Neftis
08/05/2012, 07:21
Erase una vez… un grupo de amigas tomando café, en la terraza de un afamado bar de la ciudad, allí solían reunirse siempre que podían.
Hablaban de cosas sin importancia. De la casa. De los niños. En general de toda la familia, dejando un apartado para los maridos, en las que coincidían en decir que tenían mucha paciencia en soportar todas las divergencias que a veces surgían en el matrimonio.
Sin exclusión estaban de acuerdo y a medida que hablaban movían la cabeza en señal de asentimiento.Hasta que un mal día a una de ellas se le ocurrió explicarles una cosa que le sucedía con cierta frecuencia.
Les explicó que su cuerpo a veces sin motivos aparentes se encontraba mal. Era un mal estar indefinido y les dijo que había llegado a la conclusión que estaba poseída por un espíritu venido del Mas Allá.Este ente desconocido, les dijo que vagaba errante por el mundo de los humanos, en busca de un alma luminosa -asegurando que este era su caso- con la que reponer energías.Aseguró a sus oyentes – que por cierto estaban pasmadas por aquella confesión - que cuando esto sucedía, ella sin tener ninguna enfermedad, al estar poseída por ese espíritu vagabundo, se encontraba muy mal. Todo su cuerpo reaccionaba como si quisiera defenderse de una enfermedad, tal como lo haría ante una invasión de gérmenes y virus nocivos. Fiebres, nauseas, vómitos…Esta dolencia se le pasaba en 24 horas… Tal como había llegado se iba.
Y aseguró a sus contertulias, que afortunadamente eso sólo le ocurría de vez en cuando.No supo ver en sus amigas, las miradas que cruzaron entre ellas. Sin una palabra todas estuvieron de acuerdo que estaba loca
.Pudo comprobar no obstante, que las reuniones cada vez se fueron espaciando más. Por suerte para ella nunca se llegó a enterar que seguían sus reuniones, sin avisarla a ella porque la consideraban “loca”. Probablemente tuvieran razón, pero su ignorancia…en parte fue su salvación.
Nunca se sintió mal por ese abandono que siempre consideró era debido a cuestiones de trabajo o familiares.
Hablaban de cosas sin importancia. De la casa. De los niños. En general de toda la familia, dejando un apartado para los maridos, en las que coincidían en decir que tenían mucha paciencia en soportar todas las divergencias que a veces surgían en el matrimonio.
Sin exclusión estaban de acuerdo y a medida que hablaban movían la cabeza en señal de asentimiento.Hasta que un mal día a una de ellas se le ocurrió explicarles una cosa que le sucedía con cierta frecuencia.
Les explicó que su cuerpo a veces sin motivos aparentes se encontraba mal. Era un mal estar indefinido y les dijo que había llegado a la conclusión que estaba poseída por un espíritu venido del Mas Allá.Este ente desconocido, les dijo que vagaba errante por el mundo de los humanos, en busca de un alma luminosa -asegurando que este era su caso- con la que reponer energías.Aseguró a sus oyentes – que por cierto estaban pasmadas por aquella confesión - que cuando esto sucedía, ella sin tener ninguna enfermedad, al estar poseída por ese espíritu vagabundo, se encontraba muy mal. Todo su cuerpo reaccionaba como si quisiera defenderse de una enfermedad, tal como lo haría ante una invasión de gérmenes y virus nocivos. Fiebres, nauseas, vómitos…Esta dolencia se le pasaba en 24 horas… Tal como había llegado se iba.
Y aseguró a sus contertulias, que afortunadamente eso sólo le ocurría de vez en cuando.No supo ver en sus amigas, las miradas que cruzaron entre ellas. Sin una palabra todas estuvieron de acuerdo que estaba loca
.Pudo comprobar no obstante, que las reuniones cada vez se fueron espaciando más. Por suerte para ella nunca se llegó a enterar que seguían sus reuniones, sin avisarla a ella porque la consideraban “loca”. Probablemente tuvieran razón, pero su ignorancia…en parte fue su salvación.
Nunca se sintió mal por ese abandono que siempre consideró era debido a cuestiones de trabajo o familiares.