Eburnea
17/03/2013, 16:55
LAS CUATRO GRACIAS
Olor a pólvora. Gente que va y viene. Buñuelos de calabaza . Trajes típicos y bandas de música: Sí, estamos hablando de las FALLAS de Valencia.
Hay que madrugar si quieres ver bien el monumento y situarte junto a la barandilla para girar en torno a él como las manecillas del reloj. Siempre el ingenio, la crítica más o menos ácida y los ninots, que según el artista los hay para todos los gustos.
Me encuentro ante una falla titulada “LAS TRES GRACIAS”. Emulan al cuadro de Rubens y son tres mujeres orondas, que como si fueran de otros tiempos ( aquellos de las vacas gordas) no carecen de nada.
Pero ¡AY!, estamos en crisis. Malos tiempos corren para el ciudadano de a pie y por tanto hay que situar también “LAS TRES DESGRACIAS”. Tres mujeres flacuchas desnudas, con el curriculum y la hipoteca en la mano, que nada bueno presagian. A su alrededor las causas de las “Gracias” y las “Desgracias” y como ya sabemos cómo son las fallas, no queda títere con cabeza.
Me llama la atención la falla infantil. Es una filigrana y ha recibido el primer premio. Toda ella está sujeta por pequeñas hormigas que la mantienen en pie. Quizá nos representan a nosotros, que como Dios nos da a entender sujetamos este Mundo que parece desmoronarse, pero que no lo permitimos, porque unas hormigas que se precien no dejan hundirse su hormiguero.
Quedo abstraída y camino algo mecánicamente dando la vuelta a la falla, pensando que lo más ingenioso de ella quizá es lo que menos se nota. Las hormigas - ninot. Algo me vuelve a la realidad. Es una voz masculina, joven y bastante dulce. Dice algo muy común. – Cariño, ahora papá, va a hacerle una foto a las hormiguitas. ¿Te apetece?. Hay mucha gente haciendo fotos, así que no sé por qué me llama la atención esa voz. ¿Qué hay de distinto en ella?.... Miro y veo a un hombre de unos 35 años sujetando el carrito de su niña. Enseguida sé qué es lo que me ha atraído: el tono, la suavidad, el cariño. Lo miro y compruebo cómo antes de hacer la foto, revuelve un poco el pelo negro de la nena, que sonríe.
Junto a él está su esposa, una chica de unos treinta y pocos años que sujeta otro carrito con el hijo, año y medio aproximadamente más pequeño que la niña. El gesto de ella es similar al de él. Acaricia el pelo del niño, que se vuelve y sonríe. El papá hace la foto de las hormigas y después enlaza por la cintura a su mujer. Con los dos carritos de sus hijos, muy despacio y contándoles los detalles van dando la vuelta a la falla.
El monumento ha dejado de interesarme; me interesan ellos. Procuro ser muy discreta y no miro más, tan sólo los veo alejarse. Lo que presencié en el primer golpe de vista es lo que ocupa mi pensamiento y necesito irme a otro sitio, quiero pensar y recordar.
Recuerdo que aquella pareja no tenía aspecto de adinerada, más bien todo lo contrario, si nos atenemos a la sencillez de sus atuendos. Están muy enamorados y en un momento de sus vidas en que el poco tiempo que les deje las dificultades del trabajo, si es que lo tienen, es oro molido para disfrutarlo. Pero tienen dos niños y el tiempo se va en ellos, y con mucho AMOR; eso es ser padre y madre: Los cuatro son una estampa de felicidad.
Pero: Esa pareja no ha tenido hijos. Podría estar disfrutando de su tiempo y de su escaso dinero, si no hubieran decidido ADOPTAR. Esos dos niños, tratados con esa dulzura que distrajo mi atención son: una niña china y un niño africano.
Siempre he dicho que “TODOS LOS HIJOS SON ADOPTIVOS”. Son hijos porque los aceptas, los quieres y los acoges. Parir es cuestión de un día; criar, querer, desvelarte y dar lo que haga falta por un hijo, con gusto, porque sí, es cuestión de toda una vida.
Imaginé a esa pareja. Ignoro si pueden o no tener hijos biológicos. Sé que sí pueden tener hijos y los tienen. No han sufrido angustias y dolores de embarazo y parto, pero han sufrido angustias y dolores de Esperar, de NO SABER, de SENTIRSE, quizá solos, desamparados en tierras extrañas, ante personas desconocidas y a punto de poner en jaque sus vidas. Los imagino VALIENTES y con más AMOR que dinero para dar.
Y ahora, con el logro de la paternidad y la maternidad conseguidos, los dos con sus carritos pasean a sus niños y les enseñan las hormiguitas que levantan la falla infantil. Quizá no se están dando cuenta que la labor de las hormigas es la de unos titanes, como lo es la suya, como lo será la de sus hijos multirraciales. En ellos estamos todos. Todas las razas, todas las tierras, todos los empeños, todos los sueños, todos los esfuerzos.
Pienso que ese pequeño grupo familiar, sin saberlo representa lo mejor que aún nos queda. La gente sin cesar dará vueltas y vueltas a la falla del primer premio “LAS TRES GRACIAS” durante los cinco días de fiesta, hasta que la quemen. Comentarán, se admirarán, harán comparaciones con las otras de categoría especial, verdaderas obras de arte e ingenio. Pero para quienes hemos “visto” otra cosa, sabemos que lucen más, (incluso más que las de RUBENS) “LAS "CUATRO GRACIAS” que forman ese matrimonio treintañero y sus dos niños de razas diferente. El arte es el arte, y, como los libros, nos empuja, pero no tanto como encontrar aún maravillosas “hormigas humanas” que alzan todavía la Tierra hacia el punto de equilibrio del Universo.
Ebúrnea 17/ Marz0/ 2013
Olor a pólvora. Gente que va y viene. Buñuelos de calabaza . Trajes típicos y bandas de música: Sí, estamos hablando de las FALLAS de Valencia.
Hay que madrugar si quieres ver bien el monumento y situarte junto a la barandilla para girar en torno a él como las manecillas del reloj. Siempre el ingenio, la crítica más o menos ácida y los ninots, que según el artista los hay para todos los gustos.
Me encuentro ante una falla titulada “LAS TRES GRACIAS”. Emulan al cuadro de Rubens y son tres mujeres orondas, que como si fueran de otros tiempos ( aquellos de las vacas gordas) no carecen de nada.
Pero ¡AY!, estamos en crisis. Malos tiempos corren para el ciudadano de a pie y por tanto hay que situar también “LAS TRES DESGRACIAS”. Tres mujeres flacuchas desnudas, con el curriculum y la hipoteca en la mano, que nada bueno presagian. A su alrededor las causas de las “Gracias” y las “Desgracias” y como ya sabemos cómo son las fallas, no queda títere con cabeza.
Me llama la atención la falla infantil. Es una filigrana y ha recibido el primer premio. Toda ella está sujeta por pequeñas hormigas que la mantienen en pie. Quizá nos representan a nosotros, que como Dios nos da a entender sujetamos este Mundo que parece desmoronarse, pero que no lo permitimos, porque unas hormigas que se precien no dejan hundirse su hormiguero.
Quedo abstraída y camino algo mecánicamente dando la vuelta a la falla, pensando que lo más ingenioso de ella quizá es lo que menos se nota. Las hormigas - ninot. Algo me vuelve a la realidad. Es una voz masculina, joven y bastante dulce. Dice algo muy común. – Cariño, ahora papá, va a hacerle una foto a las hormiguitas. ¿Te apetece?. Hay mucha gente haciendo fotos, así que no sé por qué me llama la atención esa voz. ¿Qué hay de distinto en ella?.... Miro y veo a un hombre de unos 35 años sujetando el carrito de su niña. Enseguida sé qué es lo que me ha atraído: el tono, la suavidad, el cariño. Lo miro y compruebo cómo antes de hacer la foto, revuelve un poco el pelo negro de la nena, que sonríe.
Junto a él está su esposa, una chica de unos treinta y pocos años que sujeta otro carrito con el hijo, año y medio aproximadamente más pequeño que la niña. El gesto de ella es similar al de él. Acaricia el pelo del niño, que se vuelve y sonríe. El papá hace la foto de las hormigas y después enlaza por la cintura a su mujer. Con los dos carritos de sus hijos, muy despacio y contándoles los detalles van dando la vuelta a la falla.
El monumento ha dejado de interesarme; me interesan ellos. Procuro ser muy discreta y no miro más, tan sólo los veo alejarse. Lo que presencié en el primer golpe de vista es lo que ocupa mi pensamiento y necesito irme a otro sitio, quiero pensar y recordar.
Recuerdo que aquella pareja no tenía aspecto de adinerada, más bien todo lo contrario, si nos atenemos a la sencillez de sus atuendos. Están muy enamorados y en un momento de sus vidas en que el poco tiempo que les deje las dificultades del trabajo, si es que lo tienen, es oro molido para disfrutarlo. Pero tienen dos niños y el tiempo se va en ellos, y con mucho AMOR; eso es ser padre y madre: Los cuatro son una estampa de felicidad.
Pero: Esa pareja no ha tenido hijos. Podría estar disfrutando de su tiempo y de su escaso dinero, si no hubieran decidido ADOPTAR. Esos dos niños, tratados con esa dulzura que distrajo mi atención son: una niña china y un niño africano.
Siempre he dicho que “TODOS LOS HIJOS SON ADOPTIVOS”. Son hijos porque los aceptas, los quieres y los acoges. Parir es cuestión de un día; criar, querer, desvelarte y dar lo que haga falta por un hijo, con gusto, porque sí, es cuestión de toda una vida.
Imaginé a esa pareja. Ignoro si pueden o no tener hijos biológicos. Sé que sí pueden tener hijos y los tienen. No han sufrido angustias y dolores de embarazo y parto, pero han sufrido angustias y dolores de Esperar, de NO SABER, de SENTIRSE, quizá solos, desamparados en tierras extrañas, ante personas desconocidas y a punto de poner en jaque sus vidas. Los imagino VALIENTES y con más AMOR que dinero para dar.
Y ahora, con el logro de la paternidad y la maternidad conseguidos, los dos con sus carritos pasean a sus niños y les enseñan las hormiguitas que levantan la falla infantil. Quizá no se están dando cuenta que la labor de las hormigas es la de unos titanes, como lo es la suya, como lo será la de sus hijos multirraciales. En ellos estamos todos. Todas las razas, todas las tierras, todos los empeños, todos los sueños, todos los esfuerzos.
Pienso que ese pequeño grupo familiar, sin saberlo representa lo mejor que aún nos queda. La gente sin cesar dará vueltas y vueltas a la falla del primer premio “LAS TRES GRACIAS” durante los cinco días de fiesta, hasta que la quemen. Comentarán, se admirarán, harán comparaciones con las otras de categoría especial, verdaderas obras de arte e ingenio. Pero para quienes hemos “visto” otra cosa, sabemos que lucen más, (incluso más que las de RUBENS) “LAS "CUATRO GRACIAS” que forman ese matrimonio treintañero y sus dos niños de razas diferente. El arte es el arte, y, como los libros, nos empuja, pero no tanto como encontrar aún maravillosas “hormigas humanas” que alzan todavía la Tierra hacia el punto de equilibrio del Universo.
Ebúrnea 17/ Marz0/ 2013