PDA

Ver la versión completa : Actualidad de la filosofía, pensar con ventaja; esencia de la medida



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
14/11/2014, 08:40
Esta mañana mi mujer me ha enseñado un mensaje que había recibido por facebook que decía: “Por qué quiero que mis hijas aprendan empatía en lugar de chino”. Mi mujer, que tiene una sensibilidad muy fina para la ironía, me lo ha enseñado porque lo había publicado una persona que no se caracteriza por ser empática.

El mensaje se remitía a un artículo de una madre muy interesada en el desarrollo emocional de sus hijas. Habla de la importancia de que los niños aprendan a gestionar sus emociones.

El interés por el mundo emocional es un tópico de lo que vengo a denominar “nueva ola”. Otros tópicos de la misma especie son la comida natural, el yoga, el tai-chi, las escapadas rurales, o leer ciertos libros, películas y series, hábitos que, independientemente del hábito mismo, suelen mostrar más cansancio que residir en un sitio genuino. No son hábitos que estén al día, sino, con preferencia, que están a la última; lo más nuevo, siguiendo su lógica, pasa rápidamente.

Las emociones constituyen una experiencia especialmente delicada. Filosóficamente, pocos pensadores han sido capaces de ofrecer un concepto para ellas (*). Ahora bien, hay filósofos en la actualidad muy dados a tratar temas calientes, ya sea entre el público corriente, ya sea entre un público más especializado.

Hay un interés generalizado por lo emocional que llama la atención. Parece que las emociones se hubiesen descubierto en las últimas décadas. Independientemente del cinismo y la profunda insensibilidad del hombre actual, hay una razón científica detrás de este repentino interés: el estudio del cerebro está logrando importantes avances en ámbitos que, anteriormente, estaban limitados a la actividad especulativa.

La actividad especulativa que siempre ha caracterizado a la filosofía no consiste en entretejer conceptos delirantes y hacer que los molinos y sus aspas parezcan gigantes que mueven sus grandes brazos. La filosofía piensa su objeto con cuidado. La filosofía no es tan poca cosa que con un estudio del cerebro se vaya a terminar su historia. Si bien algunos estudios de neurociencia pueden ser muy productivos, ninguno de ellos tiene una idea detrás que la filosofía no haya acariciado (**)

(*) La razón fundamental de esto está en que las categorías que producen el pensamiento no son las mismas que producen la afectividad. En todo caso, la filosofía siempre ha tratado esta cuestión.

Para tratar la afectividad hay que desarrollar muchas figuras anti-intuitivas que la intuición común no reconoce; estas figuras rellenan el espacio al que la intuición no llega. Sin embargo, de no dar con esta materia que la intuición desoye, no se podría dejar atrás lo sensible y más inmediato; de no haber este sitio, no se podrían pensar la afectividad y las fases que están ocultas a la conciencia, no habría conceptos con poder para hacer filosofía (***).

(**) Se me ocurre el caso del éxito de la obra de Damasio, “El error de Descartes”. Que un neurocientífico pretenda falsar a un pensador como Descartes es, sinceramente, para partirse de risa. Reconozco que algunos estudios de Damasio tienen su importancia, pero ésta palidece por completo a la luz del pensamiento de Descartes y su herencia. Damasio no sólo no sabe interpretar a Descartes sino que, al apoyarse posteriormente en Spinoza, priva de toda coherencia histórica al contenido genuino del filosofar, logra que su avance histórico no siga una lógica; se llega a las ideas sin venir a cuento, sin "ton ni son" ni unidad interna; las ideas se tratan como si las fuesen una ocurrencia.

Posteriormente a “El error de Descartes”, Damasio escribiera “En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y los sentimientos”. Spinoza fue el más brillante y revolucionario de los seguidores de Descartes; sin embargo, la materialización de la sustancia pensante que Spinoza aportara al pensamiento de Descartes no tiene importancia porque su sede no esté en el alma, sino porque su determinación es mucho más amplia y compleja, hay un sitio determinado más al fondo, un instante que crea la razón que no está en sus antecedentes.

(***) Con “conciencia oculta” no me refiero a cuestiones inconscientes como las de Freud sino, muy específicamente, como las de Kant. Aunque cuando Kant hablara de los sentimientos y el problema de que dependiesen de una aproximación infinita entre ellos, seguramente, pensaba en Leibniz y una unidad entre ellos (****).

(****) ¿Y quién sabe si, en lugar de pensar en Leibniz, no estaría pensando lo mismo que Spinoza pensara?

Sin embargo, el problema fenomenológico de la afectividad no es interior en sentido monadológico, un ámbito propio que sea insensible al resto, sino, mejor visto, interior en un sentido que esté dispuesto a la experiencia sin estar, enteramente, en ella; esto es, sin estar en el mismo ámbito que lo externo (*****).

(*****) Este ámbito interior no depende de lo externo en sentido material, que no sea sin él. Su dependencia no sigue sus propios pasos, no se sigue a sí misma; no está atada a la dialéctica. Sucede lo contrario, su inclinación descansa en una lógica reflexiva, o, dicho de otra manera, extensiva.