Rodricaba
17/03/2016, 17:03
Todos los problemas religiosos que tuvo que enfrentar Jesús, incluso su crucificción, surgen de su gran "blasfemia": igualarse a Dios.
Esto los escandaliza, ¿que pasará cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? (Jn. 6:61).
¿Dónde estaba antes? En el cielo, donde estuvo siempre, y como Dios jamás se movió de él, es su habita eterno (Jn. 3:13).
Si cuando manifestó que iba a sufrir y ser entregado, ya provocó un escandalo aún entre sus apóstoles (Mt. 16:21-23), ¿que hubiera sido identificarse como Niño-Dios desde que fué presentado al templo, y defender esta posición durante todo el tiempo que duró su predicación?
Por otra parte, si Jesús hubiese sido nada más que un hombre común como los millones que ya habían existido, ¿cual hubiera sido la razón teológica que justificara esa variante de anunciarlo ocho siglos antes, de su fecundación prodigiosa, la manifestación del Padre, Este es mi hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección, a quín deberíamos escuchar? (Mt. 17:5). ¿Hubo en la historia otro caso así?
Son pocas las citas Bíblicas que hablan de la identificación de Jesús con el Padre. Citaré algunas: ¿Quien soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? (Lc 1: 41-43). Cuando el propio Jesús manifiesta El Padre y yo somo una sola cosa (Jn 10:30), los Judios intentan apedrearlo. So ellos los encargados de manifestar el porqué de la agresión: ...blasfemas, ya que siendo hombre, te haces Dios (Jn 10:31-33); el mismo Jesús lo reafirma cuando les replica: ...crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mi y yo en el Padre (Jn 10: 37, 38).
Otro testimonio valioso es la manifestación de Tomás después de la resurrección: Señor mío y Dios mío (Jn 20:28) es una revelación de la divinidad y, a la vez, un acto de adoración. Si Jesús le permitió esa adoración como a Dios, es signo que tenía plena conciencia de serlo.
Tal vez, una de las expresiones más fuertes de igualdad de Jesús con su Padre es la que encontramos en la carta de Pablo a los cristianos de Colosas: Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y usteds participan de esa plenitud de Cristo, porque s la cabeza de todo principado y de toda potestad (Col 2:9,10)
Esto los escandaliza, ¿que pasará cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? (Jn. 6:61).
¿Dónde estaba antes? En el cielo, donde estuvo siempre, y como Dios jamás se movió de él, es su habita eterno (Jn. 3:13).
Si cuando manifestó que iba a sufrir y ser entregado, ya provocó un escandalo aún entre sus apóstoles (Mt. 16:21-23), ¿que hubiera sido identificarse como Niño-Dios desde que fué presentado al templo, y defender esta posición durante todo el tiempo que duró su predicación?
Por otra parte, si Jesús hubiese sido nada más que un hombre común como los millones que ya habían existido, ¿cual hubiera sido la razón teológica que justificara esa variante de anunciarlo ocho siglos antes, de su fecundación prodigiosa, la manifestación del Padre, Este es mi hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección, a quín deberíamos escuchar? (Mt. 17:5). ¿Hubo en la historia otro caso así?
Son pocas las citas Bíblicas que hablan de la identificación de Jesús con el Padre. Citaré algunas: ¿Quien soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? (Lc 1: 41-43). Cuando el propio Jesús manifiesta El Padre y yo somo una sola cosa (Jn 10:30), los Judios intentan apedrearlo. So ellos los encargados de manifestar el porqué de la agresión: ...blasfemas, ya que siendo hombre, te haces Dios (Jn 10:31-33); el mismo Jesús lo reafirma cuando les replica: ...crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mi y yo en el Padre (Jn 10: 37, 38).
Otro testimonio valioso es la manifestación de Tomás después de la resurrección: Señor mío y Dios mío (Jn 20:28) es una revelación de la divinidad y, a la vez, un acto de adoración. Si Jesús le permitió esa adoración como a Dios, es signo que tenía plena conciencia de serlo.
Tal vez, una de las expresiones más fuertes de igualdad de Jesús con su Padre es la que encontramos en la carta de Pablo a los cristianos de Colosas: Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y usteds participan de esa plenitud de Cristo, porque s la cabeza de todo principado y de toda potestad (Col 2:9,10)