PDA

Ver la versión completa : La vecina del cuarto piso



Neftis
04/05/2012, 06:50
Años atrás (muchos), los vecinos de una escalera se podía asegurar que eran casi amigos íntimos, debido a haber pasado juntos una guerra.
Al sonar las sirenas todos bajaban apresurados y se refugiaban en los pisos bajos, hasta que el bombardeo había terminado. Y eso aunque quieras obviarlo es del todo imposible. Les unía un lazo muy especial de los momentos de angustia que vivían juntos.

Para distraerse hablaban de todo un poco, y sobre todo los que tenían hijos pequeños, - que eran la mayoría- comentaban sus andanzas.Todos sabían más o menos la vida de los que se reunían sufridamente esperando que pasara el peligro, para poder volver a sus casas.Por eso no es de extrañar, que una vez terminada la contienda, esas visitas seguían vigentes entre ellos.
No había nadie en la escalera que tuviera teléfono. Entonces sólo los más ricos tenían ese artilugio en sus casas, por lo que no podían anunciar su visita con un poco de tiempo.

Simplemente sonaba el timbre y ante la puerta aparecía la querida vecina del cuarto, traía unas rosquillas recién hechas “para los niños” –decía con un sentimiento rebosante de piedad y por un bien hacer católico –Los niños de la casa, tras el saludo extremadamente formal, las niñas con una suave genuflexión y alzando un poco el vestido, los niños dando un taconeo con los pies.

Y como si fueran lobos hambrientos, se comían cuantas rosquillas podían. – La verdad es que no se les podía culpar, porque realmente hambre sí que había, recién terminada la guerra.

Comían educadamente, pero sin dar tregua, a pesar de las miradas de la madre, que quería reprenderlos por aquella actuación tan poco digna. Pero es que el hambre no entiende de esas cosas.Después de un buen rato, cuando la bandeja ya estaba completamente vacía, los niños de la casa, se aburrían con tanta ceremonia y educación.

Se miraban y con un guiño se iban a la cocina, cerraban la puerta, y ponían la escoba al revés, porque habían oído que de esta manera las visitas se irían. Sabían que su madre era consciente de sus fechorías, y les reñiría en cuanto se quedaran solos.

Pero bueno eso ya era otro cantar. Ellos se habían comportado como manda la educación. Habían saludado y besado a la vecina del cuarto. Se habían comido las rosquillas y aunque su madre les regañara, sabían que en el fondo les agradecía un poco, aquellas chiquilladas, porque la verdad es que la vecina era un poco pesada