Dios Padre en eternidad, poder, posición y sabiduría. Pero los apologistas dijeron que el Hijo no era igual al Dios Padre. Consideraron que el Hijo estaba subordinado. Eso no constituye la enseñanza de la Trinidad.
Reflejo de la enseñanza del primer siglo
Los apologistas y otros primitivos Padres de la Iglesia reflejaron en gran medida lo que enseñaron los cristianos del primer siglo acerca de la relación entre el Padre y el Hijo. Note cómo se expresa esto en el libro The Formation of Christian Dogma:
“En la era cristiana primitiva no hubo ninguna señal de algún tipo de problema o controversia trinitario, como el que luego ocasionó conflictos violentos en la Iglesia. La razón de esto indudablemente estriba en el hecho de que, para el cristianismo primitivo, Cristo era [...] un ser del elevado mundo angelical celestial, que fue creado y escogido por Dios para la tarea de traer, al final de las edades, [...] el Reino de Dios”6.
Además de eso respecto a la enseñanza de los anteriores Padres de la Iglesia, The International Standard Bible Encyclopedia admite:
“En el pensamiento más temprano de la Iglesia, al hablar del Dios Padre se tiende a no concebirlo primero como el Padre de Jesucristo, sino como la fuente de todo ser. En consecuencia, el Dios Padre es, por decirlo así, Dios por excelencia. A Él corresponden descripciones como increado, inmortal, inmutable, inefable, invisible e ingénito. Es Él quien ha hecho todas las cosas, entre ellas la materia misma de la creación, de la nada. [...]
”Esto pudiera parecer que da a entender que solo el Padre es apropiadamente Dios, y el Hijo y el Espíritu lo son solo en segundo lugar. Muchas declaraciones primitivas parecen apoyar esto”7.
Aunque esta enciclopedia pasa a restar importancia a esas verdades y a alegar que la doctrina de la Trinidad se aceptó en ese período primitivo, los hechos desmienten tal alegación. Considere las siguientes palabras del famoso teólogo y cardenal católico John Henry Newman:
“Reconozcamos que la Iglesia Primitiva confesó consecuente y uniformemente todo el círculo de doctrinas, de las cuales es objeto nuestro Señor [...] Pero ciertamente es diferente en cuanto a la doctrina católica de la Trinidad. No veo en qué sentido puede decirse que hay un consenso de [las autoridades eclesiásticas] primitivas a favor de ella [...]
”Los Credos de aquel tiempo primitivo no mencionan [...] la [Trinidad] en absoluto. Sí mencionan a Tres; pero el que haya algún misterio en la doctrina, que los Tres sean Uno, que sean coiguales, coeternos, todos increados, todos omnipotentes, todos incomprensibles, no se declara, y nunca podría deducirse de ellos”8.
La Atalaya, en los números del 1 de noviembre de 1991 y 1 de febrero de 1992, demostró que ni Jesús y sus discípulos ni los padres apostólicos de fines del siglo I y principios del II E.C. enseñaron la doctrina de la Trinidad. ¿La enseñaron más tarde eclesiásticos del siglo segundo?
DESDE alrededor de mediados del siglo segundo de nuestra era común aparecieron varios eclesiásticos a quienes hoy día se llama apologistas. Ellos escribieron para defender el cristianismo que conocían contra las filosofías hostiles que reinaban en el mundo romano de aquel tiempo. Su obra vino hacia fines, y después, del tiempo de los escritos de los padres apostólicos.
Entre los apologistas que escribieron en griego estuvieron Justino Mártir, Taciano, Atenágoras, Teófilo y Clemente de Alejandría. Tertuliano fue un apologista que escribió en latín. ¿Enseñaron ellos la Trinidad de la cristiandad moderna: tres personas coiguales (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en una Divinidad, en la cual cada uno es verdadero Dios pero sin que haya tres Dioses, sino un solo Dios?
“El Hijo está subordinado”
El Dr. H. R. Boer, en su libro A Short History of the Early Church (Breve historia de la iglesia primitiva), comenta sobre la esencia de la enseñanza de los apologistas:
“Justino [Mártir] enseñó que antes de la creación del mundo Dios estaba solo y que no había ningún Hijo. [...] Cuando Dios quiso crear el mundo, [...] engendró a otro ser divino para crear el mundo por él. A este ser divino se le llamó [...] Hijo porque nació; se le llamó Logos porque se le tomó de la Razón o Mente de Dios. [...]
”Por consiguiente, Justino y los demás apologistas enseñaron que el Hijo es una criatura. Él es una criatura elevada, una criatura suficientemente poderosa como para crear el mundo, no obstante, una criatura. En teología a esta relación entre el Hijo y el Padre se le llama subordinacionismo. El Hijo está subordinado, o sea, es subalterno al Padre, depende de él y existe por él. Los apologistas fueron subordinacionistas”1.
En el libro The Formation of Christian Dogma (La formación del dogma cristiano), el Dr. Martin Werner dice lo siguiente sobre el entendimiento más temprano de la relación entre el Hijo y Dios:
“Esa relación se entendió inequívocamente como que era una de ‘subordinación’, esto es en el sentido de la subordinación de Cristo a Dios. Dondequiera que en el Nuevo Testamento se pasa a considerar la relación entre Jesús y Dios, el Padre, [...] esta se concibe y representa categóricamente como subordinación. Y el Subordinacionista más decidido del Nuevo Testamento, según el registro sinóptico, fue Jesús mismo [...] Esta posición original, firme y evidente como era, pudo mantenerse por mucho tiempo. ‘Todos los grandes teólogos prenicenos representaron la subordinación del Logos a Dios’”2.
De acuerdo con eso, R. P. C. Hanson, en The Search for the Christian Doctrine of God (Búsqueda de la doctrina cristiana de Dios), declara:
“No hay ningún teólogo de la Iglesia oriental ni de la occidental antes del estallido de la controversia arriana [en el siglo IV] que no considere que en algún sentido el Hijo está subordinado al Padre”3.
El Dr. Alvan Lamson, en The Church of the First Three Centuries (La iglesia de los primeros tres siglos), añade el siguiente testimonio respecto a la enseñanza de las autoridades eclesiásticas antes del Concilio de Nicea (325 E.C.):
“Los Padres antenicenos por lo general, si no uniformemente, sostuvieron la inferioridad del Hijo [...] El hecho de que veían que el Hijo era distinto del Padre se hace patente por la circunstancia de que sostienen claramente la inferioridad de él. [...] Lo consideraban distinto y subordinado”4.
Del mismo modo, en el libro Gods and the One God (Dioses y el único Dios), Robert M. Grant dice lo siguiente sobre los apologistas:
“La cristología de las apologías, como la del Nuevo Testamento, es esencialmente subordinacionista. El Hijo siempre está subordinado al Padre, quien es el único Dios del Antiguo Testamento. [...] Lo que hallamos en estos escritores primitivos, pues, no es una doctrina de la Trinidad [...] Antes de Nicea, la teología cristiana fue casi universalmente subordinacionista”5.
En la Trinidad que la cristiandad enseña, el Hijo es igual al Dios Padre en eternidad, poder, posición y sabiduría. Pero los apologistas dijeron que el Hijo no era igual al Dios Padre. Consideraron que el Hijo estaba subordinado. Eso no constituye la enseñanza de la Trinidad.
Reflejo de la enseñanza del primer siglo
Los apologistas y otros primitivos Padres de la Iglesia reflejaron en gran medida lo que enseñaron los cristianos del primer siglo acerca de la relación entre el Padre y el Hijo. Note cómo se expresa esto en el libro The Formation of Christian Dogma:
“En la era cristiana primitiva no hubo ninguna señal de algún tipo de problema o controversia trinitario, como el que luego ocasionó conflictos violentos en la Iglesia. La razón de esto indudablemente estriba en el hecho de que, para el cristianismo primitivo, Cristo era [...] un ser del elevado mundo angelical celestial, que fue creado y escogido por Dios para la tarea de traer, al final de las edades, [...] el Reino de Dios”6.
Además de eso respecto a la enseñanza de los anteriores Padres de la Iglesia, The International Standard Bible Encyclopedia admite:
“En el pensamiento más temprano de la Iglesia, al hablar del Dios Padre se tiende a no concebirlo primero como el Padre de Jesucristo, sino como la fuente de todo ser. En consecuencia, el Dios Padre es, por decirlo así, Dios por excelencia. A Él corresponden descripciones como increado, inmortal, inmutable, inefable, invisible e ingénito. Es Él quien ha hecho todas las cosas, entre ellas la materia misma de la creación, de la nada. [...]
”Esto pudiera parecer que da a entender que solo el Padre es apropiadamente Dios, y el Hijo y el Espíritu lo son solo en segundo lugar. Muchas declaraciones primitivas parecen apoyar esto”7.
Aunque esta enciclopedia pasa a restar importancia a esas verdades y a alegar que la doctrina de la Trinidad se aceptó en ese período primitivo, los hechos desmienten tal alegación. Considere las siguientes palabras del famoso teólogo y cardenal católico John Henry Newman:
“Reconozcamos que la Iglesia Primitiva confesó consecuente y uniformemente todo el círculo de doctrinas, de las cuales es objeto nuestro Señor [...] Pero ciertamente es diferente en cuanto a la doctrina católica de la Trinidad. No veo en qué sentido puede decirse que hay un consenso de [las autoridades eclesiásticas] primitivas a favor de ella [...]
”Los Credos de aquel tiempo primitivo no mencionan [...] la [Trinidad] en absoluto. Sí mencionan a Tres; pero el que haya algún misterio en la doctrina, que los Tres sean Uno, que sean coiguales, coeternos, todos increados, todos omnipotentes, todos incomprensibles, no se declara, y nunca podría deducirse de ellos”8.