mr. peralta
19/04/2012, 00:27
“Lo hice, Ernesto. No me pude contener.”
Fue lo único que le dije al llamarlo. Era la habitación 303 del hotel Las Gárgolas y estábamos los dos solos. Ella estaba tendida en la cama, no sé si de verdad estaba o si era ella persiguiéndome como lo hace en la mayoría de mis sueños. Ella estaba ahí, con poca ropa y ya le quedaba poca piel.
Yo estaba en la esquina de la habitación, viendo como ardía al lado de ella. Y eso es lo que le pasa al cuerpo luego de matar, arde y se le eleva, se hace grande en pensamientos y se consume en físico. Estaba viendo dos cuerpos que al parecer estaban muertos, quizás por haber vivido demasiado, quizás murieron tan bien porque era la primera vez que les pasaba.
Volví a llamarlo. Le dije que la reacción era perfecta, instantánea. Nunca me había alegrado tanto llegar a este punto y comprobar una vez más lo bonito que es matar. “Man, esto es un abrazo a lo más profundo del alma”. Le dije.
Y lo importante es morir en cada intento, así sería la forma educada de lograrlo.
Dos occisos se encuentran en el 303 y nadie se entera. Todos sabían que pasaba algo pero todos estaban pendientes a lo que les pasaba. Todos en lo suyo, en su festín carnal. Todos atentos al entrepiernas de su víctima. Todos vistiendo de semen los cuerpos a los cuales le han jurado amor y cosas bonitas. Todos puerquitos, amantes del dirty talking y las nalgadas. Casi todos muertos, viendo cómo se desintegran sus cuerpos en una habitación donde se atreven a jurar amor pa' siempre.
Fue lo único que le dije al llamarlo. Era la habitación 303 del hotel Las Gárgolas y estábamos los dos solos. Ella estaba tendida en la cama, no sé si de verdad estaba o si era ella persiguiéndome como lo hace en la mayoría de mis sueños. Ella estaba ahí, con poca ropa y ya le quedaba poca piel.
Yo estaba en la esquina de la habitación, viendo como ardía al lado de ella. Y eso es lo que le pasa al cuerpo luego de matar, arde y se le eleva, se hace grande en pensamientos y se consume en físico. Estaba viendo dos cuerpos que al parecer estaban muertos, quizás por haber vivido demasiado, quizás murieron tan bien porque era la primera vez que les pasaba.
Volví a llamarlo. Le dije que la reacción era perfecta, instantánea. Nunca me había alegrado tanto llegar a este punto y comprobar una vez más lo bonito que es matar. “Man, esto es un abrazo a lo más profundo del alma”. Le dije.
Y lo importante es morir en cada intento, así sería la forma educada de lograrlo.
Dos occisos se encuentran en el 303 y nadie se entera. Todos sabían que pasaba algo pero todos estaban pendientes a lo que les pasaba. Todos en lo suyo, en su festín carnal. Todos atentos al entrepiernas de su víctima. Todos vistiendo de semen los cuerpos a los cuales le han jurado amor y cosas bonitas. Todos puerquitos, amantes del dirty talking y las nalgadas. Casi todos muertos, viendo cómo se desintegran sus cuerpos en una habitación donde se atreven a jurar amor pa' siempre.