EL SALTAPERICOS
28/08/2010, 18:52
Fue hace sesenta años. Ante la insolencia de las campañas petroleras de no aceptar el laudo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el conflicto laboral, el gobierno de Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de los bienes de las empresas petroleras.
Aquella noche del 18 de marzo de 1938, en muchos lugares del mundo, los lectores de periódicos pedían mapas para saber dónde quedaba ese México que se había atrevido a expropiar los bienes petroleros protegidos por los gobiernos más poderosos de la Tierra.
Durante varios días, se hicieron aquí colectas en fábricas y sindicatos para ayudar a pagar la deuda petrolera y allá al Zócalo de la ciudad capital, iban mujeres a llevar sus joyas para que con ellas se pagara la deuda. Un día llegó un grupo de mujeres del mercado de la Merced con manojos de gallinas para ayudarle al general a cubrir la expropiación.
En su bendita ignorancia, no sabían que no bastaban todas las gallinas del mundo para pagar lo que aquéllos pedían, pero de todas maneras su actitud era más noble y más heroica que la de actuales funcionarios del gobierno que, hace cuatro años, hipotecaron el petróleo para sacar al país de una crisis que ellos mismos provocaron.
Hay una diferencia adicional: cuando Cárdenas expropió el petróleo, lo hizo a la luz del día, ante el rostro de toda la nación, de todo el planeta. En cambio, cuando éstos hipotecaron el petróleo lo hicieron a escondidas, allá en Washington, tratando de ocultarlo a todos los mexicanos.
Por eso, hoy que los estamos denunciando es para que estos tales nos respondan: ¿de quién es el petróleo mexicano: del gobierno americano o del pueblo mexicano?
Y esta es la razón por la cual lo preguntamos:
Fue hace tres años: el 21 de febrero de 1995. México había caído en la crisis más idiota de su historia. Se había endeudado con los financieros estadunidenses y cuando las deudas fueron mayores que la capacidad de pagarlas, se devaluó la moneda y hubo que pedir prestado a los americanos para poder pagarle a los americanos. Ese préstamo se llamó “el rescate”.
Para permitir que el FMI nos prestara dinero, el gobierno de Washington nos obligó a afirmar cuatro convenios económicos, ninguno de los cuales fue aprobado por el Senado de la República:
1. El Acuerdo Marco de Norteamérica, de abril de 1994, ocho meses antes de la crisis de diciembre. Su propósito era ayudar a la estabilización económica del país, en aquellos días de franca contracción, pero ocultada por una prensa cómplice de los adinerados que medraban grandes caudales de dinero.
2. El Acuerdo de Estabilización a Mediano Plazo, de febrero de 1995, con cinco años de vigencia. Ahí, este sexenio se compromete a que cuando México compre dólares con pesos, depositará una cantidad equivalente en el Banco de México. Por eso desde entonces este sexenio se niega a mover el tipo de cambio.
3. El Acuerdo de Garantías, del 21 de febrero, donde nos imponen las condiciones que deben tener los papeles y bonos que México expida para vender deuda en el mercado internacional. El Departamento del Tesoro le da el aval a México, de suerte que si este gobierno no paga lo que obtenga, ellos pagarían y, por ese compromiso, el Tesoro cobra una comisión de riesgo por prestarle su nombre a México.
Cuando más tarde, los “expertos” de la banca privada nos dijeron que México obtuvo capitales gracias a la confianza que tienen en el gobierno del doctor Zedillo, simplemente nos ocultan la humillación de que, allá lejos, nos están prestando porque el Departamento del Tesoro nos ha dado el aval.
Aquella noche del 18 de marzo de 1938, en muchos lugares del mundo, los lectores de periódicos pedían mapas para saber dónde quedaba ese México que se había atrevido a expropiar los bienes petroleros protegidos por los gobiernos más poderosos de la Tierra.
Durante varios días, se hicieron aquí colectas en fábricas y sindicatos para ayudar a pagar la deuda petrolera y allá al Zócalo de la ciudad capital, iban mujeres a llevar sus joyas para que con ellas se pagara la deuda. Un día llegó un grupo de mujeres del mercado de la Merced con manojos de gallinas para ayudarle al general a cubrir la expropiación.
En su bendita ignorancia, no sabían que no bastaban todas las gallinas del mundo para pagar lo que aquéllos pedían, pero de todas maneras su actitud era más noble y más heroica que la de actuales funcionarios del gobierno que, hace cuatro años, hipotecaron el petróleo para sacar al país de una crisis que ellos mismos provocaron.
Hay una diferencia adicional: cuando Cárdenas expropió el petróleo, lo hizo a la luz del día, ante el rostro de toda la nación, de todo el planeta. En cambio, cuando éstos hipotecaron el petróleo lo hicieron a escondidas, allá en Washington, tratando de ocultarlo a todos los mexicanos.
Por eso, hoy que los estamos denunciando es para que estos tales nos respondan: ¿de quién es el petróleo mexicano: del gobierno americano o del pueblo mexicano?
Y esta es la razón por la cual lo preguntamos:
Fue hace tres años: el 21 de febrero de 1995. México había caído en la crisis más idiota de su historia. Se había endeudado con los financieros estadunidenses y cuando las deudas fueron mayores que la capacidad de pagarlas, se devaluó la moneda y hubo que pedir prestado a los americanos para poder pagarle a los americanos. Ese préstamo se llamó “el rescate”.
Para permitir que el FMI nos prestara dinero, el gobierno de Washington nos obligó a afirmar cuatro convenios económicos, ninguno de los cuales fue aprobado por el Senado de la República:
1. El Acuerdo Marco de Norteamérica, de abril de 1994, ocho meses antes de la crisis de diciembre. Su propósito era ayudar a la estabilización económica del país, en aquellos días de franca contracción, pero ocultada por una prensa cómplice de los adinerados que medraban grandes caudales de dinero.
2. El Acuerdo de Estabilización a Mediano Plazo, de febrero de 1995, con cinco años de vigencia. Ahí, este sexenio se compromete a que cuando México compre dólares con pesos, depositará una cantidad equivalente en el Banco de México. Por eso desde entonces este sexenio se niega a mover el tipo de cambio.
3. El Acuerdo de Garantías, del 21 de febrero, donde nos imponen las condiciones que deben tener los papeles y bonos que México expida para vender deuda en el mercado internacional. El Departamento del Tesoro le da el aval a México, de suerte que si este gobierno no paga lo que obtenga, ellos pagarían y, por ese compromiso, el Tesoro cobra una comisión de riesgo por prestarle su nombre a México.
Cuando más tarde, los “expertos” de la banca privada nos dijeron que México obtuvo capitales gracias a la confianza que tienen en el gobierno del doctor Zedillo, simplemente nos ocultan la humillación de que, allá lejos, nos están prestando porque el Departamento del Tesoro nos ha dado el aval.