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Davidmor
05/04/2014, 08:09
EL TÉRMINO “Pentateuco” se refiere a los primeros cinco libros de las Escrituras Hebreas inspiradas... Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. ¿Quién escribió estos libros?

Dentro del propio Pentateuco se pueden encontrar declaraciones que atribuyen la escritura a Moisés (aunque la información acerca de su muerte probablemente fue añadida por Josué). (Éxo. 17:14; Núm. 33:2; Deu. 31:9) Similarmente otras porciones de la Biblia testifican que Moisés fue el escritor. (Jos. 1:7, 8; Jue. 3:4; 1 Rey. 2:3) Jesucristo obviamente aceptó esto como un hecho. Dijo a los judíos: “Si creyeran a Moisés me creerían a mí, porque aquél escribió de mí.”—Juan 5:46.

Pero muchos eruditos modernos rechazan este testimonio, proponiendo en su lugar su llamada “teoría documental.” Alegan que los documentos sobre los cuales se basa el Pentateuco fueron escritos por varias personas y mucho después del tiempo de Moisés. Dice The Interpreter’s Dictionary of the Bible (tomo 3, pág. 726): “Los documentos en sí mismos fueron escritos en diversas ocasiones, comenzando en el siglo décimo antes de la E.C. y terminando a mediados del sexto, cuando la totalidad de la historia primaria fue completada.”

De acuerdo con la teoría documental, hay cuatro fuentes básicas (algunos añadirían otras más) para la información que contiene el Pentateuco. Estas se llaman “J” (por Jahwist [Yahvista]), “E” (Elohist [Elohísta]), “P” (Priest Codex [Códice Sacerdotal]) y “D” (la fuente en la cual se dice que se basa mucho del libro de Deuteronomio). La base fundamental para la teoría documental es que el uso de diferentes títulos para Dios indica diferentes escritores. ¿Pero es esto razonable? ¿No podría un solo escritor lógicamente emplear varios títulos para mayor variedad o para revelar diferentes atributos de Dios?

Al examinar solamente unos cuantos capítulos del primer libro del Pentateuco, Génesis, encontramos títulos como “Dios Altísimo,” “Productor de
cielo y tierra,” “Señor Jehová,” “Dios que ve,” “Dios Todopoderoso,” “Dios,” el “Dios verdadero,” y “el Juez de toda la tierra.” (Gén. 14:18, 19; 15:2; 16:13; 17:1, 3, 18; 18:25) El que uno asigne cada sección a un escritor diferente con los diferentes apelativos para Dios como base separaría el relato en fragmentos sin significado.
Por otra parte, cuando consideramos el registro como un todo coherente, podemos rápidamente ver que los diferentes títulos para Dios se usan de propósito, revelando a Jehová en sus diferentes atributos y en sus varias obras y tratos con su pueblo.

Además, sería de esperarse que hubiera variedad de expresión. La variedad de expresión es, como hizo notar el profesor Segal, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “una característica corriente en todo estilo de narración hebreo, y particularmente en la designación de nombres de personas.” Al ilustrar este punto, llamó la atención al capítulo 18 de Éxodo, donde “Jetro” y “suegro” se usan de manera alternada, evidentemente por variedad.

Censurando lo irrazonable de la teoría documental, el egiptólogo K. A. Kitchen dice: “En la crítica del Pentateuco hace mucho que ha sido la costumbre dividir el todo en distintos documentos o ‘manos’. . . . Pero la práctica de la crítica del Viejo Testamento de atribuir estas características a diferentes ‘manos’ o documentos se convierte en manifiesto absurdo cuando se aplica a otros escritos antiguos orientales que despliegan fenómenos precisamente similares.” Entonces cita un ejemplo de una biografía egipcia que, usando el método teórico empleado por los críticos del Pentateuco, podría ser atribuido a diferentes “manos.” Pero esta biografía egipcia “fue concebida, compuesta, escrita, y grabada dentro de unos meses, semanas, o aun menos. No puede haber ‘manos’ detrás de su estilo, que meramente varía de acuerdo con los temas a la vista y la cuestión del trato apropiado.”—The New Bible Dictionary, pág. 349.

La teoría documental no solamente es absurda; también de hecho violenta la narración bíblica. Haría del relato de como José fue vendido por sus medio hermanos una torpe combinación de dos historias contradictorias. Por ejemplo, The Interpreter’s Dictionary of the Bible (tomo 3, pág. 713) declara: “Hay dos relatos de lo sucedido, que han sido unidos para formar una confusión. En uno, José fue arrojado en una cisterna y dejado allí a morir. Fue encontrado por madianitas, llevado a Egipto, y vendido allí (vss. 22-24, 28a [hasta ‘cisterna’], 28c-30, 36; la fuente es E). En el otro, fue vendido a un grupo de ismaelitas que pasaban (vss. 25-27, 28b [hasta ‘plata’], 31-35; la fuente es J). Rubén figura como intercesor por José en uno (E), Judá en el otro (J). Solamente esa separación ofrece un relato inteligible del episodio.”

Pero, ¿requiere el relato esa separación para ser “inteligible”? ¿No resulta más bien en confusión esa separación, de modo que al lector se le hace imposible saber lo que realmente pasó? Si este punto de vista fuera correcto, eso significaría que sería imposible considerar el relato inteligentemente como un todo armonioso. Sin embargo, a través de los siglos, millones de personas sensatas, incluso eruditos estudiosos, han hecho eso.

Brevemente, lo siguiente es lo que ocurrió. Al ver a José a la distancia, sus medio hermanos se pusieron a maquinar contra él, diciendo: “¡Miren!
Ahí viene ese soñador. Y ahora vengan y matémoslo y arrojémoslo en una de las cisternas.” El primogénito Rubén, sin embargo, deseó impedir el plan criminal, e insistió en que no mataran a José, sino que lo echaran en una cisterna de agua que se había secado. Cuando José llegó, le quitaron la larga prenda de vestir rayada y pusieron en práctica lo recomendado por Rubén. Subsecuentemente, mientras estaban comiendo, avistaron una caravana de ismaelitas. Para este momento Rubén ya había partido. Y en su ausencia Judá convenció a los otros de que, más bien que matar a José (lo que hubieran hecho dejándolo en la cisterna), sería mejor venderlo a los mercaderes que pasaban. “Por lo tanto [los medio hermanos de José, como se indica por el contexto] halaron y alzaron a José de la cisterna y entonces vendieron a José a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Con el tiempo éstos llevaron a José a Egipto. Más tarde volvió Rubén a la cisterna y he aquí que José no estaba en la cisterna.” (Gén. 37:18-29) ¿Es este relato difícil de entender?

Seguramente no es necesario alegar que en un relato el intercesor era Rubén y en el otro Judá. Hubo dos diferentes ocasiones envueltas en el asunto. La Biblia dice: “Más tarde volvió Rubén,” indicando que él no estaba presente cuando Judá recomendó que José fuera vendido.

El hecho de que el término “madianitas” e “ismaelitas” aparentemente se usan alternadamente no presenta ningún problema. Siendo descendientes de Abrahán a través de sus hijos Ismael y Madián, los dos pueblos sin duda eran muy parecidos en su modo de vivir, y el casarse entre ellos pudo resultar aun en mayor amalgamación. También pudo ser que los mercaderes madianitas estuvieran viajando en una caravana ismaelita.

Por lo tanto se ve que la “confusión” no está en la Biblia, sino en los que se adhieren a la teoría documental. El testimonio de la Biblia de que Moisés escribió el Pentateuco permanece irrefutable.

El escritor de Génesis

En el Instituto Technion de Haifa un equipo de investigadores llevó a cabo un análisis lingüístico del libro de Génesis por medio de registrar las 20.000 palabras de éste en un ordenador programado para estudiar el uso de palabras y cuántas veces ocurren. Los resultados provocaron un nuevo debate sobre quién escribió el libro. Por años eruditos de la Biblia se han adherido a la llamada hipótesis documentaria... que sostiene que Génesis no fue escrito ni compilado por una sola persona, Moisés, sino por varios escritores, algunos de los cuales vivieron mucho tiempo después de éste. No obstante, los investigadores informaron que el estudio que se llevó a cabo con el ordenador indicó que había una probabilidad de 82 por ciento de que el libro fue escrito por una sola persona y que se podía ver en él las “huellas digitales” del estilo de un solo escritor.

Aunque no se sintió convencido, el profesor Moshe Weinfeld de la Universidad Hebrea admitió que el estudio “quizás haya probado” que la hipótesis documentaria “se equivocó al afirmar que partes del Libro de Génesis probablemente fueron escritas durante la era moderna.” Otro profesor admitió que el estudio “tal vez muestre que se tiene que volver a investigar ciertos aspectos [de la hipótesis].”

Sean cuales sean las pruebas adicionales que produzcan los expertos en ordenadores, los cristianos verdaderos concuerdan con Jesucristo, quien atribuyó la compilación de la Ley, incluso del libro de Génesis, a Moisés.—Lucas 24:27, 44; vea también 2 Timoteo 3:16.

(Lucas 24:27) Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas les interpretó cosas referentes a él en todas las Escrituras.

(Lucas 24:44) En seguida les dijo: “Estas son mis palabras que les hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí tenían que cumplirse”.

(2 Timoteo 3:16) Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia,

--- Mensaje agregado ---

PENTATEUCO

Forma españolizada de la palabra griega (que significa “cinco rollos” o “volumen quíntuplo”) con la que se designan los primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

Contenido. El Pentateuco constituye una sección fundamental de la Palabra escrita de Dios, y buena parte de ella se cimenta sobre estos cinco libros. El primero de ellos, Génesis, presenta el relato inspirado de la creación, y narra la historia del hombre desde Edén a través de casi toda la era de los patriarcas hasta la muerte de José (desde “el principio” hasta 1657 a. E.C.). El segundo libro, Éxodo, comienza con la muerte de José y relata el nacimiento de Moisés en un tiempo de esclavitud, la liberación del pueblo de Dios del yugo egipcio y la inauguración del pacto de la Ley en Sinaí; incluye detalles acerca de la construcción del principal centro de adoración en el desierto, el tabernáculo (sucesos históricos acaecidos entre 1657 y 1512 a. E.C.). Levítico, el tercer libro, abarca solo un mes (1512 a. E.C.), y proporciona información inestimable acerca del sacerdocio levítico, su ordenación y deberes, así como las leyes y regulaciones que gobernaban el apoyo que la congregación debía dar a la adoración de Jehová. Como indica su nombre, el cuarto libro, Números, registra los censos que se tomaron poco después de comenzar la andadura por el desierto y también antes de que finalizara. Asimismo proporciona muchos detalles acerca de los cuarenta años que vagó Israel por el desierto (hasta 1473 a. E.C.) e incluye muchas leyes contenidas en el pacto hecho con la nación. El último libro, Deuteronomio, abarca un período de unos dos meses (1473 a. E.C.); explica porciones del pacto de la Ley y suministra muchos reglamentos que serían necesarios para la nueva generación de israelitas que se encontraban en las llanuras de Moab, listos para invadir y ocupar la Tierra Prometida. Sus últimos capítulos narran el nombramiento de Josué como caudillo tras la muerte de Moisés.

Escritor. En la Biblia se hallan, declaraciones explícitas que respaldan Moisés lo escribió. (Éx 17:14; 24:4; 34:27; Nú 33:2; Dt 31:9, 19, 22, 24-26.) Además, en muchos pasajes las declaraciones se atribuyen directamente a Moisés: desde su primera conversación que se registra (Éx 2:13, 14) hasta su última bendición del pueblo (Dt 33:1-29), lo que incluye algunos de sus largos discursos (Dt 1:1; 5:1; 27:1; 29:2; 31:1) y memorables cánticos. (Éx 15:1-19; Dt 31:30–32:43.) En 20 de los 27 capítulos de Levítico, los versículos de apertura nos indican que lo que sigue es la palabra de Jehová hablada a Moisés para que este a su vez la informara al pueblo. Lo mismo sucede en más de 50 ocasiones en el libro de Números. Por tanto, exceptuando los versículos finales de Deuteronomio, el propio contenido del Pentateuco demuestra fehacientemente que Moisés fue su escritor.

Muchos pasajes más de la Biblia testifican que la propia mano de Moisés escribió el Pentateuco. (Jos 1:7; Jue 3:4; 2Re 18:6; Mal 4:4.) Hombres como David (1Re 2:1-3), Daniel (9:11), Esdras (6:18 ), Nehemías (8:1), Jesús (Mr 12:26; Lu 16:29; Jn 7:19), Lucas (24:27) y Juan (1:17) se refieren a estos escritos y los atribuyen a Moisés. Como prueba concluyente, Jesús reconoció específicamente que Moisés fue el escritor (Mr 10:3-5; Jn 5:46, 47), como también lo reconocieron los saduceos (Mr 12:18, 19).

Davidmor
05/04/2014, 08:14
¿De dónde obtuvo Moisés la información que incluyó en el Génesis?

Toda la información contenida en el libro de Génesis narra acontecimientos que ocurrieron antes del nacimiento de Moisés. Pudo recibirla directamente por revelación divina. Es obvio que alguien tenía que recibir de esa manera todos los datos relacionados con lo que sucedió antes de la creación del hombre, ya fuera Moisés o alguien anterior a él. (Gé 1:1-27; 2:7, 8.) Sin embargo, tanto esta información como la restante pudo haberle llegado a Moisés por tradición oral. Debido a la longevidad de los hombres de aquel tiempo, la transmisión pudo haberse efectuado desde Adán hasta Moisés mediante solo cinco eslabones humanos: Matusalén, Sem, Isaac, Leví y Amram. Una tercera posibilidad es que Moisés obtuviese mucha de la información para escribir Génesis de documentos o escritos ya existentes. Ya en el siglo XVIII de nuestra era, el docto holandés Campegius (Kempe) Vitringa sostuvo este mismo punto de vista, apoyándose en el hecho de que en el texto de Génesis aparece unas diez veces la expresión “estas son las generaciones de” (Mod), y una vez, “este es el libro de las generaciones de”. (Gé 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2.) La palabra hebrea que en estas dos expresiones se traduce por “generaciones” es toh·le·dhóhth, un término que se traduciría mejor por “historias” u “orígenes”. Por ejemplo, no parece propio hablar de las “generaciones de los cielos y la tierra”, pero sí de la “historia de los cielos y la tierra”. (Gé 2:4.) Por esa razón, varias traducciones modernas emplean la palabra “historia” en todos los versículos citados anteriormente (NM), o al menos en algunos de ellos (BC; CI; Ga; MK; NBE; Str; Val, 1989; VP). En cualquier caso, no cabe duda de que tal como el hombre hoy está interesado en guardar un registro histórico exacto de los acontecimientos, también lo estuvo desde un principio.

Apoyándose en las razones expuestas, tanto Vitringa como otros estudiosos posteriores han entendido que cada vez que en el texto de Génesis se emplea toh·le·dhóhth, se hace referencia a documentos escritos diferentes que obraban en poder de Moisés y en los que se basó para escribir gran parte del libro. Han entendido que los nombres a los que se refiere la expresión “historia de” (Adán, Noé, los hijos de Noé, Sem, Taré, Ismael, Isaac, Esaú y Jacob) fueron los autores del documento o bien sus depositarios. Claro que esta explicación deja sin aclarar cómo llegaron estos documentos a las manos de Moisés y por qué tuvo que valerse de información que procedía de hombres que no se distinguieron por ser adoradores fieles de Jehová (como Ismael y Esaú) para escribir una buena parte de Génesis. Por otra parte, es del todo posible que la expresión “esta es la historia de” sea tan solo una frase introductoria para dividir convenientemente en secciones un relato que en conjunto resulta largo. Mateo hace en su evangelio un uso similar de este recurso. (Mt 1:1; véase ESCRITURA.)

Por lo tanto, no se pueden ofrecer conclusiones categóricas respecto a las fuentes de información que Moisés tuvo a su alcance. En lugar de suponer que fue solo por una de las tres vías comentadas, cabe pensar que la información pudo haberle llegado por las tres: revelación directa, transmisión oral y documentos escritos. Lo realmente importante es que Jehová Dios guió al profeta Moisés de manera que escribiera por inspiración divina. (2Pe 1:21.)

El contenido tenía que servir de guía inspirada para las generaciones futuras. Había que leerlo con regularidad al pueblo (Dt 31:10-12; 2Re 23:2, 3; Ne 8:2, 3, 18 ), y los reyes de Israel tenían que seguir sus instrucciones. (Dt 17:18, 19.)

La “hipótesis documental” de la crítica. Un grupo moderno de críticos de la Biblia ha cuestionado que una sola persona, Moisés, hubiese escrito
o compilado Génesis. Afirman que el libro tuvo varios escritores, algunos de los cuales vivieron mucho después de Moisés. Aduciendo variaciones estilísticas y léxicas, han formulado la llamada “hipótesis documental”, según la cual el primer libro de la Biblia se nutrió de tres fuentes principales, que se designan así: “J” (Jahvista o Yavista), “E” (Elohísta) y “P” (Priesterkodex o sacerdotal). Como algunos acontecimientos narrados en Génesis parecen estar repetidos o son similares a otros que figuran en el mismo libro, hay quienes van aún más lejos y creen distinguir hasta catorce fuentes de información distintas. Afirman que estas varias fuentes o escritores sostenían puntos de vista y enfoques teológicos diferentes y que, pese a esa amalgama, Génesis guarda cierta coherencia como un todo. Con el objeto de defender su hipótesis, recurren a muchas explicaciones absurdas, algunas de las cuales se mencionan a continuación.

El soporte principal de la hipótesis documental es el empleo de títulos diferentes para referirse a Dios; según su punto de vista, esto indica que hubo distintos escritores. Sin embargo, lo irrazonable de ese criterio se puede demostrar con solo una pequeña porción de Génesis, en la que figuran los títulos siguientes: “Dios Altísimo” (ʼEl ʽEl·yóhn, Gé 14:18 ), “Productor de cielo y tierra” (14:19), “Señor Soberano” (ʼAdho·nái, 15:2), “Dios de la vista” (16:13), “Dios Todopoderoso” (ʼEl Schad·dái, 17:1), “Dios” (ʼElo·hím, 17:3), “Dios verdadero” (ha·ʼElo·hím, 17:18 ) y “Juez de toda la tierra” (18:25). Si se intentase aplicar este criterio para atribuir cada una de estas secciones a escritores diferentes, las dificultades que se originarían serían insalvables y se rayaría en el absurdo. La verdad del caso es que la variedad de títulos que en el libro de Génesis se aplican a Dios se emplean debido a su significado y revelan a Jehová en sus diferentes atributos, obras y tratos con su pueblo.

Aún hay otros ejemplos: debido al uso que recibe la palabra hebrea ba·ráʼ en Génesis 1:1, se ha dicho que esta sección debió proceder de la fuente “P”. Sin embargo, la misma palabra se emplea en Génesis 6:7, una sección atribuida a la fuente “J”. Se ha afirmado que la expresión “la tierra de Canaán”, que figura en varios pasajes del texto de Génesis (por ejemplo, en Gé 12:5; 13:12a; 16:3; 17:8 ), es una peculiaridad de un escritor que pertenece a la fuente “P”, por lo que los críticos que defienden la hipótesis documental sostienen que esos pasajes los escribió un autor vinculado a esa fuente. Pero la misma expresión aparece en los capítulos 42, 44, 47 y 50, capítulos que los mismos críticos atribuyen a las fuentes “J” y “E”. Por consiguiente, hay que reconocer que, aunque los críticos aducen que las aparentes incoherencias del texto solo se pueden entender tomando en cuenta su hipótesis, un estudio detenido de sus explicaciones demuestra que la hipótesis documental misma está plagada de incoherencias.

Si las secciones que se atribuyen a cada una de las hipotéticas fuentes del texto se entresacasen parte por parte y oración por oración, y luego se recompusiesen, tendríamos un conjunto de narraciones ilógicas e incoherentes. Si aceptásemos que más tarde un compilador las tomó de sus supuestas fuentes y las entremezcló en un solo libro, nos veríamos obligados a creer que esas narraciones, de por sí incoherentes, fueron aceptadas como históricas y utilizadas en Israel durante siglos, antes de ser compiladas en un solo texto. ¿Pero qué escritor —en particular, qué historiador— pretendería siquiera hilvanar relatos tan inconexos? Y aun en el caso de que lo hiciese, ¿qué nación aceptaría el producto como la historia de su pueblo?

El siguiente comentario del egiptólogo K. A. Kitchen pone de manifiesto la insensatez de quienes abogan a favor de la “hipótesis documental”. Dice: “En la crítica del Pentateuco se ha tenido por costumbre dividir el todo en documentos separados o ‘manos’. [...] Pero la costumbre de los críticos del Antiguo Testamento de atribuir estas características a ‘manos’ o documentos diferentes cae en el absurdo cuando se aplica a otros manuscritos orientales antiguos en los que se da un fenómeno muy similar”. Luego, K. A. Kitchen pone como ejemplo una biografía egipcia. Si se aplicara el mismo método de la hipótesis documental que han seguido los críticos de Génesis, podría atribuirse a ‘manos’ diferentes, si bien esto no sería posible, pues se ha podido probar que la biografía “fue ideada, compuesta, escrita y grabada en muy pocos meses, semanas o, tal vez, hasta en menos tiempo. Las diferencias de estilo no pueden deberse a la intervención de varias ‘manos’, pues las variaciones de estilo dependen del tema y de su tratamiento”. (The New Bible Dictionary, edición de J. Douglas, 1980, pág. 349.) La propia debilidad de la hipótesis de los críticos refuerza la idea de que fue un solo hombre, Moisés, quien escribió el bien trabado y coherente registro de Génesis por inspiración divina.