Davidmor
25/06/2011, 07:08
A PRINCIPIOS del siglo segundo, después de la muerte del último de los apóstoles, empezó en serio el apostatar de la fe cristiana predicho por Jesús y sus seguidores. Filosofías y doctrinas paganas se infiltraron en la congregación; surgieron sectas y divisiones, y la pureza original de la fe fue corrompida. Y el nombre de Dios dejó de usarse.
A medida que este cristianismo apóstata se esparció, surgió la necesidad de traducir la Biblia de sus idiomas originales, hebreo y griego, a otros. ¿Cómo vertieron los traductores el nombre de Dios en sus traducciones? Por lo general usaron el equivalente de “Señor”. Una versión muy influyente de aquel tiempo fue la Vulgata latina, una traducción de la Biblia por Jerónimo al latín de uso cotidiano. Jerónimo vertió el Tetragrámaton (YHWH) mediante el sustitutivo Dominus, “Señor”.
Con el tiempo, en Europa empezaron a surgir idiomas nuevos, tales como el francés, el inglés y el español. Sin embargo, la Iglesia Católica presentó oposición a traducir la Biblia a estos nuevos idiomas. Por eso, a la vez que los judíos, que usaban la Biblia en el lenguaje hebreo original, rehusaban pronunciar el nombre de Dios cuando lo veían, la mayoría de los “cristianos” oían la Biblia leída en traducciones al latín que no usaban el nombre.
Con el tiempo, el nombre de Dios volvió a utilizarse. En 1278 apareció en latín en la obra Pugio fidei (Defensa de la fe), por Ramón Martí, un monje español. Ramón Martí usó la grafía Yohoua. Poco después, en 1303, Porcheto de Selvaticis completó una obra titulada Victoria Porcheti adversus impios Hebraeos (La victoria de Porcheto contra los impíos hebreos). En esta obra él, también, mencionó el nombre de Dios, y lo escribió de varias maneras: Iohouah, Iohoua y Ihouah. Después, en 1518, Pietro di Galatino publicó una obra titulada De arcanis catholicae veritatis (Sobre secretos de la verdad universal) en la cual escribe el nombre de Dios Iehoua.
El nombre apareció por primera vez en una Biblia inglesa en 1530, cuando William Tyndale publicó una traducción de los primeros cinco libros de la Biblia. En ésta él puso el nombre de Dios, por lo general escrito Iehouah, en varios versículos, y en una nota para esta edición escribió: “Iehovah es el nombre de Dios [...] Además, cada vez que se vea SEÑOR en letras grandes (excepto cuando haya algún error en la impresión) es, en hebreo, Iehovah”. De aquí, en las versiones en inglés surgió la práctica de usar el nombre de Jehová (Jehovah) en solamente algunos versículos y escribir “LORD” (SEÑOR) o “GOD” (DIOS) en la mayoría de los demás lugares donde aparece el Tetragrámaton en el texto hebreo.
En 1611 se publicó lo que llegó a ser la traducción inglesa de más extenso uso, la Versión Autorizada. En ésta, el nombre aparecía cuatro veces en el texto principal (Éxodo 6:3; Salmo 83:18; Isaías 12:2; 26:4). “Jah”, una abreviatura poética del nombre, apareció en Salmo 68:4. Y el nombre aparecía en su grafía completa en nombres de lugares tales como “Jehovah-jireh” (Génesis 22:14; Éxodo 17:15; Jueces 6:24). Sin embargo, los traductores siguieron el ejemplo de Tyndale y en la mayoría de los casos sustituyeron el nombre de Dios por “SEÑOR” o “DIOS”. Pero si el nombre de Dios podía aparecer en cuatro versículos, ¿por qué no podía aparecer en todos los demás miles de versículos que lo contienen en el hebreo original?
Algo similar estaba sucediendo en lo referente al idioma alemán. En 1534 Martín Lutero publicó su traducción completa de la Biblia, que basó en los idiomas originales. Por alguna razón no incluyó el nombre de Dios, sino que usó sustitutivos, tales como HERR (“SEÑOR”). Sin embargo, él conocía el nombre divino, puesto que en un sermón sobre Jeremías 23:1-8, que pronunció en 1526, dijo: “Este nombre Jehová, Señor, pertenece exclusivamente al Dios verdadero”.
En 1543 Lutero escribió con franqueza característica: “El que ellos [los judíos] ahora afirmen que el nombre Jehová no se puede pronunciar, no saben de qué están hablando [...] Si se puede escribir con pluma y tinta, ¿por qué no debería decirse, que es mucho mejor que escribirlo con pluma y tinta? ¿Por qué no lo llaman también inescribible, ilegible o impensable? Viendo todo el asunto, algo no está bien”. No obstante, Lutero no había rectificado los asuntos en su traducción de la Biblia. Sin embargo, en años posteriores otras Biblias alemanas sí presentaron el nombre en el texto de Éxodo 6:3.
En los siglos siguientes los traductores de la Biblia tomaron una de dos direcciones. Algunos evitaron por completo el uso del nombre de Dios, mientras que otros lo usaron extensamente en las Escrituras Hebreas, fuera en la forma Jehová, o similares, o en la forma Yahweh, o similares. Consideremos dos traducciones que evitaron el nombre y veamos por qué, según sus traductores, se hizo esto.
[Comentario]
Los traductores de la Versión Autorizada, en inglés, conservaron el nombre de Dios, Jehovah, en solo cuatro versículos; en todo otro lugar lo sustituyeron por DIOS y SEÑOR
A medida que este cristianismo apóstata se esparció, surgió la necesidad de traducir la Biblia de sus idiomas originales, hebreo y griego, a otros. ¿Cómo vertieron los traductores el nombre de Dios en sus traducciones? Por lo general usaron el equivalente de “Señor”. Una versión muy influyente de aquel tiempo fue la Vulgata latina, una traducción de la Biblia por Jerónimo al latín de uso cotidiano. Jerónimo vertió el Tetragrámaton (YHWH) mediante el sustitutivo Dominus, “Señor”.
Con el tiempo, en Europa empezaron a surgir idiomas nuevos, tales como el francés, el inglés y el español. Sin embargo, la Iglesia Católica presentó oposición a traducir la Biblia a estos nuevos idiomas. Por eso, a la vez que los judíos, que usaban la Biblia en el lenguaje hebreo original, rehusaban pronunciar el nombre de Dios cuando lo veían, la mayoría de los “cristianos” oían la Biblia leída en traducciones al latín que no usaban el nombre.
Con el tiempo, el nombre de Dios volvió a utilizarse. En 1278 apareció en latín en la obra Pugio fidei (Defensa de la fe), por Ramón Martí, un monje español. Ramón Martí usó la grafía Yohoua. Poco después, en 1303, Porcheto de Selvaticis completó una obra titulada Victoria Porcheti adversus impios Hebraeos (La victoria de Porcheto contra los impíos hebreos). En esta obra él, también, mencionó el nombre de Dios, y lo escribió de varias maneras: Iohouah, Iohoua y Ihouah. Después, en 1518, Pietro di Galatino publicó una obra titulada De arcanis catholicae veritatis (Sobre secretos de la verdad universal) en la cual escribe el nombre de Dios Iehoua.
El nombre apareció por primera vez en una Biblia inglesa en 1530, cuando William Tyndale publicó una traducción de los primeros cinco libros de la Biblia. En ésta él puso el nombre de Dios, por lo general escrito Iehouah, en varios versículos, y en una nota para esta edición escribió: “Iehovah es el nombre de Dios [...] Además, cada vez que se vea SEÑOR en letras grandes (excepto cuando haya algún error en la impresión) es, en hebreo, Iehovah”. De aquí, en las versiones en inglés surgió la práctica de usar el nombre de Jehová (Jehovah) en solamente algunos versículos y escribir “LORD” (SEÑOR) o “GOD” (DIOS) en la mayoría de los demás lugares donde aparece el Tetragrámaton en el texto hebreo.
En 1611 se publicó lo que llegó a ser la traducción inglesa de más extenso uso, la Versión Autorizada. En ésta, el nombre aparecía cuatro veces en el texto principal (Éxodo 6:3; Salmo 83:18; Isaías 12:2; 26:4). “Jah”, una abreviatura poética del nombre, apareció en Salmo 68:4. Y el nombre aparecía en su grafía completa en nombres de lugares tales como “Jehovah-jireh” (Génesis 22:14; Éxodo 17:15; Jueces 6:24). Sin embargo, los traductores siguieron el ejemplo de Tyndale y en la mayoría de los casos sustituyeron el nombre de Dios por “SEÑOR” o “DIOS”. Pero si el nombre de Dios podía aparecer en cuatro versículos, ¿por qué no podía aparecer en todos los demás miles de versículos que lo contienen en el hebreo original?
Algo similar estaba sucediendo en lo referente al idioma alemán. En 1534 Martín Lutero publicó su traducción completa de la Biblia, que basó en los idiomas originales. Por alguna razón no incluyó el nombre de Dios, sino que usó sustitutivos, tales como HERR (“SEÑOR”). Sin embargo, él conocía el nombre divino, puesto que en un sermón sobre Jeremías 23:1-8, que pronunció en 1526, dijo: “Este nombre Jehová, Señor, pertenece exclusivamente al Dios verdadero”.
En 1543 Lutero escribió con franqueza característica: “El que ellos [los judíos] ahora afirmen que el nombre Jehová no se puede pronunciar, no saben de qué están hablando [...] Si se puede escribir con pluma y tinta, ¿por qué no debería decirse, que es mucho mejor que escribirlo con pluma y tinta? ¿Por qué no lo llaman también inescribible, ilegible o impensable? Viendo todo el asunto, algo no está bien”. No obstante, Lutero no había rectificado los asuntos en su traducción de la Biblia. Sin embargo, en años posteriores otras Biblias alemanas sí presentaron el nombre en el texto de Éxodo 6:3.
En los siglos siguientes los traductores de la Biblia tomaron una de dos direcciones. Algunos evitaron por completo el uso del nombre de Dios, mientras que otros lo usaron extensamente en las Escrituras Hebreas, fuera en la forma Jehová, o similares, o en la forma Yahweh, o similares. Consideremos dos traducciones que evitaron el nombre y veamos por qué, según sus traductores, se hizo esto.
[Comentario]
Los traductores de la Versión Autorizada, en inglés, conservaron el nombre de Dios, Jehovah, en solo cuatro versículos; en todo otro lugar lo sustituyeron por DIOS y SEÑOR