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Eburnea
07/08/2013, 14:12
DOS.-
Se despertó repentinamente. Aparentemente todo seguía igual; sin embargo, se sintió extraña. Algo había cambiado, pero ¿qué?. Se despertó del todo y se sentó. Permaneció un rato atenta y concentrada y, de pronto, cayó en la cuenta:!El silencio!. Había un absoluto silencio, que era incluso espeso. Las cigarras habían dejado su monótono “ric”, “ric”. No se movía ni una hoja y no había ningún jilguerillo volando por allí. Miró hacia el nido de la morera y estaba vacío. Miró el suelo y no vio hormigas…!Qué raro!; ningún insecto, ni una sola señal de vida.
Se puso en pie. Notó de golpe el sol de Agosto y se colocó el sombrero y las gafas de sol. Con la mano en la frente, como parasol añadido, oteó atentamente el horizonte. Estaba en un punto para ella privilegiado, pues tenía ante sí todo la panorámica: Abajo el valle salpicado de tres o cuatro pequeñas poblaciones y más próximo una pequeña sierra en forma de semicírculo llamada “LA CORONA”. A dicha sierra pertenecía “PICO ROTO”, en el que ella se encontraba. El nombre era antiguo y venía porque cerca de la cima se hallaba una gran roca, un peñasco enorme, desgajado de la cumbre cientos de años atrás.
Era precisamente esa gran roca, que bordeaba el sendero, la que hacía invisible la casa hasta que estabas encima de ella. Una vez allí la panorámica era magnífica. La roca protegía la casa de los vientos del norte y le proporcionaban un microclima que se agradecía en invierno. Ante ella, una explanada en la que todavía crecía el bosque, pues ningún pico alcanzaba los 1500 m. de altitud. En dirección sur, no se podía continuar, un precipicio rocoso lo impedía. Sin embargo el lugar era extraordinariamente bello. En su falda nacía un torrente y enseguida cobraba ímpetu dado el desnivel. Susana tenía amistad con algunos montañeros que habían escalado aquella pared, pero ella no se había atrevido nunca. Tenía sólo unos 75 m. pero era peligrosa. Ella practicaba senderismo y con eso le bastaba.
De pronto vio la columna de humo. Estaba dos colinas al este de la suya. No lo podía creer. Corrió hacia la casa y subió a la buhardilla, al observatorio. Se situó ante el catalejo pequeño y lo fue haciendo virar. Se fijó atentamente y el corazón casi se le para en el pecho: En su propia colina, en “PICO ROTO”, aunque lejos todavía, vio las llamas que devoraban los árboles y ascendían vertiginosamente. Como no había viento calculó que aún tardarían en llegar. Su mente se convirtió en un torbellino. - - No tengo móvil, es igual, hay guardabosques, que habrán dado la noticia. Seguro que las avionetas antincendios han salido y mi padre ya ha dado la alarma. Sí, sí, me buscan, seguro que sí.
Mientras lo pensaba puso la tele e hizo un barrido rápido de emisoras: Ninguna decía nada, ni la radio. ¡Todavía no lo habían descubierto!, o no lo habían comunicado. No lo sabía. Sólo sabía que no había tiempo que perder. Corrió a su cuarto y se vistió con su equipo de senderismo, que incluía unos pequeños prismáticos. Pasó por la cocina y cogió unas galletas y dos cantimploras que metió rápidamente en una mochila. En el garaje cogió una cuerda que arrolló a la cintura por si acaso.
Ya fuera de casa, miró por los prismáticos. El fuego avanzaba; ya empezaba a notarse olor a quemado que unas ráfagas de vientecillo que se estaba levantando transportaban. El tiempo apremiaba. Valoró la circunstancia, la dirección del viento y supo que sólo tenía una alternativa, descartado el coche: Descender por el cortado de roca.
No tenía piolet, ni crampones, ni clavos:!NADA!, ni siquiera guantes. Las botas eran buenas, pero no de escalada. Ya no podía detenerse a pensar. Se dirigió al precipicio y después de miró fugazmente su casa, apenas un minuto: Todo seguía tranquilo, demasiado tranquilo.
Comenzó el descenso. Se agarraba a las piedras salientes, a las pequeñas oquedades, donde podía. A veces le resbalaban los pies y frenaba sin saber ni cómo. Vio sangre en sus manos, pero no sintió que le dolieran. Concentró todo su ser en no mirar hacia abajo, para que no le dominara el vértigo. El vientecillo le movía el pelo y le traía ráfagas de humo. No quiso pensar en ello, sólo en que su camino era el correcto y que debía llegar al arroyo, que actuaría de cortafuegos.
A punto de culminar el descenso miró hacia arriba y vio la llamarada, la lengua de fuego que lamía su casa. ¿Cuánto tiempo llevaba descendiendo?. ¿Acaso era posible que el fuego hubiera corrido como reguero de pólvora?. ¿O quizá había ido deteniéndose y su descenso era muy lento?. No lo sabía, había perdido toda noción. Tampoco sentía cansancio, ni dolor, ni miedo: Increíblemente estaba sosegada y bien.
Miró, esta vez sí, hacia abajo y vio el arroyo a sus pies. El agua rompía contra las piedras y corría muy rápida, buscando su curso. El sol filtraba sus rayos y en algún lugar no muy lejano destacaba el arco iris. Un lecho de hierba de un verde intenso contrastaba con el rosa fuerte de las azaleas, que bordeaban el arroyo. Respiró profundamente el aire lleno de aromas de aquel paraíso y notó como ráfagas suaves de brisa rozándole el rostro. Se agradecía en un día de canícula tan intenso. Y cayó en la cuenta de que planeaba con los brazos: Volaba. Pasó sobre el arroyo en vuelo rasante, pero volvió a ascender. En un punto lejano sintió como la envolvía la sonrisa de su padre. Soltó la mochila y se desató la cuerda. Las galletas le rodearon la cabeza y comenzaron a girar a su alrededor. ¡Parezco una Estrella con sus planetas! Rio y gritó para oír su propia voz. El eco se la devolvió, limpia y perfecta, como si fuera una soprano. Las cantimploras flotantes soltaban gotas de agua sobre ella en una pequeña y exclusiva lluvia y la cuerda serpenteaba y volteaba, invitándola a saltar, como cuando era pequeña y jugaba a la comba con sus amigas. ¡Qué bien!. Nunca había pensado que pudiera experimentarse tanta delicadeza, tanta sensualidad y tanta paz a la vez.
Realizó un giro de 90º y volvió a descender. El arco iris seguía donde el arroyo rompe en las rocas. Lo miró profundamente porque le atraía como un imán. La vio. Tras los colores la divisó. Primero difusa, luego claramente, con sus brazos extendidos y las palmas de las manos hacia arriba. Se dirigió hacia allí, hacia el lugar seguro, hacia el final de su viaje. Aleteó ya muy despacio para entrar por el centro del arco iris y detenerse poco a poco. Se encontró en un lugar, exento de vegetación y en semipenumbra. Las paredes tornasoladas cambiaban de aspecto constantemente, como si en ellas se proyectaran sombras chinescas infinitas. Algunas de esas imágenes le evocaban sensaciones que deseaba retener y no podía. Yo no volaba, caminaba despacio. Iba descalza, con los pies sumergidos hasta los tobillos. La silueta que había visto, se aproximaba y se alejaba; era como un juego. Quiso correr pero no se movía del sitio… ¿o sí?. La idea que tenía de perspectiva y de medidas no le servía, así que decidió no hacer nada. Pensó en la música que le gustaba a su madre; ¿por qué lo pensaba?. Inmediatamente, el lugar se llenó con el sonido de la sinfonía nº 40 de Mozart. No se sorprendió; nada la alteraba. Unas sombras chinescas danzaban sobre el nenúfar. Se incorporó y bailó también. Al fondo veía ahora una cortina de agua muy difuminada. Tras ella la esperaban, pero no tenía prisa; disfrutaba uno a uno de todos los sentidos. Saboreó una gota, luego se mojó las manos y las pasó entre el cabello. Cesó la música y la danza, pero persistió la sensación de frescor y bienestar. ¿Dónde estaba su casa? ¿Y su padre?. ¿Realmente se había producido un incendio? ¿Estaba dormida o despierta?. Hizo un gran esfuerzo para saberlo, pero la mente no le respondía. Al fondo, tras la cortina de agua, la silueta de su madre la llamaba y la atraía, pero a la vez, desde una profundidad sin nombre se iba haciendo más y más potente un sonido. – Quiero despertar- se dijo, suena un claxon, alguien llega. Los párpados pesaban. La silueta extendía los brazos y la llamaba, pero una orden interior le exigía que abriera los ojos.

¡Santo cielo!, mamá, dímelo tú, que yo no lo sé.
Desde el fondo del arco iris, la madre sonrió.
Ebúrnea

once
07/08/2013, 15:28
Dios! la qué no lo sabe soy yo!es un sueño desde luego y el incendio no lo sé, pero pasar ,pasa.Un día te duermes y no te puedes volver a despertar,sabes que estás atrapada,sentir miedo no va a cambiar nada,ni hacer fuerza como otras veces ,tampoco los pensamientos parecen tener un orden,te dominan,van y vienen,cabe esperar que todo pase ,y que la "bios"reconozca el programa,somos como un ordenador,qué susto! y es verdad que cuando se abusa de dar de sí,algo se estropea.Buen suspense y buen tema,pero qué yuyu!11

Avicarlos
07/08/2013, 17:27
Estimada Eburnea, veo que aprovechaste bien los desplazamientos vacacionales. Te inspiraste quizá al amodorrarte al sol, después de una de las zambullidas a la piscina. Y con lo que abrasa estos días, seguro que la idea del incendio fue lo más natural. Y sí : veo que tu estilo sigue con lo de dejar que el lector lo concluya a su albur.

Para postre, reapareces cuando también los hace la amiga once.

Bienvenidas ambas. Abrazos de Avicarlos y Tere.

Eburnea
07/08/2013, 18:53
Hola a los dos y gracias. Me alegra el Renacimiento de Once. Avicarlos tiene razón, me quedan abiertos los finales, pero es que es así como el relato ha evolucionado: Yo sólo soy mero transmisora de negro sobre blanco. Ni siquiera sé que le ha ocurrido a Susana en ese tremendo día de canícula. Puede ser que duerma un sueño espeso y le cueste despertar. Puede que realmente huya de un incendio real y sufra su última y extraordinaria experiencia. Más cosas pueden suceder, pero parece que sólo lo sabe la madre. os prometo que si me lo cuenta os lo diré. Un beso muy fuerte y también para Tere. Ebúrnea

Neftis
09/08/2013, 07:26
Es un relato muy bueno. me he sentido transportada a ese lugar porque lo describes con tanto detalle, que te implicas sin quererlo. Haces unas descripciones estupendas.
El final...bueno dejemos volar a la imaginación.
Pueden ser muchas cosas. Cada cual que se lo haga a su medida.

Eburnea
09/08/2013, 13:06
Hola Neftis: !Cuánto me alegro de saber de ti. Gracias. Respecto al relato, no sé si es que realmente la autora no sabe a ciencia cierta qué ocurre en realidad o es algo "mala" y quiere que los lectores trabajen también en la elaboración del relato, para poder hacerlo a su medida. Será la canícula que afecta a las neuronas. Un besazo Ebúrnea

Caracolamarina
16/08/2013, 14:14
Las oleadas de calor y el agua...Elementos que se conjugan, para hacernos soñar o vibrar, segùn donde estemos, si en elos brazos de Morfeo o en la profundidad del agua, que nos acoge y nos hace ir a lugares insospechados. El fuego elemento liberador si los hay, para tener el cuerpo en vilo entre lo que es real o no...
El agua que nos da vida, y el espìritu que nos lleva a ver insospechadas visitas de otros lugares que no hemos visitado nunca...Ellas nos llaman como si fueran a a*****nos en sus formas y en el regazo tierno de la madre que nos arrulla.

¿ Sueño....realidad ?
¿Ambas a la vez?
Tu pluma, querida amiga, nos lleva por estos caminos hermosos y con nuestras propias fantasìas o vivencias...recorremos tus letras.
Excelente como siempre querida Ebùrnea.
Saludos cariñosos y a once que bien leerte por acà...

Eburnea
16/08/2013, 15:17
Me alegra que estés de nuevo con nosotros; haces mucha falta, Caracola. Me encanta el análisis de mi relato: Das en el clavo y de una forma hermosa. Gracias, gracias. ya te escribo. Besitos EBúrnea

Caracolamarina
17/08/2013, 12:20
:-D
Gracias a ti por las palabras...La pluma es parte de la vida, de esta tu amiga y leerte es un placer.
Tambièn los extrañe y MUCHOOOOOOOOOO
Mi viaje no sòlo fue por salud...Tambièn tuvo otras historias que ire narrando...Algunas misteriosas...algunas inusitadas y otras muy placenteras sin haberlas buscado...
No todo es de dulce ni todo es de grasa...

Sin embargo, la vida nos lleva a veces, en donde debemos estar, no solo para sanar el cuerpo, sino para ""aprender y aprehender"""

Te saludo querida amiga...con placer tambièn de leer a once....que ya la extrañabamos...

Once si lees esto....te abrazooooooooooo

Saludos cariñosos a las dos.

Eburnea
17/08/2013, 13:41
Tienes razón y, aunque desconozco en su conjunto las razones de tu ausencia, entiendo bien lo que dices. Eres una persona muy válida y además muy positiva. Aprender y aprehender incluso de reveses de la vida es saber encararla con sensibilidad e inteligencia. Espero que todas las aguas poco a poco vuelvan a su cauce y sigas explayándote con la pluma y experimentando el gran placer de escribir. Un gran abrazo. Ebúrnea

Caracolamarina
17/08/2013, 14:38
Gracias por todo lo que me dices...das ànimos y muchas formas lindas de ver, lo que es la vida misma...

Ebùrnea...te saludo...
Recièn termino de contar, una de las experiencias...Empecè a contar una muy còmica...que leeràs en Anècdotas.....
Cariñosssssssss