Eburnea
07/03/2013, 15:44
Antes de comenzar, quiero rendir homenaje, con la reseña de esta obra, a José Sancho, actor valenciano, fallecido recientemente. Al entrar en la Sala “RIALTO” de Valencia, donde tantas obras le hemos visto representar he sentido su ausencia. José Sancho resolvía en escena cuanto se proponía ( en España lo sabemos bien), pero “bordaba” el teatro clásico. En el teatro romano de Sagunto y de Mérida todos los años interpretaba alguna tragedia griega. Lo echamos mucho de menos, sólo tenía 68 años y se ha ido muy rápido.
A propósito de esto, se me ocurre que quizá “monografías” merecería un foro para Teatro. Lo tiene el cine y la Literatura y pretende abarcar todo o casi todo el espectro. Pienso que el Teatro tiene la suficiente entidad para tener su propio foro. Es una sugerencia que lanzo al aire.
De momento, escribamos en “Café Literario” y hoy con el recuerdo de José Sancho:
¡VA POR ÉL!
……………………………………………………………………………………………..
El 23 de Febrero de 2013 fui a ver en el Teatro Rialto de Valencia “El Rey Lear” de William Shakespeare. Amarga fecha para el recuerdo de los españoles que llevamos algunos años a las espaldas: En un día como aquel, en 1981, fue el intento de Golpe de Estado, que a punto estuvo de acabar con nuestra Democracia. Momentos aquellos de desatadas ambiciones, sin duda.
Aunque en otro sentido, de ambiciones trata también “El rey Lear”, escrito por Shakespeare entre 1605 y 1606. Ha sido representado centenares de veces y analizado desde múltiples ángulos y siempre queda la sensación de que no todo está dicho de él. Y es que en “El Rey Lear” está “TODO” y “NADA” sobre la condición humana. Es, además, una profunda reflexión sobre la vejez, la soledad y el sentido de la existencia , si es que lo hay.
La puesta en escena es una adaptación a los tiempos actuales, tanto en los diálogos ( no hay recitación de versos) como en el decorado y la vestimenta. Últimamente existe esta tendencia en el teatro y la ópera, quizá para demostrarnos que lo esencial es el argumento y su mensaje y que éste es atemporal.
Si Eurípides, Shakespeare o Calderón, por citar unos ejemplos, hubiesen vivido hoy, habrían cambiado algo en la forma de expresión y por supuesto habrían situado y vestido a sus personajes en el mundo actual, pero las PASIONES que describen, arquetípicas en su mayoría, y que muestran lo mejor y peor del alma humana, serían exactamente las mismas.
Cierto es: “El Rey Lear” podría haberse escrito ayer, pues aun dentro de un argumento con avatares históricos de otras épocas (S. XVII), muestra dos historias , dos trágicas historias paralelas, pero, a la vez, entrecruzadas. Ambas son trágicas porque tienen que ver con la relación entre personas de la misma sangre: Padre e hijas en el caso del Rey Lear y padre e hijos en el caso de su gran amigo el conde de Gloucester. Además son fieles a la definición de tragedia: Tal como se plantean, no tienen solución.
Este terreno, el que toca relaciones tan próximas, en que la guardia está bajada, que todo se espera y no hay defensas preparadas, es en el que se encuentran los verdaderos dramas de la vida, los más traumáticos y dolorosos. No debo revelar el argumento en su totalidad (leerlo no cuesta más de dos horas y lo recomiendo), pero es necesario que haga un pequeño apunte para que se comprenda la reflexión:
1º.- La tragedia de un viejo y tiránico rey que comete unos errores personales muy graves, que también tendrán consecuencias políticas. Sintiéndose viejo y cansado decide abdicar en sus hijas pero necesita saber que lo aman, que puede confiar en ellas y que, liberado del trabajo fatigoso de reinar, conservará su estatus, estará al tanto, le acompañarán 100 caballeros y vivirá por turnos felizmente con sus hijas.
Las tres hijas son:
Goneril.- Casada con el duque de Albania.
Regan.- casada con el duque de Cornuailles
Cordelia.- Aún soltera. Pretendida por el rey de Francia y el Duque de Burdeos.
El rey pide a las tres que le expresen con toda claridad su amor. Así lo hacen las dos mayores, adornando las cualidades de su padre para que vea lo muy merecedor que es de su inmenso cariño y que se sienta muy halagado. Cordelia, sin embargo, decide hablar con sinceridad y dice que siente el amor que le inspira su obligación como hija y el que le dicta su corazón.
Esta respuesta no gusta al Rey, que hinchado su ego con lo que le han dicho sus hijas mayores, con el apoyo tácito de sus esposos, decide repartirles en donación su reino y desheredar a Cordelia, que desaparece de la escena, bastante humillada.
(Este tipo de mujer, “hija virtuosa, callada, abnegada, sincera, pero rechazada en su familia, no es nuevo en la Literatura. Pensemos en Cenicienta o Blancanieves y bastantes más. Es un personaje arquetípico, antiguo, presente en muchos relatos, incluso infantiles, que merece reflexión aparte).
Apenas recogida la herencia en vida, se desata la avaricia. Surgen las peores intrigas; sólo importa el poder y si es absoluto mejor. El Rey _ padre pronto se da cuenta de su error. No doy detalles de todas las zancadillas y traiciones del argumento, cómo sale a flor de piel lo peor que hijas y yernos llevan dentro. El rey, viejo y enfermo, lejos de gozar del asilo acomodado de sus hijas, se ve abandonado, tendrá que vagar a la intemperie y enloquecerá. En el peor momento, alguien acudirá en su ayuda, para darle amor y a*****lo en sus brazos cuando llega el final: ¿quién?... Cordelia, la hija desheredada que dijo que cumpliría su obligación y los dictados de su corazón. En tanto el matrimonio de ésta con el rey de Francia es desfavorable a las hijas mayores. Todo se desmoronará como castillo de naipes. Pero para saber cómo y llegar al final de los hechos concretos, hay que leer o ver la representación.
2.-El otro personaje es Duque de Gloucester, símbolo de la verdadera AMISTAD. Sentimiento sin fisuras, que también pagará muy caro. Tiene dos hijos: Uno legítimo y otro bastardo. Tendrá un calvario añadido al que ya padece con el Rey; el de la envidia de un hijo y consiguiente daño hacia el otro. De nuevo lo más trágico y doloroso: Se vuelve a comprobar, cómo la mayor decepción, que las más ratoneras traiciones suelen estar muy próximas, muchas veces dentro de casa, la cual tiene una puerta que nos aísla del Mundo, Mundo al que llamamos “FRÍO EXTERIOR”, por no reconocer que la mayor parte de las veces el dolor y el frío están dentro.
Nos lo han dicho y repetido desde Esquilo, y aun antes, pero seguimos cerrando los ojos. Quizá porque con los ojos cerrados es como se sueña y el sueño más bonito se llama “HOGAR, DULCE HOGAR”.
Ese hubiera sido el sueño del viejo y finalmente loco Rey Lear, que nos inspira pena, pero al que a la vez reprochamos: - ¿Por qué obraste así?. ¿Por qué no fuiste capaz de huir del halago fácil, de la vanidad y el ego?. ¿Por qué confiaste ciegamente en quienes no debías y desconfiaste de quien realmente era honesta? . ¿Qué te cegó realmente? ¿Por qué no obraste de otra forma?...
Pero, ¿quién es capaz de hacer tales preguntas? ¿Nosotros?.... El Rey Lear deja en el aire la duda no resuelta del binomio Naturaleza – Cultura. Quizá nadie seamos inocentes. Quizá nadie tenemos claridad de juicio cuando las pasiones se desatan o cuando entran en juego seres de nuestra propia sangre. Entonces, si no somos realmente libres para resolver estos conflictos, ¿quién nos puede echar nada en cara?. ¿Somos ABSOLUTAMENTE culpables alguna vez? ¿Nos determinan nuestros impulsos recónditos?.... Muchos análisis y estudios se han hecho sobre estas preguntas, que son los dilemas que plantea “EL REY LEAR”. Quizá lo mejor es conocerlo de 1ª mano e intentar el propio juicio.
Tan sólo queda añadir que estas obras, me refiero a las tragedias griegas, las de Shakespeare, Calderón y muchas otras, sirvieron y sirven de mucho para el estudio de la psicología humana. Concretamente, Freud les rindió homenaje: Dijo que por muchos casos que hubiera estudiado nunca hubiera podido alcanzar el conocimiento que tenía del alma Humana sin todo lo que había aprendido de la Literatura, en general, y de los dramaturgos en particular. A ellos, en gran medida, les debía las principales ideas del Psicoanálisis.
Estoy de acuerdo. Si es cierto aquella máxima de “CÓNOCETE A TI MISMO”, para saber un poco por donde caminar en esta corta vida, hay que leer, leer y leer.
Ebúrnea Febrero, 2013
NOTA: La foto del Rey Lear corresponde a la representación del Teatro Rialto. Es el actor Alejandro Jornet, que hizo un excelente papel
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A propósito de esto, se me ocurre que quizá “monografías” merecería un foro para Teatro. Lo tiene el cine y la Literatura y pretende abarcar todo o casi todo el espectro. Pienso que el Teatro tiene la suficiente entidad para tener su propio foro. Es una sugerencia que lanzo al aire.
De momento, escribamos en “Café Literario” y hoy con el recuerdo de José Sancho:
¡VA POR ÉL!
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El 23 de Febrero de 2013 fui a ver en el Teatro Rialto de Valencia “El Rey Lear” de William Shakespeare. Amarga fecha para el recuerdo de los españoles que llevamos algunos años a las espaldas: En un día como aquel, en 1981, fue el intento de Golpe de Estado, que a punto estuvo de acabar con nuestra Democracia. Momentos aquellos de desatadas ambiciones, sin duda.
Aunque en otro sentido, de ambiciones trata también “El rey Lear”, escrito por Shakespeare entre 1605 y 1606. Ha sido representado centenares de veces y analizado desde múltiples ángulos y siempre queda la sensación de que no todo está dicho de él. Y es que en “El Rey Lear” está “TODO” y “NADA” sobre la condición humana. Es, además, una profunda reflexión sobre la vejez, la soledad y el sentido de la existencia , si es que lo hay.
La puesta en escena es una adaptación a los tiempos actuales, tanto en los diálogos ( no hay recitación de versos) como en el decorado y la vestimenta. Últimamente existe esta tendencia en el teatro y la ópera, quizá para demostrarnos que lo esencial es el argumento y su mensaje y que éste es atemporal.
Si Eurípides, Shakespeare o Calderón, por citar unos ejemplos, hubiesen vivido hoy, habrían cambiado algo en la forma de expresión y por supuesto habrían situado y vestido a sus personajes en el mundo actual, pero las PASIONES que describen, arquetípicas en su mayoría, y que muestran lo mejor y peor del alma humana, serían exactamente las mismas.
Cierto es: “El Rey Lear” podría haberse escrito ayer, pues aun dentro de un argumento con avatares históricos de otras épocas (S. XVII), muestra dos historias , dos trágicas historias paralelas, pero, a la vez, entrecruzadas. Ambas son trágicas porque tienen que ver con la relación entre personas de la misma sangre: Padre e hijas en el caso del Rey Lear y padre e hijos en el caso de su gran amigo el conde de Gloucester. Además son fieles a la definición de tragedia: Tal como se plantean, no tienen solución.
Este terreno, el que toca relaciones tan próximas, en que la guardia está bajada, que todo se espera y no hay defensas preparadas, es en el que se encuentran los verdaderos dramas de la vida, los más traumáticos y dolorosos. No debo revelar el argumento en su totalidad (leerlo no cuesta más de dos horas y lo recomiendo), pero es necesario que haga un pequeño apunte para que se comprenda la reflexión:
1º.- La tragedia de un viejo y tiránico rey que comete unos errores personales muy graves, que también tendrán consecuencias políticas. Sintiéndose viejo y cansado decide abdicar en sus hijas pero necesita saber que lo aman, que puede confiar en ellas y que, liberado del trabajo fatigoso de reinar, conservará su estatus, estará al tanto, le acompañarán 100 caballeros y vivirá por turnos felizmente con sus hijas.
Las tres hijas son:
Goneril.- Casada con el duque de Albania.
Regan.- casada con el duque de Cornuailles
Cordelia.- Aún soltera. Pretendida por el rey de Francia y el Duque de Burdeos.
El rey pide a las tres que le expresen con toda claridad su amor. Así lo hacen las dos mayores, adornando las cualidades de su padre para que vea lo muy merecedor que es de su inmenso cariño y que se sienta muy halagado. Cordelia, sin embargo, decide hablar con sinceridad y dice que siente el amor que le inspira su obligación como hija y el que le dicta su corazón.
Esta respuesta no gusta al Rey, que hinchado su ego con lo que le han dicho sus hijas mayores, con el apoyo tácito de sus esposos, decide repartirles en donación su reino y desheredar a Cordelia, que desaparece de la escena, bastante humillada.
(Este tipo de mujer, “hija virtuosa, callada, abnegada, sincera, pero rechazada en su familia, no es nuevo en la Literatura. Pensemos en Cenicienta o Blancanieves y bastantes más. Es un personaje arquetípico, antiguo, presente en muchos relatos, incluso infantiles, que merece reflexión aparte).
Apenas recogida la herencia en vida, se desata la avaricia. Surgen las peores intrigas; sólo importa el poder y si es absoluto mejor. El Rey _ padre pronto se da cuenta de su error. No doy detalles de todas las zancadillas y traiciones del argumento, cómo sale a flor de piel lo peor que hijas y yernos llevan dentro. El rey, viejo y enfermo, lejos de gozar del asilo acomodado de sus hijas, se ve abandonado, tendrá que vagar a la intemperie y enloquecerá. En el peor momento, alguien acudirá en su ayuda, para darle amor y a*****lo en sus brazos cuando llega el final: ¿quién?... Cordelia, la hija desheredada que dijo que cumpliría su obligación y los dictados de su corazón. En tanto el matrimonio de ésta con el rey de Francia es desfavorable a las hijas mayores. Todo se desmoronará como castillo de naipes. Pero para saber cómo y llegar al final de los hechos concretos, hay que leer o ver la representación.
2.-El otro personaje es Duque de Gloucester, símbolo de la verdadera AMISTAD. Sentimiento sin fisuras, que también pagará muy caro. Tiene dos hijos: Uno legítimo y otro bastardo. Tendrá un calvario añadido al que ya padece con el Rey; el de la envidia de un hijo y consiguiente daño hacia el otro. De nuevo lo más trágico y doloroso: Se vuelve a comprobar, cómo la mayor decepción, que las más ratoneras traiciones suelen estar muy próximas, muchas veces dentro de casa, la cual tiene una puerta que nos aísla del Mundo, Mundo al que llamamos “FRÍO EXTERIOR”, por no reconocer que la mayor parte de las veces el dolor y el frío están dentro.
Nos lo han dicho y repetido desde Esquilo, y aun antes, pero seguimos cerrando los ojos. Quizá porque con los ojos cerrados es como se sueña y el sueño más bonito se llama “HOGAR, DULCE HOGAR”.
Ese hubiera sido el sueño del viejo y finalmente loco Rey Lear, que nos inspira pena, pero al que a la vez reprochamos: - ¿Por qué obraste así?. ¿Por qué no fuiste capaz de huir del halago fácil, de la vanidad y el ego?. ¿Por qué confiaste ciegamente en quienes no debías y desconfiaste de quien realmente era honesta? . ¿Qué te cegó realmente? ¿Por qué no obraste de otra forma?...
Pero, ¿quién es capaz de hacer tales preguntas? ¿Nosotros?.... El Rey Lear deja en el aire la duda no resuelta del binomio Naturaleza – Cultura. Quizá nadie seamos inocentes. Quizá nadie tenemos claridad de juicio cuando las pasiones se desatan o cuando entran en juego seres de nuestra propia sangre. Entonces, si no somos realmente libres para resolver estos conflictos, ¿quién nos puede echar nada en cara?. ¿Somos ABSOLUTAMENTE culpables alguna vez? ¿Nos determinan nuestros impulsos recónditos?.... Muchos análisis y estudios se han hecho sobre estas preguntas, que son los dilemas que plantea “EL REY LEAR”. Quizá lo mejor es conocerlo de 1ª mano e intentar el propio juicio.
Tan sólo queda añadir que estas obras, me refiero a las tragedias griegas, las de Shakespeare, Calderón y muchas otras, sirvieron y sirven de mucho para el estudio de la psicología humana. Concretamente, Freud les rindió homenaje: Dijo que por muchos casos que hubiera estudiado nunca hubiera podido alcanzar el conocimiento que tenía del alma Humana sin todo lo que había aprendido de la Literatura, en general, y de los dramaturgos en particular. A ellos, en gran medida, les debía las principales ideas del Psicoanálisis.
Estoy de acuerdo. Si es cierto aquella máxima de “CÓNOCETE A TI MISMO”, para saber un poco por donde caminar en esta corta vida, hay que leer, leer y leer.
Ebúrnea Febrero, 2013
NOTA: La foto del Rey Lear corresponde a la representación del Teatro Rialto. Es el actor Alejandro Jornet, que hizo un excelente papel
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