Orfelunio
05/05/2012, 21:36
La risa del Mundo
No consigo descifrar el innombrable sentimiento, que me embarga y se hace sólido en el corazón cuando duelen los motivos. En la noche tranquila y despejada, se balancea la luna en su hamaca de luz, cómplice de mis desvelos. La Gaia incólume, pederasta de ilusiones, se atreve con el niño que devora antes que el tiempo propicio la someta al mordisco licántropo de su aurora. Es posible, y más probable, que si algo importa sólo es suceso relativo a quien lo ofrece, causa subjetiva que traduce el sentir desdibujado; imagina, conformando sombras de lo ajeno, que impiden, como un cielo nuboso no deja al sol brillar, se diluyan las nieblas del entendimiento erróneo, en la pasividad deudora de un espíritu herido... Maquina el silencio como paga vengativa hacia un ruido insoportable.
Si la paciencia no es suficiente contrarresta, el dolor acumulado masifica un poder de escapatoria, la ira grita desesperada y devuelve la paz al interior, donde oscuridad, luz momentánea, da paso a la densa tiniebla de la culpa.
Somos dos los culpables, y si el que calla otorga, guarda silencio y ofrece a la voz traspasar la línea en que se acomoda para ver la realidad, que muda, se compromete solidaria al ocupar ejemplo; lugar donde llega la calma y los instintos retroceden la conducción humana. Sólo ha sido la interacción de los cuerpos, cuya mente divaga, fantasiosa y susceptible hasta llegar a la colisión, vertical de una fricción empuje, satisfacción eléctrica de los sentidos.
Salí de la cocina y brillaba un sol magnífico; dos pájaros daban cuenta de tres migas; la hormiga laboraba preparando el invierno; la araña iba con prisa hacia la tela, y el cautivo insecto dio su última señal. Maté a la mosca inoportuna, a la araña por temor, y a la hormiga ahogué en un mar; serví los pájaros para la cena y nunca estuve más cerca de ser yo mismo; encendí la extinción, abismo que deja un eco antepasado y Neanderthal.
Es Heliogábalo amparado por cábala maestra; Antinóo febo de empero modesta; ser de la luna que las lunas detesta. La risa de la vieja mató a un mundo puro; pureza que vestía la ilusión de gala... Te asesino ahora mil veces porque te ha perdonado quien como tú se ríe, dañando la inocencia sin dar explicaciones. La diferencia entre tú y yo es el escrito que me acusa, pero a ti..., ¿quién te excusó? Si yo te perdoné, por tu malicia morirás, pues el perdón que te ofrecí, por no leído..., ¿de él sabrás?
Como el mundo gente que huye hacia el abrigo; como el sol poniente que se oculta y cede frío; como el horizonte que se ve sin nubes limpio; como el agua clara que se ensucia en el olvido, así tu alma, bruja palma, diluida entre las manos del error, estructura el anagrama, sorprendente panorama, expresa imagen de la vida y su dolor; ansia recibida y huella que dejó la antigua herida, que sólo en el retorno hacia la acción podrá ser libre, cuando insulta en la palabra imbécil, y quedes ******** en la risa que aguarda el llanto, realidad que me enviaste para que amor no sea amor, y venga Gaia la malvada, ella, la mellada; vieja negra de muralla y muro insostenible sin el puente carcajada, que cómica sonríe con su trágica experiencia, y en su puerta nos despide al aquí vendrás de un fin que no se acaba; estampa de lo ajeno; reflejo de un mañana y burla del adulto al que esperaba con su andanza, los misterios de la muerte que precoz nos desvelaba.
Todo por una vieja... Si lo llego a saber, a la medusa rompo con una piedra la cabeza. Alcahueta asquerosa de vida y tierra, quedaste entre los muertos; que soy tu príncipe, y dueño de tus oscuras endechas y de tus brumas que ciegan.
Algún pie se viste calcetín, que modela un toque japonés por unas chanclas de verano; el abrigo nunca fue nipón, que se desnuda en el origen devolviendo al elástico la forma primera, cultura que a todos influye, y que el tiempo se encarga de recordar, para que nadie sople los entresijos que disponen los Hados, dioses que vientos esconden, y son mortales por ser imaginados, tenebrosos en la risa del mundo.
No consigo descifrar el innombrable sentimiento, que me embarga y se hace sólido en el corazón cuando duelen los motivos. En la noche tranquila y despejada, se balancea la luna en su hamaca de luz, cómplice de mis desvelos. La Gaia incólume, pederasta de ilusiones, se atreve con el niño que devora antes que el tiempo propicio la someta al mordisco licántropo de su aurora. Es posible, y más probable, que si algo importa sólo es suceso relativo a quien lo ofrece, causa subjetiva que traduce el sentir desdibujado; imagina, conformando sombras de lo ajeno, que impiden, como un cielo nuboso no deja al sol brillar, se diluyan las nieblas del entendimiento erróneo, en la pasividad deudora de un espíritu herido... Maquina el silencio como paga vengativa hacia un ruido insoportable.
Si la paciencia no es suficiente contrarresta, el dolor acumulado masifica un poder de escapatoria, la ira grita desesperada y devuelve la paz al interior, donde oscuridad, luz momentánea, da paso a la densa tiniebla de la culpa.
Somos dos los culpables, y si el que calla otorga, guarda silencio y ofrece a la voz traspasar la línea en que se acomoda para ver la realidad, que muda, se compromete solidaria al ocupar ejemplo; lugar donde llega la calma y los instintos retroceden la conducción humana. Sólo ha sido la interacción de los cuerpos, cuya mente divaga, fantasiosa y susceptible hasta llegar a la colisión, vertical de una fricción empuje, satisfacción eléctrica de los sentidos.
Salí de la cocina y brillaba un sol magnífico; dos pájaros daban cuenta de tres migas; la hormiga laboraba preparando el invierno; la araña iba con prisa hacia la tela, y el cautivo insecto dio su última señal. Maté a la mosca inoportuna, a la araña por temor, y a la hormiga ahogué en un mar; serví los pájaros para la cena y nunca estuve más cerca de ser yo mismo; encendí la extinción, abismo que deja un eco antepasado y Neanderthal.
Es Heliogábalo amparado por cábala maestra; Antinóo febo de empero modesta; ser de la luna que las lunas detesta. La risa de la vieja mató a un mundo puro; pureza que vestía la ilusión de gala... Te asesino ahora mil veces porque te ha perdonado quien como tú se ríe, dañando la inocencia sin dar explicaciones. La diferencia entre tú y yo es el escrito que me acusa, pero a ti..., ¿quién te excusó? Si yo te perdoné, por tu malicia morirás, pues el perdón que te ofrecí, por no leído..., ¿de él sabrás?
Como el mundo gente que huye hacia el abrigo; como el sol poniente que se oculta y cede frío; como el horizonte que se ve sin nubes limpio; como el agua clara que se ensucia en el olvido, así tu alma, bruja palma, diluida entre las manos del error, estructura el anagrama, sorprendente panorama, expresa imagen de la vida y su dolor; ansia recibida y huella que dejó la antigua herida, que sólo en el retorno hacia la acción podrá ser libre, cuando insulta en la palabra imbécil, y quedes ******** en la risa que aguarda el llanto, realidad que me enviaste para que amor no sea amor, y venga Gaia la malvada, ella, la mellada; vieja negra de muralla y muro insostenible sin el puente carcajada, que cómica sonríe con su trágica experiencia, y en su puerta nos despide al aquí vendrás de un fin que no se acaba; estampa de lo ajeno; reflejo de un mañana y burla del adulto al que esperaba con su andanza, los misterios de la muerte que precoz nos desvelaba.
Todo por una vieja... Si lo llego a saber, a la medusa rompo con una piedra la cabeza. Alcahueta asquerosa de vida y tierra, quedaste entre los muertos; que soy tu príncipe, y dueño de tus oscuras endechas y de tus brumas que ciegan.
Algún pie se viste calcetín, que modela un toque japonés por unas chanclas de verano; el abrigo nunca fue nipón, que se desnuda en el origen devolviendo al elástico la forma primera, cultura que a todos influye, y que el tiempo se encarga de recordar, para que nadie sople los entresijos que disponen los Hados, dioses que vientos esconden, y son mortales por ser imaginados, tenebrosos en la risa del mundo.