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Ver la versión completa : Ser tardío



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
02/03/2014, 08:37
He llegado al mismo sitio en el que estaba hace uno o dos años, cuando buscaba una filosofía de la ciencia especulativa. “De repente” (entiendase que es una figura), sucedió que me dije, “hay que llevar el límite de la ciencia más allá de sí mismo”; “llevar esto de aquí a ahí tiene que ser llevarlo más lejos, agotar su espacio y abrir un sitio nuevo ahí”; “llevar tiene que ser algo más que ser llevado”. El término no puede ser sólo una “destino”; no puede ser un término, el sitio al que ir, “el sitio”.

Ya no busco “indiscriminadamente”, sin una diferencia consigo . El lenguaje es, sin duda, importante, pero no es el ser mismo sino de modo histórico, aparente y, radicalmente, falso, sin correspondencia genuina, sin ser consigo; mejor visto, es la experiencia de la distancia en la que el ser mismo es víctima de sí, de su propio vacío, que, por sí, no tiene existencia; su propia pasión puesta al revés; como diría ese filósofo ebrio de filosofía, su dialéctica activa, el recorrido de su actividad, no ir a ningún sitio distinto del sitio al que se va, o está, como si fuesen indiferentes.

La experiencia fenomenológica no es negativa sino de manera abstracta y pisando el sitio en el que está; ser es, profundamente, estar tarde, ser tardío.

Eburnea
05/03/2014, 05:42
Alberto: Estudiaré con detalle tu nuevo tema. DE momento, libera espacio de tu buzón privado, please, ya no admite más mensajes y, "hay que poder ir al sitio". En concreto, esta vez. Saludos afectuosos Ebúrnea

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
05/03/2014, 08:45
Gracias por tu comentario y por avisarme de lo del buzón.

Este tema era, originalmente, parte de una carta. El lenguaje me resulta algo demasiado superficial a lo que, paradójicamente, nos sumamos, como si sumarse a algo no produjese nada más que una suma, un añadido neutro, por tanto, sin nada que surga consigo; a su altura, se experimenta una gran desventaja, se cae en su “tela de araña”, para decirlo con la imagen nietzscheana. El lenguaje no está a la altura de la conciencia, no es lo mismo que ella; el lenguaje está detrás de la conciencia sin otra determinación inmediata que su desventaja formal, su cara inversa; sin idea de sí, es una actividad pasiva, una pérdida de espacio. Su neutralidad es falsa, esto es, que su indiferencia no es indiferente, sino que sigue unas preferencias; muy al contrario, se abre paso y pisa el lugar que ocupa lo abstracto, sustituye su lugar (*). En el lenguaje se diluye lo que el pensamiento aporta, lo positivo del mismo; en su lugar, se pone un sustituto, se crea una distancia.

La idea del pensamiento es, primeramente, actividad interna, pensamiento de esto o de lo otro; todos creemos pensar algo que, sólo excepcionalmente, llega a ser consciente e ir a algún sitio. La experiencia de la conciencia tiene un patrón selectivo que la lógica, habitualmente, ha dejado de lado; falsea las cosas imprimiendo el sesgo de su comodidad (**). Urge, pues, cierta ralentización, cierta ventaja sobre la experiencia más inmediata que se precipita.

Últimamente, me está sucediendo que necesito densidad de términos, necesito recurrir a ellos para organizar una idea que, más tarde, es dejada de lado; me sirvo de un término para un uso especulativo que descubro en su falsedad, lo limito sin dejarlo correr más.

(*) La figura del pisado se refiere a la dialéctica y la indiferencia en la que se asienta, la lógica a la que se encadena como un fundamento que todo lo funda y en el que todo cae.

(**) Como Rochefoucauld ya dijera, “tenemos más pereza en la mente que en el cuerpo” (Máximas [487]); si no fuese así, si fuésemos primeramente apercibidos, no percibiríamos nada o percibiríamos siempre lo mismo.