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Eburnea
29/03/2013, 06:06
Marta se incorporó muy despacito. Sin hacer ni el más leve ruido se levantó; Arturo dormía como un tronco. Ella se había encargado de agregarle a la copa de coñac, que cada noche tomaba, unas gotas, no muchas, las suficientes para que “durmiera mejor”. Había tocado fondo y había tomado una decisión. El momento había llegado.
Fue al baño y se vistió con la ropa que ya tenía preparada. Sigilosamente se dirigió hacia el vestíbulo. En la percha estaba el abrigo gris y su bolso. Lo revisó y no vio el móvil.

¡Santo cielo, juraría que anoche lo dejé en el bolso!
Miró en el salón, en la cocina, en el baño. En el dormitorio no, porque temió que él se despertara.

No pasa nada; debo tranquilizarme, mañana en Francia me compraré otro.
Abrió el armario empotrado de la entrada y con cuidado sacó la maleta. Estaba como siempre, como si estuviese vacía y guardada, para no llamar la atención. Comprobó sus llaves: Las de casa ( que incluían la puerta del garaje) y las del coche. Se puso el abrigo. Abrió suavemente la habitación de su hijo y le envió un beso con la mano

Hasta muy pronto ( con el pensamiento). Mamá te llevará con ella antes de lo que esperas.
Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando cerró la puerta de la casa.
……………………………..
Marta y Rhut eran amigas desde la infancia. Se conocieron en el Colegio Francés. Marta era hija de padre francés y madre española y asistía a ese colegio para que su dominio de los dos idiomas fuera perfecto. Rhut era hija del concertino de la orquesta filarmónica de la ciudad y de una mujer ama de casa. En su hogar existía buen gusto: Vivían sin estrecheces pero sin lujos: Típica clase media. Sus padres habían decidido educación bilingüe para ella y estudios de conservatorio.
Cuando terminaron el bachillerato, Marta continuó estudios y estudió la carrera de Filología. Después hizo oposiciones y solicitó plaza en Francia en una escuela de niños españoles. Cuando se casó pidió excedencia y su plaza quedó reservada.
Contrariamente, Rhut, conoció a un chico en el último curso de bachillerato y se enamoró perdidamente. Ricardo era hijo de un gran empresario de la construcción y pronto entró en los negocios de su padre, que se ampliaban más y más. Se casaron muy jóvenes. No continuó estudios y, según ella, ni falta que le hacían. Deseaba estar el máximo de tiempo al cuidado de su casa y de sus dos hijas. Tenía una vida Social intensa y se codeaba con lo mejorcito de e la ciudad.
Marta y Rhut, incluso cuando aquella trabajó en Francia, siguieron manteniendo su amistad; eran como hermanas. A los 29 años Marta conoció a Arturo. Militaba por entonces en un partido político, que poco a poco fue en alza. Llego a ocupar puestos de importancia. Cambiaron de domicilio. Tenían apartamento en la Costa y una Masía convertida en restaurante en el campo, estratégicamente situado. El negocio no podía ir mejor.
Pero Marta y Rhut tenían un gravísimo problema con sus respectivos esposos, aunque de distinto cariz.
En los años de la burbuja inmobiliaria, Ricardo había hecho muchísimo dinero. Todo eran alegrías en casa: Buenos colegios para las niñas, vacaciones de verano e invierno, viajes, joyas…. Rhut cada vez estaba más enamorada, porque al amor inicial añadía la admiración por la inteligencia y el fino olfato para los negocios que tenía su marido.
Pero había llegado de pronto la CRISIS. Se había pinchado la burbuja inmobiliaria y comenzaron a salir muchos trapos sucios, negocios poco claros, evasión de impuestos y caída casi absoluta de los proyectos. Finalmente llegó la imputación y la cárcel preventiva ante el riesgo de fuga. La fianza que exigía el juez era tan alta que no alcanzó con los embargos ni con el empeño de las joyas. Rhut lloraba amargamente cuando hablaba con Marta. No soportaba de ninguna manera vera su marido en la cárcel. En el bis a bis, le contó que estaba a punto de suicidarse. Estaba tan desesperada que Marta le dio todas sus joyas, que eran muchas para colaborar con lo que tenía.

Y es que Marta, que vivía acomodadamente no tenía dinero. Su matrimonia era una farsa. Peor, era una tortura. Arturo, el político carismático, el que encandilaba en los mítines, el que traía dinero a montones, el elegante, el gran conversador en los debates parlamentarios, radio y TV, tenía dos caras: Fuera era el hombre perfecto, el marido generoso, bromista, amable, que andaba un pasito delante, pero sin que se notara mucho: Era encantador. Las amigas de tertulia le decían

¡Vaya suerte!, tienes el marido perfecto
No os aburriréis, no…
Si en la cama luce tanto como en la calle , debe ser ¡LA BOMBA!, ja, ja…
Y además guapo. No te pondrás celosa, ¿verdad?
Y Marta seguía el hilo a tracas y barrancas, con buena cara y perfectamente vestida de diseño, sabiendo que en todo momento era vigilada.

La verdad es que no me puedo quejar
Venga, venga, no queráis que os cuente mis secretos, ja, ja.
Pero llegaba el momento de volver a casa y todo cambiaba. Allí, Arturo se quitaba la máscara. Le hablaba con desprecio, le decía que no valía nada, que tantas ínfulas con el francés para qué habían servido. Si no fuera por él sería una profesorcilla muerta de hambre y poco más. Gozaba en humillarla.
El “hombre perfecto”, en casa bebía más de la cuenta, pero sabía controlar la voz y nunca gritaba, así que los vecinos no sabían que aquel, en apariencia perfecto hogar, era un verdadero campo de concentración para Marta. Tenía un horario fijado del que no se podía salir. Aunque vestía de diseño, apenas tenía dinero en efectivo, sólo para reuniones con amigas, para que cuando tuviera que pagar en la cafetería, al abrir su monedero de piel se atisbaran algunos billetes, como el que no quiere la cosa. Así, para la gente, Marta era una esposa mimada; una privilegiada.
La crueldad de Arturo en casa se fue agudizando progresivamente. Hubo un día que no le permitió comer y varios que no pudo tener contacto con su hijo. El niño era muy tímido, estaba casi siempre en su cuarto y tenía miedo. Ella llegó a levantarse de noche de puntillas para verlo dormir y llorar luego desconsoladamente en el baño.
Una noche él se despertó y la siguió. Abrió de sopetón la puerta del baño y la cogió terriblemente fuerte de los brazos zarandeándola.

¿De qué vas, guapa?. Por qué no estás en la cama con tu marido?.
Esa noche ella se envalentonó y le contestó.

Me he levantado a ver a mi hijo ¿te enteras? Y a llorar. Tengo derecho.
Tú tienes los derechos que yo diga, que soy tu marido. ¿No eras tan cristiana?. ¿No dice san Pablo que la mujer debe estar sujeta al varón?. Pues aquí el que se viste por los pies soy yo ¿Te enteras? – y le retorció un brazo-
¡Sueltame!. ¡Déjame en paz!. No sé por qué me tratas así. Voy a pedir el divorciooo. Y levantó la voz
¡EL DIVORCIO!, …. ¿EL DIVORCIO?.... ¡TOMA, DIVORCIO! , y le dio una bofetada tan tremenda que la empujó hacia atrás. Se golpeó con la cabeza en el lavabo y la luz se fue de sus ojos.
Cuando volvió en sí estaba en cama semiaturdida. A un lado su marido y al otro Lola, la asistenta.

Cariño, anoche tropezaste en el baño y te caíste. Te diste un golpe y te mareaste. Afortunadamente no tiene importancia. Hoy no te levantes, descansa. Lola tiene instrucciones y te cuidará.
Marta no dijo nada, sólo miró.

No estés preocupada. A la noche estoy aquí. Lola. Confío en vd. totalmente.
Por supuesto señor, no se preocupe de nada.
Marta no volvió a protestar nunca. Realizaba su papel y en casa intentaba pasar desapercibida. Soportó lo insoportable en el lecho, verdaderas violaciones. Ya no quejó, pero decidió que debía planificar una huida o morir.
Uno de los días en que se reunió a tomar café con Rhut, después de un rato de llantos por parte de ell, se hizo un momento de silencio, como si no se atreviera a hablar. Pronto ese silencio se rompió.

Marta, vosotros sois ricos. Necesito 500.000 euros. Préstamelos, por el amor de Dios. He de sacar como sea a mi marido de ese cuchitril. Temo por su vida, temo que se suicide. Lo quiero más que a nada en el Mundo, incluso más que a mi hija. Sé que ha hecho cosas que no debía; es igual, lo quiero bueno o malo. El es el centro de mi existencia; siempre lo ha sido: ¡Por favoooor!.
Se le clavó el lamento de su amiga y por primera vez habló la verdad de sí misma.
Contó los malos tratos, que no tenía más dinero que algo de efectivo que le daba él y 2000 euros en una cartilla para los gastos diarios. Su tarjeta no tenía más crédito. Su coche era para aparentar. Ella estaba pasando un calvario. Durante una hora hablaron y se comprendieron. Luego se abrazaron y lloraron juntas.

La siguiente vez que se vieron fue Marta quien le pidió a Rhut el favor: Había planificado su huida, pero necesitaba alguien de mucha confianza para que recogiera su correspondencia, con documentos importantes, que quizá llegarían a un apartado de correos que había abierto. Además quería que viera a su hijo y le diera noticias de él hasta que consiguiera su custodia.

El plan era sencillo. Había pedido el reingreso en la Enseñanza en Francia y ya se lo habían concedido. Estaba pendiente del lugar de trabajo asignado, pero pronto llegaría por correo. No aguantaba más. Había ido metiendo en su libreta algún ahorro y pensaba marcharse tres días después en coche, cuando todos durmieran. No se iba en avión porque sabía que él se movilizaría y era hombre de largos tentáculos. Vivían a cuatro horas de coche de Francia. Saliendo a las dos de la madrugada, a las seis ya habría cruzado la frontera. Por correo, nunca por Internet, que sólo lo utilizó un día desde un locutorio de la otra punta de la ciudad, había apalabrado un pequeño apartamento amueblado. Cuando ella le enviara la carta del Ministerio con el destino definitivo se marcharía a la cidad del destino definitivo. Luego, aduciendo que era hija de padre francés, pediría la nacionalidad, después el divorcio y luego la custodia. En tanto, él no debía saber dónde estaba, pero ella quería noticias de su hijo y que le enviaran la correspondencia.

Siempre hemos sido como hermanas, confía en mí. No sabía que pasabas por este suplicio. Todo se arreglará. Al final ya no envidio tu posición, yo, al menos, tengo amor. Intentaré también salir adelante como sea.
Se dieron un abrazo y un “Hasta luego” y se despidieron

…………………………………………………..

Marta, con su maleta en alto, para no hacer ruido, tomó el ascensor. Al llegar al sótano sacó el llavero de casa y mecánicamente agarró la llave de la puerta del garaje. No abrió. Pensando que se había equivocado revisó el llavero y se cercioró, la llave no abría . - ¿Habrán cambiado la cerradora por avería?.... No era muy importante. Salió a la calle y con el mando a distancia del garaje pulsó desde fuera. La puerta no se abrió – Pero,…¿cómo es posible?. Lo intentó dos veces más y marchó a la puerta de entrada de vehículos, allí sí que tenía que funcionar, pero no lo hizo. Queriendo mantener la calma, pensó rápidamente : -Pillaré el primer taxi que pase y que me lleve a la estación. Allí desde un cajero saco el dinero y me marcho a Francia en el primer tren.
Cuando fue a pagar al taxista y abrió la cartera vio que sólo llevaba 20 euros…. -¿Cómo?....Ayer metí 200 en efectivo… No salía de su asombro. Se encaminó al cajero y aparecieron estas terribles palabras en pantalla: “TARJETA BLOQUEADA, PÁSESE POR SU OFICINA”.

Se sentó en un banco de la estación. No tenía coche, ni dinero en efectivo y su tarjeta estaba bloqueada. Ninguna posibilidad de viajar.
Con los 10 euros que le habían sobrado del taxi anterior subió en otro que la llevo de vuelta a casa. Abrió la puerta con el mismo sigilo que la había cerrado. Colgó abrigo y bolso. Se puso de nuevo el pijama en el baño y, de puntillas se metió otra vez en la cama. La cabeza le ardía. Eras las 2:57 de la madrugada y Arturo dormía plácidamente.
……………………………………….

Estuvo diez días febril. La vio el médico y dijo que quizá estaba incubando una gripe. Apenas comía y el insomnio la devoraba. Curiosamente, Arturo parecía ignorarla y no se metía mucho con ella.
Una mañana, después de desayunar a las siete de la mañana, nada más irse su marido ( que ese día lo hizo más pronto que de costumbre) sintió necesidad de que le diera el aire. Se marchó a pasear por la orilla del mar. Era temprano y hacía fresco, algunos madrugadores desayunaban en alguno de los bares, poco frecuentados en esas fechas.
De pronto, sintió que se le paralizaba el corazón. A través del cristal no muy limpio de un bar semiescondido los vio. Su marido y Rhut, hablando tras unas tazas de café. Se parapetó tras un puesto de helados cerrado y observó. El semblante de ella era serio, el de Arturo sonriente. Ambos hablaban sin cesar. De pronto, Arturo sacó de su bolsillo un sobre abultado y se lo entregó a Rhut. Ella lo cogió con el semblante ávido y sombrío a la vez. Cuando se iban a levantar para despedirse, Marta ya había comenzado a correr casi despavorida. Sin saber cómo, sus pies la llevaron a la oficina de correos. Sacó la pequeña llave, copia de la que había entregado a Rhut, para extraer su correspondencia, cayendo en la cuenta de que hacía muchos días que no había salido de su casa.
Cuando abrió el buzón, estaba vacío.
Ebúrnea 29/Marzo/2013

Avicarlos
29/03/2013, 07:20
Una historia impactante. Inesperado desenlace. Y con interés hasta el final.
Estimada Eburnea, tus escritos gustan por claridad y por argumento.

Un abrazo de Avicarlos.

Eburnea
29/03/2013, 08:08
Gracias, Avicarlos. !qué cosas pasan!, porque pasan. Un abrazo Ebúrnea

Caracolamarina
29/03/2013, 09:22
Leo estremecida...de tantos recuerdos...

La vida...la vida..
Un relato que nos muestra con toda crudeza, lo que muchas féminas en el mundo viven. Estas dobles vidas...de hombres-maridos perversos en la intimidad de su casa y por ""afuera "" son modelos de personas.

Ebúrnea...me has dejado...pensando...en añares ha.

Saludos y Felicitaciones tu pluma es...Excelente en todos tus relatos.

Saludos querida amiga..Abrazos.

Eburnea
29/03/2013, 09:40
Gracias: Aquí destaco también ¿Qué es capaz de hacer una mujer por amor?. Eso me dio en qué pensar

Caracolamarina
29/03/2013, 11:27
Querida Ebúrnea...Creo que...Bue es una opinión ante esta situación horrible..para Marta.

¿ Por amor?...Lo dudo...La traición se produce porque esta ""amiga"" ( con esta""" amiga """Marta no necesita enemigas ) necesita tener amor.

Lo que necesita Ruth es tener el status de ""señora con su marido""" Esto es lo social....Nada que ver, con el amor...

Pero bueno...tantas veces se confunden las relaciones...

Ruth no solo es despreciable...Sino que ...sus formas de procurarse lo que necesita ....es malvada.

Saludos querida amiga...tus relatos son a veces...la vida misma.

Avicarlos
29/03/2013, 13:41
Querida Ebúrnea...Creo que...Bue es una opinión ante esta situación horrible..para Marta.

¿ Por amor?...Lo dudo...La traición se produce porque esta ""amiga"" ( con esta""" amiga """Marta no necesita enemigas ) necesita tener amor.

Lo que necesita Ruth es tener el status de ""señora con su marido""" Esto es lo social....Nada que ver, con el amor...

Pero bueno...tantas veces se confunden las relaciones...

Ruth no solo es despreciable...Sino que ...sus formas de procurarse lo que necesita ....es malvada.

Saludos querida amiga...tus relatos son a veces...la vida misma.

Mi opinión es que el amor que siente Ruth por su marido, es verdadero, mientras que el que siente por Marta, es de relleno evascente. jajajaja

Un abrazo de Avicarlos.

Eburnea
29/03/2013, 14:07
Hola Caracola, Avi: Daré más adelante mi opinión. No hay que desvelar demasiado el suspense de los que aún no lo han leído. Besitos

Neftis
29/03/2013, 16:03
Ufff, por dónde empiezo?

Hoy Viernes Santo, día tristón por excelencia, aquí cargado de nubes con intenciones de llover. Después de leer tu escrito Ebúrnea, la verdad es que aún me siento peor.

Hoy necesitaba leer algo con ese final Y VIVIERON FELICES Y COMIERON PERDICES.

Pero no, lo has descrito de maravilla. Esa tristeza, esa amargura por el matrominio fracasado y sobre todo esa AMISTAD entre comillas, me ha hundido.

Sabes describir las situaciones de manera que el lector no le queda más que involucrarse en los personajes. Tengo dos amigas íntimas, espero de todo corazón que no me fallen.

once
30/03/2013, 10:03
Me sumo a las opiniones de Caracola y Avicarlos,esa Ruth es una tipeja!!!
Me ha encantado,tiene razón Neftis,escribes de maravilla!11

Eburnea
30/03/2013, 13:17
Hola a todos: Resulta que soy de las que piensa que los personajes, una vez creados tienen vida propia, ya no pertenecen al autor o autora. La prueba está en que puede haber variadas opiniones sobre Rhut, que quizá coincidan con mi idea inicial o no. O quizá una vez nacido el relato reconsidere a los personajes, que ya no son míos en absoluto. Me pregunto si las opiniones serían las mismas si el relato se titulara por ej. "DESESPERACIÓN" O " EL DILEMA" . Yo de momento sigo sin definirme. Ebúrnea