isaac6080
09/12/2010, 15:24
Había escuchado tu voz provenir desde el interior de la casa, hablabas en un tono angustiado casi podría decir que gritabas. Me quede afuera para escuchar lo que decías sin que me sorprendieras espiándote. No lograba escuchar la voz de la persona con la que hablabas así que me acerque y fue entonces cuando pude divisar, por entre la ranura de la puerta principal, que estabas hablando por teléfono también alcance a oír lo alterado del interlocutor.
Mi curiosidad se incremento al ver cómo te herían las palabras que salían de la bocina, tu rostro lucia afligido y tus ojos cargados de lagrimas se enjugaban hacia adentro los sollozos para evitar romper en llanto. La persona con la que hablabas parecía decirte que ya no quería seguir contigo pues tu le suplicabas una oportunidad al mismo tiempo que le explicabas el por qué de tus ausencias y descuidos.
Como testigo ocular y sin ser invitada podía intuir lo que el interlocutor decía y sentía, era algo que me parecía extraño, llegue a pensar que era un sueño-aun sigo deseando que lo sea que hasta hoy todo sea un sueño-pero después me convencí al verte tan destrozado pues si los sueños son reproducciones del subconsciente ¿como es que podía percibir los sentimientos de ambos? eso era imposible para mi, siempre tuve una "ceguera emocional" nunca supe cuando estabas mal o cuando sufrías para mí siempre tu rostro permaneció sereno e inexpresivo. Pero ahora no, me resultaba increíble la forma en la que podía ver tus gestos e interpretarlos, sabía perfectamente cómo te sentías, incluso podía sentirlo, era como si te estuvieran desgarrando el pecho para extraerte el corazón, se sentía un ardor inmenso y un sabor amargo en mi garganta. Mis lagrimas también corrieron, de pronto un escalofrío recorrió todo mi dorso hasta alcanzarme en la nuca, fue entonces cuando sentí como mis rodillas se adormecían y caían hundiéndose en la alfombra que un día fue para darnos la bienvenida, ahora solo significaba el "Adiós", el escenario de una tragedia, el límite entre tú y yo, mi atadura para no salir corriendo hacia ti.
Supuse entonces que lo experimentado eran los síntomas de la desilusión o de un dolor muy grande. Mi mente estaba confundida, mis pensamientos se ahogaban entre la duda y el desasosiego, tu imagen frente a mi me retaba a enfrentar una realidad que no había querido aceptar. Una persona como yo jamás aprendería a amar, mientras tú vivías y sentías a plenitud, yo me perdía y me hundía en mi propio mundo cada vez más centrado en mí. Tú gritabas y te colmabas de sentimientos, yo a tu lado me aferraba a tus brazos, a tu aparente seguridad. Todos te admiraban y yo sin verte, sin saber de lo que eras capaz. Mientras tú te morías adentro, yo me quedaba tirada sobre la alfombra, íngrima y desolada, como siempre fui. Tú llegaras a ser un recuerdo en la mente de muchos y yo solo seré tu acompañante, tu apéndice, el anexo colgado a tus brazos, "la loca María", la loca que no te quiso, que no lo supo hacer.
La voz de tu interlocutor era la mía, la gran sorpresa de mi vida casi me dejo patitiesa de la impresión, era yo quien te estaba lastimando, de alguna manera sobrenatural me había desdoblado hasta convertirme en la loca y la otra simplemente María.
Era demasiado error, ¡dos Marías!, una haciéndote sufrir y la otra sintiendo tu dolor. Si nunca vi lo que sentías fue porque el corazón no tiene ojos-si, ahora comprendo las metáforas- mi "ceguera emocional" no me permitía saber cuánto te hacía daño estar a mi lado. Era María la loca y la ********, la incrédula y la despiadada, la fría y la difícil, ¿era justo?; María era solo María pero yo tenía que cargar con sus sentimientos, con su telaraña y sus problemas, mientras que ella vivía libre quien sabe dónde, rompiéndole el corazón al hombre que yo amaba.
Ese día comprendí mi vida entera, la saboreé hasta lo más amargo. Ya no quedaba nada por probar, la alfombra bajo mis rodillas había desaparecido y en su lugar sentía la grama verde dormida debajo de mí. Frente a mis ojos el reposo de dos cuerpos se mantenía guardado celosamente en unas cajas de madera, con metros de tierra sobre ellas. Mis manos empuñaban un hermoso conjunto de rosas violetas, mis lágrimas delineaban mis mejillas, era un sentimiento de verdad, mientras los dos seres que más amaba descansarían, yo me quedaría aquí, atrapada entre la realidad y la subconsciencia, entre los dos mundos, sin ti y sin María, la que siempre fue "María".
Mi curiosidad se incremento al ver cómo te herían las palabras que salían de la bocina, tu rostro lucia afligido y tus ojos cargados de lagrimas se enjugaban hacia adentro los sollozos para evitar romper en llanto. La persona con la que hablabas parecía decirte que ya no quería seguir contigo pues tu le suplicabas una oportunidad al mismo tiempo que le explicabas el por qué de tus ausencias y descuidos.
Como testigo ocular y sin ser invitada podía intuir lo que el interlocutor decía y sentía, era algo que me parecía extraño, llegue a pensar que era un sueño-aun sigo deseando que lo sea que hasta hoy todo sea un sueño-pero después me convencí al verte tan destrozado pues si los sueños son reproducciones del subconsciente ¿como es que podía percibir los sentimientos de ambos? eso era imposible para mi, siempre tuve una "ceguera emocional" nunca supe cuando estabas mal o cuando sufrías para mí siempre tu rostro permaneció sereno e inexpresivo. Pero ahora no, me resultaba increíble la forma en la que podía ver tus gestos e interpretarlos, sabía perfectamente cómo te sentías, incluso podía sentirlo, era como si te estuvieran desgarrando el pecho para extraerte el corazón, se sentía un ardor inmenso y un sabor amargo en mi garganta. Mis lagrimas también corrieron, de pronto un escalofrío recorrió todo mi dorso hasta alcanzarme en la nuca, fue entonces cuando sentí como mis rodillas se adormecían y caían hundiéndose en la alfombra que un día fue para darnos la bienvenida, ahora solo significaba el "Adiós", el escenario de una tragedia, el límite entre tú y yo, mi atadura para no salir corriendo hacia ti.
Supuse entonces que lo experimentado eran los síntomas de la desilusión o de un dolor muy grande. Mi mente estaba confundida, mis pensamientos se ahogaban entre la duda y el desasosiego, tu imagen frente a mi me retaba a enfrentar una realidad que no había querido aceptar. Una persona como yo jamás aprendería a amar, mientras tú vivías y sentías a plenitud, yo me perdía y me hundía en mi propio mundo cada vez más centrado en mí. Tú gritabas y te colmabas de sentimientos, yo a tu lado me aferraba a tus brazos, a tu aparente seguridad. Todos te admiraban y yo sin verte, sin saber de lo que eras capaz. Mientras tú te morías adentro, yo me quedaba tirada sobre la alfombra, íngrima y desolada, como siempre fui. Tú llegaras a ser un recuerdo en la mente de muchos y yo solo seré tu acompañante, tu apéndice, el anexo colgado a tus brazos, "la loca María", la loca que no te quiso, que no lo supo hacer.
La voz de tu interlocutor era la mía, la gran sorpresa de mi vida casi me dejo patitiesa de la impresión, era yo quien te estaba lastimando, de alguna manera sobrenatural me había desdoblado hasta convertirme en la loca y la otra simplemente María.
Era demasiado error, ¡dos Marías!, una haciéndote sufrir y la otra sintiendo tu dolor. Si nunca vi lo que sentías fue porque el corazón no tiene ojos-si, ahora comprendo las metáforas- mi "ceguera emocional" no me permitía saber cuánto te hacía daño estar a mi lado. Era María la loca y la ********, la incrédula y la despiadada, la fría y la difícil, ¿era justo?; María era solo María pero yo tenía que cargar con sus sentimientos, con su telaraña y sus problemas, mientras que ella vivía libre quien sabe dónde, rompiéndole el corazón al hombre que yo amaba.
Ese día comprendí mi vida entera, la saboreé hasta lo más amargo. Ya no quedaba nada por probar, la alfombra bajo mis rodillas había desaparecido y en su lugar sentía la grama verde dormida debajo de mí. Frente a mis ojos el reposo de dos cuerpos se mantenía guardado celosamente en unas cajas de madera, con metros de tierra sobre ellas. Mis manos empuñaban un hermoso conjunto de rosas violetas, mis lágrimas delineaban mis mejillas, era un sentimiento de verdad, mientras los dos seres que más amaba descansarían, yo me quedaría aquí, atrapada entre la realidad y la subconsciencia, entre los dos mundos, sin ti y sin María, la que siempre fue "María".