ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
09/11/2014, 07:04
"Levantar el misterio donde no le hay es un helado desaire, porque da en vacío la ponderación" (Baltasar Gracián, "Agudeza y arte de ingenio"; Discurso VI)
Si el recorrido va consigo, si ocupa un mismo sitio; si el sitio disponible representa una disponibilidad inauténtica, una extensión aparente hacia sí, un espacio más amplio al que no llega, si va por dentro sin que su actividad vaya a más, sin llegar llegar a ser actual; si su ser consigo se reafirma en abstracto. Si lo abstracto es una afirmación en potencia, una distancia con su actualidad.
Si, al pedir sitio, no se da un paso hacia delante (*), una inclinación que se excede; si ser lo mismo no es sino una diferencia sin actividad, a la espera y en suspenso. Si el descanso no es una fase de la afirmación especialmente activa.
Si todo lo negativo no es sino la autenticidad de lo abstracto, el aire que respira, lo que haya en ello, la esencia de la afirmación.
Si el ser mismo es una imposibilidad histórica; si la inexistencia no puede ser intencional.
La intencionalidad reclama, cabalmente, densidad, haber estado; no sólo recorre un camino, sino recorre un sitio determinado.
(*) Este paso es lentísimo, apenas se da; el espacio que recorre está, principalmente, por recorrer, es un darse que está debajo del darse, está al fondo, y su fase aparente no es real; no tiene suficiente entidad (**), busca hacerse sitio.
(**) Su entidad, no obstante, sólo puede ser distante, no guarda relación con la cosa sino rechazándola (***).
(***) El rechazo da densidad a la dialéctica, la pone de relieve; la contradicción se abre paso, pasa a ser activa.
Si el recorrido va consigo, si ocupa un mismo sitio; si el sitio disponible representa una disponibilidad inauténtica, una extensión aparente hacia sí, un espacio más amplio al que no llega, si va por dentro sin que su actividad vaya a más, sin llegar llegar a ser actual; si su ser consigo se reafirma en abstracto. Si lo abstracto es una afirmación en potencia, una distancia con su actualidad.
Si, al pedir sitio, no se da un paso hacia delante (*), una inclinación que se excede; si ser lo mismo no es sino una diferencia sin actividad, a la espera y en suspenso. Si el descanso no es una fase de la afirmación especialmente activa.
Si todo lo negativo no es sino la autenticidad de lo abstracto, el aire que respira, lo que haya en ello, la esencia de la afirmación.
Si el ser mismo es una imposibilidad histórica; si la inexistencia no puede ser intencional.
La intencionalidad reclama, cabalmente, densidad, haber estado; no sólo recorre un camino, sino recorre un sitio determinado.
(*) Este paso es lentísimo, apenas se da; el espacio que recorre está, principalmente, por recorrer, es un darse que está debajo del darse, está al fondo, y su fase aparente no es real; no tiene suficiente entidad (**), busca hacerse sitio.
(**) Su entidad, no obstante, sólo puede ser distante, no guarda relación con la cosa sino rechazándola (***).
(***) El rechazo da densidad a la dialéctica, la pone de relieve; la contradicción se abre paso, pasa a ser activa.