m.san pedro
30/12/2013, 04:44
Ya puestos para Eburnea y compañía, os adjunto una fábula mía que hice hace muchos años dedicada a mi hijo, un gallito de corral que solo le gusta viajar pero nada de hacerme nietos, ahora está con una italiana recorriendo Perú, después de haber estado en Colombia y Ecuador, lo que confirma lo que dice Eburnea, que la moralina de las fábulas no sirve para nada por mucha verdad que contengan.
Fábula del roque y las olas
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Dominando un arrecife, un roque altivo y soberbio contemplaba cada día, como una y otra vez las dulces y frágiles olas llegaban hasta él prendadas de su fuerza, enamoradas como niñas de su viril presencia.
Y unas veces lo deseaban con pasión y lujuria y otras con mimos y terciopelos, pero ninguna con el tiempo consiguió que el roque valorara sus sentimientos.
Y las nubes, mudas testigos de la pasión de las olas, vistiéndole cada día de encajes como novio en eterna noche de bodas, sintieron también despecho y airadas le dijeron:
- ¡Escúchanos! Roque altivo, si por que de roca te crees, y sueñas en aplastar a las que consideras pequeñas, piensa que un día te harás viejo y juguete de todas serás, y el precio que pagarás por conseguirlas será tan alto como este cielo.
Pero el roque insensible a todo lo que no fuera amor a su propio cuerpo reía y más fuerte se sentía, sentado en su trono viejo.
Y así fue, que cuando el tiempo pasó, su trono cayó y las olas, mujeres constantes y devotas, poco a poco lo destrozaron y en guijarro, juguete de todas lo convirtieron.
Y así está en aquella playa, de arriba abajo y de abajo arriba, cada vez más deshecho, esperando el día en que el buen Dios se apiade de él y como los hombres, como en todo, en polvo lo convierta.
Con ello esta historia nos narra, para el que lo quiera ver, que por ser Don Juan no se es más hombre, y si no se quiere al final ser juguete de todas, no juegues con las mujeres, que como las olas, si una se va otra viene, y tarde o temprano acusarás sus golpes. Y si en lugar de roque eres hombre, será todavía peor.
Fábula del roque y las olas
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Dominando un arrecife, un roque altivo y soberbio contemplaba cada día, como una y otra vez las dulces y frágiles olas llegaban hasta él prendadas de su fuerza, enamoradas como niñas de su viril presencia.
Y unas veces lo deseaban con pasión y lujuria y otras con mimos y terciopelos, pero ninguna con el tiempo consiguió que el roque valorara sus sentimientos.
Y las nubes, mudas testigos de la pasión de las olas, vistiéndole cada día de encajes como novio en eterna noche de bodas, sintieron también despecho y airadas le dijeron:
- ¡Escúchanos! Roque altivo, si por que de roca te crees, y sueñas en aplastar a las que consideras pequeñas, piensa que un día te harás viejo y juguete de todas serás, y el precio que pagarás por conseguirlas será tan alto como este cielo.
Pero el roque insensible a todo lo que no fuera amor a su propio cuerpo reía y más fuerte se sentía, sentado en su trono viejo.
Y así fue, que cuando el tiempo pasó, su trono cayó y las olas, mujeres constantes y devotas, poco a poco lo destrozaron y en guijarro, juguete de todas lo convirtieron.
Y así está en aquella playa, de arriba abajo y de abajo arriba, cada vez más deshecho, esperando el día en que el buen Dios se apiade de él y como los hombres, como en todo, en polvo lo convierta.
Con ello esta historia nos narra, para el que lo quiera ver, que por ser Don Juan no se es más hombre, y si no se quiere al final ser juguete de todas, no juegues con las mujeres, que como las olas, si una se va otra viene, y tarde o temprano acusarás sus golpes. Y si en lugar de roque eres hombre, será todavía peor.