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Ver la versión completa : Falta y distancia, categorías negativas que tejen el ser interno



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
06/12/2014, 06:51
La falta es una idea que siempre me acompaña, al igual que la distancia. De tanto estar presentes, me urgieron hacer un sitio para ellas; reclamaban un ámbito para ser pensadas.

La falta es un lugar sin recorrer, un sitio al que no se llega. Así pues, no es casual que me haya visto preguntándome por la esencia de la determinación, si hay un lugar para ella, o si, por el contrario, la determinación es un recorrido ilusorio, una historia que se excede en su historicidad, la rebasa; si, dicho con otras palabras, lo negativo es, históricamente (*), un defecto existencial, inexistente, un lugar que pone el pensamiento cuando el pensamiento, todavía, no ha tenido lugar.

Por otro lado, la distancia es la contraposición a uno mismo, una incompatibilidad de espacios. Estos espacios dialécticos me llevaron a los espacios afectivos (**).

(*) Ninguna ciencia que dependa de la historia puede ser considerada ciencia de otra manera que negando el lugar que reclama, esto es, contradiciendo el sitio en el que se asienta.

La materia de la historia no puede ser lo que pase, el sustrato que “nutra” (***). Si un discurso, como diría alguno, “deviene”, no se mueve realmente; no ha habido otro cambio que el ser de lo mismo.

(**) En Distancia psicológica ya sabía, de alguna manera, que el otro estaba en las fases más profundas, y que su sensibilidad no estaba en ese mismo espacio. La distancia me ayudó a preguntarme por la densidad en su presencia.

(***) No habría dialéctica sin un terrible enmañaramiento de ideas. Las categorías son el ámbito de las predicaciones, la primera fase por la que pasan. Las categorías están a la menor distancia con la experiencia y a la máxima con el entendimiento. Como dijera un gran maestro, “pensar con el mínimo de supuestos”, satisfaciendo la inquietud interna del pensamiento (****).

(*****) Confieso que desde que leí “El concepto de la angustia”, Kierkegaard se ha convertido en uno de mis filósofos preferido, un amigo que me acompaña donde no hay nadie. Abonó en terreno propio lo más general, fue un pensador original que supo pensar hacia dentro, encarando la interioridad. Sin embargo, se ha hecho de él una cuestión existencial de superficie, ¡un existencialista!

Leí dicha obra por la inquietud filosófica que me causaba mi incomprensión del fenómeno psicológico de la angustia. La “angustia”, como el “pecado”, es una arbitrariedad lingüística; podría haberse llamado de cualquiera de las muchas maneras que significan lo mismo: inquietud, falta, culpa, tristeza, mal, etc.

El problema del concepto de la angustia está en que no hay tal concepto, es una aprioridad que el entendimiento no tiene resuelta, está esperando a su cargo; es, pues, una categoría que está pendiente.

Eburnea
06/12/2014, 15:50
La falta es un lugar sin recorrer, un sitio al que no se llega. un lugar que pone el pensamiento cuando el pensamiento, todavía, no ha tenido lugar.





(**) En Distancia psicológica ya sabía, de alguna manera, que el otro estaba en las fases más profundas, y que su sensibilidad no estaba en ese mismo espacio. La distancia me ayudó a preguntarme por la densidad en su presencia.

. Las categorías están a la menor distancia con la experiencia y a la máxima con el entendimiento. Como dijera un gran maestro, “pensar con el mínimo de supuestos”, satisfaciendo la inquietud interna del pensamiento (****).



la inquietud filosófica que me causaba mi incomprensión del fenómeno psicológico de la angustia. La “angustia”, como el “pecado”, es una arbitrariedad lingüística; podría haberse llamado de cualquiera de las muchas maneras que significan lo mismo: inquietud, falta, culpa, tristeza, mal, etc.

El problema del concepto de la angustia está en que no hay tal concepto, es una aprioridad que el entendimiento no tiene resuelta, está esperando a su cargo; es, pues, una categoría que está pendiente.

Tras detonarse la inmensa carga explosiva que destruyo la primera galería mostrando el inconmensurable cráter, se hizo un SILENCIO SEPULCRAL. Dijo el poeta John Masefield: "La mano del tiempo descansó sobre la marca de la media hora, y a lo largo de toda la vieja línea del frente sólo existió un silbido y un llanto. Luego, los pocos que quedaban habiéndose hecho con todas las cosas agradables de la vida, escalaron para avanzar por la tierra de nadie".

Y yo también sentí el tiempo detenido y el sinsentido de todo raciocionio que no puede dar razón. Tan sólo el soliloquio... " A mis soledades voy, de mis soledades vengo"... y sentada frente al Somme, cuyo nombre se ha convertido en maldito, como si las palabras tuvieran culpas, me detuve a pensar y supe que no pensando nada lo estaba pensando todo

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
07/12/2014, 08:53
"Fácil es adelantar lo comenzado; arduo el inventar, después de tanto, cerca de insuperable; aunque no todo lo que se prosigue se adelanta" (Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio, Discurso I)

Mi lectura de El concepto de la angustia ha sido, moderadamente, reciente. Nunca me sentí muy atraído por la filosofía de Kierkegaard. Lo que había leído suyo no me había gustado. Tenía el libro pendiente como otros tantos que leo sin que me aporten nada. Y ocurrió algo maravilloso: Kierkegaard estaba pensando el mismo problema que estaba pensando yo. Cuando el pensamiento no da más de sí, se deja llevar; sigue estando, pero con menos intensidad, su capacidad disminuye.

Me ha ocurrido con frecuencia que he vivido filosóficamente muy solo. Mis únicas amistades filosóficas eran mis maestros. Aprendí grandes lecciones con ellos. Pero llegaron mis propias inquietudes, cosas que no pensaban ellos y me inquietaban a mí.

La creatividad filosófica, pretender andar, filosóficamente, a solas, es muy duro, es un recorrido profundamente incierto; no hay mucho lugar para la confianza.

El concepto de la angustia llegó a mi vida por sorpresa. Lo leí por una inquietud psicológica, y me encontré con un ensayo sobre psicología pura y la esencia de la interioridad.

Eburnea
07/12/2014, 10:07
"Fácil es adelantar lo comenzado; arduo el inventar, después de tanto, cerca de insuperable; aunque no todo lo que se prosigue se adelanta" (Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio, Discurso I)


Me ha ocurrido con frecuencia que he vivido filosóficamente muy solo. Mis únicas amistades filosóficas eran mis maestros. Aprendí grandes lecciones con ellos. Pero llegaron mis propias inquietudes, cosas que no pensaban ellos y me inquietaban a mí.


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Yo contemplé esa soledad, aunque no la supe, ni le pude poner nombre en mi padre, siendo pequeña. Y después. Y siempre. Toda su vida, su encuentro con la pregunta o quizá con la respuesta, o con la posibilidad de llenar el vacío estaba en una biblioteca montada poco a poco, no abandonada jamás, ni cuando fue al frente, pues dejó comida para llevar libros consigo.

Eran tiempos duros y el tiempo, ese tan tan valioso para pararte a pensar, a descubrir lo que alguien hace siglos dijo para ti, ese oxígeno imprescindible, faltaba porque había familia, niños y ya sabemos aquello de "PRIMUM VIVERE". Pero nunca se acostaba sin entrar en aquel lugar, que debía de ser sagrado, porque acariciaba todos sus libros con la mirada. Luego, en representación de todos, tomaba uno, no sé si aleatoriamente o el que leía o el que quería leer. Lo abría, deslizaba los ojos por sus páginas y lo volvía a colocar. Yo sé ahora, que parte de esa mirada era angustia. Sé lo que puede significar un libro, y en este sentido todos son filosóficos, porque como poco son el bálsamo al sinsentido, a la permanente incógnita al tiempo detenido y escapado a la vez ( no sé si recobrado como nos anunció Proust) después de tanto y tanto. Pero junto al bálsamo, son la picadura, el acicate, la pregunta que no te abandonará.

Y ese libro no leído, es también un libro de tu vida, como lo es esa persona que nunca encontraste pero que tenía la respuesta para ti. Y llega un momento, en que testigo de estas y similares cosas te preguntas, buscas y rastreas. Te conviertes en lo atípico contrario a ser un constructor de pirámides que den seguridad absoluta. !No!, tú eres hacedor de agujeros, buscando manantiales, pero sintiendo sobre ti el derrumbe de la galería que no supiste hacer, que quizá no sabrás jamás. Y ¿Estás solo?. No lo sabes,. Quizá tienes la suerte de encontrarte con Shakespeare o con Kierkegaard, o con San Juan de la Cruz o con García Lorca o con la personalidad de Sócrates o con alguien por la calle que dice algo y ese algo es una pieza del puzle, o la mirada de un niño....

Yo sé lo que significa la soledad y mirar con ansiedad y angustia los libros, incluso comprendo la caricia que emana el papel. Y también cuando el silencio de pronto te dice algo a solas, como a mi me dijo el Somme, el río que pasaba sereno, igual que en tiempos de Heráclito y que en su murmullo leve parecía transportar no agua sino las lágrimas de millones de ojos que ya no están. No había nadie pero de repente me habló y me planteó una pregunta: ¿Por qué la Humanidad ha puesto tanto empeño en honrar a los muertos y tan poco en respetar a los vivos?. Analizar este absurdo bien merece la pena un viaje frío y la reflexión de lo que me queda de vida.

Un saludo afectuoso

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
11/12/2014, 05:56
“Pero el viaje, que tanto tiempo transcurre en línea recta, comienza de repente a obstaculizarse. Hay paradas y complicaciones” (Thomas Mann, La montaña mágica)

¿Y qué tiene que ver el otro con su reverso? ¿No sabemos todos perfectamente quién es el otro que está a mi lado? ¿No formamos parte de una misma historia?

Lo que diferencia al otro es su interioridad, que llega de adentro, descansa en el sitio que hay para él. Sin embargo, no es una interioridad como la del tiempo, la incapacidad para extender la materia actual y recorrer sus fases (*), sino, mejor visto, una predisposición espacial, un sitio determinado. Así pues, el ámbito del otro ya está presente, llega antes (**).

(*) Este defecto depende directamente del concepto de temporalidad. El tiempo sólo se mueve al paso de la dialéctica, sigue el orden histórico al que está atado (***); por el contrario, la eternidad, el sustrato del tiempo, es neutro, no tiene sitio de apoyo, crece de ningún sitio.

(**) Que el otro llegue antes significa que ya está, tiene una ventaja en la que se asienta. La presencia, la afirmación de lo que ya está, su reafirmación, es una idea elaborada para anticiparse a su historia.

(***) Esta atadura es una figura para mostrar la temporalidad. Si la conciencia de la temporalidad fuese algo que estuviese inmediatamente presente, no habría necesidad de figura alguna, se reafirmaría haciéndose presente. Sin embargo, la temporalidad es el resultado de una capacidad anticipativa, por así decir, un tiempo negativo.