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ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
17/01/2013, 08:59
Era la hora de regar. Era el mejor momento del día, el momento que dedicaba a las plantas: el tiempo de las flores.

El tiempo de las flores era una idea filosófica. El crecimiento de las plantas no seguía la misma línea que su contemplación; dicho así, el crecimiento de las plantas tenía su tiempo, y su contemplación otro distinto.

Era un tema que estaba muy relacionado con la idea de la temporalidad subjetiva y el tiempo interno. También estaba muy relacionado con la idea de un tiempo más amplio que la inferioridad subjetiva.

La idea de un tiempo evolutivo, como lo pensase la filosofía de la biología de Mayr, sin duda, era una idea muy parecida a ésta; el concepto para la temporalidad necesita cierta rectificación que modifica su propia experiencia. El tiempo no se puede experimentar como si fuese una actividad de los entes que llevasen a cabo independientemente del resto de los entes. ¿O todo el problema circunda el problema al no guardar el ser y el ente una relación de orden tal y como el problema es pensado? ¿Una cuestión tan fundamental puede caber en tan poco sitio para ella?. ¡De ninguna manera!; hablamos de filosofía, no de los vicios que han creado a su costa.

Los entes no pueden ser puestos aparte para, luego, ser usados a capricho, cuando más convenga; esto es, no pueden ser entes dispuestos si su predisposición es totalmente supuesta; una cosa no cuadra con la otra si no es mediante un truco que se le permite al pensamiento. Lo abstracto no tiene una garantía incondicional; la experiencia primera es forzada a ser la teoría de la que se sirve la segunda; está hecha a su medida. Por el contrario, las experiencias excepcionales y decisivas no son experiencias hechas a la medida, sino que desbaratan la idea que subyace en la anterioridad de un tiempo que todavía está por llegar, pero con el que, paradójicamente, su idea (temporal) se corresponde. Este orden temporal se desfonda, y lo que pasa no cabe por el camino del paso del tiempo. Sería, pues, una idea sintética a priori falsa y sin garantía que, sin embargo, afirma lo que debiera cuestionar. Dicho de otra forma, la cosa en sí del tiempo está siempre por llegar; la experiencia le da sustancia.

Asexperia
17/01/2013, 14:42
Enviado por Alberto:

Era la hora de regar. Era el mejor momento del día, el momento que dedicaba a las plantas: el tiempo de las flores.

El tiempo de las flores era una idea filosófica. El crecimiento de las plantas no seguía la misma línea que su contemplación; dicho así, el crecimiento de las plantas tenía su tiempo, y su contemplación otro distinto.

Era un tema que estaba muy relacionado con la idea de la temporalidad subjetiva y el tiempo interno. También estaba muy relacionado con la idea de un tiempo más amplio que la inferioridad subjetiva.

El tema del tiempo me parece muy interesante y de discusion inagotable. Me he encontrado en estos foros varios hilos sobre este tema.

Hay algunos que plantean la relatividad del tiempo en que una hora de trabajo bajo el sol (sujeto A) es diferente a una hora sentado frente al mar en la sombra (sujeto B). Pero debemos considerar dos aspectos: tenemos dos situaciones diferentes y opuestas que llamaremos "devenir" y un intervalo con valor determinado, una hora, que llamaremos tiempo. Son experiencias diferentes, pero con el mismo tiempo. Desde el devenir tienen lineas diferentes, pero ambas situaciones siguen la misma linea del tiempo. Esto hace al tiempo una magnitud universal, mientras no se este bajo la influencia de la alta velocidad (tiempo relativo).

Saludos amigo Alberto.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
18/01/2013, 06:51
La idea de la alta velocidad, al igual que una mínima, está íntimamente relacionado con la idea del tiempo de las flores; son ideas del tiempo que siguen una línea que se excede y pierde la garantía de su unidad. En este sentido, una idea del tiempo no es enteramente pensable; no hay un concepto a priori para ella con garantía absoluta para toda experiencia; no dejaría lugar a ideas problemáticas. Para que no fuese así, y como sugerí hace años, la historia debiera haber terminado, o sea, que pudiese haber conciencia de todo su contenido, o se debiera poder hacer la historia reversible y falsable (*) con oportunidad de rectificación (Vg. viajes en el tiempo), con las consiguientes paradojas que ello ocasionaría.

Aunque la filosofía se ha entretenido con cierto detalle en ello, nunca ha sido más que un episodio a la altura de los tiempos, y no, precisamente, por encima de ellos, que es lo contrario de una filosofía del tiempo o de la historia; una filosofía del tiempo debe estar basada en las ideas más problemáticas por las que el tiempo es algo en lugar de no ser nada, para parafrasear el cuestionamiento metafísico de Heidegger que piensa una idea del tiempo originaria, radical y, en gran medida, ¡todavía por pensar!.

Ciertamente, la relatividad del tiempo es una parte de su dialéctica. Por un lado, el tiempo sucede de un momento a otro; y, por otra, hay un mismo tiempo que determina la sucesión. Sin embargo, estas opciones tratan de un tiempo que está, principalmente, a la espera de un revuelto de lo, todavía, por llegar; el tiempo, en este sentido, no puede ser un tiempo dialécticamente neutro que mira hacia un sitio como si fuese la totalidad de "lo por mirar". Estas opciones no están, de suyo, en la posterioridad; simplemente, están puestas al revés; y, así es que, esa idea del tiempo es sólo formal sin que tenga una idea sintética que extienda su forma. Vg. la pregunta que se hace mucha gente acerca de qué ven los ciegos.

Visto así, hay un tiempo sustancial, una primera determinación del tiempo. Esta última es la que, por lo común, es entendida por la física, la ontología, etc. Sin embargo, el tiempo de las flores es una idea que presta atención a la idea de un tiempo mínima, el principio de su condición diferencial. ¿O qué idea puede ser máxima si no atiende a la diferencia con sus mínimos?. En este punto conviene un pensamiento aparte; es un tema por sí solo.

(*) El detalle de esta idea se sale de este tema para meterse en una filosofía de la ciencia pura que no debiera ser muy distinta de la metafísica a la que habitualmente es contrapuesta. Como yo lo veo, si se llevase el pensamiento más lejos, si pensar fuese tan lejos que fuese irreconocible para el propio pensamiento, se podría especular con las cosas que están por venir, y no sólo con las que, hasta ahora, se han pensado.