Eburnea
29/12/2013, 20:25
He visitado la bella ciudad de Murcia y he atravesado su río, el Segura, por un puente, cuyo pretil estaba totalmente lleno de candados. Unos más grandes que otros, pero todos cerrados y amarrados a los barrotes en verdaderos racimos. Me he detenido a mirarlos y fotografiarlos ( De hecho lo colgaré en el blog). Todos llevaban nombres de Enamorados: “María y Luis”. “David y Mireia”… o leyendas de este tipo: “For ever”, “Eternamente”…Etc.. que quiere decir, obviamente: “ETERNAMENTE ENCADENADOS” ( Así sea y será, pues la llave se la llevó el río)
Parece que esta idea de sellar el amor y luego tirar la llave al río, está muy de moda en el orbe y, cómo no, ya ha llegado a España y no tenemos puente que se precie sin candados. Pero la idea primera es vieja, más bien viejísima. Se trata de identificar el amor con el encadenamiento del uno al otro. La Religión te lo dice en la boda, donde todo está atado y bien atado y no será el hombre quien deshaga el nudo. No, Ni mucho menos.
No es que me atraigan las ataduras ni como metáforas, pero el encadenamiento… Francamente, se me abren las carnes.
Yo entiendo que esos enamorados en la flor de su amor, en su momento más álgido, no necesitan pensar en candados ni en cadenas, que literalmente son el símbolo de la cárcel o de una caja fuerte, como poco. Era más bonito lo de las iniciales en los troncos del álamo de Antonio Machado, cuando decía que ellas eran “nombres de enamorados” y “las cifras, fechas”. ( Y quien dice Machado, dice los novios de toda la vida).
Yo he paseado por las alameditas del Duero y recordando al poeta que, además decía: Álamos del amor que ayer tuvisteis/ de ruiseñores vuestras ramas llenas/ Álamos que seréis mañana liras/ del viento perfumado en primavera… busqué en los troncos y encontré rastros de antiguos corazones, mientras el río ofrecía su murmullo. El río…. Símbolo de libertad, de camino que es mejor realizar juntos, porque hay rápidos peligrosos, remolinos, pero también remansos. Y juntos se sortean mejor los riesgos y se reposa mucho más a gusto sintiendo en común el canto del agua que seguirá llevándonos, creemos que siempre libres y acompañándonos. Vamos en ligera embarcación, no con candados de hierro que cierran jaulas, tramposas siempre, y que impiden nadar, sacar la cabeza a flote y que, en último término, juntos nos llevarán al fondo.
¿Qué hay de bonito en un candado?, me pregunto, para que tenga tanto éxito mundial?. Si a mí ahora un enamorado para simbolizarme su gran y eterno amor me ofreciera cerrar con llave un gran candado, atado a un barrote, como símbolo de nuestro futuro, saldría corriendo. Preferiría que me ofreciera una puerta abierta por la que ambos siempre podamos salir, pero por la que decidamos entrar, porque dentro, juntos, libres, hayamos creado un cobijo, que nadie tiene que blindar, pues lo une ni MÁS ni MENOS que nuestro Deseo de permanecer. Y eso, cuya metáfora, si somos muy jóvenes, sería no un candado, sino un papel en blanco para escribir entre dos, es en su comienzo ETERNO. Ciertamente, “For ever”.
Luego… ¿Quién sabe lo que pasa luego? . Ahora lo que pasa es que os mando un abrazo Ebúrnea
Parece que esta idea de sellar el amor y luego tirar la llave al río, está muy de moda en el orbe y, cómo no, ya ha llegado a España y no tenemos puente que se precie sin candados. Pero la idea primera es vieja, más bien viejísima. Se trata de identificar el amor con el encadenamiento del uno al otro. La Religión te lo dice en la boda, donde todo está atado y bien atado y no será el hombre quien deshaga el nudo. No, Ni mucho menos.
No es que me atraigan las ataduras ni como metáforas, pero el encadenamiento… Francamente, se me abren las carnes.
Yo entiendo que esos enamorados en la flor de su amor, en su momento más álgido, no necesitan pensar en candados ni en cadenas, que literalmente son el símbolo de la cárcel o de una caja fuerte, como poco. Era más bonito lo de las iniciales en los troncos del álamo de Antonio Machado, cuando decía que ellas eran “nombres de enamorados” y “las cifras, fechas”. ( Y quien dice Machado, dice los novios de toda la vida).
Yo he paseado por las alameditas del Duero y recordando al poeta que, además decía: Álamos del amor que ayer tuvisteis/ de ruiseñores vuestras ramas llenas/ Álamos que seréis mañana liras/ del viento perfumado en primavera… busqué en los troncos y encontré rastros de antiguos corazones, mientras el río ofrecía su murmullo. El río…. Símbolo de libertad, de camino que es mejor realizar juntos, porque hay rápidos peligrosos, remolinos, pero también remansos. Y juntos se sortean mejor los riesgos y se reposa mucho más a gusto sintiendo en común el canto del agua que seguirá llevándonos, creemos que siempre libres y acompañándonos. Vamos en ligera embarcación, no con candados de hierro que cierran jaulas, tramposas siempre, y que impiden nadar, sacar la cabeza a flote y que, en último término, juntos nos llevarán al fondo.
¿Qué hay de bonito en un candado?, me pregunto, para que tenga tanto éxito mundial?. Si a mí ahora un enamorado para simbolizarme su gran y eterno amor me ofreciera cerrar con llave un gran candado, atado a un barrote, como símbolo de nuestro futuro, saldría corriendo. Preferiría que me ofreciera una puerta abierta por la que ambos siempre podamos salir, pero por la que decidamos entrar, porque dentro, juntos, libres, hayamos creado un cobijo, que nadie tiene que blindar, pues lo une ni MÁS ni MENOS que nuestro Deseo de permanecer. Y eso, cuya metáfora, si somos muy jóvenes, sería no un candado, sino un papel en blanco para escribir entre dos, es en su comienzo ETERNO. Ciertamente, “For ever”.
Luego… ¿Quién sabe lo que pasa luego? . Ahora lo que pasa es que os mando un abrazo Ebúrnea