Eburnea
11/06/2013, 05:44
Hola: Un poco en la línea de situar alguna cita literal de libros que me han llamado especialmente la atención ( “EL MAR O LA MONTAÑA” de “LOS BUDDENBROOK de T. Mann o “JUZGAR” de “LOS HERMANOS KARÀMAZOV” DE Dostoyesvsky) que he situado aquí, en “CAFÉ” por si algún lector estaba interesado, hoy quiero citar algo de GÜNTER GRASS Y “ EL TAMBOR DE HOJALATA”.
Estoy leyendo ahora este magnífico libro, y esta mañana, muy temprano, acompañada de un buen café con leche, me he encontrado con una página que ha hecho que cerrara el libro y me quedara mentalmente detenida. Luego lo he releído y después he pensado que sería buena idea compartirlo con los amigos de monografías (con la invitación a que leen la novela, si aún no lo han hecho).
……………………………………
“Mamá sabía ser alegre. Mamá sabía ser temerosa. Mamá sabía olvidar fácilmente. Y, sin embargo, tenía buena memoria. Mamá me daba con la puerta en las narices y, sin embargo, me admitía en su baño. A veces mamá se me perdía, pero su instinto me encontraba. Cuando yo rompía vidrios, mamá ponía la masilla. A veces se instalaba en el error, aunque a su alrededor hubiera sillas suficientes. Aun cuando se encerrara en sí misma, para mí siempre estaba abierta. Temía las corrientes de aire y, sin embargo, no paraba de levantar viento. Gastaba y no le gustaba pagar los impuestos. Yo era el revés de su medalla. Cuando mamá jugaba corazones, ganaba siempre. Al morir mamá, las llamas rojas del cilindro de mi tambor palidecieron ligeramente; en cambio, el esmalte blanco se hizo más blanco y tan detonante, que, a veces Óscar, deslumbrado, había de cerrar los ojos”.
(de “EL TAMBOR DE HOJALATA”.- Günter Grass, 1959)
Estoy leyendo ahora este magnífico libro, y esta mañana, muy temprano, acompañada de un buen café con leche, me he encontrado con una página que ha hecho que cerrara el libro y me quedara mentalmente detenida. Luego lo he releído y después he pensado que sería buena idea compartirlo con los amigos de monografías (con la invitación a que leen la novela, si aún no lo han hecho).
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“Mamá sabía ser alegre. Mamá sabía ser temerosa. Mamá sabía olvidar fácilmente. Y, sin embargo, tenía buena memoria. Mamá me daba con la puerta en las narices y, sin embargo, me admitía en su baño. A veces mamá se me perdía, pero su instinto me encontraba. Cuando yo rompía vidrios, mamá ponía la masilla. A veces se instalaba en el error, aunque a su alrededor hubiera sillas suficientes. Aun cuando se encerrara en sí misma, para mí siempre estaba abierta. Temía las corrientes de aire y, sin embargo, no paraba de levantar viento. Gastaba y no le gustaba pagar los impuestos. Yo era el revés de su medalla. Cuando mamá jugaba corazones, ganaba siempre. Al morir mamá, las llamas rojas del cilindro de mi tambor palidecieron ligeramente; en cambio, el esmalte blanco se hizo más blanco y tan detonante, que, a veces Óscar, deslumbrado, había de cerrar los ojos”.
(de “EL TAMBOR DE HOJALATA”.- Günter Grass, 1959)