PDA

Ver la versión completa : Mantengámonos castos salvaguardando el corazón



Davidmor
02/04/2014, 19:17
“Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” (PROVERBIOS 4:23.)

EL CUADRO quizá parecía pasado de moda. Puede que no encajara con la decoración de la casa. Por la razón que fuera, su dueño no le encontraba mucha utilidad, así que terminó en una venta benéfica de objetos usados con una etiqueta que marcaba 29 dólares. Sin embargo, unos pocos años más tarde, se descubrió que su valor ascendía a casi un millón de dólares. En efecto, resultó que era una excepcional obra de arte. Imaginemos lo que sintió su anterior propietario cuando supo que había subestimado aquel tesoro.

2 Algo parecido suele ocurrir con la castidad, es decir, la pureza moral de una persona. Hoy día, muchísima gente le resta valor a su propia castidad. Algunos consideran que está pasada de moda, que no encaja con la vida moderna, así que la venden barata, a menudo por unos pocos instantes de gratificación sexual. Y hay quienes la sacrifican para que sus compañeros o alguien del sexo opuesto tengan mejor opinión de ellos (Proverbios 13:20).

3 Muchos descubren muy tarde lo valiosa que era realmente su castidad. Con frecuencia se trata de una pérdida lamentable, pues, como expresa la Biblia, el resultado de la inmoralidad puede ser como veneno, “tan amargo como el ajenjo” (Proverbios 5:3, 4). En vista del clima de corrupción moral de hoy, ¿qué nos permitirá valorar y mantener nuestra castidad? Veamos tres pasos relacionados entre sí que podemos dar.

Salvaguardemos el corazón

4 La clave para mantenerse castos es proteger el corazón. La Biblia aconseja: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida” (Proverbios 4:23). ¿Qué significa la expresión “tu corazón”? No se trata del órgano físico, sino del corazón figurado. Se refiere a la persona que somos por dentro, lo que incluye los pensamientos, sentimientos y motivos. La Palabra de Dios nos dice: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital” (Deuteronomio 6:5). Jesús enseñó que este es el mayor mandamiento (Marcos 12:29, 30). Está claro que ese corazón tiene un valor inmenso, de modo que vale la pena que lo salvaguardemos.

5 Sin embargo, la Biblia también indica que “el corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado” (Jeremías 17:9). ¿Cómo puede el corazón ser traicionero, y representar por ello un peligro para nosotros? Pues bien, un automóvil, por ejemplo, es algo valioso, tanto que hasta puede salvarnos la vida en una emergencia. Pero si el conductor no lo domina ni controla constantemente el volante, ese mismo vehículo quizá se convierta en un arma mortal. De igual manera, si no salvaguardamos el corazón, estaremos a merced de todos los deseos e impulsos internos, y nuestra vida seguirá una trayectoria desastrosa. Como señala la Palabra de Dios, “el que confía en su propio corazón es estúpido, pero el que anda con sabiduría es el que escapará” (Proverbios 28:26). En efecto: podemos andar con sabiduría y escapar del desastre si nos dejamos guiar por la Biblia, como quien consulta un mapa de carreteras antes de emprender un viaje (Salmo 119:105).

6 El corazón no nos inclinará hacia la castidad de un modo natural, sino que debemos dirigirlo en esa dirección. Una forma de hacerlo es reflexionar en el auténtico valor de la castidad. Es una virtud muy relacionada con la santidad, la cual, a su vez, significa pureza, separación del pecado. La santidad es una cualidad preciosa que forma parte de la naturaleza misma de Jehová Dios. Cientos de versículos bíblicos la atribuyen al Creador. De hecho, las Escrituras enseñan que “la santidad pertenece a Jehová” (Éxodo 28:36). Pero ¿qué tiene que ver esta excelsa cualidad con nosotros, que somos seres humanos imperfectos?

7 Jehová nos manda en su Palabra: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). En efecto, podemos imitar la santidad de Dios; podemos ser puros ante él, mantenernos castos. De forma que cuando nos abstenemos de cometer actos impuros y deshonrosos, procuramos alcanzar un privilegio preciado y emocionante: el de reflejar una hermosa característica del Dios Altísimo (Efesios 5:1). No supongamos que eso está fuera de nuestras posibilidades, pues Jehová es un Amo sabio y razonable, que nunca nos pide más de lo que podemos dar (Salmo 103:13, 14; Santiago 3:17). Claro, conservar la pureza moral y espiritual requiere esfuerzo. Sin embargo, el apóstol Pablo indicó que “la sinceridad y castidad [...] se deben al Cristo” (2 Corintios 11:3). ¿Acaso no les debemos a Cristo y a su Padre todo esfuerzo por mantener la castidad? Al fin y al cabo, ellos nos han mostrado más amor del que jamás podremos darles a cambio (Juan 3:16; 15:13). Tenemos el privilegio de expresar nuestra gratitud llevando vidas que manifiesten moralidad y pureza. Ver la castidad de esta manera nos permitirá valorarla y salvaguardar el corazón.

8 También salvaguardamos el corazón por la forma en que nos alimentamos. Tenemos que nutrir regularmente la mente y el corazón con alimento espiritual sustancioso y concentrarnos en las buenas nuevas del Reino de Dios (Colosenses 3:2). Este hecho debe reflejarse incluso en nuestras conversaciones. Tener la fama de hablar sobre temas carnales o inmorales revela algo en cuanto a la condición de nuestro corazón (Lucas 6:45). Procuremos, más bien, que se nos conozca por conversar de asuntos espirituales y edificantes (Efesios 5:3). Hay graves peligros que debemos evitar para salvaguardar el corazón. Veamos dos de ellos.

Huyamos de la fornicación

9 El apóstol Pablo escribió bajo inspiración divina este útil consejo para salvaguardar el corazón y mantenerse castos: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Observemos que no solo dijo: “Eviten la fornicación”. Los cristianos tenemos que ir más allá. Debemos huir de tales actos inmorales como huiríamos de un peligro mortal. Si pasamos por alto este consejo, será más probable que incurramos en inmoralidad grave y perdamos el favor de Dios.

10 Pensemos, por ejemplo, en una madre que baña a su hijo pequeño y lo viste para una ocasión importante. Él le pregunta si puede jugar fuera de la casa hasta que toda la familia salga, y ella accede con una condición. Le dice: “Ni siquiera te acerques a aquel charco de allí. Si te manchas, te voy a castigar”. Sin embargo, a los pocos minutos, ve que el pequeño se tambalea de puntillas en la orilla misma del charco. Aún no se ha ensuciado... al menos por el momento. Pero ha pasado por alto la advertencia de no acercarse al charco, y es casi seguro que se ensuciará (Proverbios 22:15). Pues bien, aunque parezca mentira, muchos jóvenes y adultos cometen el mismo error. ¿A qué nos referimos?

11 En estos tiempos en los que tantos se han entregado “a apetitos sexuales vergonzosos”, ha surgido toda una industria que promueve las relaciones sexuales ilícitas (Romanos 1:26, 27). La pornografía prolifera como una plaga en revistas, libros y videocintas, así como en Internet. Está claro que quienes optan por introducir tales imágenes en la mente no están huyendo de la fornicación. Juegan con ella, tambaleándose en el mismo borde y desdeñando la advertencia bíblica. En vez de proteger el corazón, lo envenenan con gráficas imágenes que tal vez tarden años en desvanecerse de su memoria (Proverbios 6:27). Aprendamos del fiel Job, quien estableció un pacto, un compromiso formal, con sus propios ojos para no exponerlos a aquello que solo serviría para tentarlo a hacer lo malo (Job 31:1). ¡Qué buen ejemplo para nosotros!

12 En particular, es vital ‘huir de la fornicación’ durante el noviazgo. Este debería ser un período gozoso, lleno de esperanza e ilusión, pero algunas parejas lo echan a perder por jugar con la inmoralidad. Al mismo tiempo, se privan mutuamente del mejor fundamento para un buen matrimonio: una relación basada en el amor altruista, el autodominio y la obediencia a Jehová Dios. Una pareja de novios cristiana incurrió en conducta inmoral. Después de casarse, ella admitió que su conciencia la atormentaba, hasta el punto de ensombrecer la alegría del día de la boda. “Muchas veces le he pedido a Jehová que me perdone —confesó—, pero aunque han pasado siete años, la conciencia me sigue acusando.” Es esencial que quienes cometan este tipo de pecado pidan ayuda a los ancianos de la congregación (Santiago 5:14, 15). Sin embargo, muchas parejas cristianas evitan sabiamente estos peligros durante su noviazgo (Proverbios 22:3). Limitan las expresiones de afecto, se hacen acompañar de alguien cuando salen y tienen mucho cuidado de no estar juntos en lugares solitarios.

13 Los cristianos que entran en un noviazgo con quienes no sirven a Jehová se exponen a terribles dificultades. Por ejemplo, ¿cómo podríamos unirnos a alguien que no ama a Jehová? Es fundamental que los cristianos se unan bajo un yugo únicamente con quienes aman al Creador y respetan sus normas de castidad. La Palabra de Dios nos aconseja: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque, ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad?” (2 Corintios 6:14).

14 El conocimiento también es esencial. En realidad, no podemos huir de la fornicación si no sabemos en qué consiste. En el mundo actual, hay quienes han adoptado un concepto falso del significado de “fornicación”. Se imaginan que, siempre y cuando se abstengan del acto sexual propiamente dicho, pueden satisfacer sus impulsos sexuales con alguien con quien no están casados. En un intento por reducir la cantidad de embarazos no deseados entre adolescentes, incluso respetadas instituciones médicas han animado a los jóvenes a participar en comportamientos sexuales pervertidos que no conllevan el riesgo de embarazo. Tal consejo es totalmente erróneo. Evitar el embarazo fuera del matrimonio no es lo mismo que mantenerse castos, y la verdadera definición de “fornicación” no es tan limitada ni estrecha.

15 La palabra griega por·néi·a, que se traduce “fornicación”, tiene un significado mucho más amplio. Abarca las relaciones sexuales con alguien que no sea el cónyuge, y se refiere al uso indebido de los órganos sexuales. Por·néi·a incluye actos como el sexo oral, el sexo anal y masturbar a otra persona, prácticas que suelen relacionarse con prostíbulos. Quienes piensan que tales actos no son “fornicación” se engañan a sí mismos y han caído en uno de los lazos de Satanás (2 Timoteo 2:26). Por otra parte, mantenerse castos implica más que abstenerse de cualquier conducta que constituya fornicación. Para ‘huir’ de ella debemos evitar toda forma de inmundicia sexual o conducta relajada que pueda llevarnos a cometer el grave pecado de por·néi·a (Efesios 4:19). Tan solo así nos mantendremos castos.

Evitemos los peligros del flirteo

16 Otro peligro contra el que debemos estar alerta para preservar la castidad es el flirteo. Quizá haya quien insista en que se trata de un pasatiempo inocente e inofensivo entre personas de distinto sexo. Hay que admitir que existe un momento y un lugar para las atenciones de tipo romántico. Por ejemplo, Isaac y Rebeca fueron vistos “divirtiéndose” juntos de un modo que demostraba que no eran simplemente hermanos (Génesis 26:7-9). Pero, claro, eran marido y mujer. Las muestras de afecto entre ellos no estaban fuera de lugar. Ahora bien, el flirteo es algo muy distinto.

17 El flirteo consiste en la manifestación de interés romántico sin verdadera intención de contraer matrimonio. Los humanos somos seres complejos, por lo que ese coqueteo puede sin duda adoptar innumerables formas, algunas muy sutiles (Proverbios 30:18, 19). Por tanto, establecer reglas rígidas de conducta no es el mejor modo de abordar el asunto. Más bien, se requiere algo más elevado: un autoexamen honrado y la aplicación concienzuda de los principios bíblicos.

18 Siendo sinceros, probablemente la mayoría de nosotros tengamos que admitir que nos sentimos halagados cuando percibimos que alguien del sexo opuesto manifiesta cierto interés romántico por nosotros. Eso es natural. Ahora bien, ¿coqueteamos para despertar tal interés con el único fin de satisfacer nuestro ego o provocar esa reacción en alguien? Si así es, ¿hemos pensado en el dolor que quizá estemos causando? Por ejemplo, Proverbios 13:12 dice: “La expectación pospuesta enferma el corazón”. Si deliberadamente flirteamos con alguien, es probable que no sepamos con exactitud qué efecto tendrá eso en él o ella. Tal vez se haga ilusiones de entrar en un noviazgo y casarse, y la consiguiente decepción puede ser demoledora (Proverbios 18:14). Jugar a sabiendas con los sentimientos ajenos es una crueldad.

19 Es especialmente importante guardarnos de coquetear con personas casadas. No está bien demostrar interés romántico por ellas, ni que un casado lo demuestre por alguien que no sea su cónyuge. Por desgracia, algunos cristianos han creído erróneamente que no es malo cultivar tales sentimientos por personas del sexo opuesto ajenas a su matrimonio. Hay quienes confían a tal “amigo” o “amiga” sus inquietudes más profundas, y hasta pensamientos íntimos que no revelan a su cónyuge. El resultado es que los sentimientos románticos crecen hasta convertirse en una dependencia emocional que socava y destruye la unión marital. Los cristianos casados hacen bien en recordar la sabia advertencia de Jesús: el adulterio empieza en el corazón (Mateo 5:28). Por lo tanto, protejamos el corazón y evitemos situaciones que pueden acarrear consecuencias tan terribles.

20 Hay que admitir que no es fácil conservar la castidad en un mundo tan inmoral como este. Pero recordemos que es mucho más fácil conservarla que recuperarla una vez perdida. Claro, Jehová puede perdonar “en gran manera” y limpiar a quienes en verdad se arrepienten de sus pecados (Isaías 55:7). Sin embargo, no escuda de las consecuencias de sus actos a quienes incurren en la inmoralidad. Las secuelas pueden durar años, quizá toda la vida (2 Samuel 12:9-12). Mantengamos a toda costa nuestra castidad salvaguardando el corazón. Valoremos como un preciado tesoro la posición pura y casta que tenemos ante Dios, y jamás, jamás la perdamos.

¿Qué respondería?

• ¿En qué consiste la castidad, y por qué es tan importante?
• ¿Cómo podemos salvaguardar el corazón?
• ¿Qué entraña huir de la fornicación?
• ¿Por qué debemos evitar el flirteo?

Davidmor
02/04/2014, 19:19
[Preguntas del estudio]
1-3. a) ¿Cómo demuestra mucha gente que no valora su propia castidad? Ilústrelo. b) ¿Por qué es importante que examinemos el valor de la castidad?
4. ¿Qué es el corazón figurado, y por qué debemos salvaguardarlo?
5. ¿Cómo puede el corazón ser valioso y peligroso a la vez?
6, 7. a) ¿En qué consiste la santidad, y por qué es importante para los siervos de Jehová? b) ¿Por qué podemos estar seguros de que los seres humanos imperfectos podemos reflejar la santidad de Jehová?
8. a) ¿Cómo podemos nutrir el corazón figurado? b) ¿Qué pueden revelar de nosotros nuestras conversaciones?
9-11. a) ¿Por qué es más probable que incurran en inmoralidad grave quienes pasan por alto el consejo de 1 Corintios 6:18? Ilústrelo. b) ¿Qué evitaremos si realmente estamos huyendo de la fornicación? c) ¿Qué buen ejemplo nos dio el fiel Job?
12. ¿Cómo pueden ‘huir de la fornicación’ las parejas de novios cristianas?
13. ¿Por qué no deben los cristianos entrar en un noviazgo con alguien que no sirve a Jehová?
14, 15. a) ¿Qué punto de vista erróneo tienen algunos sobre el significado de “fornicación”? b) ¿Qué clase de actos incluye la “fornicación”, y cómo pueden los cristianos ‘huir’ de ella?
16. ¿En qué marco son apropiadas las atenciones de tipo romántico, tal como ilustra qué ejemplo bíblico?
17. ¿En qué consiste el flirteo, y cómo podemos reprimir tal tendencia?
18. ¿Qué impulsa a algunos a flirtear, y por qué es dañino tal proceder?
19. ¿Cómo puede el coqueteo poner en peligro matrimonios cristianos?
20. ¿Cómo debemos considerar nuestra castidad?

[Ilustración de la página 11]
Un automóvil puede ser peligroso si no se conduce debidamente

[Ilustraciones de la página 12]
¿Qué podría sucedernos si pasáramos por alto las advertencias?

[Ilustración de la página 13]
Un noviazgo casto es motivo de alegría y da honra a Dios