Neftis
09/08/2012, 05:26
--Tenía sus momentos de lucidez mientras estaba sentada en su silla de ruedas. Se daba cuenta que no estaba en su casa. Que la gente que la rodeaba le eran desconocidas
.--Sólo aquella muchachita de piel morena y grandes ojos negros, la cuidaba a diario, la vestía, la lavaba y peinaba mientras iba desgranando palabras amables. Le decía que era una abuelita muy linda y muy marchosa. Y esto le gustaba porque se sabía querida. Hasta el día en que en un momento de lucidez oyó que aquellas mismas palabras, y con la misma dulzura las dedicaba a las otras mujeres que como ella, estaban en aquella casa grande, donde todas las personas eran mayores como ella misma. Desde entonces dejaron de tener la misma alegría
.--Y en aquellos momentos en que la razón se adueñaba de sus sentidos, recordaba que en su juventud había deseado con todas las fuerzas de su ser, tener una hija. Quería una niña para que cuando llegara el momento en que no pudiera valerse por si misma, la cuidara y la mimara, porque ella si tuviera un bebé, le daría todo su amor, todas sus caricias, sus besos, le compraría los mejores vestidos y los juguetes más caros. El mejor colegio para que aprendiera…se lo daría todo.
--Y así lo hizo. Cuando por fin tras muchos esfuerzos y tratamientos logró quedarse embarazada, su alegría no tuvo límites. Y cuando nació y le dijeron que era una niña, lloró de emoción, habían escuchado sus súplicas.
--Por eso ahora en los escasos momentos en que la razón volvía a sus sentidos, se preguntaba angustiada qué había hecho mal, para terminar sus días en aquel lugar que no era su casa. Aunque estuviera rodeada de todo lo necesario, no se sentía a gusto. Añoraba su hogar
.--Le faltaba la mirada, la sonrisa de aquella niña que había criado con tanto amor. Venían a veces personas de fuera, que traían flores y pasaban momentos al lado de alguna de las mujeres, que también estaban en su silla de ruedas. Y entonces se quedaba con la mirada perdida esperando que aquella niña que educó con tanto amor, la viniera a ver
.--Luego las imágenes se desvanecían, y no sabía distinguir que era lo real y qué era un sueño.La muchacha de piel morena a veces le decía que había tenido una visita la tarde anterior, y le mostraba alegremente las flores que había dejado.
--Nada era como ella lo había imaginado. Afortunadamente la lucidez le duraba poco. Su mente simplemente se dedicaba a viajar por sus recuerdos, sin saber discernir cuales eran reales, y cuales eran sacados de su imaginación , y sus ganas de que fueran ciertos.--
.--Sólo aquella muchachita de piel morena y grandes ojos negros, la cuidaba a diario, la vestía, la lavaba y peinaba mientras iba desgranando palabras amables. Le decía que era una abuelita muy linda y muy marchosa. Y esto le gustaba porque se sabía querida. Hasta el día en que en un momento de lucidez oyó que aquellas mismas palabras, y con la misma dulzura las dedicaba a las otras mujeres que como ella, estaban en aquella casa grande, donde todas las personas eran mayores como ella misma. Desde entonces dejaron de tener la misma alegría
.--Y en aquellos momentos en que la razón se adueñaba de sus sentidos, recordaba que en su juventud había deseado con todas las fuerzas de su ser, tener una hija. Quería una niña para que cuando llegara el momento en que no pudiera valerse por si misma, la cuidara y la mimara, porque ella si tuviera un bebé, le daría todo su amor, todas sus caricias, sus besos, le compraría los mejores vestidos y los juguetes más caros. El mejor colegio para que aprendiera…se lo daría todo.
--Y así lo hizo. Cuando por fin tras muchos esfuerzos y tratamientos logró quedarse embarazada, su alegría no tuvo límites. Y cuando nació y le dijeron que era una niña, lloró de emoción, habían escuchado sus súplicas.
--Por eso ahora en los escasos momentos en que la razón volvía a sus sentidos, se preguntaba angustiada qué había hecho mal, para terminar sus días en aquel lugar que no era su casa. Aunque estuviera rodeada de todo lo necesario, no se sentía a gusto. Añoraba su hogar
.--Le faltaba la mirada, la sonrisa de aquella niña que había criado con tanto amor. Venían a veces personas de fuera, que traían flores y pasaban momentos al lado de alguna de las mujeres, que también estaban en su silla de ruedas. Y entonces se quedaba con la mirada perdida esperando que aquella niña que educó con tanto amor, la viniera a ver
.--Luego las imágenes se desvanecían, y no sabía distinguir que era lo real y qué era un sueño.La muchacha de piel morena a veces le decía que había tenido una visita la tarde anterior, y le mostraba alegremente las flores que había dejado.
--Nada era como ella lo había imaginado. Afortunadamente la lucidez le duraba poco. Su mente simplemente se dedicaba a viajar por sus recuerdos, sin saber discernir cuales eran reales, y cuales eran sacados de su imaginación , y sus ganas de que fueran ciertos.--