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Ver la versión completa : Falta que mueve la representación



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
03/09/2014, 06:29
Habitualmente, me sirvo de las notas para dejar un espacio abierto, para señalar por dónde se podrían ampliar ciertas cuestiones. En cierto modo, el mayor interés que mis textos pudieran tener se limita a las notas.

Hace unos días añadí una nota en la que decía que “la representación no puede cargar con todo el peso de lo representado”. Esta falta de proporción, que la representación sea más amplia que lo representado, reside en una desigualdad activa, lo desigual está en ventaja, lo igual queda atrás; lo que está pasando ocupa más espacio del que parece estar ocupando, se abre paso por encima de lo que tiene delante; dicho de otra forma, viene pisando.

Lo que tenía en mente era cuestionar lo abstracto desde uno de los ámbitos en los que está en desventaja, el de la experiencia moral. La experiencia moral difiere del resto de experiencias en su peso específico; su peso no es abstracto, no pesa lo suficiente, no pesa lo que representa (*).

Cuando hablo de lo abstracto me pregunto si lo abstracto es, simplemente, un sustituto; me pregunto si la actividad mediante la que se produce, el antecedente más inmediato al que se remite, está a la altura de lo que se espera sin dejar nada de lado; si su experiencia está a la altura de la expectativa (**).

(*) Critico lo abstracto en tanto permanezca fijo, en tanto sea formal, en tanto esté más orientado a cumplir su expectativa que a adelantarse a la urgencia que mueve la expectativa.

(**) La cuestión podría ser vista de esta manera: si la actualidad es igual que la actividad, o si sólo son iguales en el aprovechamiento de una posibilidad, en un ámbito lingüístico a la espera de ser, lo más rápido posible, satisfecho.

Se entenderá que rechace todo pensamiento alineado al lenguaje por ser esencialmente representativo y estar más orientado hacia atrás que hacia delante, por ser más regresivo que generativo.´

El hombre, en general, carece de sensibilidad para lo que se haya más lejos de lo que está agrupado mediante la forma a la que está más inmediatamente dispuesto; esto es, no ve más que lo que tiene delante de las narices (***).

La esencia de la sensibilidad no está en la relación formal de la que depende; por ese camino, recorriendo el proceso que la ha producido, no irá mucho más lejos del sitio del ha partido (****).

El problema de todo pensamiento formal está en que en la falta de actividad de su esquematismo, para decirlo de manera kantiana; surge así la necesidad de una materia que dé contenido al esquematismo. Así pues, el instante material cae en cierto círculo vicioso, el mismo en el que caía la forma con su esquematismo.

El movimiento habitual en este ámbito de dependencia, mirar hacia un sitio determinado, "mirar hacia donde mira la conciencia", finalmente, no se mueve de otra manera que la que viene condicionada por el sitio en el que está.

La afirmación de todo empeño metafísico, que hay cierta permanencia en el ser, es una afirmación negativa, avanza borrando sus huellas. Ni avanza ni avanzará jamás, pone algo donde lo quita, cambia un sitio por otro para dejar todo igual.

De no haber posibilidad de abstraer, de no poder sustituir unas cosas por otras, no habría lugar a la conciencia (*****). Sin embargo, lo que trae consigo la abstracción, su posibilidad, no es la capacidad sustitutoria, un engañabobos, sino la extensión que pone en bandeja, el ámbito al que no llega y el sitio en el que está a la espera.

(***) Esta arrogancia no es una cuestión de estilo, no es un matiz del autor del texto. Me refiero al problema de la relación entre la experiencia, sus antecedentes y, entretanto, la actividad de la conciencia (el cogito).

(****) Me sirvo de la idea de la falta de movimiento genuino del “ir” porque no contiene ninguna idea, su extensión no recorre más que un ámbito formal, el "sitio recorrido"; sucede al revés, su recorrido es un vacío de idea, un asentamiento en un sitio por el que, cabalmente, se cuela como si no se hubiese colado por sitio alguno (******).

(*****) Esta reflexión sobre la conciencia pretende abir espacio. No se trata de un cogito cartesiano hinchado de vanidad, una razón ilegal y, finalmente, sinrazón; tampoco es una conciencia fenomenológica que haga una totalidad de sustantivizar las partes y recomponerlas, ponerlas a la altura, el endiosamiento de un error de cálculo; acaso, esté más cerca de una conciencia viviente, esto sería, auténticamente activa (******).

(******) A pesar de defender la necesidad de un cuestionamiento de las primeras determinaciones del pensamiento, estas son, las categorías y las abstracciones que van con ellas, considero más necesario aún la reflexión sobre el ámbito de dependencia y las formas a las que la esencia se adapta y en las que pierde su poder.

(******) Aunque no me sumo a muchas de las reglas de Husserl, admito cierto interés radical en el ámbito viviente del que toda conciencia depende: que su experiencia no llega de la nada, caída del cielo. Ahora bien, esto no me alínea a la reflexión "vivencial" y la supuesta ventaja de estar en "primer plano". De ser así, de haber un primer plano, el problema de la conciencia se anularía a sí mismo a cada instante; caería en su propia red, en una trama categorial sin suficiente espacio para abrazar su extensión.