Davidmor
22/12/2011, 14:05
“EL DIOS del Viejo Testamento, a saber, el Yahweh del judaísmo, es un dios de maldición, un dios de cólera, un dios de celos, y no puedo sentirme allegado a él.” Así dijo Youji Inoue, un sacerdote católico japonés, en un artículo titulado “Los japoneses y el cristianismo”, que fue publicado en uno de los periódicos de mayor circulación en Japón, el Asahi Shimbun. Él también dijo que este Dios finalmente “se desarrolló y se transformó en lo que es el Dios del Nuevo Testamento, el Dios acerca de quien Jesús enseñó”.
De seguro el clérigo Inoue no es la única persona que tiene este punto de vista acerca de Dios. Pero, ¿concuerda usted con él? ¿Cree usted también que el Dios del “Viejo Testamento”, o de las Escrituras Hebreas, es un Dios cruel y vengativo al compararlo con el Dios del “Nuevo Testamento”, o de las Escrituras Griegas Cristianas?
En el caso de los humanos, las personalidades pueden cambiar. Por ejemplo, la Biblia insta a los que aman a Dios a que se ‘vistan de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad’. (Efesios 4:24.) Por medio de estudiar la Biblia y aplicar lo que han aprendido, muchas personas que anteriormente habían albergado celos, cólera, y cosas semejantes, han hecho grandes cambios, de modo que ahora manifiestan en su vida diaria el fruto del espíritu de Dios: “amor, gozo, paz, gran paciencia, lo bueno, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. (Gálatas 5:22, 23.)
Pero, ¿puede decirse lo mismo respecto al Creador, Jehová Dios? ¿Se ha “desarrollado y transformado” él de “un dios de ira” en un
Dios cristiano de amor, como algunos lo llamarían?
Jehová, siempre es un Dios de amor
“Dios es amor”, escribió el apóstol Juan. (1 Juan 4:8.) Con esas palabras él declaró una verdad eterna: El Creador, Jehová, ha sido, es, y siempre será un Dios de amor inmutable. Y desde el principio hasta el final, el registro bíblico apoya esa declaración.
Cuando Jehová creó la Tierra, amorosamente la hizo para que fuera un hogar ideal para la humanidad. (Isaías 45:18.) Más tarde, cuando creó al primer hombre y a la primera mujer, a saber, Adán y Eva, los hizo “a su imagen”; es decir, los dotó con cualidades piadosas tales como amor, justicia, sabiduría, y poder. También puso delante de ellos la perspectiva de tener hijos, convertir toda la Tierra en un paraíso y vivir en él para siempre. (Génesis 1:27, 28.) ¿No era todo esto evidencia del amor de Dios?
Cuando la primera pareja humana cedió a la tentación de Satanás por medio de la serpiente, perdió bendiciones eternas, no solo para sí mismos, sino también para su prole aún no nacida. En ese momento crítico, Jehová pronunció la primera profecía que se registra en la Biblia, a saber, que la prometida ‘descendencia de la mujer’ magullaría la cabeza de la serpiente. (Génesis 3:15.) ¿No fue esta promesa de esperanza y liberación otra expresión del amor de Dios?
Unos 2.000 años más tarde, Jehová prometió a su siervo fiel Abrahán: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra”. Así reveló que ‘la descendencia de la mujer’ vendría por medio del linaje de Abrahán. (Génesis 22:18.) Esta promesa solidificó la esperanza de liberación y mostró que el amor de Jehová por la humanidad no había disminuido con el transcurso del tiempo. Al hacer esta promesa, tenía presente un futuro de bendiciones para la humanidad. ¡No hay duda de que él es un Dios de amor!
El amor de Dios a Israel
Además, Jehová Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto en 1513 a.E.C. y concluyó con ellos el pacto de la Ley por medio de Moisés. En el segundo de los Diez Mandamientos, Jehová dijo: “Yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso, [un Dios que exige devoción exclusiva, Traducción del Nuevo Mundo] que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y que uso de misericordia hasta mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:5, 6, Straubinger.)
Como Soberano y dueño marital, Jehová tenía el derecho de exigir devoción exclusiva de su pueblo Israel que estaba en pacto con él. (Isaías 54:5; Jeremías 3:14.) Cuando este pueblo se hizo infiel y vez tras vez se volvió a dioses falsos, ¿no era razonable el que Jehová, debido a su amor por ellos, los disciplinara, expresándole su desaprobación y condenación por su mal proceder?
En muchas ocasiones, Jehová mostró profunda preocupación por su pueblo y les hizo un llamamiento para que regresaran a él. (Isaías 55:7.) Aunque los castigó por sus pecados, permitiendo que su independencia como nación les fuera finalmente quitada y que fuesen llevados cautivos a un país lejano, a su debido tiempo los trajo de nuevo a su tierra natal. ¿Qué muestra todo esto acerca de Jehová? ¿Es él un Dios celoso, maligno, y vengativo? ¡No! Al contrario, esto muestra que él es “un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”. (Éxodo 34:6; Nehemías 9:17; Joel 2:13; Nahúm 1:2, 3.)
El amor expresado por medio de su Hijo
A través de los siglos, Jehová Dios proveyó más detalles acerca de la ‘descendencia de la mujer’ y ‘la descendencia de Abrahán’, y por medio de Sus profetas predijo la venida del Mesías. Cuando llegó el tiempo designado, Dios demostró su amor de una manera singular... enviando a su Hijo unigénito a la Tierra para proveer el sacrificio de rescate.
El apóstol Juan escribió lo siguiente acerca de esta provisión amorosa: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) Debido a que el amor de Dios por medio de su Hijo Jesucristo es tan magnánimo, algunos han concluido erróneamente que Él no pudiera haber sido el mismo Dios que, según las Escrituras Hebreas, trae castigo y juicio.
Pero, ¿es el Dios, acerca de quien Jesús enseñó, tan diferente del Dios que se describe en las Escrituras Hebreas? ¿O es que la gente ha escogido ver solamente lo que ellos desean ver? ¿No muestra claramente ese texto tan conocido de Juan 3:16 que quien no ‘ejerza fe’ en el Hijo, será “destruido”? Además, Juan sigue diciendo: “El que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. (Juan 3:36.) Si esto de ninguna manera reduce la magnitud del amor de Dios, entonces ¿por qué debería la expresión de desagrado de parte de Dios en contra de los israelitas infieles y de otros personajes de las Escrituras Hebreas hacer que Dios fuera un Dios menos amoroso?
El propósito amoroso de Dios para usted
Por medio del profeta Malaquías, Dios declaró: “Yo soy Jehová; no he cambiado”. (Malaquías 3:6.) No sólo ha continuado siendo el mismo Dios de amor, sino que su propósito amoroso con relación a la humanidad y a la Tierra también ha seguido igual. Así como Jehová Dios puso delante de Adán y Eva la perspectiva de vida eterna en un paraíso terrenal, así también, puesto que él es un
Dios de amor, desea que usted sea uno de los que vivan para siempre en felicidad en ese Paraíso. (Lucas 23:43; 2 Pedro 3:13; Revelación 21:4.) Pero, ¿qué requiere esto? Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) Los testigos de Jehová se complacerán en poder ayudarle a aprender acerca de Jehová, el Dios de amor inmutable.
De seguro el clérigo Inoue no es la única persona que tiene este punto de vista acerca de Dios. Pero, ¿concuerda usted con él? ¿Cree usted también que el Dios del “Viejo Testamento”, o de las Escrituras Hebreas, es un Dios cruel y vengativo al compararlo con el Dios del “Nuevo Testamento”, o de las Escrituras Griegas Cristianas?
En el caso de los humanos, las personalidades pueden cambiar. Por ejemplo, la Biblia insta a los que aman a Dios a que se ‘vistan de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad’. (Efesios 4:24.) Por medio de estudiar la Biblia y aplicar lo que han aprendido, muchas personas que anteriormente habían albergado celos, cólera, y cosas semejantes, han hecho grandes cambios, de modo que ahora manifiestan en su vida diaria el fruto del espíritu de Dios: “amor, gozo, paz, gran paciencia, lo bueno, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. (Gálatas 5:22, 23.)
Pero, ¿puede decirse lo mismo respecto al Creador, Jehová Dios? ¿Se ha “desarrollado y transformado” él de “un dios de ira” en un
Dios cristiano de amor, como algunos lo llamarían?
Jehová, siempre es un Dios de amor
“Dios es amor”, escribió el apóstol Juan. (1 Juan 4:8.) Con esas palabras él declaró una verdad eterna: El Creador, Jehová, ha sido, es, y siempre será un Dios de amor inmutable. Y desde el principio hasta el final, el registro bíblico apoya esa declaración.
Cuando Jehová creó la Tierra, amorosamente la hizo para que fuera un hogar ideal para la humanidad. (Isaías 45:18.) Más tarde, cuando creó al primer hombre y a la primera mujer, a saber, Adán y Eva, los hizo “a su imagen”; es decir, los dotó con cualidades piadosas tales como amor, justicia, sabiduría, y poder. También puso delante de ellos la perspectiva de tener hijos, convertir toda la Tierra en un paraíso y vivir en él para siempre. (Génesis 1:27, 28.) ¿No era todo esto evidencia del amor de Dios?
Cuando la primera pareja humana cedió a la tentación de Satanás por medio de la serpiente, perdió bendiciones eternas, no solo para sí mismos, sino también para su prole aún no nacida. En ese momento crítico, Jehová pronunció la primera profecía que se registra en la Biblia, a saber, que la prometida ‘descendencia de la mujer’ magullaría la cabeza de la serpiente. (Génesis 3:15.) ¿No fue esta promesa de esperanza y liberación otra expresión del amor de Dios?
Unos 2.000 años más tarde, Jehová prometió a su siervo fiel Abrahán: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra”. Así reveló que ‘la descendencia de la mujer’ vendría por medio del linaje de Abrahán. (Génesis 22:18.) Esta promesa solidificó la esperanza de liberación y mostró que el amor de Jehová por la humanidad no había disminuido con el transcurso del tiempo. Al hacer esta promesa, tenía presente un futuro de bendiciones para la humanidad. ¡No hay duda de que él es un Dios de amor!
El amor de Dios a Israel
Además, Jehová Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto en 1513 a.E.C. y concluyó con ellos el pacto de la Ley por medio de Moisés. En el segundo de los Diez Mandamientos, Jehová dijo: “Yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso, [un Dios que exige devoción exclusiva, Traducción del Nuevo Mundo] que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y que uso de misericordia hasta mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:5, 6, Straubinger.)
Como Soberano y dueño marital, Jehová tenía el derecho de exigir devoción exclusiva de su pueblo Israel que estaba en pacto con él. (Isaías 54:5; Jeremías 3:14.) Cuando este pueblo se hizo infiel y vez tras vez se volvió a dioses falsos, ¿no era razonable el que Jehová, debido a su amor por ellos, los disciplinara, expresándole su desaprobación y condenación por su mal proceder?
En muchas ocasiones, Jehová mostró profunda preocupación por su pueblo y les hizo un llamamiento para que regresaran a él. (Isaías 55:7.) Aunque los castigó por sus pecados, permitiendo que su independencia como nación les fuera finalmente quitada y que fuesen llevados cautivos a un país lejano, a su debido tiempo los trajo de nuevo a su tierra natal. ¿Qué muestra todo esto acerca de Jehová? ¿Es él un Dios celoso, maligno, y vengativo? ¡No! Al contrario, esto muestra que él es “un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”. (Éxodo 34:6; Nehemías 9:17; Joel 2:13; Nahúm 1:2, 3.)
El amor expresado por medio de su Hijo
A través de los siglos, Jehová Dios proveyó más detalles acerca de la ‘descendencia de la mujer’ y ‘la descendencia de Abrahán’, y por medio de Sus profetas predijo la venida del Mesías. Cuando llegó el tiempo designado, Dios demostró su amor de una manera singular... enviando a su Hijo unigénito a la Tierra para proveer el sacrificio de rescate.
El apóstol Juan escribió lo siguiente acerca de esta provisión amorosa: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) Debido a que el amor de Dios por medio de su Hijo Jesucristo es tan magnánimo, algunos han concluido erróneamente que Él no pudiera haber sido el mismo Dios que, según las Escrituras Hebreas, trae castigo y juicio.
Pero, ¿es el Dios, acerca de quien Jesús enseñó, tan diferente del Dios que se describe en las Escrituras Hebreas? ¿O es que la gente ha escogido ver solamente lo que ellos desean ver? ¿No muestra claramente ese texto tan conocido de Juan 3:16 que quien no ‘ejerza fe’ en el Hijo, será “destruido”? Además, Juan sigue diciendo: “El que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. (Juan 3:36.) Si esto de ninguna manera reduce la magnitud del amor de Dios, entonces ¿por qué debería la expresión de desagrado de parte de Dios en contra de los israelitas infieles y de otros personajes de las Escrituras Hebreas hacer que Dios fuera un Dios menos amoroso?
El propósito amoroso de Dios para usted
Por medio del profeta Malaquías, Dios declaró: “Yo soy Jehová; no he cambiado”. (Malaquías 3:6.) No sólo ha continuado siendo el mismo Dios de amor, sino que su propósito amoroso con relación a la humanidad y a la Tierra también ha seguido igual. Así como Jehová Dios puso delante de Adán y Eva la perspectiva de vida eterna en un paraíso terrenal, así también, puesto que él es un
Dios de amor, desea que usted sea uno de los que vivan para siempre en felicidad en ese Paraíso. (Lucas 23:43; 2 Pedro 3:13; Revelación 21:4.) Pero, ¿qué requiere esto? Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) Los testigos de Jehová se complacerán en poder ayudarle a aprender acerca de Jehová, el Dios de amor inmutable.