jorgesalaz
01/03/2014, 19:56
Fui creado para el placer, para ser disfrutado. Desde el principio se me dio un gran valor y por eso no puedo comprender a la gente cuando pasa a mi lado sin echarme una mirada. Yo podría hacer felices sus vidas, al menos por un tiempo. Ayer un tipo casi me pisotea, pero iba embobado hablando por su celular. Esta calle es de gran circulación y no es muy frecuentada por los peatones. Los vehículos pasan veloces y eso hace más improbable que alguien repare en mí. Hoy en la mañana me animé un poco. Un señor venía caminando con su perro, pero al acercarse me di cuenta que era ciego y jamás podría verme, lo curioso es que el animal se acercó, olisqueó y no llegó a más y de nuevo quedé olvidado en este rincón. Un fuerte ventarrón está soplando, la basura se ha arremolinado junto a mí y ahora si estoy lucido. He quedado casi invisible a los demás. Pero hay un Dios, no cabe duda, aún para los míos. Una pobre mujer deambulaba por la acera con un costal de arpillera a su espalda recogiendo latas de aluminio. Al revolver la hojarasca me encontró entre una envoltura de chocolate y una apestosa caja vacía de cigarrillos y la felicidad nos envolvió a los dos. – ¡Quinientos pesos! –Exclamó sonriente y con recelo volteó hacia todos lados. Me introdujo hasta el fondo de la bolsa de sus pantalones masculinos y caminó presurosa a la farmacia más cercana. Tímida, entró, cerró con cuidado y se dirigió al mostrador.
–Buenas tardes…
– ¿Qué se le ofrece? –Contestó con patanería la dependienta, sin devolver el saludo.
– ¿Tiene Actinofed-plus en tabletas?
–Tengo en caja con 24.
– ¿No tiene de 12?
–Ya te dije. De 24. –Dijo tuteándola y con enfado la mujer. – ¿La llevas? O no. –Agregó.
– ¿Cuánto cuesta?
La empleada aspiró, puso los ojos en blanco y brusca, acomodando al mismo tiempo unas cajas de medicinas en el estante, respondió:
–$435 pesos con 50 centavos. – ¿Lo vas a llevar?
–Es que lo quiero para mi niña. Está enfermita y también quería llevarle algo de despensa para hacerle un caldito o algo, pero si son de 24…
– ¡Es lo que hay! ¡De una vez decide! ¿Lo vas a llevar?
–Está bien, lo llevo… –dijo con resignación la señora.
Yo estaba indignado. Las cosas que le toca a uno vivir. Pero repito, hay un Dios. Más tarde llegó el patrón de la bruja de blanco y recogió el dinero de la caja. Era viernes, día de pago y fui a parar a la cartera de la horrenda mujer. Ya estaba oscuro cuando salió de la Farmacia. Al pasar por el mismo lugar donde empecé mi relato, una sombra se colocó a su espalda y un filoso cuchillo en su garganta. El joven asaltante salió corriendo, mientras ella aullaba impotente arrodillada en la acera. Esa misma noche, cambié de dueño. El tipo se fue directo con la linda Rosa de Castilla, la prostituta del barrio y a cambio de un momento de placer, me vi entre sus suaves y blancas manos. Mañana de seguro seguiré mi camino y tendré más cosas para contarles. Por lo pronto dormiré feliz con la bella Rosa.
–Buenas tardes…
– ¿Qué se le ofrece? –Contestó con patanería la dependienta, sin devolver el saludo.
– ¿Tiene Actinofed-plus en tabletas?
–Tengo en caja con 24.
– ¿No tiene de 12?
–Ya te dije. De 24. –Dijo tuteándola y con enfado la mujer. – ¿La llevas? O no. –Agregó.
– ¿Cuánto cuesta?
La empleada aspiró, puso los ojos en blanco y brusca, acomodando al mismo tiempo unas cajas de medicinas en el estante, respondió:
–$435 pesos con 50 centavos. – ¿Lo vas a llevar?
–Es que lo quiero para mi niña. Está enfermita y también quería llevarle algo de despensa para hacerle un caldito o algo, pero si son de 24…
– ¡Es lo que hay! ¡De una vez decide! ¿Lo vas a llevar?
–Está bien, lo llevo… –dijo con resignación la señora.
Yo estaba indignado. Las cosas que le toca a uno vivir. Pero repito, hay un Dios. Más tarde llegó el patrón de la bruja de blanco y recogió el dinero de la caja. Era viernes, día de pago y fui a parar a la cartera de la horrenda mujer. Ya estaba oscuro cuando salió de la Farmacia. Al pasar por el mismo lugar donde empecé mi relato, una sombra se colocó a su espalda y un filoso cuchillo en su garganta. El joven asaltante salió corriendo, mientras ella aullaba impotente arrodillada en la acera. Esa misma noche, cambié de dueño. El tipo se fue directo con la linda Rosa de Castilla, la prostituta del barrio y a cambio de un momento de placer, me vi entre sus suaves y blancas manos. Mañana de seguro seguiré mi camino y tendré más cosas para contarles. Por lo pronto dormiré feliz con la bella Rosa.