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Ver la versión completa : Vanidad de la historia



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
04/06/2014, 06:12
Leyendo La rebelión de las masas de Ortega me han quedado claras algunas cosas. Una es que ahorra al lector el esfuerzo que ciertas ideas exigen; hace de la lectura una actividad pasiva, un tragabolas. Se arropa bajo un problema general, el problema de que el hombre está, íntimamente, ligado a su historia, sin llegar a exponer qué clase de problema es ese ni si ese problema es de los que tiene solución (*). Si la intimidad es algo de adentro, una representación interna; o si es un problema en sí mismo que no se limita, por tanto, a los términos opuestos por los que viene determinado. Así pues, lo interno no es un adentro, un espacio que abstrae el nutriente que le da espacialidad; no es la fase que define el orden de dependencia, el centro de la centralidad (**).

Es paradójico, en extremo, que hable tanto de nobleza y, en lo que a él le toca, haga lo contrario, usa atajos para resolver problemas de largo recorrido; es más que paradójico, deja la nobleza intelectual sin sitio propio, ¡como si pensar fuese lo mismo que el resto de cosas, como si no hubiese una nivelación propia al pensar (***)!

Sin embargo, el detalle del alineamiento al lector, que desecha una distancia fundamental entre el autor y él, no deja de tener su interés. Ortega muestra de qué está hecho, con qué cuenta. Reconozco que escribe bien; diría más, para hablar de un filósofo, escribe muy bien.

Literariamente, el filósofo que prefiero es Arthur Schopenhauer. Ese sí que sabía escribir. No sólo escribía bien, con estilo y dominio, sino que tenía una filosofía que lo sustentaba. La filosofía de Schopenhauer es visceral, cuenta con algo más que otras filosofías. Schopenhauer no era un kantiano más; pretendía añadir el problema volitivo a la razón que lo abstraía.

Sea como fuere, lo literario no tiene un valor especialmente relevante en filosofía; mejor visto, sucede lo contrario, el valor filosófico mengua si lo general en lo que ahonda cede ante lo más aparente; la retórica se sirve de figuras sensibles que toman atajos y dan más por menos; ese es su valor, una ventaja sin apenas interés filosófico, una estética sin espacio interior, sin capas debajo de ella.

(*) Que haya problemas sin solución no es un término final ni un pesimismo, no significa que haya que tirar la toalla ante problemas demasiado grandes; muy al contrario, es un reclamo de que hay falta de términos que aclaren los problemas, los unifiquen y quiten el exceso de peso.

(**) Ortega pertenece a la corriente historicista que busca separarse de las ciencias naturales por medio del espíritu. Semejante sinsentido se muestra con que el espíritu, el Geist, es el término medio, dicho hegelianamente, la mediación; no hace falta pensar mucho para ver que una mediación que medie no actúa de manera genuina, sino que arrastra deudas que, falsamente, suplanta.

(***) Es fácil entender que la historia de Ortega sea una historia demasiado histórica, sobrecargada de pretensiones vanas, un término del que todo se hace dependiente, una capa sin preferencias que está en perpetua lucha con el resto y consigo.

Eburnea
24/06/2014, 05:13
Alberto: Tocas tantos temas, que quizá para abordarlos tendríamos que abrir varios hilos.

Ortega, en efecto, en "LA REBELIÓN DE LAS MASAS" es paradójicamente elitista y esa "nobleza" o minoría selecta en la que finalmente creyó para la regeneración histórica, en general la marca, a mi juicio, su decepción por las actitudes hacia las cuestiones del intelecto que vio a su alrededor. Pienso que su desencanto,, tras la ilusión de la proclamación de la II República tiene mucho que ver y pienso que como somos humanos y no vivimos en el éter, el contexto y las circunstancias personales, al final, influyen en la obra. Arthur Schopenhauer, que en efecto escribe muy bien, y tiene "una filosofía que lo sustenta", es en efecto muy visceral. Ello hace que haya sido un filósofo de gran influencia, que ha enganchado mucho y a muchos. Sin embargo, un filósofo tan brillante, con una racionalidad que fundamentaba sus asertos, dijo sin pudor ""Las mujeres son criaturas de ideas cortas y cabellos largos". Las considera más sensibles y simpáticas a los sentimientos y sufrimientos de los demás, y por eso tienen, en su concepto, el raciocinio obnubilado, siendo por eso inferiores a los hombres; en opinión de Schopenhauer, las mujeres son apenas mejores que los niños pequeños.

Aun situándonos en su época, una mente tan analítica no parece que, en pura lógica, sea tan misógina. Bien puesto está el tema de la "VANIDAD". Este filósofo, como otros ( Sto Tomás negaba el alma a las mujeres) no sólo escriben para media humanidad, sino que a) Increíblemente las ideas de la época en la que viven priman sobre su intelecto, en este campo obnubilado. b) Vistos a posteriori , por muy brillantes y buenos escritores que sean, nos legitiman a pensar que no era la racionalidad su principal virtud. Y lo más curioso, aun hoy parece pecata minuta, pues no leo mucho al respecto, de la misma forma que en todas las encuestas y estadísticas habidas y por haber sobre los problemas de nuestra sociedad, la violencia, que incluye muerte sobre las mujeres, no ocupa lugar alguno.


No quiero seguir citando filósofos eminentes en donde su vida mediatiza su obra inmensamente. ¿Era necesario que Schopenhauer dijera lo que dijo?. Evidentemente !NO! y yo ahora pregunto: ¿Si filósofos, que saben que el punto débil de sus teorías será siempre su FUNDAMENTACIÓN, no caen en la cuenta de esto que es nimio ¿Cómo nos va a llamar la atención los aspectos paradójicos y elitistas de Ortega ( para mí, cuestión menor) y, sobre todo, Si pierdo la fe en el filósofo ¿Cómo voy a poder mantenerla en la Filosofía?. Esto no es el precioso poema de Becker :

"No digáis que agotados sus recursos/ de asuntos falta, enmudeció la lira/ podrá no haber poetas/ pero siempre HABRÁ POESÍA"

Saludos, Alberto

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
24/06/2014, 07:01
Eburnea, amiga, te agradezco que hayas retomado el tema. Lo abrí justo después de terminar el libro. Lo empecé a leer hace años; pero, hasta ahora, nunca lo concluí.

Mi problema con Ortega es de ámbito filosófico. Permanece muy atado a la cuestión de la Historia. La Historia no se adapta al pensamiento, no se presta a ir por sus carriles; la historia permanece, fundamentalmente, abierta, sin determinación genuina (*).

Ortega piensa el influjo de la Historia como una totalidad indisoluble que ejerce una atracción sistémica que actúa “horizontalmente”; según él, el hombre lo es de su tiempo. Este influjo se podría describir de mil maneras distintas, pero no significa otra cosa que la unidad del hombre se vuelve pasiva y, claro está, es fruto de una desapropiación inadvertida; poco a poco, se fragmenta (**).

Lo de la misoginia de ciertos filósofos es algo más propio de la falta de lugar para la mujer en épocas distintas. No les pasaba sólo a algunos filósofos. La conciencia de la mujer y un respeto por ella a la altura del que se tiene por el hombre no están muy desarrollados; a mi modo de ver, su acción política ha logrado ocultar su esencia problemática: la mujer no es un hombre que repita su historia y esté hecho a su semejanza; la mujer es, fundamentalmente, distinta del hombre; no es una figura (***).

(*) Que esté abierta en términos “físicos” no significa lo mismo en términos “históricos”; los términos "históricos” hacen referencia a lo “humano”. Es por ello que Ortega propuso que las ciencias morales se denominasen "humanidades".

Geisteswissenschaften, ciencias del espíritu, no es un término propiamente alemán, sino una traducción del de Mill "moral sciences" con el que distinguía las ciencias naturales de las que tenían al hombre por objeto.

El mayor interés de esta problemática no se limita a una reflexión de un pasado en el que estuvo muy presente. Por mi parte, el interés de la interioridad y la dificultad que hay para enmarcarla en un concepto elaborado ella no se limita a ninguna época.

(**) Esta es la razón por la que defiendo la urgencia por elaborar términos para medir una temporalidad adaptada a lo humano que imponga cierto régimen conceptual.

(***) No me tomen por lo que no soy. Su desigualdad descansa en diferencias poco sensibles. La vida exterior e interior de la mujer no es como la del hombre sino como una manera de hablar, una corrección política; más que progresista está, profundamente enquistada; se centra en tópicos de la sensibilidad de la época.

Cuando hablé, en meses pasados, de una conciencia universal, de todos y de todo, me refería a una idea de totalidad depurada de vicios e incinaciones demasiado inmediatos, de una idea más reflexiva que la más inmediatamente intuitiva, de una idea con ventaja; abstraer ciertos conflictos requiere elaborar ideas que los representen sin producir un término que falle a la vuelta de la esquina.

Eburnea
24/06/2014, 10:39
Hola Alberto: Dos pequeños apuntes; acabo de llegar de viaje y tu escrito merece una reflexión más sosegada, que haré. Pero de forma inmediata:

1.- Es difícil poder separar al Ortega filósofo del Ortega absolutamente imbuido, incluso mediatizado por su circunstancia histórica. Piensa en su trayectoria: Absolutamente enamorado del pensamiento, incluso del modo de estar, el procedimiento de pensar alemán. Su utopía ante el advenimiento de la República. La imprescindible comparación ( en demérito de lo español, aunque no lo diga). El desgarro personal inevitable. Dudo que ni el propio Ortega, desdoblado de sí mismo hubiera podido estudiarse con objetividad.

2.- En cuanto a las desigualdades hombre - mujer, me permitirás que niegue la mayor. ¿Acaso no hay inmensas diferencias hombre - hombre y mujer - mujer, dependiendo de... X. Aquí si que encuentro espinosa la generalización y en exceso empírica: poco sabemos, dadas las diferencias de circunstancias que a ambos han rodeado y rodean a lo largo de los tiempos. ¿Recurrir a la psicología?.... No me aventuraría yo por este camino. Lo que yo de alguna forma reprocho a hombres, que por definición han entregado su vida a pulir el pensamiento de lo ilógico, de lo no racional, ni razonable es que se hayan dejado llevar por la corriente que a ellos, precisamente a ellos, no debiera haber arrastrado. El pensar con razón le hizo a Descartes hacer tábula rasa, que ya es decir. Llevar a los supuestos mentales de los filósofos las capacidades femeninas como seres del mismo género y especie, repito MISMO GÉNERO Y ESPECIE, requiere menos dificultad. ¿Por qué yo lo veo tan claro?. Quizá porque soy mujer. Lo pensaré.

Un abrazo

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
25/06/2014, 06:02
Nuevamente, agradezco tu respuesta. Te voy a contestar siguiendo los puntos que señalas.

Buena parte de mis problemas con Ortega está en que nos separamos en un mismo tema: la Historia, la sociedad, la voluntad, el lenguaje, … Ortega piensa su época; es más, su pensamiento filosófico está condicionado decisivamente por la filosofía en la que se educó.

Si abstraigo su época, si voy a la determinación del pensamiento que se podría pensar, tanto ayer como hoy o mañana, algo que pudiese pensar otro cualquiera como tú, éste, ese, el otro, o yo, no saco nada que no hubiera en sus fuentes; Ortega no dice nada que no dijeran Hegel, Dilthey o, en otro polo, Nietzsche (*). La época tiene su importancia, tiene su peso, pero lo epocal no es sino una síntesis para la historia sin definir, una determinación cogida con pinzas. La determinación del hombre, por el contrario, urge pensar las categorías que producen la determinación, la determinación de la determinación, su dependencia genuina; la Historia sólo es una entre ellas.

Perdóname que no entienda qué posición tomas en el tema de la igualdad. Yo veo tantas faltas de igualdad que defender lo contrario tiene que abstraer demasiadas cosas. Pero entiéndeme; de ninguna manera, defiendo las barbaridades que dijese Schopenhauer sobre las mujeres (**). Por mi parte, me quedo con la importancia que daba al fenómeno femenino y su dependencia del papel que tiene en el ámbito reproductivo y sexual; no es poca cosa si hablamos de la historia de la especie. Independientemente de su actitud ofensiva, Schopenhauer habla del mundo tal como es, de lo que él denominara la voluntad, el ser mismo.

Respecto a Descartes te repito algo que tú me criticaras: hablé de su falta de escrúpulos; critico la "insensibilidad". Tú hablas de la mujer; yo hablaba de una idea de la razón fundamentalmente abstracta e indiferente.

Doy mucha importancia a capas afectivas que determinan las ideas sin que la conciencia se dé cuenta de ellas. No es algo que piense determinado conscientemente por Schopenhauer. Estudié hace años sus obras; aunque ha pasado mucho desde entonces, me reconozco en muchas de sus ideas centrales.

(*) Me refiero al ámbito moral, que tiene un peso en el hombre sin medida; se reafirma muy a su pesar. Por el contrario, según Nietzsche, o algo que Ortega sacase de él, el hombre carga su peso existencial a solas, a una distancia insalvable con el otro. De cualquier manera, estoy mucho más próximo a Nietzsche que a Ortega. La Historia de Nietzsche es mucho más larga y profunda que la de Ortega; Ortega, no obstante, quiere confeccionar una idea histórica radical como una filología fisiológica, el hilo del que las vísceras se sirven pafra elaborar su tejido.

(**) Dejo unas pocas citas: “Sólo el aspecto de la mujer revela que no está destinada a los grandes trabajos de la inteligencia ni a los grandes trabajos materiales”; “son toda su vida verdaderos niños”; “En el fondo de su corazón, las mujeres se imaginan que los hombres han venido al mundo para ganar dinero y las mujeres para gastarlo”; "la injusticia es el defecto capital de las naturalezas femeninas"; "padece miopía intelectual"; "tomadas en conjunto, las mujeres son y serán las nulidades más cabales e incurables".

Eburnea
26/06/2014, 18:28
Hola Alberto: Más que unas pocas citas, casi podrías decir que dejas unas cuantas perlas. Bueno creo que este tema daría lugar a otro debate de principio a fin y no tengo muy claro cuál sería el foro: quizá trasversal...

Muy de acuerdo en el sentido que hablas de la "falta de escrúpulos de Descartes", puesto que es cierto que la faceta que tiene que ver con los sentimientos, con la sensibilidad no parece que tengan cabida en el saber,, como si fueran cuestión menor y eso suele estar presente en muchos filósofos: Se ha endiosado la razón y ¿Verdaderamente hay motivo para tanto?. Creo que Kant dijo que no y que no era muy sensato apostar toda la vida a ella, ya que no pueda verificar ni darnos finalmente certezas. Corrígeme por favor si me equivoco, pero es ya más tarde que los filósofos ( que no psicólogos) comienzan a hablar de inteligencia emocional. Volveríamos quizá a la intuición, nada desdeñable. Nos olvidamos con frecuencia los poquísimo que separa nuestro genoma del del chimpancé... Al final ¿Qué importa? ¿No es resolver problemas?. Quizá la razón tiene muchos límites para ayudarnos a vivir, aunque ¿cómo vivir sin ella?.

Saludos

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
27/06/2014, 03:23
Las citas que traje de Schopenhauer pertenecen al capítulo XXVII, "Sobre las mujeres", de la segunda parte de "Parerga y Paralipómena". Es una obra de varios temas que no iba destinada a un público específico; la filosofía de Schopenhauer se encuentra en sus principales obras filosóficas, especialmente, “El mundo como voluntad y representación”.

Descartes, ciertamente, habló de los afectos; tiene una obra capital destinada a ellos: “Las pasiones del alma”. Lo que ocurre es que pertenecen a un ámbito demasiado accidental y cambiante. Hace unos meses señalé que el error de Descartes no estaba en que no tuviese en cuenta las emociones, sino en que las puso detrás de la razón, como si estuviesen en desventaja con ella (*).

Kant dijo que hablar de sentimientos intelectuales era una contradicción, que no eran, justamente, pensables. Eso, que lo dijo en “Crítica de la razón práctica”, deja caer todo el peso de la moral en la razón, un término sin término para él, una conciencia sin medida propia. La conciencia debiera ser un término universal que pudiese avanzar y extenderse sin desprenderse de una parte tan grave que sin ella no tendría sentido.

Saludos cordiales

(*) La expresión el error de Descartes hace referencia a la obra de Antonio Damasio "El error de Descartes. La emoción, la razón y el cerebro humano". Damasio es neurocientífico, no tiene mucho que ver con la filosofía; su noción del "error", una posición que ubica incorrectamente su instante material, es demasiado superficial como para ser, filosóficamente, tenida muy en cuenta. Si la intuición del cogito cartesiano no fuese cierta sería algo absurdo (**); no sólo no habría una ciencia primera, cuando diesen un paso para ir al algún sitio, no irían al sitio al que quisiesen ir. Damasio no habla de lo mismo que Descartes; la sustancia inmaterial de Descartes, su res cogitans, reside en que no está limitada por su antecedente, su individualidad llega más lejos del sitio donde está.

La capacidad activa de la razón no comprende inmediatamente las fases que la han producido, se actualiza mediante su abstracción. Así pues, esta abstracción es un lugar pasivo que se oculta, se sustrae quedándose atrás, a la sombra; su actividad es pasiva, un movimiento aparente que, visto más de cerca, no se mueve del sitio donde está. En esta ocultación, en ponerse detrás de toda acción sustantiva y limitarse a su reflejo, en ir a cuestas, reside el auténtico error de toda representación de la interioridad.

(**) Contraria y más problemáticamente, defiendo que la intuición ha de ser falsa; su esencia especulativa no se corresponde con su experiencia, su sitio pretende estar en más sitios del sitio donde está. Su límite teorético, el ámbito en el que su especulación descansa, su actualidad (***), está a la espera de la contradicción que se le oponga y cuente con mayor presencia que la del acierto; que, dicho en otras palabras, el error, todavía, no se ha solidificado y sigue habiendo lugar para su experiencia.

(***) Esta actualidad pertenece al ámbito interior del pensamiento; es una figura, o, dicho de otra forma, una idea del pensamiento, una extensión que va por dentro, una categoría elaborada para pensar. De no elaborar esta figura, de pensar con términos inmediatos y la disponibilidad que haya según sople el viento, que haya más o menos términos sobre lo mismo, no se piensa sino algo externo, de fuera, algo que no viene al caso, inesencial, una copia de ello; conforme a su esencia tardía, su abstracción es un sustituto sin vivencia intelectual, sin qué pensar, algo falso. ¡Se siente sin pensar nada! Defiendo que semejante idea de lo abstracto, ir detrás de algo sin ventaja sobre ello, se opone de plano a pensar alguno.