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Orfelunio
05/05/2012, 20:08
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Los días contados


Llegaron los días contados
señal inequívoca de los números
que sumados son finitos;
y acaece la duda
cuando el sol se apaga;
y sigue un día oscuro
presagio de un gris infinito.

Luchamos más allá de la batalla,
donde el mundo es colorido
en la mente que es de plata,
y asoman nubes y truenos
señalando peros; y malos, y buenos,
y nos partieron el alma
en dos pretendientes
que muestran sus dientes
en sus cielos severos.

El uno es de oro, oro…
El otro, de piedra y hiedra,
usurpa tesoros, fustiga la Tierra,
germina la hierba y escribe decoro;
aquél es mito, y éste es poro,
aquél es fuera, como es la fiera
que ataca y mata, y éste loro,
que vive loco al girar la rueda
y repite estoque al cortar la sierra;
que gime poemas de lluvias
en denteras de una boca que babea
inocente en su compromiso;
que aún no alcanza a la gloria
de la vida y su existencia.

Y pasó la elipse,
y cerro unos ojos,
y mintió la muerte
al vestirse triste;
sentenció a los cojos
que en correr se tuercen,
y quedaron trozos
singular despiste.

Y pensaron modos
en el modo miste,
del fractal murmullo
que los ecos viste;
mini males codos
del redondo quiste,
que enferma a todos
si en su gracia insiste.

¡Voz!, sé que estás ahí,
¿adónde fuiste sin mí?,
¿qué espacio cupo
para que salgas fuera?
No ha lugar para la mente
retículo tercero,
ni aquel que está en la frente
del más santo embustero.

Pasaron pensamientos,
y pasaron los plumeros,
sobre los polvos sedimentos
de otras mentes que murieron;
quizá volátiles quedaron
en eterna suspensión,
esperando la insuflada
que otra mente la insufló;
mas, sin verte yo repito
como el ajo y el limón
que nos saca la saliva:
De la Tierra vengo yo,
y si hay mente es la deriva
que en sus mares se perdió.




Motor de cambio


Tengo una bicicleta
con pedales de motor,
en las piernas que se aprieta
las esquinas del rotor.

Y tengo una maleta
en la espalda del amor,
que es veleta y es la meta
si la ruedo cazador.

Lo que no tengo es receta
que me pueda hacer señor,
de la cálida soleta,
desenvuelto y rompedor.

Y le pido a un dios la zeta
del más grande soñador,
en el sueño que es peseta
ahora euro usurpador.



Bondad


Yo, el hombre que guarda
los soles bajo una falsa ventana,
enseño los mundos del ego,
y oculto los egos del mundo
en el culto defecto
de la experiencia vaga.

Cuando el mundo despierte sano,
ofrecerá sin medida el brazo
la receta mágica del excelente amparo;
con el cuchillo acrático del viento libre,
la revolución espera el torbellino
del huracán dadivo de la salve fuerte.

No me esperen bajo yugo,
ni me ataquen el costado;
no me asfixien en los credos,
ni pretendan el rosal,
que la rosa es medicina intacta
y nace del espíritu;
jardín donde los males
son cúmulos injertos,
aromas de la cultura
que no se da.




Tu naipe


Después de tomar café,
cuando el excito es más despierto,
te miré con el acierto,
y me encontré con un signo de respeto,
que antes fue guiño;
ahora es cuerdo de pasión,
y en compasión sólo fui niño,
que por adúltero no puede amarte.

Mas, toma te,
que aún te observo en el aliño
obnubilado al recordarte;
y darte mi cariño,
colofón de mi castillo
erotizado por tu naipe.


Sol de aéreas lúnulas
(Cuadratura del círculo)



Sol que empujas,
que sales saliendo,
que mi piel embrujas;
en tu brillo agujas
de mi cuerpo siendo,
coser cosiendo
en mi cuerpo pujas.

Salina sal
de sales buenas,
vid natal,
pantanal de hierbabuena.

Visceral
bíceps piel trigal,
¡Trigo, no me trices!,
geométrico sacal
de sangre te horrorices;
en carne cicatrices
y quede en músculo total.

Huesos en vestir nices,
en hierros sus matrices
refluya el ventanal
fulgor en mis narices,
y de un cuerpo colosal,
al salir en rol, la sal
sólo es color en sus matices.

Venas ríos de agua azul
en fuerza baldas,
montes duros algazul,
fortín brío en las espaldas.

Gimnasios puros,
cuadradas nalgas;
torcidos brazos
de pechos lúnulas
en curvas vínculos.

En corsos grasos
de sinuosas glándulas,
tus lemas círculos
en masa mol;
siluetas glóbulas
danzan los péndulos.

¡Tú, oh Sol!,
tú sólo ablándalas
en ser caléndulas,
de finas lígulas
cuadraturas Om.



Parálisis


Renacen figuras amorfas,
que cubicamos puras
en la maraña de lumbres,
como hilos tupidos
de mañanas mudas.

De las cuerdas desciende
el claroscuro leve,
y en un iris dopante
de la mente asida
en el matiz más fuerte,
se nos queda oscura,
la atención rebelde
en un mar de luz.

Dominando el fixismo
el punto se agranda
en fractal inverso
del objetivo centro.

La parálisis excita
la impresión mágica de la realidad,
que desvanece los fosos
de su sincrético ancestro.

Al chasquido de uno dedos
despierta de lo oblicuo,
equilibrado en el seno consciente
del común defecto,
el conocido rumbo instado del tiempo,
pretérito de un instante muerto.