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ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
23/02/2013, 07:47
Creo que se están llevando mis palabras demasiado lejos, tanto que pareciera que estoy menospreciando el gusto de los demás.

Me explico en pocas palabras. Donde hay experiencias de ideas muy diversas, hago uso de una reducción de las mismas. Esto tiene dos caras: que se puede pensar con claridad, y que la economía representativa pierde su esencia cualitativa. Ahora bien, ésto no le pasa sólo al que piensa, sino que le pasa al todo el mundo todo el rato. Con esto quiero decir que suspendo el juicio de los demás tanto como suspendo el mío.

El fundamento de la crítica a las ideas de los demás es el mismo que el de la crítica de las mías. La crítica reside en que analiza cosas; las distingue. Esto, en muy buena medida, es algo objetivo (objetivo es que se refiere a algo).

Por otro lado, buena parte de la condición diferencial está en el conocimiento (que, por su naturaleza, es objetivo); se sabe más de cine cuanto más cine se ha visto y en cuanto más cine se ha pensado (ver cine no es lo mismo que pensar el cine visto; uno es inmediato, y el otro está mediatizado por el conocimiento).

Si no se tienen en cuenta las categorías en las que se basa el cine, me parece muy bien; hay gustos para todos, pero yo hablo de gustos de los que se pueda hablar.

No sé si esta idea es pedante. Yo aprendí que decir bien las cosas y cuidar el estilo es importante; a este propósito, la estética es un principio diferencial en sentido ético.

Hago uso de elementos del pensamiento que habitualmente no se encuentran el la crítica. Para mí la crítica no consiste sólo en decir si me ha gustado una película, y nada más. La crítica es una interpretación, otra obra; interpretación, claro está, de una obra que es primera a la segunda. Pero no hablo sólo de cine sino de hermenéutica y de un estilo de crítica del arte que aprendí de Oscar Wilde. Que soy pedante porque sé lo que digo, ¡lo soy!. Si no lo fuese, significaría que soy un hipócrita y un necio; poco más que un artificio (*).

Por ejemplo, hace unos meses tuve una discusión con caracolamarina acerca del actor Ryan Gosling. A ella le parece malo, a mí me parece muy bueno (creo que es mucho más que eso). Bien, allá cada cuál con sus gustos. Yo hablo de su capacidad para el gesto, su mirada, cómo marca el tiempo al decir las cosas, sus posturas, su actitud, etc. A ella le gusta Brad Pitt, a mí no. Se puede hablar de qué hace Pitt mejor ahora que antes, de lo que no es capaz de mejorar, de sus tics, de su estilo, etc..

No niego el sitio a nadie. Lo peor que puede pasar es que contradiga lo que alguien dice, como que no me gusten las películas de Trueba y a carcolamarina no le guste Ryan Gosling; no pasa nada más.

(*) Esto sucede al distanciarse de uno.