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Ver la versión completa : Por qué creo en la Biblia. Un científico nuclear narra su historia.



Davidmor
31/03/2014, 11:31
RELATADO POR ALTON WILLIAMS

EN 1978 tuvieron lugar en mi vida dos sucesos importantes. En septiembre me doctoré en física nuclear, y en diciembre fui ordenado ministro de los testigos de Jehová.

Cuando alguien se entera de que soy científico y a la vez Testigo, suele preguntarse cómo puedo conciliar los conocimientos científicos con la creencia en la Biblia. Debo reconocer que durante años yo también me preguntaba si ambos eran compatibles. Pero con el tiempo quedé absolutamente convencido de que las Escrituras están en armonía con los hechos científicos. ¿Cómo llegué a esa conclusión? Permítanme primero explicarles cómo me hice científico.

Un proyecto de diecinueve años

Nací en 1953, en Jackson (Misisipí, EE.UU.), y fui el tercero de once hermanos. Éramos una familia pobre. A menudo teníamos que mudarnos de casa porque mis padres no podían pagar el alquiler. Casi toda la comida la recibíamos gracias a un subsidio familiar que nos concedieron, y la ropa de segunda mano que llevábamos nos la daban las personas a las que mi madre les limpiaba la casa o la oficina.

Nuestros padres solían decirnos que la única manera de salir de la pobreza era recibiendo una buena educación académica. Por ello, a temprana edad me propuse obtener un título universitario. Entré en la escuela a los seis años y no dejé de estudiar durante los siguientes diecinueve años. Como me gustaban las ciencias y las matemáticas, cuando ingresé en la universidad empecé una carrera que me llevaría a ser científico.
En la universidad conocí a una joven llamada Del. Un profesor la había enviado a donde mí para que la ayudara con un curso de Fisicoquímica. Pero nuestras conversaciones pronto dejaron de limitarse a la ciencia, y nos enamoramos. El 10 de enero de 1974, durante un intervalo de dos horas entre clase y clase, nos casamos. Cuatro años después, en 1978, finalmente obtuve el doctorado.

Había conseguido lo que a mi entender era la clave del éxito. Ya era un científico, y ¡nada menos que un científico nuclear! Con mi título de doctor en Física Nuclear Teórica empezaría por fin a cosechar el fruto de mi larga formación académica. Ansiaba darme a conocer en el campo de la ciencia. Además, ahora podía elegir un puesto entre las muchas ofertas lucrativas de empresas privadas y de instituciones estatales.

No obstante, unos meses después, el 30 de diciembre de 1978, di un paso que resultó tener aún más influencia en mi vida y mi futuro que el doctorado que acababa de obtener. Ese día me bauticé en símbolo de mi dedicación a Jehová Dios y llegué a ser testigo de Jehová. ¿Qué me hizo dar ese paso?

Un libro despertó mi interés

A finales de 1977, mientras estudiaba en la Universidad de Massachusetts, en Amherst, dos Testigos llamaron a la puerta de mi apartamento. Yo había salido, pero Del estaba en casa con nuestro hijo de tres años y nuestra hija recién nacida. Mi esposa las invitó a pasar y, tras una agradable conversación, aceptó que la visitaran una vez a la semana para darle clases de la Biblia.
Cuando me lo dijo, enseguida objeté. No me importaba que se hiciera miembro de alguna religión, pero no la de los testigos de Jehová. La verdad es que sabía poco de ellos, pero tenía la idea preconcebida de que eran un grupo extraño que utilizaba la Biblia para engañar a la gente. Así que, en mi afán por liberar a mi mujer de “las garras de los Testigos”, decidí valerme de mis conocimientos científicos para desacreditar sus enseñanzas.

Un día interrumpí mi trabajo de investigación en la universidad y fui a casa con el fin de estar presente durante el estudio bíblico. Pero llegué más tarde de lo previsto, y la señora que visitaba a Del ya estaba a punto de marcharse. De todas formas, me dio un libro titulado ¿Llegó a existir el hombre por evolución, o por creación?, y le dijo a mi esposa que a la siguiente semana analizarían una profecía bíblica que muestra la importancia del año 1914. Aquella era precisamente la oportunidad que necesitaba. Le dije a la Testigo que para la siguiente clase estaría en casa. Quería comprobar la exactitud matemática de lo que iban a analizar tocante al año 1914.

Aquella misma noche empecé a leer el libro. Debo reconocer que me impresionó. Estaba redactado con lógica y contenía muchas referencias científicas sobre el tema de la evolución. Asombrado, me di cuenta de que el relato bíblico de la creación es mucho más exacto de lo que pensaba. Terminé de leer el libro a los pocos días y tuve que admitir que la Biblia no contradice los hechos científicos conocidos sobre la vida en la Tierra.

Decidido a hallar contradicciones

De todas formas, aún veía con escepticismo las enseñanzas de los Testigos, y deseaba comprobar matemáticamente la profecía bíblica acerca del año 1914. Tenía la esperanza de que así intimidaría a la Testigo y ayudaría a mi esposa a ver que las doctrinas que ellos enseñan están equivocadas.

A la semana siguiente, la señora regresó acompañada de un anciano de la congregación local de los testigos de Jehová, y él dirigió el estudio bíblico. Nos explicó las profecías de los capítulos 4 y 9 del libro bíblico de Daniel tocante a la llegada de Jesús como Mesías y Rey. Mi objetivo era hallar contradicciones matemáticas en lo que decía, pero no encontré ninguna. Al contrario, me volvió a impresionar la información tan lógica que contiene la Biblia.

Hasta ese momento pensaba que la fe en Dios se basaba más en la emoción que en la razón. ¡Qué equivocado estaba! Di las gracias a los Testigos por su instructiva explicación y les dije que me gustaría estar presente todas las semanas. A partir de entonces, además de estudiar en la universidad, estudiaba las Escrituras con los Testigos en compañía de mi esposa. Además, ambos empezamos a asistir a las reuniones que estos celebraban en el Salón del Reino.

En pocos meses aprendí muchas verdades bíblicas nuevas para mí y pronto reuní los requisitos para participar con la congregación en el ministerio de casa en casa... y eso que estaba a punto de obtener mi doctorado en la universidad, lo que consumía gran parte de mi tiempo. Terminé la tesis en el verano de 1978 y nos trasladamos al estado de Alabama, donde empecé a impartir clases de Física en la Alabama A. & M. University, en Huntsville. Tan pronto llegamos nos pusimos en contacto con los Testigos y reanudamos nuestro estudio de la Biblia con un anciano y su esposa. Al cabo de unos meses, Del y yo nos bautizamos el mismo día.

Científico y ministro religioso

En mi caso, he podido compaginar mi trabajo de científico con mi actividad como testigo de Jehová. En 1983 comencé a ejercer de astrofísico en el George C. Marshall Space Flight Center de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio), situado también en Huntsville. Mi trabajo, experimental y teórico, se relacionaba con un telescopio de rayos X (conocido también como el observatorio de rayos X Chandra y que fue puesto en órbita con éxito en 1999 por el transbordador espacial Columbia). Me gustó mucho participar en aquel programa, el cual implicaba analizar los rayos X emitidos por diversas estrellas y galaxias a fin de entender mejor el universo material.

El trabajo me resultaba doblemente agradable, pues además de suponer un reto científico, incrementaba mi aprecio por el poder y la sabiduría del Creador. De hecho, las palabras que pronunció Jehová a través del profeta Isaías cobraron especial significado para mí. El Creador dice: “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta” (Isaías 40:26). Cuanto más “levant[aba] los ojos a lo alto” para escudriñar la inmensidad, complejidad y belleza del universo, más apreciaba la obra del Diseñador inteligente que creó todo aquello y estableció las leyes que lo mantienen.

Durante aquel tiempo estuve atareado publicando en revistas científicas información nueva basada en mis investigaciones en el campo de la astrofísica de rayos X. Pero también me mantuve activo en la congregación cristiana. Servía de anciano y dedicaba unas veinte horas al mes a la predicación pública. Mi esposa emprendió la obra de educación bíblica a tiempo completo.

Después de trabajar unos cuatro años en la NASA, sentí la imperante necesidad de dedicar más tiempo a ayudar al prójimo a aprender las maravillosas verdades que se encuentran en la Biblia. Pero ¿cómo lo lograría? Tras hablar del asunto con mi esposa y exponérselo a Jehová en oración, me di cuenta de que tenía que tomar importantes decisiones.

Decisiones trascendentales

Abordé a mi supervisor inmediato de la NASA y le dije que quería trabajar solo cuatro días a la semana en lugar de cinco, y que, por supuesto, aceptaría una reducción de sueldo. Le expliqué también que la razón era que deseaba dedicar tres días a la semana a mi ministerio cristiano. Él estuvo de acuerdo, aunque nunca se había hecho tal concesión a los científicos de la NASA. No obstante, me dijo que se lo expusiera personalmente a su supervisor. Cuando lo hice, me llevé la agradable sorpresa de que este alto cargo también aceptó mi petición. Así que en septiembre de 1987 empecé mi carrera de ministro de tiempo completo, lo que implicaba participar en la predicación de casa y casa y en otros rasgos del ministerio durante unas noventa horas al mes.

Posteriormente me llamaron de la Alabama A. & M. University, en Huntsville, para ofrecerme un puesto docente en el Departamento de Física. Les respondí que únicamente lo aceptaría si podía dedicar la mayor parte de mi tiempo al ministerio. Les aseguré, no obstante, que mis actividades cristianas no restarían calidad a mi enseñanza. Mi propuesta se aceptó, y desde entonces doy clases en la universidad y también soy ministro de tiempo completo. El nuevo horario incluso me ha permitido aprender español, gracias a lo cual mi esposa y yo servimos actualmente en una congregación de testigos de Jehová de habla española en Huntsville.

Ciencia y religión

Durante mis años de investigador científico no he encontrado jamás un hecho científico probado que contradiga una enseñanza bíblica. Con frecuencia, las aparentes discrepancias obedecen a una falta de conocimiento, bien del criterio científico, bien de lo que dice realmente la Biblia.

Por ejemplo, algunos científicos y otras personas creen erróneamente que las Escrituras enseñan que las plantas, los animales y los seres humanos aparecieron en la Tierra durante un período de seis días literales de veinticuatro horas. Tal creencia no coincidiría con los hechos científicos conocidos. Pero la Biblia no dice eso. Indica más bien que la duración de los “días” creativos es de miles de años.

También surge confusión debido a la idea equivocada de que la fe en Dios no es más que una experiencia emocional. Pero lo cierto es que la fe en Dios y en las Escrituras se basa en hechos que pueden verificarse. Según la definición bíblica, “fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente [o: “evidencia convincente”, nota] de realidades aunque no se contemplen” (Hebreos 11:1). En efecto, la fe se fundamenta en la evidencia. Se han cumplido ya centenares de profecías, en el pasado y en nuestros días. De modo que, incluso aplicando el método científico —utilizado en el campo de la ciencia para establecer una teoría—, podemos tener plena confianza en el cumplimiento de las profecías bíblicas acerca de los sucesos futuros.

Una de tales profecías abarca la promesa de que dentro de poco podremos gozar de condiciones paradisíacas en la Tierra. Los devastadores efectos de la vejez, la enfermedad, la muerte, las guerras y la injusticia desaparecerán de una vez por todas (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). Entonces tendremos tiempo de explorar y estudiar con detalle las maravillosas creaciones de Jehová Dios y las muchas leyes que él ha establecido para gobernar el impresionante universo material.

Le estoy agradecido a Jehová Dios por ayudarme a encontrar la llave de la verdadera felicidad: las maravillosas verdades que se encuentran en su Palabra, la Biblia. En mis oraciones le pido a Dios que muchas otras personas, entre ellas científicos, lleguen a encontrar también esa valiosa llave.

[Notas]


La NASA es un organismo paraestatal estadounidense.

Véase el cap. 6 titulado “¿Puede confiarse en un relato antiguo de la creación?” del libro ¿Existe un Creador que se interese por nosotros?, editado por los testigos de Jehová.

[Comentario de la página 20]
Pensaba que la fe en Dios se basaba más en la emoción que en la razón

[Comentario de la página 22]
No he encontrado jamás un hecho científico probado que contradiga una enseñanza bíblica

[Ilustración de la página 21]
Mantengo a mi familia dando clases a tiempo parcial

[Ilustraciones de la página 23]
El observatorio de rayos X Chandra de la NASA en órbita y una imagen de los rayos X del agujero negro de un sistema binario

[Ilustración de la página 23]
A mi esposa y a mí nos encanta el ministerio de tiempo completo