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Orfelunio
05/05/2012, 21:30
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Los cuentos de Castlepubis
(El santo pollo)


Año 2 de la era Leónidas… Kikirikiii, kikirikiii.
Amanece en el corral y se busca al pollo apropiado para sustituir al cordero.

-¿Qué queréis?

Un pollo chulo decide hacer frente a los intrusos.
-Tente Petrín, que quien a espada mata a espada morirá.

-¿Eres tú el pollo ese de que tanto se habla, el pollo as?

-Tú lo has dicho, soy el as. Pero mi as- no es de este mundo.

-No juegues conmigo con ese juego de palabras.

-Si las palabras juegan es porque están aburridas, sobre todo con vuestra presencia.

-¡Somos persas!, ¿cómo te atreves?

-Aún no ha llegado mi hora, pero os aseguro, que antes que cante alguno de estos tendré 300 haciendo los deberes.

-No te entiendo reyezuelo… Porque eres rey, ¿no?

-Sí, soy rey, pero somos dos. Escrito está que uno debe morir para salvar al gremio.

-¿Así que eres rey? ¿Y dónde está tu reino?

-Mi reino es patria e inexpugnable, no hace falta deciros el dónde porque no lo encontrareis.

-Tú dinos dónde y haremos lo imposible.

-¿Acaso pretendéis pasar por el ojo de una aguja con camellos y todo? -Os aseguro que no lo haréis mientras yo viva; una vez muerto, el paso quedará libre y será mi rescate incluso para vosotros. Aunque seáis derrotados, en la casa que me espera hay sitio para muchos.

-Pero dime, pollo, en este corral faltan gallinas, ¿no es así?

-No, no sobran gallinas… sino galones; así que ponte más filas,
y sabe, que los tiempos están preparados. Si acudís a las termas
preguntad por un tal Gafalte y eludiréis las Termópilas;
no seáis insensatos y regresad a vuestras tierras, que enfermas
necesitan de algún pasado, y hay cristos que aún son tinieblas
porque la luz de Leónidas los ha asustado.

-Queríamos asegurarnos de la realidad presente. Ahora, aceptad nuestros presentes, porque somos persas, pero también magos.

¿Y qué traéis?

Los pollos todos se acercan a ver las nuevas presentadas queriendo meter las alas, las patas, los picos; pero Leo sacó su espada e hizo de diez un montoncico. Las plumas volaban y el aire se infló, ¡quién respirara…! Un pollito estornudó.

-Mi rey, qué severo sois. ¡Mirra!, incienso y oro, y alguna birra… Y ¡ay!... para todos. Resucítalos en tu morada…

-Aún no puedo porque no es tiempo de milagreos; pero lo haré.

-Vemos que el reo es atrevido. Concedednos la gracia de adorar al cordero.

-¿No os han dicho que no hay cordero, y por eso venís a por un pollo?,
¿o es que la magia del mago hizo su efecto y los pollos que he matado
eran míseros avaros que pisaban al cordero adentrándose en su templo
al que vosotros habéis llegado?

-Si pudierais acortar la pregunta nos sería más fácil contestar; apunta pues: “primera multa”, que responder ya se verá. Y si sigues así, creeremos que la señal es política, y te cortaremos la lengua para que hablen las fieras.

-Levantaos pollitos míos, que mi espada está en la lengua, y demás sea la pena,
pues caísteis por ocena, que mi boca es una mina, y hubo dentro alguna mena…
Tan cerquita me teníais.

Los persas caen de bruces ante el prodigio, no por los pollos, sino por el artificio. Deciden marcharse al oriente. En el horizonte el sol desprende sus rayos custodia. Saben que ubicar poniente aún es reto y forma parte de la historia. Ahora lo tienen claro, ahora dirán a Jerges: “si quieres, salva miles de almas, que por occidente… ni te molestes. Que tienen un rey lleno de gracia, y otro que espera la palma, quizá haya más guardando la grecia, y el paso es estrecho y llevamos camellos, elefantes y satrapias; si el traidor nos cuenta su sitio, aunque haya un hueco de plinto, ¿vale la pena morir por es patria, si es patria ya es patria por su fundamento?

Sí, dijo Jeje. Jaja, contesto el pollo, y jijiji emuló el pollito. Los persas con su jojojoj. Y nunca hubo tan gran fiesta en el infierno, ni quedó un senado tan vacío de políticos.

-Pues sí que se está bien aquí, Leo. Tenías razón y hay sitio de sobra.

-Perdonad, pero me tengo que ausentar, si no, las pollas no me van a encontrar.

-Pero… ¿qué hacemos mientras estás ausente? ¿Acaso no te despediste del Ogro?
¡Pero si está aquí! Nada pues te hace falta.

-Mi deber es mi deber. Vosotros podéis seguir con la historia, y en el estrecho camino me encontrareis; pero venid sin camellos, que hay un traidor llamado dudas, y si lo seguís os perderéis.

Y se quedaron dudando ora pro nobis
ubi dubium ibi libertas
reunidos y al calor de los cuentos de Castlepubis.