pippo
19/11/2011, 06:25
Hola a todos:
Hace unos cuantos siglos, el sabio Blaise Pascal ideó su famosa "apuesta". Consiste en demostrar lógicamente que vale la pena creer en Dios por mucho que esta idea sea fuertemente "contraintuitiva", es decir, contraria al conocimiento natural.
La apuesta es supersimple: si yo no creo en Dios, me quedo sin expectativas de alma inmortal, me voy a la nada al morir, y por tanto no gano nada. Pero si creo en Dios, por poco probable que sea el que éste me proporcione la vida eterna, ya tengo un infinitésimo de posibilidades de ganar la eternidad. Y una probabilidad vale más que la certeza del fracaso.
Los opuestos a este planteamiento levantan una serie de razonamientos a lo Fernando Savater. El principal de todos es que por creer en Dios nos perdemos un montón de cosas buenas de la vida (debido a los sacrificios que impone la fe). Otro consiste en que una fe no puede basarse en semejantes conveniencias, sino que debe tener como origen una convicción sincera.
Tales razonamientos resultan inútiles cuando consideramos el factor subconsciente que opera cuando elegimos creer. Además, siempre se puede decir que creer en Dios aporta ventajas adicionales a la cuestión de la eternidad (en realidad, tales ventajas adicionales son decisivas). Y en cuanto a la fe forzada por el temor, los teólogos hace mucho que distinguieron entre atrición, contricíón y cosas por el estilo.
La mejor manera de ganar la apuesta es apostar mejor. Yo tengo la solución: hace más de cien años, un ruso chiflado llamado Nikolai Fyodorov apostó que una humanidad futura guiada por sentimientos altruistas cristianos desarrollaría una tecnología capaz de resucitar a todos sus antepasados. De esa forma la resurrección pasaría del sobrenaturalismo al naturalismo. Tiene mucho mérito que Fyodorov desarrollara esa idea, pues murió antes de la teoría de la relatividad de Einstein. Hoy, con lo que ya sabemos sobre la física moderna (mecánica cuántica, supercuerdas y otras inciertas maravillas) sustentar una esperanza semejante es perfectamente verosímil. Sólo hay que hacer marketing. Y, además, tiene una ventaja sobre lo que ofrecen las religiones de vida eterna: es gratis, pues no se me ocurre cómo nadie puede organizar un negocio basándose en esta teoría que depende de lo que acontezca en el futuro.
Así pues, así la apuesta de Pascal es ganada y puede provocarse la ruina del Vaticano y otras organizaciones internacionales cuyo negocio se funda en el natural temor a la muerte...
Hace unos cuantos siglos, el sabio Blaise Pascal ideó su famosa "apuesta". Consiste en demostrar lógicamente que vale la pena creer en Dios por mucho que esta idea sea fuertemente "contraintuitiva", es decir, contraria al conocimiento natural.
La apuesta es supersimple: si yo no creo en Dios, me quedo sin expectativas de alma inmortal, me voy a la nada al morir, y por tanto no gano nada. Pero si creo en Dios, por poco probable que sea el que éste me proporcione la vida eterna, ya tengo un infinitésimo de posibilidades de ganar la eternidad. Y una probabilidad vale más que la certeza del fracaso.
Los opuestos a este planteamiento levantan una serie de razonamientos a lo Fernando Savater. El principal de todos es que por creer en Dios nos perdemos un montón de cosas buenas de la vida (debido a los sacrificios que impone la fe). Otro consiste en que una fe no puede basarse en semejantes conveniencias, sino que debe tener como origen una convicción sincera.
Tales razonamientos resultan inútiles cuando consideramos el factor subconsciente que opera cuando elegimos creer. Además, siempre se puede decir que creer en Dios aporta ventajas adicionales a la cuestión de la eternidad (en realidad, tales ventajas adicionales son decisivas). Y en cuanto a la fe forzada por el temor, los teólogos hace mucho que distinguieron entre atrición, contricíón y cosas por el estilo.
La mejor manera de ganar la apuesta es apostar mejor. Yo tengo la solución: hace más de cien años, un ruso chiflado llamado Nikolai Fyodorov apostó que una humanidad futura guiada por sentimientos altruistas cristianos desarrollaría una tecnología capaz de resucitar a todos sus antepasados. De esa forma la resurrección pasaría del sobrenaturalismo al naturalismo. Tiene mucho mérito que Fyodorov desarrollara esa idea, pues murió antes de la teoría de la relatividad de Einstein. Hoy, con lo que ya sabemos sobre la física moderna (mecánica cuántica, supercuerdas y otras inciertas maravillas) sustentar una esperanza semejante es perfectamente verosímil. Sólo hay que hacer marketing. Y, además, tiene una ventaja sobre lo que ofrecen las religiones de vida eterna: es gratis, pues no se me ocurre cómo nadie puede organizar un negocio basándose en esta teoría que depende de lo que acontezca en el futuro.
Así pues, así la apuesta de Pascal es ganada y puede provocarse la ruina del Vaticano y otras organizaciones internacionales cuyo negocio se funda en el natural temor a la muerte...