Davidmor
01/07/2011, 08:08
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Cuando consideramos la historia documentada de la religiónes falsas, bien podemos recordar la antigua expresión profética: “Es viento lo que siguen sembrando, y un viento de tempestad es lo que segarán”. (Oseas 8:7.) Esto concuerda con el principio que expresó Pablo, el apóstol cristiano: “No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”. (Gálatas 6:7.) Por eso, ¿qué ha sembrado la religión falsa en escala mundial? ¿Y qué segará?
Jesucristo enseñó que sus seguidores no deberían amar solamente a su prójimo, sino también a sus enemigos. (Mateo 5:43, 44.) Con una cita de las Escrituras Hebreas, Pablo describió claramente cómo deben tratar a sus enemigos los cristianos. Dijo: “‘Si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber; porque haciendo esto amontonarás brasas ardientes sobre su cabeza’. No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien”. (Romanos 12:20, 21.)
Sin embargo, la historia de las religiones de la cristiandad es una historia de odio y derramamiento de sangre. Las cruzadas antiguas y modernas que han envuelto saqueo, violación y muerte han sido bendecidas y aprobadas tácitamente. Por ejemplo, el ultraje de Abisinia por la Italia fascista (1935) y la “cruzada” de Franco en la Guerra Civil Española (1936-1939) fueron bendecidos por dignatarios de la Iglesia Católica.
Diferencias teológicas se resolvieron quemando a algunos en la hoguera. En 1536, William Tyndale, traductor de la Biblia, fue estrangulado después de la publicación del “Nuevo Testamento” que él tradujo al inglés; su cadáver fue quemado en la hoguera. Antes, por solicitud del papa Martín V, 44 años después de la muerte de Wiclef, traductor de la Biblia, las autoridades religiosas sedientas de venganza habían desenterrado sus huesos para tener el placer de quemarlos. Durante la Inquisición católica, miles de judíos y “herejes” fueron privados de sus posesiones, y se les torturó y quemó en la hoguera... ¡todo supuestamente en el nombre de Cristo! El teólogo español Miguel Servet, perseguido tanto por católicos romanos como por protestantes, fue quemado en la hoguera por orden del protestante Juan Calvino. En las dos guerras mundiales de este siglo los ejércitos han sido bendecidos por clérigos “cristianos”, y capellanes nacionalistas han instado a los soldados a matar.
¡Qué contraste con el cristianismo verdadero! El apóstol Pablo escribió: “Como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión”. (Colosenses 3:12-14.)
A cristianos de Roma, Pablo escribió: “No devuelvan mal por mal a nadie. Provean cosas excelentes a vista de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. (Romanos 12:17-19.) Como se ve, a la luz de los principios cristianos la cristiandad ha fracasado. Ha sembrado odio e hipocresía, y segará destrucción.
Cuando consideramos la historia documentada de la religiónes falsas, bien podemos recordar la antigua expresión profética: “Es viento lo que siguen sembrando, y un viento de tempestad es lo que segarán”. (Oseas 8:7.) Esto concuerda con el principio que expresó Pablo, el apóstol cristiano: “No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará”. (Gálatas 6:7.) Por eso, ¿qué ha sembrado la religión falsa en escala mundial? ¿Y qué segará?
Jesucristo enseñó que sus seguidores no deberían amar solamente a su prójimo, sino también a sus enemigos. (Mateo 5:43, 44.) Con una cita de las Escrituras Hebreas, Pablo describió claramente cómo deben tratar a sus enemigos los cristianos. Dijo: “‘Si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber; porque haciendo esto amontonarás brasas ardientes sobre su cabeza’. No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien”. (Romanos 12:20, 21.)
Sin embargo, la historia de las religiones de la cristiandad es una historia de odio y derramamiento de sangre. Las cruzadas antiguas y modernas que han envuelto saqueo, violación y muerte han sido bendecidas y aprobadas tácitamente. Por ejemplo, el ultraje de Abisinia por la Italia fascista (1935) y la “cruzada” de Franco en la Guerra Civil Española (1936-1939) fueron bendecidos por dignatarios de la Iglesia Católica.
Diferencias teológicas se resolvieron quemando a algunos en la hoguera. En 1536, William Tyndale, traductor de la Biblia, fue estrangulado después de la publicación del “Nuevo Testamento” que él tradujo al inglés; su cadáver fue quemado en la hoguera. Antes, por solicitud del papa Martín V, 44 años después de la muerte de Wiclef, traductor de la Biblia, las autoridades religiosas sedientas de venganza habían desenterrado sus huesos para tener el placer de quemarlos. Durante la Inquisición católica, miles de judíos y “herejes” fueron privados de sus posesiones, y se les torturó y quemó en la hoguera... ¡todo supuestamente en el nombre de Cristo! El teólogo español Miguel Servet, perseguido tanto por católicos romanos como por protestantes, fue quemado en la hoguera por orden del protestante Juan Calvino. En las dos guerras mundiales de este siglo los ejércitos han sido bendecidos por clérigos “cristianos”, y capellanes nacionalistas han instado a los soldados a matar.
¡Qué contraste con el cristianismo verdadero! El apóstol Pablo escribió: “Como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión”. (Colosenses 3:12-14.)
A cristianos de Roma, Pablo escribió: “No devuelvan mal por mal a nadie. Provean cosas excelentes a vista de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. (Romanos 12:17-19.) Como se ve, a la luz de los principios cristianos la cristiandad ha fracasado. Ha sembrado odio e hipocresía, y segará destrucción.