rebelderenegado
16/10/2010, 12:36
"Mercader de IIusiones"
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Si no fuera porque está lloviendo dejaría todo tirado, ya estoy harto de renegar con la impresora y la pc que no funcionan, que si el atasco de papel, que si los trabajos demorados en la cola, su programa operativo está corrupto, ¿Y me quieren decir que es lo que no está corrupto en estos días?.
Entonces vi el billete de cien pesos sobre el escritorio, cediendo a una vieja tentación para "ver como quedaba" y para hacer mas entretenida la tediosa tarea, de reparar cada parte del conjunto por separado, y lograr una conjunción de compromiso, que me engañe a mi y luego al dueño de los cachivaches tecnológicos, todavía no se terminan los espejitos de colores de la conquista.
Como todo el mundo sabe, lo primero para lograr cualquier impresión, es que la impresora funcione, y luego, está el pequeño detalle del registro exacto, si bien la impresora era uno de esos mamotretos multiple función y con un solo y muy teórico click, debería ser capaz de reproducir a tamaño 1/1, cualquier imagen que se ponga a tiro de su brillante luz de exploración, muy distinto es tratar de duplicar un billete.
Para lograr una ilusión pasable. El anverso y el reverso son el desafío y mas si el condenado chisme y la caja con capacidad para multiplicar por mil la estupidez humana, se niegan a colaborar.
Una vez que el dichoso botoncito "facilitador" de la tarea "todo-en-uno", se dignó a acatar mi indicativa orden, de proceder a copiar ilegalmente la papeleta de curso forzoso y fungible con el primer uso, pero no antes de mascullar, vaya a saber en que hexadecimal jerga, algo que me parecieron reproches y protestas solapadas.
¿Que como es eso? bueno me parece lógico que las binarias maquinolas, se expresen en hexadecimal cuando se enojan, no se, tiene algo de superlativo el término, pero nunca se lo comenté a nadie, ya tenemos los técnicos bastante fama de locos, como para andar dándole argumentos gratis al enemigo.
Al fin, la máquina arrugó lo mejor que pudo una hoja de papel, se la tragó y escupió unas rayas sucias y percudidas y además, la imagen fiel del Gral, Roca y sus ojitos saltones.
Lo que cualquiera, sin reflexionarlo un poco, hubiera tomado como buen augurio, suscitó de inmediato un problema casi insoluble, para un tipo que se ha pasado la noche sin dormir, renegando contra estas insidiosas pulgas del Gran Hermano.
¿Adivinaron? claro que si, el registro exacto, una vez que tenemos una media docena de ejemplares y la inflación se desarrolla a toda máquina ante nuestra vista, si se me permite la metáfora, la cuestión es hacer coincidir el reverso del ejemplar con el anverso, en el que se amontonan soldados de una caballada deserticia y expedicionaria.
¡Pero no me habreis de ganar!, los seres humanos no hemos llegado hasta aquí, luego de una historia natural de millones de años, para que una triste subespecie de juguete mecánico, nos haga hocicar burlándose de nuestra habitual torpeza.
¿Donde puse la cinta métrica?, como el papel A4 entra en su rampa de carga de un lado y no ocupa todo el ancho de la bandeja, aunque coloquemos la biyuya en el mero medio de la platina de copia, las cosas se desfasaban mas de un centímetro, quedando "cruzadas" las imágenes, que por una de esas casualidades, no se habían impreso invertidas ni corridas verticalmente.
-¡Si no fuera por ese mugroso centímetro!, pero todo tiene solución, mediante aproximaciones y ensuciando muchas hojas y gastando una enormidad de tinta de colores traté de hacer coincidir las reproducciones, estimando al tanteo y tratando de imaginar como es una dimensión invertida, aunque la intuición y la experiencia, me decían que ese no era el camino correcto, nunca lo es, pero el cansancio y el fastidio, siempre tienen esa misma contraproducente receta, tan cara a nuestro necio orgullo y a la madre de todos lo vicios; la vagancia.
¡Al fin!!!, encontré la cinta métrica, ya visto que con el ojímetro y el masomenómetro, no ibamos a ningún lado, apelamos a la vieja y querida Convención de la Revolución Francesa, mas precisamente a su hijo, el igualmente viejo y querido sistema métrico decimal, corporizado en la filosa y rebelde cinta de acero Invar de origen chino.
Había que solucionar algo todavía y era que aunque usara el infalible metro, faltaba sacar el promedio en milímetros de la inversión de la hoja y su desfazaje, al entrar de manera invertida en cada pasada sucesiva, es dificil dar en la tecla en esto, aún con las imprentas profesionales y lleva un largo aprendizaje, y hay que pensar, por otra parte, en lo que hacen con el papel estos sellos hipertrofiados cibernéticos, que mastican y arrugan hojas, como si todos los árboles del planeta estubieran a su disposición para, hechos papel, engullirlos y pintarlos de colores chillones, muy "atractivos", tal cual como nos da a entender, el empaque en los que nos los entregan cuando son nuevos, presentandolos como lo último en alaridos de la moda computadoril.
Fuera de todo divague ecológico, la meta estaba tan cerca, que tomando algunas medidas y arruinando ahora menos hojas, en pocos intentos, logré buenas copias, marqué sobre la superficie transparente del captor de imágenes, unas improvisadas cruces de registro y con la fijación lograda con un pedacito de cinta transparente escocesa, inmovilicé la volátil sustancia, para dejarla en su puesto definitivo, luego procedí a imprimir una pequeña fortuna, o sea, unos 600 pesos, porque daba pena estropear mas papel y gastar asi los tinteros, que no los regalan y que hay que comprar, con dinero de verdad.
Una fugaz sensación de triunfo, sentí cuando se logró la coincidencia de las faces, parece mentira una vez hecho que hubieran pasado tantas horas infructuosamente, para lograrlo de buenas a primera, no se siente el mérito, pero bueno, asi son casi todas las victorias humanas.
¿Que hacer ahora que éramos "rico"?, las bromas con los amigos, hechas esa misma mañana, no dieron ningún resultado memorable, quien mas quien menos, ha visto pasar por sus manos esa especie y maldita la gracia que les había causado, lo busqué al loco del barrio; Mr. Jones, pero andaba haciendo reparto de materiales de construcción, en la camioneta de la ferretería, como es inmune penalmente, lo más que le pasaría, es que se hubiera ligado un reto y una espantada al tratar de cambiarlos, pero ni él, que es loco, pero que no es idiota, ahora dudo yo, hubiera caido ni por un segundo en la trampa.
Ya veia que mis esfuerzos y la falta de un buen descanso, no iban a tener ninguna recompensa, cuando me crucé al volver a casa, con los niños vecinos de la cuadra, que pasaban en sus carritos y bicicletas.
-¡Hey chicos, aqui tienen, les doy este dinero, porque Uds. me caen simpáticos!!!
-¡Gracias, !!! me dijo sonriendo, con un juego extra de dientes, la que pasó a mi lado en su bicicleta, tomando uno.
Los demás, atraparon los "billetes" al vuelo y se fueron haciendo su habitual batifondo de bicis destrozadas y juguetes de plástico a los que les faltan ruedas, audazmente tripulados y que traquetean por la vereda de cemento peor que el tren.
Distraido por haberme dedicado a mis trámites, momentos mas tarde entré en casa, dispuesto a dormirme una descarada siesta, pero, sonó el timbre de la puerta, eran los niños.
-¿Que desean, niños?, y una de las nenas, una de las mas grandes, me espetó;
-¿Tendría mas billetes de esos?.
http://www.mirebuenosaires.com.ar/100p_a.jpg
http://3.bp.blogspot.com/_I5uXcOAS1yM/TAF9XZkGh5I/AAAAAAAAASU/W0YazLEVSWg/s1600/100+pesos+atras.jpg
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Si no fuera porque está lloviendo dejaría todo tirado, ya estoy harto de renegar con la impresora y la pc que no funcionan, que si el atasco de papel, que si los trabajos demorados en la cola, su programa operativo está corrupto, ¿Y me quieren decir que es lo que no está corrupto en estos días?.
Entonces vi el billete de cien pesos sobre el escritorio, cediendo a una vieja tentación para "ver como quedaba" y para hacer mas entretenida la tediosa tarea, de reparar cada parte del conjunto por separado, y lograr una conjunción de compromiso, que me engañe a mi y luego al dueño de los cachivaches tecnológicos, todavía no se terminan los espejitos de colores de la conquista.
Como todo el mundo sabe, lo primero para lograr cualquier impresión, es que la impresora funcione, y luego, está el pequeño detalle del registro exacto, si bien la impresora era uno de esos mamotretos multiple función y con un solo y muy teórico click, debería ser capaz de reproducir a tamaño 1/1, cualquier imagen que se ponga a tiro de su brillante luz de exploración, muy distinto es tratar de duplicar un billete.
Para lograr una ilusión pasable. El anverso y el reverso son el desafío y mas si el condenado chisme y la caja con capacidad para multiplicar por mil la estupidez humana, se niegan a colaborar.
Una vez que el dichoso botoncito "facilitador" de la tarea "todo-en-uno", se dignó a acatar mi indicativa orden, de proceder a copiar ilegalmente la papeleta de curso forzoso y fungible con el primer uso, pero no antes de mascullar, vaya a saber en que hexadecimal jerga, algo que me parecieron reproches y protestas solapadas.
¿Que como es eso? bueno me parece lógico que las binarias maquinolas, se expresen en hexadecimal cuando se enojan, no se, tiene algo de superlativo el término, pero nunca se lo comenté a nadie, ya tenemos los técnicos bastante fama de locos, como para andar dándole argumentos gratis al enemigo.
Al fin, la máquina arrugó lo mejor que pudo una hoja de papel, se la tragó y escupió unas rayas sucias y percudidas y además, la imagen fiel del Gral, Roca y sus ojitos saltones.
Lo que cualquiera, sin reflexionarlo un poco, hubiera tomado como buen augurio, suscitó de inmediato un problema casi insoluble, para un tipo que se ha pasado la noche sin dormir, renegando contra estas insidiosas pulgas del Gran Hermano.
¿Adivinaron? claro que si, el registro exacto, una vez que tenemos una media docena de ejemplares y la inflación se desarrolla a toda máquina ante nuestra vista, si se me permite la metáfora, la cuestión es hacer coincidir el reverso del ejemplar con el anverso, en el que se amontonan soldados de una caballada deserticia y expedicionaria.
¡Pero no me habreis de ganar!, los seres humanos no hemos llegado hasta aquí, luego de una historia natural de millones de años, para que una triste subespecie de juguete mecánico, nos haga hocicar burlándose de nuestra habitual torpeza.
¿Donde puse la cinta métrica?, como el papel A4 entra en su rampa de carga de un lado y no ocupa todo el ancho de la bandeja, aunque coloquemos la biyuya en el mero medio de la platina de copia, las cosas se desfasaban mas de un centímetro, quedando "cruzadas" las imágenes, que por una de esas casualidades, no se habían impreso invertidas ni corridas verticalmente.
-¡Si no fuera por ese mugroso centímetro!, pero todo tiene solución, mediante aproximaciones y ensuciando muchas hojas y gastando una enormidad de tinta de colores traté de hacer coincidir las reproducciones, estimando al tanteo y tratando de imaginar como es una dimensión invertida, aunque la intuición y la experiencia, me decían que ese no era el camino correcto, nunca lo es, pero el cansancio y el fastidio, siempre tienen esa misma contraproducente receta, tan cara a nuestro necio orgullo y a la madre de todos lo vicios; la vagancia.
¡Al fin!!!, encontré la cinta métrica, ya visto que con el ojímetro y el masomenómetro, no ibamos a ningún lado, apelamos a la vieja y querida Convención de la Revolución Francesa, mas precisamente a su hijo, el igualmente viejo y querido sistema métrico decimal, corporizado en la filosa y rebelde cinta de acero Invar de origen chino.
Había que solucionar algo todavía y era que aunque usara el infalible metro, faltaba sacar el promedio en milímetros de la inversión de la hoja y su desfazaje, al entrar de manera invertida en cada pasada sucesiva, es dificil dar en la tecla en esto, aún con las imprentas profesionales y lleva un largo aprendizaje, y hay que pensar, por otra parte, en lo que hacen con el papel estos sellos hipertrofiados cibernéticos, que mastican y arrugan hojas, como si todos los árboles del planeta estubieran a su disposición para, hechos papel, engullirlos y pintarlos de colores chillones, muy "atractivos", tal cual como nos da a entender, el empaque en los que nos los entregan cuando son nuevos, presentandolos como lo último en alaridos de la moda computadoril.
Fuera de todo divague ecológico, la meta estaba tan cerca, que tomando algunas medidas y arruinando ahora menos hojas, en pocos intentos, logré buenas copias, marqué sobre la superficie transparente del captor de imágenes, unas improvisadas cruces de registro y con la fijación lograda con un pedacito de cinta transparente escocesa, inmovilicé la volátil sustancia, para dejarla en su puesto definitivo, luego procedí a imprimir una pequeña fortuna, o sea, unos 600 pesos, porque daba pena estropear mas papel y gastar asi los tinteros, que no los regalan y que hay que comprar, con dinero de verdad.
Una fugaz sensación de triunfo, sentí cuando se logró la coincidencia de las faces, parece mentira una vez hecho que hubieran pasado tantas horas infructuosamente, para lograrlo de buenas a primera, no se siente el mérito, pero bueno, asi son casi todas las victorias humanas.
¿Que hacer ahora que éramos "rico"?, las bromas con los amigos, hechas esa misma mañana, no dieron ningún resultado memorable, quien mas quien menos, ha visto pasar por sus manos esa especie y maldita la gracia que les había causado, lo busqué al loco del barrio; Mr. Jones, pero andaba haciendo reparto de materiales de construcción, en la camioneta de la ferretería, como es inmune penalmente, lo más que le pasaría, es que se hubiera ligado un reto y una espantada al tratar de cambiarlos, pero ni él, que es loco, pero que no es idiota, ahora dudo yo, hubiera caido ni por un segundo en la trampa.
Ya veia que mis esfuerzos y la falta de un buen descanso, no iban a tener ninguna recompensa, cuando me crucé al volver a casa, con los niños vecinos de la cuadra, que pasaban en sus carritos y bicicletas.
-¡Hey chicos, aqui tienen, les doy este dinero, porque Uds. me caen simpáticos!!!
-¡Gracias, !!! me dijo sonriendo, con un juego extra de dientes, la que pasó a mi lado en su bicicleta, tomando uno.
Los demás, atraparon los "billetes" al vuelo y se fueron haciendo su habitual batifondo de bicis destrozadas y juguetes de plástico a los que les faltan ruedas, audazmente tripulados y que traquetean por la vereda de cemento peor que el tren.
Distraido por haberme dedicado a mis trámites, momentos mas tarde entré en casa, dispuesto a dormirme una descarada siesta, pero, sonó el timbre de la puerta, eran los niños.
-¿Que desean, niños?, y una de las nenas, una de las mas grandes, me espetó;
-¿Tendría mas billetes de esos?.
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