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Eburnea
18/05/2014, 04:51
De nuevo he vuelto a entrar en contacto con la biografía de un filósofo, en este caso de gran interés para los españoles, Ortega y Gasset. Y no sólo por su filosofía, por su actividad académica, sino por la época que le tocó vivir y la influencia que sus ideas, muy relacionadas con su vida, tuvieron para para la España de la época, la España cuyo eje aglutinador es la II REPÚBLICA ESPAÑOLA.

Jordi Soler es autor de una biografía que pronto verá la luz en la editorial Taurus, pero ya nos ha adelantado alguna reseña muy interesante en prensa.
Así, sabemos que Ortega predica la radicalidad democrática del socialismo liberal como único recurso contra la injusticia social, contra el retraso intelectual, contra la inconsistencia de una España fraudulenta, la de la Restauración. Y eso con 25 años, teniendo a su hermano Eduardo como aliado crucial. Es una época en que todos lo quieren, es en quien confía Unamuno para entregarle su “SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA”.

Es un joven arrebatado y así sigue hasta 1936, cuando ha sido puntal ideológico de “EL SOL” desde 1917, ha fundado el semanario “ESPAÑA” una especie de revolución cultural, llamada “REVISTA DE OCCIDENTE”. No tiene miedo hasta que no constató las balas de 1934 al 36, pero él sí intimida porque no soporta el fracaso de su visión de España, de sus proyectos. No oculta su desdén, incluso rencor y se nota en la acritud de “ESPAÑA INVERTEBRADA” de 1922 que intoxican la peor parte de un libro lleno de hallazgos y observaciones luminosas como “LA REBELIÓN DE LAS MASAS, entre 1929-30.
Pero estaba vivo y arrebatador, con una prosa brillante, destilando, pese a todo, autenticidad, fruto de un pensamiento hiperactivo, efusivo, combativo, comprometido y honrado, aunque se equivocase a veces.

Jordi García, en su artículo, publicado ayer (17 de Mayo) en “EL PAÍS) nos desgrana la vida y vivencias de Ortega como si lo hubiera conocido en persona, como si fuera un viejo y querido amigo al que es capaz de ver objetivamente y valorar aun en sus contradicciones. Nos habla de Ortega y el amor. Nos dice que tiene ideas del Pleistoceno sobre las mujeres, sin embargo se enamora tres veces, una de ellas de Rosa, su mujer desde 1910 hasta 1955. De Victoria Ocampo, perdición austral, una quimera, que le hace verse ante sí mismo como frágil y desarmado, en 1917 y también de una joven condesa 10 años más tarde, hipnótica para él cuando tiene más baja su autoestima.

Años 20, años de crisis. Toda su maquinaria intelectual se vuelca en la ratificación de sí mismo, cuando la filosofía de la razón vital va camino a ser razón histórica y siente que con él el pensamiento conquista por fin la superación del idealismo de occidente y postula una alianza entre irracionalidad y racionalidad como única vía de comprensión integral y resignada del hombre, su mundo, sus límites…. Resignada, pero sin tristeza, al revés, feliz de desenmascarar falsos consuelos, de hacer la vida como proyecto, de identificar lo iluso como ilusión inútil y cultivar la ilusión de lo real: Un Nietzsche civilizado.

Pero también hay un Ortega fósil a causa de las heridas de amor propio. Y se le nota que es patéticamente vulnerable. El resentimiento que le hace decir lo que dice y con el desdén que lo dice respecto a las masas y su incredulidad en quienes han de construir el futuro culto, educado, civil y europeo soñado para España.

Pero, continúa Jordi García afirmando, demasiadas veces los verdaderos fósiles hemos sido nosotros, los lectores, comentaristas, estudiosos, atados al Ortega más más caduco y vulnerable, el Ortega de la ESPAÑA INVERTEBRADA, el atenazado por el rencor o por el delirio apocalíptico, dada la villanía de las masas ignaras y la carencia de minorías selectas. Quizá no nos damos cuenta de que el peor enemigo de Ortega fue el propio Ortega, sobre todo después de leer a Heidegger y descubrir en él un asteroide filosófico, completamente imprevisto. Le cambió la vida por dentro y después por fuera. Desde 1932 dejó de actuar como insolente, provocativo, disperso y feliz ensayista de lo real para reencauzarse en una ruta que le había sido ajena, la filosofía profesional, la filosofía académica.

Aun así, tras leer ( 1947) el manuscrito olvidado de Leibniz, zanja su especie de pelea privada con Heidegger y haciendo un acto intelectualmente genial de olvidar quién ha sido y desistiendo al fin de quien quiere ser, vuelve a escribir en libertad, arrebatado y arrebatador: Vuelven a ser sus escritos antídoto contra el idealismo embaucador, y se convierte en sugestivo intérprete de sucesos en movimiento y vuelve a ser apto para fabricar en silencio, rumiando, personas libres y contingentemente felices, como lo había sido ya él mismo. Es entonces cuando, unido a su juventud en un salto inteligente y libre se convierte finalmente en un escritor del siglo XXI.

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Debo decir que leí en su día “LA REBELIÓN DE LAS MASAS” Y “ESPAÑA INVERTEBRADA”. Las entendí, porque conozco el contexto en que esas obras fueron escritas. Mi padre y yo comentamos muchas veces el proceso de desencanto de Ortega, un hombre que había tenido una fe absoluta en la Democracia y que había llegado a decir en el Parlamento, queriendo explicar que democracia y libertad eran otra cosa, la famosa frase: “NO ES ESO, NO ES ESO”. Él tuvo que oír, por ejemplo cuando los desórdenes tras ganar las elecciones las derechas en 1934, saliendo arbitrariamente los presos de la cárcel etc, a Federica Montseny que habló con inmenso desprecio sobre la burguesía, incluso la más digna, y la intelectualidad, y que tanto habían contribuido al progreso de Cataluña en particular y de España en general. La frase en cuestión, que también recuerdo de primera mano, fue que mientras ellos tomaban las calles “LOS RIUS Y LOS REBULL ESTABAN TRAS LOS VISILLOS DE SUS CASAS” ( Si algún catalán con cierta edad me lee, sabrá de que hablo. MARIONA REBULL y EL VIUDO RIUS de Ignacio Agustí son novelas emblemáticas para comprender el desarrollo de la Cataluña industrial)).

Es por ello, porque conozco su evolución, vi en mi casa desde la infancia los ejemplares de la Revista de Occidente y es ésta la faceta que más conocí de Ortega y Gasset , que me ha interesado mucho la reseña del libro de Jordi García, que por supuesto compraré en cuanto lo publiquen.
Un saludo

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
19/05/2014, 03:03
No me entiendo bien con Ortega. Supone las soluciones en un sitio al que no le veo interés. Trata de descargar la tensión intelectual sin apenas fricción, sin alboroto ni crisis genuina (*).

Veo las cosas de una manera muy distinta. Cualquier idea de la historia cae en una abstracción que la desautoriza de plano. ¿No es una ingenuidad pretender superar a Kant, pretender que ha sido dejado atrás (**)?

El cinismo y la desafección implican una distancia filosófica, llamar a la historia por un nombre distinto de los nombres que pertenecen al género moral. La idea moral, o su expectativa historizada, su interiorización colectiva, pide una actualización dramática, dejarse se sensiblerías y términos cómodos. ¡Pensar de otra manera!

La verdad es que no sé nada de la relación de Ortega con Heidegger. Lo que sé es que Ortega no era el mismo tipo de pensador. Heidegger piensa con esfuerzo, sin servirse de nada que sea cómodo. Va al caso con algo nuevo (***), sin términos desgastados, sin "cortesías" ni sensiblerías. ¿O no tiene el lenguaje una retórica del todo cuestionable? ¿no será, de hecho, su cuestión sociológica la imposición de un esquema aparente profundamente enraizado? ¿No está Ortega un poco pasado, mientras Heidegger suena, todavía, nuevo; no dice algo que está por venir?

(*) Hay quienes niegan que haya revoluciones, que "no hay nada nuevo bajo el sol".

(**) Hablo del neokantismo. Este año no me es posible hacer una crítica de la moral de Kant como querría (lo crucial lo he expuesto en varias ocasiones); actualmente, hay demasiadas cosas que reclaman mi atención. Sin embargo, encuentro en la idea moral de Kant más actualidad que en ninguna otra. Al menos a mí, Kant me dio una lección de desafección, de régimen para la moral; la moral es, de suyo, un régimen, si bien el régimen no es por entero suyo, una idea perfectamente determinada y a priori, contrariamente a lo que pensaba Kant. ¿O con Kant y Rochefoucauld no podemos pasar por alto, incluso, a Nietzsche y sus discípulos?

(***) La novedad de Heidegger no es suya, sino de la filosofía misma. Heidegger tiene más deudas que Ortega. Lo más nuevo de Heidegger ya estaba antes de él.

Eburnea
19/05/2014, 03:57
Hola Alberto y gracias. Entiendo lo que dices. No he leído todavía este libro pero sí reseñas y veo que se refiere no tanto al Ortega filósofo como al Ortega "ser humano". Es su biografía, su carácter, quizá prepotente, la ambigüedad en la que se movió: de un lado sus implicaciones políticas y su fe en una España moderna del SigloXX, culta, quizá un poco del estilo de la Alemania que él había conocido. Pero no cayó en la cuenta de que en el fondo cae en una especie de Despotismo Ilustrado, que ni disimula ni quiere disimular. Para él no todos somos igual, ¿Cómo va a ser igual para él una persona-masa, que alguien perteneciente a las minorías selectas?. De él he leído yo una interpretación del superhombre de Nietzsche que consiste en no ser del rebaño "NO IR LANA CON LANA Y CABEZA CON CABEZA".

No sé yo tanta filosofía como tú ni muchísimo menos, pero aun así nunca tuve a Ortega por un filósofo original, más bien, en todo caso un profesor de historia de la filosofía. Ya dice este biógrafo que es la parte de su vida más anodina. Y en cuanto a Hidegger, yo tampoco sabía nada ( ya leeré el libro), pero parece que en principio le atrajeron sus ideas por la causa que fuere, pero luego rompió definitivamente.
Hay dos Ortegas: El que a ti te interesa, que no es el más brillante a mi juicio y el contradictorio que quiso pertenecer a las élites políticas, que se decepcionó y ello se traduce en algunas obras que nos causan sorpresa: ESPAÑA INVERTEBRADA y LA REBELIÓN DE LAS MASAS. Este otro Ortega es el que más he conocido yo, sobre todo porque mi padre era un estudioso de la historia de la época.
Un saludo

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
19/05/2014, 04:16
Entiendo, amiga. Los pensadores de esa época me resultan muy cercanos porque bebo de la misma fuente que ellos. A veces, parece que su época hubiese quedado atrás (*). ¡Creo todo lo contrario! Según voy hacia atrás, me encuentro adelantado; si no se agotan ciertos espacios, si no se profundiza en ellos recorriéndolos por entero, el avance puede ser aparente, sin avance de fondo alguno. Estar al día en filosofía es algo muy distinto a ir con los tiempos que corren (**).

Heidegger es un caso aparte. Distinguiría el Heidegger histórico, el personaje, del pensador (todo lo que sé de él apunta a una persona despreciable, una “mala persona”). Últimamente, se ha vuelto a hablar de él por la publicación de unos diarios. No encuentro interés en su biografía (en la de ningún filósofo en particular); las biografías están sobrecargadas de afectividad, de prejuicios indeterminados que no vienen al caso, como la relación que tenga una filosofía determinada con su altura moral; hay miles de buenas personas que no serían capaces de alumbrar filosofía alguna. La interpretación no consiste en ir con las notas de la vida de nadie para poner la obra del autor al día y leerla según ellas; mejor visto, consiste en pensar la obra de nuevo, al margen del autor, reescribirla como si estuviese recién escrita.

Saludos

(*) Quedarse atrás no tiene sentido claro en la historia e la filosofía. La historia no se va, no pasa sin más; no hay un relevo dialéctico, a una altura determinada que elimine el resto que tiene debajo (detrás).

(**) Esta idea suena a Ortega y su "circunstancia". Vista desde “Fenomenología del espíritu” (***), de Hegel, palidece por completo.

(***) Hegel usaba otra expresión para lo mismo: "estado del mundo en general"; su idea era muchísimo más rica y compleja. Hegel tenía una perspectiva más amplia, ponía condiciones a lo pequeño y particular que encajaban en lo grande y general.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
20/05/2014, 05:33
carácter, quizá prepotente, la ambigüedad en la que se movió: de un lado sus implicaciones políticas y su fe en una España moderna del SigloXX, culta, quizá un poco del estilo de la Alemania que él había conocido. Pero no cayó en la cuenta de que en el fondo cae en una especie de Despotismo Ilustrado, que ni disimula ni quiere disimular. Para él no todos somos igual, ¿Cómo va a ser igual para él una persona-masa, que alguien perteneciente a las minorías selectas?. De él he leído yo una interpretación del superhombre de Nietzsche que consiste en no ser del rebaño "NO IR LANA CON LANA Y CABEZA CON CABEZA".

El término “aristocracia del espíritu” no es afortunado. Puede herir sensibilidades. Hoy en día, suena terrible. Ahora bien, ¿no haría falta, hoy en día, una renovación de las categorías que determinan lo superior, por qué algo vale más que otra cosa; que, visto de otro modo, no hay nada peor que la "indiferencia" (*) y el supuesto de un alineamiento de los hombres a una regla que no siguen y, naturalmente, no paran de traspasar?.

La igualdad de los hombres no es una idea que haya por sí sola. Para que los hombres sean iguales hay que elaborar una idea, crear cierto artificio. ¿Educación? ¿no quería Ortega crear un centro de educación para una cultura superior?

Si miro la cultura que me ha tocado vivir, la gente que me rodea, los hábitos que siguen, no veo ninguna superioridad. Hoy en día es común que la gente haya estudiado en el colegio y la universidad, pero veo tanta brutalidad, encuentro tan poco sitio para la correspondencia y el descanso interior, ni el mínimo rastro de una proporción con "pies y cabeza" (**), que no veo auténtico avance educativo ¿Y sería distinto si todos estudiasen filosofía, historia o antropología? No lo creo. Estudiar crea cierto hábito, cierto caldo de cultivo, no más.

¿Y la superioridad económica? De una u otra forma, todas las semanas me encuentro defendiendo ideas por las que cualquiera me consideraría marxista. No discuto ideas que puedan ser así o asá, una diversidad que no siga un orden determinado; hablo de ideas a priori, ideas que no se salgan del ámbito de su validez, que un tipo de liberalismo (en el que va integrada una expectativa educativa) no puede avanzar sin conflictos que contradicen la lógica de su avance, abstrae sus tropiezos; su avance va por un sitio distinto del de un verdadero avance, su avance no descansa en una base que nutra genuinamente de avanzabilidad, que, siguiendo su paso, se llegue al fin esperado; anda más, da más pasos, pero no avanza.

(*) El principal interés de la indiferencia está en las preferencias de las que la indiferencia depende y a las que, tarde o temprano, se remite; no hay indiferencia sin preferencias. Por otro lado, la indiferencia es una idea negativa demasiado inductiva y por hacer, esto es, sin determinación genuina. Esta indiferencia, o, visto con mayor facilidad intuitiva, igualdad, reclama la elaboración de una idea que aproveche su ventaja y garantice su permanencia, se ajuste a su espacio sacando provecho de todo lo que surja; en otras palabras, que no se venga abajo a la mínima de cambio. Todo esto será decisivo para establecer una forma para el pensamiento, y otra distinta para la sensibilidad.

(**) Esta ética no es actual, ni, problablemente, lo haya sido nunca; una ética genuina está a la espera, todavía, por venir. Por mucho que especulemos con ella, siempre llegará tarde; será tardía y, fundamentalmente, distante; no está, ahí mismo, presente.

Eburnea
20/05/2014, 08:56
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Alberto. Está claro que todos somos iguales ante los Derechos, faltarías más, y que es políticamente poco correcto afirmar que una opinión nos resulta más válida que otra. Pero, sin embargo, ante un espectador, un contertulio, un ciudadano... ante mí, por citar un ejemplo, no tiene el mismo valor, ni igualo, la opinión sobre algo o alguien de quien es ponderado, correcto, utiliza el raciocinio, tiene en cuenta los argumentos en contrario, fundamenta los suyos y, además está enterado de lo que dice, bien enterado que quien habla porque sí y sienta cátedra encima y si te descuidas te avasalla.

Hemos generado una confusión en el tema de la igualdad y hemos metido en un mismo saco la igualdad de criterios, como si fuera la igualdad a la sanidad al trabajo o a la vivienda. No creo que me esté permitido decir, "No me gusta Newton, prefiero a Einstein" y ya está, sin más argumentación o tan solo por cuestión cronológica y si lo hago alguien o muchos estarán autorizados a no poner en pie de igualdad mi criterio que el del estudioso que sabe bien de qué habla. Además suele ir en relación directa: A mayor desprecio por la cultura ( !Cuidado, que si tienes aspiraciones intelectuales te llaman elitista, como si no costara horas y horas que otros ocupan en otros menesteres) más prepotencia y peor educación. Eso de "Es mi opinión" ¿Qué pasa?, la vulgaridad, la zafiedad en muchos aspectos, que parece que el que estudió tenga que pedir perdón, debio de ser lo que hizo hablar a Ortega de las minorías selectas, que -situémosnos en su contexto- debieron dejarle perplejo y decepcionado ( lo dejaron).

El otro día hicieron en no sé qué programa de TV un zapping sobre unas preguntas de cultura general que unos famosos, que ganan muchísimo dinero en un relity tenían que superar:
- Años que tiene un lustro
-Estrella que hay que buscar si se ha perdido el norte
-Capital de EEEUU

¿Lo viste?. Hubo repuestas como:
100 años, el lucero del alba e Inglaterra como capital de EEUU. Y al hacerles ver el error, pues: ¿Qué pasa? Se me habrá ido la olla, ja, ja.. y otras burlas y en común, jactarse

Ante esto , se me perdone, pero una se siente tentada a pensar: Seremos todos iguales, pero unos más iguales que otros.

Un saludo, Alberto. Y un placer intercambiar con una persona tan correcta.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
25/05/2014, 07:10
Hola de nuevo, amiga Eburnea. Esta misma mañana he leído el artículo de "El país" Fulgurante Ortega.

Ortega es cómodo de leer. Lo que me ocurre con él es que no le veo interés filosófico. Es innegable que escribe bien, y sabe de qué habla; ahora bien, simpatiza demasiado con el lector, en gran medida, se pone a su altura. Una idea del pensamiento original brota de una distinción radical, dicho de una manera muy intuitiva, de respirar aire fresco; de no andar siempre con lo mismo, sino crear un nuevo sitio, un ámbito distinto para pensar; renovar el suelo que se cultiva, promover su fertilidad.

Como dije, me entiendo mucho mejor con Heidegger. Heidegger se descarga del peso sobrante. No es casual, de ninguna manera, el interés de Heidegger por el lenguaje y otros términos tan próximos que parece que su actualidad estuviese ya en ellos, sin, apenas, preparación ni espera, esto es, sin desventaja, como si se estuviese, cabalmente, ahí; como si lo venido nos hubiera caído de cielo directamente a las manos (*); como si el venir no comprendiese de suyo un instante venido, sin nada entremedias, cierta anterioridad a la que remontarse, un espacio de coexistencia; como si, dicho en otras palabras, no tuviese en sí una fase más profunda que la aparente sobre la que apoyarse y sin la que no sería nada. Lo dado es el espacio del pensamiento que es ocupado sin, acaso, pedir permiso.

Ciertamente, el artículo menciona la relación de Ortega con Heidegger. Habla de ella por hablar de ella; no nos dice nada de su interés. ¿Hasta qué punto podemos decir, justamente, que Heidegger no dijese nada del ser (**)? Diría lo siguiente: pensar una pregunta no consiste en responderla, en satisfacer su inquietud, ¡qué espera!; sino, precisamente, en darse tiempo, en demorar la respuesta y sacar algo de donde parece no haber nada.

Un saludo, amiga mía

(*) La caída es una figura, sin duda, de interés existencial; el vacío mira al ser a la cara, ¡el sustrato de una antropología pura!

(**) Los sentidos del ser, su multiplicidad, es un tema que está en toda pregunta; su sentido no se limita a su cara más inmediata en una respuesta, a unificar lo múltiple tratando de reducir su ámbito; mejor visto, sucede todo lo contrario, en lugar de ir a la cosa de la pregunta, se esconde el bulto.

Eburnea
25/05/2014, 12:18
Como me alegra, Alberto, que hayas leído el artículo en su versión original.Yo tengo abono del País del sábado y Domingo, por el monográfico de este día y por Babelia de los sábados. Ya sabes que habla básicamente de libros y el apartado de cultura de ese día suele ser también interesante. A veces me encuentro con reseñas o con autores que ya conozco o que no me convencen mucho, pero otras me topo con alguna publicación o algún punto de vista que me interesa o que veo que estaría bien contrastar. Me sucedió con ese libro de Ortega y por eso lo comenté. En general me interesa más de un tema, la Historia, por ejemplo, y la PRIMERA GUERRA MUNDIAL, que siempre estuvo algo tapada por la Segunda, ha sido muy buscada por mí. Este año con el centenario ha surgido bastante y ayer en Babelia de nuevo, el artículo de Muñoz Molina me hizo reflexionar: Se titula "EL TESTIGO" y nos muestra la evolución asombrosa e increíble del intelectual alemán Harry Kessler, a propósito de sus diarios manuscritos que aparecieron en una caja fuerte de Mallorca. Un hombre lúcido, cosmopolita, como lo fueran, Stefan Zweig, Frud, Thomas Man, y que a propósito del inmenso despropósito de esa contienda, se convierte en cruel beligerante y expresa palabras terribles, cual si las circunstancias históricas fueran capaces de hacernos sufrir metamorfosis tales, que hasta perdiéramos, no sólo cualquier atisbo de sensibilidad sino la capacidad de razonar. Eso en alguien que se pudo considerar SABIO.???. Aparecen también 16 títulos emblemáticos sobre el tema y existen desde luego algunas omisiones clamorosas, como es la trilogía de Alexander Soljenitsin.
De todo hay, pero de vez en cuando, se encuentra algo, de Historia, de Filosofía, de Literatura, que al menos nos da para reflexionar o para consultar o para decidirnos a comprar un libro o para, como en el caso de Ortega, intercambiar opiniones con un amigo. Al margen de lo que se piense de Ortega o de cualquier otro tema, siempre es agradable, un lujo, diría yo, en los tiempos que corren , donde tantas cosas carentes de sentido se dicen.

Un cariñoso saludo

Emeric
12/08/2014, 18:37
Hola Alberto y gracias. Entiendo lo que dices. No he leído todavía este libro pero sí reseñas y veo que se refiere no tanto al Ortega filósofo como al Ortega "ser humano".Exacto. Ese es el Ortega que yo también estudié en Literatura Española más que en Filosofía.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
13/08/2014, 05:45
Entiendo sus posturas. Lo que yo pienso es que por mucho interés que pueda haber en el hombre individual, de carne y hueso que vive su tiempo (*), es una minucia filosófica. La filosofía se escribe con pensamientos.

(*) No creo que Ortega estuviese de acuerdo conmigo. Por mi parte, me reafirmo. El vitalismo es una filosofía ingenua y, filosóficamente, blanda.

La filosofía de la historia, por tratar de un ámbito esencialmente problemático (**), debiera empezar pensando cómo hacer que la historia cuadre en todo hombre; dicho en otras palabras, si la historia sigue una misma regla en todo tiempo que pasa.

(**) Esto es, sin determinación estricta.

Saludos

Asexperia
13/08/2014, 09:19
José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.

Aquí en Santo Domingo hay una avenida importante con el nombre de Ortega y Gasset.

http://www.enfocarte.com/1.11/images/ortega4.jpg

Emeric
26/09/2014, 14:35
http://www.youtube.com/watch?v=NihqwlyHhbY