Davidmor
22/10/2011, 18:19
“Polvo eres y a polvo volverás.” (GÉNESIS 3:19.)
“LA TEORÍA del sufrimiento eterno no es compatible con la creencia de que Dios ama las cosas creadas. [...] Creer que se castiga eternamente al alma por los errores de unos cuantos años, sin darle la oportunidad de enmendarse, va contra los dictados de la razón”, observó el filósofo hindú Nikhilananda.Al igual que Nikhilananda, hoy en día muchas personas se sienten incómodas con la enseñanza del tormento eterno. Del mismo modo, a otros les cuesta entender conceptos tales como el acceso al nirvana y la unidad con la naturaleza. Aun entre los que afirman basar sus creencias en la Biblia, existen ideas distintas sobre qué es el alma y qué le sucede cuando morimos. Pero ¿qué enseña la Biblia realmente sobre el alma? Para averiguarlo, tenemos que examinar los significados de las palabras hebrea y griega que se traducen por “alma” en la Biblia.
El
alma según la Biblia
La palabra hebrea traducida por “alma” es né·fesch, y aparece 754 veces en las Escrituras Hebreas. ¿Qué significa né·fesch? Según The Dictionary of Bible and Religion, “normalmente se refiere al ser vivo entero, al individuo completo”. Eso es lo que se deduce de la descripción del alma que hace la Biblia en Génesis 2:7: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Observemos que el primer hombre “vino a ser” un alma. Es decir, Adán no tenía un alma, sino que era un alma, tal como el hombre que llega a ser médico es médico. Por lo tanto, el vocablo alma designa aquí a la persona completa.
La palabra traducida por “alma” (psy·kjé) aparece más de cien veces en las Escrituras Griegas Cristianas. Al igual que né·fesch, este término a menudo se refiere a la persona completa. Por ejemplo, fijémonos en las siguientes expresiones: “Mi alma está perturbada” (Juan 12:27), “empezó a sobrevenirle temor a toda alma” (Hechos 2:43), “toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores” (Romanos 13:1), “hablen confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14) y “unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua” (1 Pedro 3:20). Está claro que psy·kjé, del mismo modo que né·fesch, designa a la persona completa.
Según el escriturario Nigel Turner, esta palabra “denota lo que es característicamente humano, el yo personal, el cuerpo material en el que se ha infundido el rûaḥ [espíritu] de Dios. [...] El énfasis se pone en todo el ser”. Es de interés que en la Biblia el término alma no solo se aplica a los seres humanos, sino también a los animales. Por ejemplo, al describir la creación de las criaturas marinas, Génesis 1:20 dice que Dios mandó: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes”.
Y en el siguiente día de la creación, Dios dijo: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género” (Génesis 1:24; compárese con Números 31:28 ) Por consiguiente, en la Biblia la palabra alma hace referencia a una persona o un animal, o a la vida que estos poseen (véase el recuadro). La definición bíblica de alma es sencilla y coherente, y está libre de las complicadas filosofías y supersticiones humanas. Siendo ese el caso, la pregunta apremiante que debe plantearse es: Según la Biblia, ¿qué le sucede al alma en el momento de la muerte?
Los muertos están
inconscientes
La condición de los muertos se expone claramente en Eclesiastés 9:5, 10, donde leemos: “Los muertos nada saben [...;] no hay obra, ni actividad mental, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro” (La Biblia, Ediciones Sigal). Por consiguiente, la muerte es un estado de inexistencia. El salmista escribió que cuando la persona muere “vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4). Los muertos están inconscientes, inactivos.
Al pronunciar sentencia contra Adán, Dios dijo: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Antes de que Dios lo formara del polvo del suelo y le diera vida, Adán no existía. Cuando murió, retornó a ese estado. Su castigo fue la muerte, no la transferencia a otro mundo. ¿Qué le ocurrió, entonces, a su alma? Como en la Biblia la palabra alma con frecuencia se refiere sencillamente a la persona, cuando decimos que Adán murió, estamos diciendo que el alma llamada Adán murió. Esto podría parecer extraño al que cree en la inmortalidad del alma. No obstante, la Biblia afirma: “El alma que peca... ella misma morirá” (Ezequiel 18:4). Levítico 21:1 habla de “un alma difunta” (“el cadáver”, Biblia de Jerusalén). Y a los nazareos se les dijo que no se acercaran a “ninguna alma muerta” (“cuerpo muerto”, Versión Moderna) (Números 6:6). Pero ¿qué puede decirse del relato de Génesis 35:18 sobre el trágico fallecimiento de Raquel mientras daba a luz a su segundo hijo? El texto dice: “Al ir saliendo el alma de ella (porque murió), lo llamó por nombre Ben-oní; pero su padre lo llamó Benjamín”. ¿Implica este pasaje que Raquel tenía un ser interior que a su muerte la abandonó? Ni mucho menos. Recordemos que el término alma también puede referirse a la vida que posee la persona. Así, en este caso, el “alma” de Raquel sencillamente denota su vida. Por eso, otras versiones de la Biblia, en vez de utilizar la expresión “ir saliendo el alma de ella”, optan por soluciones como “la abandonaba la vida” (Mariano Galván Rivera), “exhaló su último suspiro” (Nueva Reina-Valera) y “con su último aliento” (Levoratti-Trusso). No hay ningún indicio de que una parte misteriosa de Raquel sobreviviera después de su muerte.
Un caso parecido es el de la resurrección del hijo de una viuda, que recoge el capítulo 17 de 1 Reyes. En el versículo 22 leemos que cuando Elías oró por el pequeño “Jehová escuchó la voz de Elías, de modo que el alma del niño volvió dentro de él, y llegó a vivir”. También en este pasaje la palabra alma significa “vida”. Por esa razón, la versión Nueva Reina-Valera dice: “La vida del niño volvió a él, y revivió”. En efecto, fue la vida, no una entidad inmaterial, lo que regresó al muchacho. Esto concuerda con lo que Elías le dijo a la madre: “Mira, tu hijo [la persona completa] está vivo” (1 Reyes 17:23).
“LA TEORÍA del sufrimiento eterno no es compatible con la creencia de que Dios ama las cosas creadas. [...] Creer que se castiga eternamente al alma por los errores de unos cuantos años, sin darle la oportunidad de enmendarse, va contra los dictados de la razón”, observó el filósofo hindú Nikhilananda.Al igual que Nikhilananda, hoy en día muchas personas se sienten incómodas con la enseñanza del tormento eterno. Del mismo modo, a otros les cuesta entender conceptos tales como el acceso al nirvana y la unidad con la naturaleza. Aun entre los que afirman basar sus creencias en la Biblia, existen ideas distintas sobre qué es el alma y qué le sucede cuando morimos. Pero ¿qué enseña la Biblia realmente sobre el alma? Para averiguarlo, tenemos que examinar los significados de las palabras hebrea y griega que se traducen por “alma” en la Biblia.
El
alma según la Biblia
La palabra hebrea traducida por “alma” es né·fesch, y aparece 754 veces en las Escrituras Hebreas. ¿Qué significa né·fesch? Según The Dictionary of Bible and Religion, “normalmente se refiere al ser vivo entero, al individuo completo”. Eso es lo que se deduce de la descripción del alma que hace la Biblia en Génesis 2:7: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Observemos que el primer hombre “vino a ser” un alma. Es decir, Adán no tenía un alma, sino que era un alma, tal como el hombre que llega a ser médico es médico. Por lo tanto, el vocablo alma designa aquí a la persona completa.
La palabra traducida por “alma” (psy·kjé) aparece más de cien veces en las Escrituras Griegas Cristianas. Al igual que né·fesch, este término a menudo se refiere a la persona completa. Por ejemplo, fijémonos en las siguientes expresiones: “Mi alma está perturbada” (Juan 12:27), “empezó a sobrevenirle temor a toda alma” (Hechos 2:43), “toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores” (Romanos 13:1), “hablen confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14) y “unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua” (1 Pedro 3:20). Está claro que psy·kjé, del mismo modo que né·fesch, designa a la persona completa.
Según el escriturario Nigel Turner, esta palabra “denota lo que es característicamente humano, el yo personal, el cuerpo material en el que se ha infundido el rûaḥ [espíritu] de Dios. [...] El énfasis se pone en todo el ser”. Es de interés que en la Biblia el término alma no solo se aplica a los seres humanos, sino también a los animales. Por ejemplo, al describir la creación de las criaturas marinas, Génesis 1:20 dice que Dios mandó: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes”.
Y en el siguiente día de la creación, Dios dijo: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género” (Génesis 1:24; compárese con Números 31:28 ) Por consiguiente, en la Biblia la palabra alma hace referencia a una persona o un animal, o a la vida que estos poseen (véase el recuadro). La definición bíblica de alma es sencilla y coherente, y está libre de las complicadas filosofías y supersticiones humanas. Siendo ese el caso, la pregunta apremiante que debe plantearse es: Según la Biblia, ¿qué le sucede al alma en el momento de la muerte?
Los muertos están
inconscientes
La condición de los muertos se expone claramente en Eclesiastés 9:5, 10, donde leemos: “Los muertos nada saben [...;] no hay obra, ni actividad mental, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro” (La Biblia, Ediciones Sigal). Por consiguiente, la muerte es un estado de inexistencia. El salmista escribió que cuando la persona muere “vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4). Los muertos están inconscientes, inactivos.
Al pronunciar sentencia contra Adán, Dios dijo: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Antes de que Dios lo formara del polvo del suelo y le diera vida, Adán no existía. Cuando murió, retornó a ese estado. Su castigo fue la muerte, no la transferencia a otro mundo. ¿Qué le ocurrió, entonces, a su alma? Como en la Biblia la palabra alma con frecuencia se refiere sencillamente a la persona, cuando decimos que Adán murió, estamos diciendo que el alma llamada Adán murió. Esto podría parecer extraño al que cree en la inmortalidad del alma. No obstante, la Biblia afirma: “El alma que peca... ella misma morirá” (Ezequiel 18:4). Levítico 21:1 habla de “un alma difunta” (“el cadáver”, Biblia de Jerusalén). Y a los nazareos se les dijo que no se acercaran a “ninguna alma muerta” (“cuerpo muerto”, Versión Moderna) (Números 6:6). Pero ¿qué puede decirse del relato de Génesis 35:18 sobre el trágico fallecimiento de Raquel mientras daba a luz a su segundo hijo? El texto dice: “Al ir saliendo el alma de ella (porque murió), lo llamó por nombre Ben-oní; pero su padre lo llamó Benjamín”. ¿Implica este pasaje que Raquel tenía un ser interior que a su muerte la abandonó? Ni mucho menos. Recordemos que el término alma también puede referirse a la vida que posee la persona. Así, en este caso, el “alma” de Raquel sencillamente denota su vida. Por eso, otras versiones de la Biblia, en vez de utilizar la expresión “ir saliendo el alma de ella”, optan por soluciones como “la abandonaba la vida” (Mariano Galván Rivera), “exhaló su último suspiro” (Nueva Reina-Valera) y “con su último aliento” (Levoratti-Trusso). No hay ningún indicio de que una parte misteriosa de Raquel sobreviviera después de su muerte.
Un caso parecido es el de la resurrección del hijo de una viuda, que recoge el capítulo 17 de 1 Reyes. En el versículo 22 leemos que cuando Elías oró por el pequeño “Jehová escuchó la voz de Elías, de modo que el alma del niño volvió dentro de él, y llegó a vivir”. También en este pasaje la palabra alma significa “vida”. Por esa razón, la versión Nueva Reina-Valera dice: “La vida del niño volvió a él, y revivió”. En efecto, fue la vida, no una entidad inmaterial, lo que regresó al muchacho. Esto concuerda con lo que Elías le dijo a la madre: “Mira, tu hijo [la persona completa] está vivo” (1 Reyes 17:23).