Neftis
05/08/2012, 08:03
Esto casi viene a colación por lo escrito por Eburnea
Iba como a diario a mi trabajo entre los apretujones de la gente que como yo misma tenían un horario que cumplir, por suerte en cada estación se bajaba un montón de personal, y aunque entraban de nuevo, ni mucho menos se llenaba como antes, eso era lo que tenía de bueno trabajar lejos de casa, y tener que apearme en la última estación.
--Nos quedamos unos pocos, y ante mi asombro una mujer que estaba apoyada en la puerta empezó a gritar que todos nosotros éramos unos ladrones en potencia.
--Que habían expoliado a su país, cuando lo conquistaron. Que se habían llevado todo el oro que poseían, y que además, les robaron su cultura.
--Los pocos que quedábamos dentro del vagón, nos encogimos de hombros, de eso ya hacía un montón de años, llegué a pensar si a aquellas horas tempranas de la mañana, la mujer ya tenía una buena resaca.
.--Me bajé y sin mirarla, ella seguía gritando yo seguí mi camino.
--Pero… por primera vez pensé en aquella situación. En la escuela nos lo habían enseñado de muy diferente manera. Eran todos unos héroes que cristianizaban a la pobre gente de aquellos lugares. Así de sencillo nos lo explicaban. En aquellos tiempos nadie discutía nada. Todo se daba como bueno.
--Sin embargo los colonizadores, sea cual sea su origen, siempre íbamos a robar algo. Su oro. Sus creencias. Sus rangos. Los años han pasado y esta cuestión sigue igual. Ahora es en otros países, pero no dejaba de tener razón aquella mujer que en un ataque de rabia - con retraso desde luego – vociferaba lo ocurrido a su patria.
--En tantos años nunca se me había ocurrido pensar sobre este asunto. Creo que el vivir de cada día me ocupaba por completo las horas, y no me quedaba en mi cerebro un lugar para pensar detenidamente. Gran parte de la culpa sin duda fue la enseñanza recibida en las escuelas.
--En mi descargo solo me queda un consuelo. La familia hasta el momento ha ocupado TODO mi espacio. No ha habido lugar para otras grandes cosas. Sólo los libros me han ido abriendo los ojos. Pero puedo asegurar que siempre me han faltado horas para leer todo cuanto quisiera.Ahora parece que por fin, me quedan algunas para mis “vicios”.
Iba como a diario a mi trabajo entre los apretujones de la gente que como yo misma tenían un horario que cumplir, por suerte en cada estación se bajaba un montón de personal, y aunque entraban de nuevo, ni mucho menos se llenaba como antes, eso era lo que tenía de bueno trabajar lejos de casa, y tener que apearme en la última estación.
--Nos quedamos unos pocos, y ante mi asombro una mujer que estaba apoyada en la puerta empezó a gritar que todos nosotros éramos unos ladrones en potencia.
--Que habían expoliado a su país, cuando lo conquistaron. Que se habían llevado todo el oro que poseían, y que además, les robaron su cultura.
--Los pocos que quedábamos dentro del vagón, nos encogimos de hombros, de eso ya hacía un montón de años, llegué a pensar si a aquellas horas tempranas de la mañana, la mujer ya tenía una buena resaca.
.--Me bajé y sin mirarla, ella seguía gritando yo seguí mi camino.
--Pero… por primera vez pensé en aquella situación. En la escuela nos lo habían enseñado de muy diferente manera. Eran todos unos héroes que cristianizaban a la pobre gente de aquellos lugares. Así de sencillo nos lo explicaban. En aquellos tiempos nadie discutía nada. Todo se daba como bueno.
--Sin embargo los colonizadores, sea cual sea su origen, siempre íbamos a robar algo. Su oro. Sus creencias. Sus rangos. Los años han pasado y esta cuestión sigue igual. Ahora es en otros países, pero no dejaba de tener razón aquella mujer que en un ataque de rabia - con retraso desde luego – vociferaba lo ocurrido a su patria.
--En tantos años nunca se me había ocurrido pensar sobre este asunto. Creo que el vivir de cada día me ocupaba por completo las horas, y no me quedaba en mi cerebro un lugar para pensar detenidamente. Gran parte de la culpa sin duda fue la enseñanza recibida en las escuelas.
--En mi descargo solo me queda un consuelo. La familia hasta el momento ha ocupado TODO mi espacio. No ha habido lugar para otras grandes cosas. Sólo los libros me han ido abriendo los ojos. Pero puedo asegurar que siempre me han faltado horas para leer todo cuanto quisiera.Ahora parece que por fin, me quedan algunas para mis “vicios”.