ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
03/10/2011, 04:14
La última idea feliz de Alfredo Pérez Rubalcaba es que, tal vez, España se esté pasando con el ahorro. Según Rubalcaba, un cuidado excesivo en las cuentas públicas no es conveniente para la economía española.
Rubalcaba querría repetir los errores económicos más graves que los socialistas han cometido hasta ahora; también querría insistir en lo que hace profundos los problemas económicos. La conclusión de esa política social sería, por lo menos, que todos paguen con subidas improvisadas de impuestos la falta de una idea clara sobre qué debe hacer un político para socializar las cuestiones económicas. En el mejor de los casos, ocurriría lo siguiente: se seguiría gastando más de lo que se puede gastar. La función que relaciona la creación de riqueza con el gasto social será siempre negativa. El sistema económico no da más de sí. No hay riqueza suficiente que garantice los derechos sociales.
Está claro que mi afirmación sobre la función que crea riqueza se puede refutar si el cálculo económico se elabora antes de que los problemas hayan llegado. Pero eso supone que se reconoce dónde descansa el derecho y de qué materia éste está hecho.
Pero pongámonos en los casos peores. Si se gasta todavía más, llegará Europa y dirá exactamente esto: su falta de control presupuestario es tan grave que ustedes ya no tienen poder de elección, tendrán que reducir gastos con un hacha.
La paradoja perversa es que se supone que Rubalcaba era el hombre listo de Zapatero cuando España estuvo prácticamente intervenida por Europa. Así pues, lo que Rubalcaba quiere decir es que la política económica debe venir dada de Europa, y lo que los políticos españoles digan vale poco más que nada.
Rubalcaba querría repetir los errores económicos más graves que los socialistas han cometido hasta ahora; también querría insistir en lo que hace profundos los problemas económicos. La conclusión de esa política social sería, por lo menos, que todos paguen con subidas improvisadas de impuestos la falta de una idea clara sobre qué debe hacer un político para socializar las cuestiones económicas. En el mejor de los casos, ocurriría lo siguiente: se seguiría gastando más de lo que se puede gastar. La función que relaciona la creación de riqueza con el gasto social será siempre negativa. El sistema económico no da más de sí. No hay riqueza suficiente que garantice los derechos sociales.
Está claro que mi afirmación sobre la función que crea riqueza se puede refutar si el cálculo económico se elabora antes de que los problemas hayan llegado. Pero eso supone que se reconoce dónde descansa el derecho y de qué materia éste está hecho.
Pero pongámonos en los casos peores. Si se gasta todavía más, llegará Europa y dirá exactamente esto: su falta de control presupuestario es tan grave que ustedes ya no tienen poder de elección, tendrán que reducir gastos con un hacha.
La paradoja perversa es que se supone que Rubalcaba era el hombre listo de Zapatero cuando España estuvo prácticamente intervenida por Europa. Así pues, lo que Rubalcaba quiere decir es que la política económica debe venir dada de Europa, y lo que los políticos españoles digan vale poco más que nada.